Capítulo 4 Yo ya estoy comiendo

"¿Qué haces?", protestó Whitney. "Mira, si tienes algo que decir, dilo de una vez, pero deja de actuar así".

"Tengo hambre", gruñó Marvin, mordiéndole el cuello.

"Bueno, entonces cenemos", replicó ella con la voz un poco entrecortada. "Y déjame quieta...", añadió, mientras él seguía lamiendo su cuello. El hombre no la había tocado en más de una semana, así que por supuesto que estaba hambriento de ella.

"Marvin, detente", exclamó la joven, retorciéndose contra la pared.

"¿No quieres un poco de esto?", le preguntó él con voz ronca, pegando su boca de oído de la mujer.

"No, no quiero", soltó jadeando, de modo que el hombre sonrió con malicia. Seguidamente, deslizó su mano por dentro del vestido de Whitney.

"¿No dejarás de actuar como un pervertido?", protestó ella de nuevo, a pesar de que su cuerpo se ablandó dócilmente.

Rápidamente, él la volteó para que lo enfrentara, manteniéndola presionada contra la pared al tiempo que se abalanzaba a besarla. Le mordió los labios con tanta fuerza que el sabor metálico de la sangre floreció en su lengua. Allí, Marvin le chupó la herida, como si le estuviera succionando la vida.

En ese punto no había duda de que él realmente se merecía el título del "demonio sediento de sangre".

Alarmada por el dolor, Whitney lo empujó con fuerza. "¡Auch!".

En consecuencia, el chico se echó hacia atrás para mirar fijamente los hinchados labios sangrantes de su víctima. Tras una breve pausa, se inclinó de nuevo sobre ella para lamer suavemente la sangre que goteaba sobre la piel rota. Luego, sonrió. "Necesitas experimentar un poco de dolor para que recuerdes la lección".

"¡Tú...!". Whitney estaba a punto de arremeter, pero el rostro de Lukas se apareció en su mente, por lo que tuvo que respirar profundo para contenerse. "Bajemos a comer".

"Oh, pero yo ya estoy comiendo", dijo Marvin sonriendo satisfecho, antes de levantarla sin esfuerzo para lanzarla sobre la cama y arrojarse sobre ella como lo haría un lobo sobre su presa.

En ese instante, Whitney sintió la respiración pesada.

Curiosamente, el cuerpo del hombre que había estado tan caliente hace solo unos segundos, ahora parecía estar helado encima de ella. Incluso su expresión se había vuelto distante. "Como podrás darte cuenta...", dijo él en voz baja. "Ya no siento nada por ti".

"¡Mentira!", gritó la chica, agarrando sus fuertes brazos. "Estás mintiendo. Sé que todavía me quieres. ¿Cómo no...?".

A decir verdad, Whitney tenía un rostro angelical y una figura perfecta que lo acompañaba. En definitiva, ninguna otra mujer podría compararse con ella. A propósito de ello, tampoco ningún hombre podría rechazarla. Adicionalmente, ya él la había amado antes, en ese caso, ¿cómo es posible que ese sentimiento desapareciera tan fácilmente? Hasta quienes solo la habían visto una vez lucharon durante mucho tiempo para sacarla de sus cabezas.

De pronto, el hombre la apartó suavemente, siguiendo su intuición, mientras lentamente le recorría el cuerpo con la mirada. La mujer lucía un delicado vestidito atado con un lazo rojo en la cintura. Se veía deliciosa con ese color ardiente contrastando su piel cremosa. Claro que cualquier hombre se sentiría atraído por la tentación, sin embargo, la actitud de este fue fría e indiferente en todo momento. A Whitney incluso le pareció captar una pizca de desdén en sus ojos. De repente, el chico simplemente salió por la puerta sin decir nada.

"¡Te arrepentirás de esto, Roy!", gritó ella, cayéndose de la cama para aterrizar en la gruesa alfombra de piel que cubría el suelo. Aun así, sentía el frío de la superficie penetrando su piel.

¿Cómo ese tipo pudo hacerle eso? ¿Y por qué?

Ella lo amaba con todo su corazón, pero esto fue lo que recibió a cambio.

En ese momento, la pobre Whitney parecía una loca delirante, con su cabello alborotado y el rostro surcado de lágrimas, acurrucada en una esquina ahogándose en sus propios sollozos.

Para ella habían pocas cosas más humillantes que ser rechazada por un hombre en el último segundo, especialmente estando dispuesta a dejarse llevar. No era como si se tratara de una mujer más a la que él pudo haber conocido en la calle. Whitney era considerada la chica más bella de Ciudad H por la mayoría de la población masculina. Por ende, no se merecía ese tipo de sufrimiento, tal vez era preferible morir.

Ya todo estaba completamente perdido, ella perdió. Era un destino demasiado cruel para que alguien lo soportara.

De un momento a otro, ya no habían más lágrimas y su voz también había desaparecido. La joven cerró los ojos, y cuando volvió a abrirlos, se topó con una brillante mirada proveniente de la oscuridad.