Capítulo 2 ¿Un nuevo comienzo

- ¿Qué es ese ruido? -me preguntó a mí misma, a medida que me acerco cada vez más hacia el proceder de ese sonido. Lo que lleva a estar parada en frente de la sala de juntas.

Solo cuando estoy tan cerca, es que identifico el sonido, se tratan de gemidos. Pero lo que realmente me desconcierta por completo. Es el hecho de qué... eran varias personas, sin poder aguantar más abro con lentitud la puerta, tratando de hacer el menor ruido posible. Lo que se encuentra mi vista me deja en shock, es como si me encontrará en un sueño, no es que no haya escuchado de esto pero... Es difícil de aceptar esto.

Me notan, pero son solo dos. Porque los demás siguen en lo suyo, sin importarles haber sido interrumpidos. Como si no hubiese nada más importante, que introducirse en el interior de sus distintas parejas; así es parejas.

Porque todo esté departamento, se encuentra practicando una orgía masiva. Me da asco solo de ver esto, no puedo evitar tener arcadas.

No soy una niña pura, he tenido mi parte de buen sexo, pero ver esto me da mucho asco. Aun en mi estado de estupefacción, tengo la ligera esperanza de que esto ocurra sin su presencia, que son sus empleados abusando de su autoridad.

Fue muy positiva, porque todo en mi interior se despedaza cuando veo a mi novio; Alex. Introduciéndose con ímpetu en el interior de alguna empleada que sinceramente importa muy poco como se llama, y no solo eso sí no que hay otra a la cual se la come; como si con una fuera suficiente.

Las únicas dos personas que se detuvieron en lo que estaban haciendo, se apartan rápidamente de lo que estuvieron haciendo, tratando de alertar a todos en el lugar de mi intromisión en el mismo.

Lo cual genera una reacción en cadena, cada vez que una nueva persona posa su mirada en mí, lo único que veo es lástima. Antes de que ese efecto dominó llegue hacia Alex, optó por irme, no queriendo escuchar excusas ni mucho menos ver su expresión. Ahí fue cuando mi yo decisivo.

Mi persona dominante decayó, después de ese momento lo único que recuerdo es llegar con el alma hecha pedazos, además de que mis ojos estaban llenos de lágrimas. Siento que llore por días, hasta que un dolor comenzó a molestarme en mi vientre. Compre la prueba para descartar, pero ese descarté nunca llegó; porque mi duda se convirtió en mi realidad.

Después de ese momento, cambié en todo. Desde mi número, dirección de correo hasta de residencia, para mí fue la mejor opción, no quiero saber nada de él, aún no entiendo cómo es posible que un hombre que solo en la mañana se encontró diciéndome cuanto me amaba y con quién hice el amor ese mismo día.

Un par de horas después, haya sido capaz de hacerle lo mismo a otras. Eso me generó un asco sin precedentes. Lo peor de todo es que no tengo a nadie, no tengo padres, ni hermanos, ni amigos. Eso es lo que ocurre cuando depositas todo tu ser en una persona, te entregas por completo a alguien sin dudarlo. He aquí el resultado.

Mis padres murieron en un accidente automovilístico, del cual salí de milagro. Quizás fue Dios, sacándome de ese lugar debido a que aún no era mi momento de irme con ellos, si dijera que en mi puerta se presentaron familiares para acogerme, cuidarme y apoyarme en ese momento. Estaría mintiendo, eso nunca paso.

Hasta que llegó el día del funeral, y hasta llegaron supuestos amigos que lamentaban mucho la partida de mis padres. Pero así como aparecieron, se esfumaron como el humo sin dejar rastros de siquiera haber ido ese día, a veces pienso que fue un sueño lo que experimente. Aunque el recuerdo de esa noche, el sonido de los neumáticos chirriando a través de la autopista central, aún permanecen en mi memoria, dándome a entender que todo sucedió en verdad.

Solo éramos nosotros tres, así que no hay hermanos de los que hablar. No recuerdo nunca haber conocido a mis abuelos, ni siquiera aparecieron ese día, tampoco es que recuerde haberlos conocido alguna vez.

Únicamente fui a una casa de acogida, hasta que cumplí la mayoría de edad como para salir de ahí, a partir de ese momento comencé a valerme de mí misma. Salir adelante por mí misma, sin importarme nadie más que mi misma.

No pueden culparme, porque desde ese accidente quede huérfana, y nadie más en el futuro se acercó nuevamente a mí. Aunque creo que lo correcto es decir, es que no los deje. Comienzo a pasar mi mano por mi vientre plano, pero con el recordatorio de que no está completamente vacío.

-Es hora de salir pequeño, no podemos estar aquí para siempre. Sé que es difícil, pero es momento de volver a la vida, es momento de regresar a la empresa, no puedo dejar que ese tonto me borre, forje esa empresa con mi sudor y lágrimas. Eso él no me lo va a quitar.

Salgo renovada de mi apartamento, en cuanto abro la puerta para salir. Doy como mucho un par de pasos, para después chocar con alguien. Solamente escucho el quejido de alguien más, lo que me hace despertar al instante. Salto en mi lugar, cuando siento que me toman por la cintura.

Abro lentamente los ojos, los cuales cerré por el repentino choque. Lo primero que veo son unos ojos que me dejan congelada en mi sitio.

- ¿Qué diablos? -es lo primero que pase por mi mente, al ver esos ojos verdes. Los cuales se ven tan irreales, parecen un bosque gráficamente.

- ¿Estás bien? -me pregunta con preocupación el muchacho, a pesar de que escuche claramente sus palabras. Me encuentro muda; como si me hubiesen comido la lengua los ratones.

-Hay algo en su voz... -susurro para mí misma sin poder evitarlo.

- ¿Disculpa? -me pregunta nuevamente, cuando soy consciente de mí misma nuevamente. Me sonrojo.

«¿Acaso me acabo de sonrojar? ¿Cuántos años tienes 14 acaso?», me regaño a mí misma.

-Discúlpame tú a mí, no sé que estaba pensando que salí rápido y no me fije por donde iba...

-No te preocupes, eso podría pasarle a cualquiera -lo que faltaba, lo único lindo. No son únicamente sus ojos-, pero estás segura de que estás bien, es que te ves un poco mal, ¿No necesitas ir al médico?

- ¡No! -exclamó rápidamente, apartándome de su brazo, el cual se encontraba a mi alrededor. Ahora, al no tener su contacto, me arrepiento de no poder apreciarlo en su totalidad-. Ya me siento mejor, es que últimamente no me he sentido bien. Solamente es eso.

-Bueno... Está bien, confío en que sí te sientes mal, irás al médico. Por cierto mucho gusto, soy su nuevo vecino -me extiende su mano, esperando un apretón de mi parte.

-Mucho gusto, bienvenido. Un placer conocerte, mi nombre es Rebeca.

-El gusto es mío, Steven. No es necesario decirte donde vivo, porque los nuestros son los únicos departamentos en este piso -comenta con una sonrisa-. Por lo visto ibas de prisa, así que puedes ir con calma, no te retengo más.

Asiento, aún aturdida por lo extraño de este encuentro. Separó lentamente mi mano de la suya, casi como si indirectamente no quisiera apartarme de su cercanía, con un gruñido muy bien disimulado me alejo un poco para que él también pueda seguir su camino. No es hasta ese momento que soy plenamente consciente de las maletas a su alrededor, a lo cual una se encuentra en el piso.

A lo cual puedo intuir que se cayó a causa de nuestro choque. Se agacha para recogerla, pero es así cuando deja al descubierto un poco su piel al inclinarse. Cuando su camisa sube, logro ver lo muy bien construido que está.

Trago de manera audible, al recorrerlo con la mirada, aprovechando que no me ve. Observó detenidamente como esa camisa se ajusta perfectamente a su cuerpo. Apartó mi mirada hacia otra parte, no queriendo verlo más.

Aunque algo en mí, me dice que otro vistazo no tiene nada de malo, así que eso hago. Para mi consternación, cuando lo hago, él se encuentra viéndome con el rostro ladeado con una leve sonrisa en sus labios. Me sonrojo de nuevo al ser descubierta.

-Debería irme... -admito atropelladamente, saliendo rápido del lugar. Emprendiendo mi huida estratégica.

Respiro más tranquila al estar dentro el ascensor, suspiro para luego levantar mi mirada. Lo único que veo antes que las puertas se cierren, es una sonrisa que no hace más que florecer algo en mi interior. Algo que no sé exactamente que pudiera de ser.

- ¿Qué me ocurre? -esa pregunta se repite muchas veces en mi bajada hacia el subterráneo o donde se encuentra aparcado mi auto, con un último suspiro me subo a él, para salir de este edificio como alma que lleva el diablo.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022