Hoy fue un día agotador, se realizó un evento en la empresa y el trabajo aumento el doble para mí. Por suerte, hoy es finde semana y no vuelvo al establecimiento hasta el lunes. Atravieso las puertas puertas espejadas junto a yesi que como siempre viste a la última moda. Mí amiga, no deja de taladrar mi cerebro con los detalles de su gran fiesta de cumpleaños, que se celebrará mañana en un lugar sorpresa. En la calle yesi, enmudece de pronto y detiene su paso al ver un auto negro de lujo, estacionado a unos metros. Sonríe de oreja a oreja cuando la ventanilla del auto desciende y descubre que es su "sugar papi" cómo ella lo llama. Sin perder el tiempo, mi amiga besa mi mejilla anunciando en mi oido
–mañana nos vemos juntas para desayunar cómo es nuestra costumbre.
Le hago un asentimiento de cabeza y la saludo a lo lejos con mí mano. Así es todos los años por nuestro cumpleaños una tradición. Veo como corre al encuentro de ese sujeto que baja del vehículo para recibirla entre sus brazos. Mientras la sostiene abrazada me mira por arriba de su espalda, sonriendo de una manera que me da escalofríos. Rápido aparto mi mirada y me encamino a la parada de colectivos, antes de perder mi último transporte. Miro mi reloj pulsera son las 21:00 en punto, calculo que pasará en 10 minutos, lamentablemente esa línea de colectivos es el único que me lleva a mi casa y corta su servicio temprano, debido al temor que infunde en los choferes de adentrarse en ese barrio marginal. Cuando estoy llegando a unos pasos, observó como mi transporte se adelanta unos minutos y pasa por el frente de mis narices, por más que que corro no logro alcanzarlo. ¡Que mierda! ¡¿Ahora que hago?! Me debato mentalmente frente a la dichosa parada, no puedo darme el lujo de pagarme un didi, cada peso que ganó de mi sueldo es rigurosamente destinado para gastos esenciales.
No queda de otra que caminar hasta mi departamento, pese a que mis músculos están todos adoloridos. Doy un suspiro resignada y volteo hacia la derecha con destino a casa, pero cuando hago unos pasos me comienzo a sentir observada. Esto me viene pasando hace una semana, desde la última vez que viví ese fatídico día con ese sujeto abominable. Observo para todas las direcciones y no veo nada inusual, sigo avanzando un par de minutos más, hasta pasar por un lugar bastante oscuro y muy desolado para mí gusto. Mi corazón se paraliza de repente al percibir como una camioneta de ruedas gigantes se estaciona en mi camino justo cuando voy a cruzar la calle. Cuento en mi mente los segundos para empezar a correr, sujetando con fuerza la correa de mi bolso de guerra. ¡1, 2 y... 3... Pero mi acción no llega a completarse por qué la puerta trasera de ¡esta mounstrocidad que parece un tractor se abre! Y lo peor de todo, es que de entre las sombras visualizo.. ¡El rostro de mis pesadillas! Siento que mis rodillas flaquean, mi corazón da un vuelco. ¡¿Que es lo que este hombre quiere de mi?! O ¡¿Acaso se arrepintió y vino a matarme?!
Sin dirigirme la mirada demanda.
–sube.
Su exigencia me descoloca y no reacciono hasta que está vez si ladea su rostro de belleza tenebrosa y me recalca con fastidio
–¡Que parte de que subas! ¿No entendiste?.
Mi boca se seca y la lengua se me traba al musitar.
–y- yo. No...se, que es lo que pretende. Pero, todo ese mal entendido que vivimos, ya se aclaró..
El se baja del gigante a una velocidad luz mirándome desde arriba con irritación e impaciencia al ver cómo retrocedo. Levanto mi rostro, ya que por lo menos me lleva como dos cabezas y me pierdo en esos iris únicos e excepcionales. Me toma de la muñeca y me sube sin problemas dentro del vehículo, luego ordena al conductor que se dirija hasta mi departamento. Todavía sigo aturdida por este atropello a mis derechos constitucionales, lo observó esperando una explicación que justifique sus actos locos.. pero el simplemente, sigue con su rostro de piedra y suelta con voz gélida.
–te estoy llevando a tu hogar, al menos agradece por no dejarte morir a tu suerte. Soy un hombre muy ocupado deberías sentirte afortunada.
Desconcertada, tartamudeo.
–p...pe..ro ¿Cómo sabe que quede sin transporte y que me dirigía a mi casa?..
Me quedó callada en medio de un silencio tétrico, aguardando una respuesta que nunca llega.. En mi mente se hace la luz ¡No fue mi imaginación! El me estuvo vigilando todo este tiempo. Asustada y desesperada en igual magnitud, tomo su musculoso brazo y suplico.
–señor, por favor, se que me equivoqué en invadir su privacidad ese día... pero no me haga daño, yo solo soy una joven insignificante y estúpida.
Los músculos debajo de la camisa que sostengo se tensan y voltea a verme como si quisiera fulminar mi existencia . Lo suelto con prisa. El se acerca hasta dejarme contra la puerta del vehículo y extiende su mano, para tomar mi barbilla con fuerza... Detalla mis ojos, mi nariz, mis mejillas, deteniéndose en mis labios.. ahí se acerca, casi tocando mis labios con los suyos y todo mi rostro se calienta al sentir su calido aliento mentolado.
–si, eres estúpida, eso no lo dudo... Si quisiera dañarte en un pestañear te destruiría. Aunque el mal entendido, se aclaró, gracias a la colaboración de la zorra de tu amiga y mi cliente vip. Pero, lo que busco de vos, es otra cosa... Muy pronto lo vas a saber, y no vas a poder negarte. Voy a ser paciente, solo para que te acostumbres a la idea.
Sigo petrificada con mi corazón galopante y en ese momento de desconcierto, termina de acortar la distancia para atrapar mi labio inferior y morder con tanta fuerza que el sabor metálico de mi propia sangre, se expande por todo mi paladar.
Su acción me deja estupefacta y cuando puedo reaccionar lo apartó con desesperación de mí. El me libera sin oponer resistencia y me dedica una media sonrisa que me acelera el corazón. Me lleva y me deja en mí apartamento como prometió sana y salva. No volvio a internar tocarme y por más que ahora, estoy lavando con frenesi mis dientes por tercera vez con pasta dental, el sabor de sus labios en los míos, no se quita. Enjuagó mi boca y mirando al espejo tocó el labio que magullo con sus dientes pensando en como hacer para quitar esta sensación que me abruma.