Después de varias llegadas tarde a clase me prometí que ese día si llegaría temprano, incluso antes que todos, solo recibía clase tres días a la semana y me propuse llegar temprano a todas. He hecho muchas promesas en mi vida y la mayoría no las cumplí pero esta si. Tome mis cosas y salí de casa despidiéndome de mi mamá y zeus, tomé el autobús y todo parecía ir bien. Cuando entré al salón estaba vacío y eso me puso muy feliz, el corazón se me acelero de alegría. No solo era el hecho de llegar temprano si no de cumplir con lo que me prometí.
Porque no hay mayor placer en este momento que cumplirme a mi misma. Por un tiempo estuve sola así que tuve oportunidad de leer un poco. El siguiente en llegar fue Alex, el chico del tatuaje. No tenía idea que el llegara temprano, o quizás también se lo propuso igual que yo. - que sorpresa verte tan temprano - exclamó - espero que la sorpresa sea agradable- dije - sí que lo es - respondió con una sonrisa a medias - siempre llegas temprano - pregunte Por un momento sentí que me ignoraba ya que no me respondió de inmediato. Eso empezaba a irritarme pero traté de no mostrarlo. - no siempre - dijo con un tono de voz bajo mientras sacaba algo de su mochila. - porque llegaste temprano – preguntó rompiendo el silencio. Yo que seguía algo molesta por lo anterior espere un momento para responderle. - porque vine volando en una escoba - respondí directo y seco, me miró con cara sorprendida ante el sarcasmo y cierta intriga pero antes de que pudiera decir algo una voz lo interrumpió. Era el profesor de español, que nos saludó con bastante energía. Eso era algo que lo caracterizaba, parecía que siempre estaba feliz y nada le afectaba, aunque habían rumores de su divorcio y lo pésima de la relación con sus hijos, en ocasiones algunos graciosillos le hacía preguntas capciosas, pero él siempre tenía la respuesta correcta. Admiraba eso, era de los muchos profesores de aquella universidad. Muchas veces que tenía duda sobre alguna materia acudía a él, aunque no fuera su área, y siempre me ayudaba. Pareciera que no se puede tener todo en esta vida, si tienes éxito en tu carrera en muy probable que en otros aspectos seas un fracasado. Empezaron a llegar los demás estudiantes y la clase comenzó. Durante las siguientes clase el chico del tatuaje no dejaba de mirarme empezaba a incomodar. Durante el descanso me siguió así que lo enfrente. - se te ofrece algo - le pregunte claramente irritada. - eres muy vengativa Elina – dijo con tono burlesco - para nada, simplemente regreso lo que se me da - dije Sonrió pícaramente y se alejó de mí, era muy raro pero no podía juzgarlo, o eso era lo que decían mis profesores. Todos tenemos luchas internas y no sabemos lo herido de puede estar alguien por dentro. Cuando regrese al salón para la última clase él estaba sentado junto a mi silla. - toma - dijo dándome un chocolate. Mi cara de confusión era obvia, la suya por otra parte parecía victoriosa - y esto qué? – pregunte levantando una ceja. - quería comprobar lo que me dijiste – dijo con una sonrisa de oreja a oreja. Aquello hizo que riera con intensidad, su reacción era la misma de antes, mantenía la misma sonrisa. Debía admitir que fue bastante ingenioso. - gracias pero deja de mirarme – dije tratando de contener mi risa El solo asintió y saco su libreta, aquello me había parecido como sacado de un libro. No me pasaban esas cosas a menudo. El resto del día pensé en lo que había pasado, y en lo mucho que me encantó. Aun así no quería hacerme ilusiones, traté de distraerme y centrar mis pensamientos en algo más. Caminaba por las calles de aquella ciudad con rumbo a la estación del autobús, la tarde estaba fresca y había algo en el aire que me hacía sentir que flotaba al caminar. Mientras esperaba el autobús de regreso mire a un chico leyendo un libro que yo hace mucho leí. El mundo perdido de Sir Arthur, ver a alguien leer era algo escaso, pero digno de admirar. Algunas personas lo miraban con algo de impresión en su rostro, les parecía extraño ver a alguien sosteniendo un libro abierto. Ya que lo normal era observar por doquier a jóvenes y niños encorvados viendo su celular de tal manera que se excluían de la realidad y se sumergían en la pantalla. Subí al bus y me senté junto a la ventana, por unos minutos estuve sola, luego el chico del libro se sentó junto a mí. No le di mucha importancia, me puse los audífonos y reproduje mi música. El viaje empezó y todo parecía ir normal, hasta que sentí que el asiento se movía. Apenas me di cuenta mire a mi lado y era el chico. Estaba temblando, tenía una expresión de terror clavada en la cara, sus ojos estaban abiertos mirando en todas direcciones, el sudor caía por su frente. Entonces me di cuenta que estaba sufriendo de un ataque de pánico. Estos son espontáneos y cuando alguien los sufre siente que morirá aunque no haya causa evidente. Tome su mano por inercia. - necesitas algo? – pregunte preocupada - necesito salir - dijo con un tono de voz apenas audible. Rápidamente le grite al conductor que parará y sin cuestionar lo hizo, el chico corrió hacia afuera y yo lo seguí. Algunos del autobús miraban por la ventana mientras otros se quejaban reprochando al conductor esta parada y exigían que continuará porque llegarían tarde. El viejo salió y me miró con una cara que decía, tengo que irme. - está bien yo me quedo - le dije. Solo cuando el autobús se alejó me di cuenta que era de noche y estaba a mitad de la nada con un extraño. Los recuerdos de todos los documentales de asesinos volaron a mi mente como una manada de aves. Todo va a estar bien me dije tratando de controlarme, ya que estar alterada no me iba a ayudar ni a mí ni a aquel chico.