Capítulo 2 La difícil relación con el padre

La puerta de la habitación se abre y Julia ve ingresar a la sirvienta – Buenos días señorita Julia, el desayuno la espera en la sala –

-Buenos días Alika, ¿mi padre se encuentra allí? - pregunta Julia, que aún está somnolienta-

-Sí señorita- respondió la sirvienta mientras descorre las cortinas para que entre el sol de la mañana-

-Gracias, Alika, enseguida bajaré-

-Muy bien señorita- dice la muchacha. Y sale de la habitación.

Julia queda pensativa mirando la nada por unos momentos y luego se levanta y camina hasta el cuarto de baño para alistarse. Cepilla su largo cabello color miel y lo trenza asegurandolo con un listón púrpura. Luego reemplaza el largo camisón por un vestido azul cuya falda finaliza justo a la altura de sus tobillos dejando ver los zapatos negros de bajo tacón y hebillas doradas.

Momentos más tarde desciende las escaleras que la conducen hasta la sala.

-Buenos días padre-

-Buenos días Julia, ¿cómo has amanecido?

- ¡Oh, muy bien ¿y tú? - responde sonriendo-

Aldano no responde. Con el ceño contraído está leyendo un comunicado que le hizo llegar uno de los empleados de las cosechas de sus viñedos informándole el estado de las plantaciones.

Julia toma un arándano del recipiente que deja Alika sobre la mesa y lo observa en silencio.

- ¿Hay algún problema padre? - pregunta luego de un momento-

-No, no hay problema, solo estoy atendiendo los asuntos de los viñedos. Dime – continúa- ¿Cómo vas con la historia que me han pedido que escribas?

-Pues, ayer el artesano me ha mandado un recado anunciando que ha finalizado el trabajo, así que le pedí que me lo enviara para poder comenzar a escribir.

- ¿Por qué no has ido a buscarlo en persona Julia? ya sabes, tal vez no haya quedado tal y como se lo pediste- responde Aldano algo irritado-

-Padre, sabes que detesto dirigirme al pueblo. No quiero ver a nadie y además le di instrucciones precisas de cómo realizarlo. El señor Frido siempre ha hecho trabajos excelentes para mis otros libros, no entiendo por qué te enojas tanto.

-Es que no entiendes, enseñé tus historias a alguien muy importante y ha descubierto un gran talento en tí, solo que los argumentos no lograron cautivar. me ha pedido la mejor historia de amor con la promesa de comprarla a un muy buen precio,sé que harás un excelente trabajo y además recibiremos buen dinero por ella.

Julia lo mira con una expresión de desagrado mientras le dice – querrás decir que te pagarán a ti por mi historia, porque a mí ni siquiera me tendrán en cuenta como autora ¿verdad? –

- Sé que no estás de acuerdo con estas ideas, pero no puedo hacer mucho al respecto, solo venderla por muy buen dinero.

- ¡Claro!, que poca ética la de estos hombres, creen que por ser adinerados tienen el derecho de adueñarse del trabajo de otros y encima no dar el crédito que merezco sólo porque la historia proviene del cerebro de una dama -replica furiosa-

- ¡Sí, de una dama soltera! - estalló Aldano-

- Oh ... no comiences con eso por favor padre, ¡quiero finalizar mi desayuno en paz!- suplicó Julia con la garganta anudada por la frialdad de las palabras de su padre.

- Sabes acaso, ¿quién es el caballero que quiere comprar tu historia? – continuó él apaciguando su voz-

-No, no me lo has dicho- responde Julia mientras da un sorbo a su té para tragar su dolor-

- ¡Pues el conde Grossi! ¡El mismo que rechazaste cuando te propuso matrimonio y te atreviste a abofetear! – vocifera Aldano dando un puñetazo sobre la mesa y haciendo que una gota del té de Julia se derramara.

Julia lo observa indiferente y luego le dice con toda calma – se lo merecía ese patán, el muy atrevido se lanzó sobre mí como un lobo a su presa a penas te volteaste-

-Pues, me has dejado en vergüenza delante de todos, aquel día. Mejor no recordarlo.

-Así es padre, es mejor que no recordemos el pasado, sino yo también tengo cosas para decir – dice Julia serenamente mientras acaba su té.

Aldano baja su mirada y no responde. Las palabras de su hija le dolieron dentro del corazón.

Se puso de pie y salió rumbo a las bodegas a controlar el trabajo de los empleados mientras recordaba qué feliz era Julia a los dieciséis años cuando se había enamorado de aquel muchacho simple y sin dinero al quien él mandó a encarcelar para impedir que siguiera viendo a su hija.

Aldano quería que ella se casara con alguien de prestigio y acaudalado, no con el hijo de un simple campesino. Pero, pasados los años comprobó que el resplandor que emanaban los ojos de Julia en esos días se apagó para siempre. Ella se había enamorado de aquel muchacho y él sentía demasiada culpa por haberse interpuesto entre ellos, además, el resultado no fue el esperado. Los guardias de la prisión asesinaron al muchacho y el corazón de su hija quedó roto en mil pedazos.

El, jamás planeó el asesinato del joven, eso fue brutalidad de la prisión. Solo quería que estuviera un tiempo allí hasta conseguir un esposo para su hija, pero todo terminó tan mal que Julia no quiso saber nada más con el asunto del matrimonio, rechazando a cuanto pretendiente trajo su padre.

Aldano sabía que la herida que había causado en el corazón de su hija no sanaría jamás y eso lo destrozaba día tras día.

Julia acabó su desayuno y quedó pensativa observando la taza vacía. No deseaba decepcionar a su padre, porque le amaba, pero las ganas de huir de su lado solía apoderarse de ella cada vez que él quería imponer su voluntad violentamente, sin embargo también sabía que aquella acción le destruiría, por ello le soportaba.

Alika, que vivía presenciando las discusiones entre Julia y su padre se quedó en la cocina hasta que todos se calmaron, luego, al ir hasta la sala pudo ver una lágrima en la mejilla de la señorita, quien la limpió velozmente y le pidió ensillar a Mirna, pues saldría a galopar hasta la hora del almuerzo.

La sirvienta obedeció en silencio.

            
            

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