Las mujeres que han pasado por mi cama, no llegaron hasta donde tú me llevas. Ninguna me despertó como tú, tanto deseo.
Tú eres la más hermosa criatura, tu belleza no es de este mundo.
Tus ropas son discretas y no te maquillas. En casa, andas descalza y gozo al ver tus pies sobre el piso de madera.
Tu largo cabello rubio, con ligeras ondas, cae hasta tu delicada cintura. Lo llevas suelto, así me gusta. Natural y libre como tú.
Desde que te conocí, supe que algo muy serio, sucedería entre los dos. Muero por poseerte y recorrer con mis experimentados y largos dedos, cada uno de tus senderos.
Me miras, con tus bellos ojos verdes, sin imaginar mis pensamientos. Tu pureza e inocencia, me provocan. Tu rostro afable me invita a unirme a tus profundidades.
Eres feliz, eso me dicen tu mirada. Al menos cuando estás conmigo.
Quiero que me transmitas esa calma.
Aquí, en medio de la selva, con tan poco y, a la vez, con tanto. Dame gotas de tu paz, salva a este vagabundo».
Así sucedieron las cosas. Harry escribió esa carta para Rosa, cuando notó que ella, en secreto, le correspondía ¡La descubrió!, se había acostumbrado a él. Sus ojos brillaban y él no perdería la oportunidad de declararse a la antigua, por medio de ese escrito que dejó en el mueble de la cocina.
¡Listo para que, curiosa, lo leyera!
Resultaron días duros. Rosa, se debatía entre sus deberes como esposa y madre, y el vendaval de sensaciones que este hombre le provocaba. Se sentía loca de deseos, cambió tanto en esos tiempos que parecía otra.
Su buen corazón se tiñó con solo una gota de aquellas negras palabras. Vetadas para una mujer casada y digna como ella. Le manchó el alma y destruyó su mente, sus pensamientos la acorralaban y la colocaron al borde del abismo. Tratando de mantener el equilibrio para no caer.
Su cuerpo no había pecado, pero ya tenía el alma negra. Y aquel peso pudo más, no solo paró de resistirse, sino que se dio el permiso de caer. Sedienta se dejó llevar por un mar de sensaciones. Un amor celestial que aumentaba su intensidad con cada toque de sus manos y con el roce de su piel.
Sintió un estallido de luces de brillantes colores para terminar en medio de las estrellas flotando sobre tu pecho desnudo.
El asunto iba parejo ¿Cómo iba a imaginar Harry que hallaría, en aquella joven, todo lo que buscaba? Una mujer que vino del mundo de sus sueños seguros a desafiar una vida llena de experiencias. Una pretensión que no era para alguien real.
La esposa fiel de Joaquín, quien era hermano del fundador de la comunidad religiosa. Una de las damas más respetadas y creyentes del sitio, ejemplo para las jóvenes en formación.
Ella vivía cruzando el amplio puente de madera. En el extremo más cercano del río. Muy cerca de las casas de las familias más antiguas en la línea de mando. Las que toman las decisiones, sin participación de los miembros de la comunidad. Cuyo mandato es hereditario. Pasando, a la muerte del líder, a su hijo mayor. Una estructura vertical al estilo medieval.
Daban la impresión de ser muy respetables. Al menos es lo que aparentaban. Pero a puerta cerrada la situación era otra.
Cometían grandes equivocaciones y las ocultaban. Como el día en Luis Alberto se vio tentado a transgredir lo sagrado y el vínculo familiar, al relacionarse con la hermana de su esposa. Hecho disimulado y soportado por todos. Aunque a regaña dientes por las mujeres. Y con envidia por los hombres. Una conducta ilógica y absurda, producto de no poder controlar el llamado de la carne.
Nadie decía nada frente a él, pero por los rincones todos lo criticaban. En especial, las mujeres casadas. Su conducta no era coherente. Parece que, siendo uno de los líderes, entendió que le imitarían. Por lo que decidió tomarla como segunda esposa, tratando de enmendar lo ocurrido.
El personaje más importante en el pueblo, al que llamaban padrino, recibía mucho dinero de las iglesias del mundo entero. Los fieles enviaban cuotas mensuales y donativos especiales. Todos, en mayor o menor grado, vivían del dinero que generaban las iglesias. Esa era una de las razones para que nadie objetara sus decisiones.
A pesar del gran respeto que inspiraba, muchos se pusieron en contra de lo que estaba pasando. Su pecado se extendió como la peste, varias iglesias comenzaron a padecer del mismo mal. Los padrinos poniendo la mano sobre las mozas.
Algunos, como Alfred y Ámbar, lo tomaban a chiste. En su iglesia hablaban en clave cuando afirmaban que Ali arrancó las flores del jardín, para referirse al tema en lo local.
Los desacuerdos comenzaron a tener voz, fueron muchas las críticas. Aunque la gran mayoría permanecía sin opinar. Todo funcionaba y se sentían respaldados bajo su mando, no tenían otra opción. Sin embargo, las faldas se siguieron subiendo a escondidas. Nada detuvo ese mal hábito.
A la apartada región, en medio de la selva amazónica, llegaban turistas del mundo entero. Y, a su vez, los lugareños viajaban a iglesias de diferentes localidades. A enseñar los cantos y expandir la doctrina. Ahora, llamada universal. De esta manera, se fueron dispersando por el mundo. Lo que les otorgó fuerza y reconocimiento.
A esa región del Brasil se trasladó Harry. Quería conocer más de lo que había visto hasta ahora. Quedó encantado con la primera experiencia, vivida en su país, con sus amigos. Aquella noche, en que, por su terquedad. Se negó a ir a su casa y se empeñó en abrir la puerta de su alma a lo desconocido.
Todos sus años de experiencia y vivencias no le sirvieron de nada. Allí llegó, como un niño, guiado por la curiosidad. Entró en la trampa y no pudo zafarse. Cayó, sin saber, en un mundo desconocido. Por fin, encontró algo que lo deslumbró más que todo lo que hasta ese momento había presenciado. Una experiencia que le hizo erizar completamente la piel.
Y así sería, por siempre, durante su vida. Incluso en el día de su muerte, no hubo cosa que le interesara más que estos rituales y lo que conoció a través de la comunidad. Nadie podría juzgar si fue bueno o malo para él. Solo una cosa es segura, movió su sistema. Sacudió sus entrañas y puso sobre la mesa. Lo bueno y lo malo. Lo decente y lo aberrante. Le señaló lo que quería ver y aquello que nunca pensó poseer. Sus más bajos instintos.
¿Cómo llegó allí? Fue algo gradual. Después de aquella primera noche, siguió participando una y otra vez. Continuaba con sus negocios y su vida normal. Y, los días de ritual, se internaba en esta nueva experiencia. Solo lo sabían sus tres amigos. Quiénes, al igual que él, asistían en secreto. Era un pacto de silencio entre ellos. Ante la sociedad eran los mismos de siempre. Y cuando estaban solos, lo mencionaban.
Con el pasar del tiempo, ellos siguieron su doble vida. En cambio, él se fue apartando de todo. Dejó de frecuentar a las personas. Y lo que antes era atractivo y común, ya no representó interés en su vida.
Comenzó a estudiar más del tema, a documentarse sobre la doctrina, hasta que esto no le bastó. Lo quería todo, fue en persona a buscar las respuestas, viajó al Amazonas Brasileño.