Capítulo 4 ¿Ese niño es realmente mío

Solo unas pocas personas se atrevían a mirar a John Gong directamente a los ojos como lo estaba haciendo esa mujer. A pesar de sí mismo, el hombre tenía que admitir que estaba impresionado.

Él era una persona que se enorgullecía de poder leer a las personas a través de sus ojos, pero en ese momento no podía distinguir las complejas emociones que veía en los de ella.

Al notar que estaba luchando por respirar, aflojó su agarre, aunque su pulgar comenzó a acariciar su suave y sedoso cuello mientras acercaba su rostro al de ella. "¿Ese niño es realmente mío?", rugió.

Ahora que podía respirar mejor, algo de color volvió al rostro de Tasha. "Sí", respondió ella con total naturalidad.

"¡Pero ni siquiera te conozco, y nunca tuve relaciones contigo!", espetó él apretando los dientes con exasperación.

La chica se limitó a sonreír fríamente ante su frustración. "Da lo mismo, de todos modos el niño es suyo".

El rostro de John se ensombreció y su voz adquirió un tono amenazador. "Deja de mentir o juro que te mataré", siseó enojado al oído de la joven.

Tasha no pudo evitar estremecerse al sentir su cálido aliento en su nuca, pero no estaba segura de si se debía a su inquietante calidez o a la frialdad de sus palabras.

Entonces bajó la mirada y no dijo nada.

Creyendo que finalmente se estaba rompiendo, John levantó su barbilla y observó su delicado rostro. "Te lo preguntaré de nuevo. ¿Ese niño es realmente mío?".

La mujer sonrió. "No podría mentir respecto a una relación de consanguinidad". Ella mantuvo sus ojos fijos en su rostro de manera provocadora mientras apartaba su mano de su barbilla.

Obviamente no se retractaría de su ridícula afirmación.

Ante ese hecho, el hombre se puso de pie lentamente y miró con frialdad a la mujer vestida con un pijama empapado que tenía delante.

"Supongo que realmente deseas la muerte. Bien, que así sea. Permíteme hacerte los honores".

En ese momento Mike, el cual había estado afuera escuchando a escondidas todo ese tiempo, irrumpió en la habitación presa del pánico.

"¡No lo hagas, John!", gritó mientras corría hacia su amigo.

Tasha se volvió para ver al recién llegado. Tan pronto como lo vio logró reconocerlo gracias a sus materiales de investigación.

Mike era el CEO de M Group, abreviatura de Model Group, y un buen amigo de John. Solía aparecer frecuentemente en los titulares debido a sus aventuras románticas.

Sorprendido, John miró momentáneamente a su amigo antes de volverse hacia Tasha. No vio el destello en el rostro de esta última al reconocerlo, y ahora tenía la misma expresión impasible y obstinada que había tenido todo ese tiempo.

Él la miró con cautela. Al parecer la había subestimado.

"Deja que se vaya", le imploró Mike, el cual se paró junto a él en actitud suplicante.

"¿Por qué debería hacerlo?", respondió John con brusquedad mientras fruncía el ceño.

Mike sintió un destello de vergüenza antes de admitir: "Es amiga de Luna. No puedo permitir que la mates así como así, ¿cierto?".

"¿Luna?", el otro hombre inclinó la cabeza tratando de ubicar ese nombre, "¿Te refieres a la mujer a la que has estado persiguiendo desde hace tres años? Con lo donjuán que eres, ¿todavía no has logrado salir con ella?", lo cuestionó.

Las orejas del otro se pusieron coloradas, pues se sintió totalmente expuesto. Luna había sido su secretaria durante tres años, pero ni siquiera había podido tocar sus manos todavía.

John nunca lo había visto actuar de esa manera antes. Probablemente esa tal Luna realmente le gustaba.

Suspirando profundamente, dio un paso atrás. "Bien. Dejaré que se vaya con la condición de que ofrezca una conferencia de prensa lo antes posible para retractarse de sus mentiras".

Mike asintió con entusiasmo y procedió a ponerse en cuclillas frente a Tasha para persuadirla. "Eso es bastante razonable, ¿no le parece, señorita Su? Ya es usted muy popular y rica como supermodelo. No es necesario que se meta con la familia Gong", le rogó.

La chica lo miró fijamente. "Él es el padre de mi hijo", repitió con firmeza.

El hombre retrocedió desesperado y la miró con impotencia. ¡Qué mujer más obstinada!

Entonces se puso de pie y se cruzó de brazos, y sin saber qué más hacer, dirigió su exasperación hacia John. "¿Estás seguro de que nunca has estado con ella?", le preguntó.