Eran los días de las vacaciones de la escuela, el año escolar recién finalizaba y con él la etapa de adolescencia algo controvertida de Catalina. En la escuela nunca fue la chica mas popular entre sus compañeras de clases; tenía más amigos que amigas ya que casi siempre estaba con su hermano, y los amigos de éste, compartiendo sus juegos y sus aventuras.
Eduardo habia partido en busca de sus sueños y pronto ella haría lo mismo; deseaba más que nunca ir a la universidad y hacer una carrera profesional, aunque hubiese preferido hacer una carrera militar pero, estaba segura que su madre no lo habría permitido; por ello eligió estudiar idiomas. __ Me gustaría conocer otros países__ se decía, por lo que estudiar idiomas le ayudaría mucho.
Mientras disfrutaba de sus merecidas vacaciones ayudaba a su madre con las tareas del hogar,__esto no es lo mío, por eso tengo que estudiar, graduarme y trabajar, definitivamente.... esto de fregar, limpiar y lavar no es lo mío, se repetia continuamente Catalina. Su madre le había enseñado perfectamente las labores del hogar __por si buscas marido__,solía decirle. Mientras Catalina miraba a su madre hacer las labores de la casa, con esa rigidez característica y esa mirada lúgubre en la que no había ni el más mínimo destello de felicidad o de alegria; como si viviera una vida que no le correspondía, que no amaba, se repetía a sí misma:__ Ni loca busco marido, para que me amargue la vida así como le han amargado la vida a mi mamá__. Catalina era joven y a sus 17 años juzgaba la vida desde su estrecha visión de lo que para ella eran las relaciones amorosas. Había crecido entre chicos y éstos, en plena pubertad y adolescencia, llevados por los impulsos de sus alborotada testosterona, hablaban de los engaños y triquiñuelas que planeaban y cometían para conquistar los corazones y, por ende, los cuerpos de las ingenuas chicas que cedían ante sus trampas y mentiras; ella nunca pasaría por eso, por otro lado su madre no era el mejor ejemplo de una mujer felizmente casada y con hijos; por el contrario, vivía amargada casi todos los días, había sido abandonada por su esposo, un hombre que en un altar frente a Dios le juró amor eterno y para llenar el vacío que le dejó ese abandono, buscó amor y compañía en brazos de Eduardo, el padre de su hermano, el hombre que ahora ella sentía como su padre; era un hombre bueno, trabajador y responsable pero, muy demandante y controlador y a juicio de Catalina esas eran las razones por las que su madre había perdido su paz interior y eso no le permitia vivir feliz.
__ No me voy a enamorar__ se repetia Catalina cada vez que escuchaba a su padre llamar a Graciela para que le atendiera en cosas que él mismo podía resolver si así lo quisiera. Ella lo miraba y en su mente se decia: __tu puedes servirte el agua, tu puedes buscar tus chancletas... tu puedes, sólo inténtalo.... ella no es tu sirvienta, es tu mujer, tu compañera...__ Eduardo la miraba y le preguntaba:
__¿Qué pasó? Por qué me miras así__. Catalina esbozaba una suave sonrisa disimulando las ganas de decirle todo lo que por su mente en ese momento pasaba.
__No, nada.... solo pensaba__ contestaba y se iba a la enramada mata de mango a tomar un poco de aire fresco.
Casi terminaban las vacaciones y Catalina debía prepararse para mudarse a la ciudad; la universidad donde cursaria su carrera de idiomas quedaba allí y ella tendría que vivir ahora en casa de su prima Carmen mientras cursaba su carrera. Era la primera vez que Catalina se separaba de sus padres y que salía de su pueblo y después de la partida de su hermano no quería dejar sola a su madre; no era la más dulce y cariñosa pero era su madre y ella la amaba con todo su corazón.
__En 15 dias debo irme a la ciudad, pero cada vez que pueda vendré a verte__ le decía Catalina a su madre mientras le escribía una carta a su hermano Eduardo para enviársela cuando llegara a la ciudad. La universidad quedaba a 5 horas del pueblo donde vivían los padres de Catalina y era muy cansón para ella tener que viajar a diario; además de costoso por la cuestión de los pasajes y aunque su padre trabajaba, no ganaba lo suficiente como para cubrir los gastos que generarían el traslado diario de Catalina a la ciudad por lo que Graciela le pidió a su hermana Grecia, la madre de Carnen, que recibiera a Catalina en su casa en la ciudad y así ésta pudiera estar más tranquila y dedicada a los estudios. Carmen, la prima de Catalina era una de sus pocas amigas y aunque la personalidad de Carmen era totalmente opuesta a la de Catalina ellas se llevaban muy bien.
Finalmente llegó el día en que Catalina debía mudarse a la ciudad en busca de su sueño, así como hacía unos meses atrás su hermano Eduardo había hecho lo mismo. Con un morral en su espalda lleno con algunas de sus pocas pertenencias Catalina abrazó a su madre sintiendo un cálido abrazo en respuesta al suyo. Era una sensación desconocida; su madre no era afectuosa pero, ahora se encontraba metida entre sus brazos y se sentía amada por su madre por primera vez. Catalina siempre fue muy traviesa y usualmente su madre la tomaba para darle alguna lección que corrigiera sus tremenduras y ahora era diferente. __ Te amo ma' __ logró decirle a su madre mientras ésta la abrazaba más fuerte sin emitir palabra alguna; no hacía falta, ese abrazo que le había regalado estaba lleno del amor que sentia, por su hija, que le costaba tanto demostrar.
__Voy a ser una gran profesional para trabajar, ganar dinero y comprarte una linda casa en la ciudad __ le decía a su madre mientras se despedía de ella y de su padre con la mochila llena de sueños e ilusiones