Odio a esos chicos ricos idiotas, racistas, machistas y misóginos, personalmente pienso que ellos son una decepción para el mundo, porque cuando pensábamos que habíamos avanzado mucho como personas y como humanos nos damos cuenta de que no es así, gracias a ellos hemos retrocedido a la época de piedra, Tal vez ahí deberían quedarse.
Hemos vuelto a las clases y eso significa un nuevo tormento, las vacaciones habían sido las mejores de mi vida, no quería ni que terminarán, mi familia y yo terminamos yendo a Acapulco, mientras mis padres y mi abuela se bañaban en las hermosas playas y piscinas de tan hermoso lugar, yo me sentaba en las sombras leyendo un buen libro al aire libre.
Nada mejor que eso, un paisaje hermoso y tranquilo para leer.
Se respira tanta paz y serenidad.
Fueron las mejores vacaciones porque pude leer en paz, sin la presión de las tareas de la escuela y sin el ambiente tenso de mi vecindario y claro, sin las miradas de todo el mundo en la escuela.
-Amy, querida ya es hora de irnos-dice mi madre mientras toca la puerta de mi habitación.
-Bajo en dos minutos, me estoy terminando de arreglar-le respondo.
Me encontraba frente del espejo, no me caracterizaba como la más bonita, pero tampoco era tan fea, mi madre dice que lo más hermoso que tengo son mis ojos color azul eléctrico.
Me ate mi cabello negro, que ya estaba muy largo después de haber tenido por tanto tiempo el cabello tan corto verme así era algo raro, no me extrañaba que en cualquier momento me lo volviera a dejar corto, trate de ocultar mis ojeras y mi palidez con un poco de maquillaje. Trato de no hacer ver que las cicatrices de mi cuerpo, me causaban mucha inseguridad, así que tomé una camisa manga larga de rayas celestes y blancas y me la coloco. Ya lista baje las escaleras para desayunar e ir a la escuela.
-Buenos días, mi pequeña estrellita-dice mi padre, depositando un beso en mi frente.
-Buenos días, padre-me acerque a él para acomodar su corbata, siempre la tenía mal puesta.
Me senté en la mesa mientras el olor a huevos fritos hacía que mi estómago rugiera de hambre. Me gustaba volver a tener apetito y tal vez así volvería a tener mi peso normal.
- ¿Estás emocionada por ir a clases?-pregunta mi papá ya sentado en la mesa viendo su periódico.
-Oh, sí-mentí.
-Augusts, ¿En serio crees que esta criatura está emocionada por ir?-Esa era mi abuela Regina. -Mírala no más, desborda de felicidad-se acerca a mí y me mira detalladamente-Acaso eso es... ¿Maquillaje?
Mierda, no.
-No-respondí.
-Sí que es maquillaje, niña, soy vieja más no tonta, aún recuerdo cómo es eso y tienes maquillaje, además nunca usas maquillaje y te ves diferente.
- ¿Se me ve mal?
-No, reina no te ves mal, te ves hermosa, con todo lo que uses o te pongas o cualquier cosa te ves bella-dice mi abuela.
-Sabía que era mala idea lo del maquillaje.
-No le hagas caso a tu abuela que sabes que le encanta molestarte cada vez que puede-responde mi mamá, extendiendo mi desayuno y mi lonche.
-Está bien-era verdad se que ellos me aman pero también sé que les gusta fastidiarme.
Terminé de desayunar y me dirigí al auto con mis padres si, ellos me llevarían al primer día de clases ¿Grandioso, no? soy la nena a la que aun sus padres las llevan a la escuela, porque no tiene auto, ya muchos tenían auto y permiso de conducir y ahora que hemos vuelto de vacaciones seguramente los que faltaban ya eran portadores de sus propios autos, todos menos yo claro. Llegamos a la escuela ya que no quedaba tan lejos de mi casa, la escuela era grande, tan grande que daba miedo, era una de las mejores de la ciudad y siempre te abrían puertas a excelentes universidades. Nosotros no éramos ricos, pero vivíamos muy bien, papá era gerente en una empresa y mamá era psicóloga, una de las mejores en la ciudad. Así que podían pagarla aunque yo seguía creyendo que no era tan necesario estudiar ahí y que no tendría ningún problema en estudiar en una escuela pública.
- ¿Quieres que pase por ti?-pregunta mi mamá.
-No te preocupes, puedo irme caminando, además dijiste que tenías muchos clientes hoy.
-Sí, pero papá puede pasar por ti, sin ningún problema-mamá golpea a papá en el hombro. - ¿Verdad, Augusts?
-Sí, hija-dice mi papá sonriendo.
-Estoy bien, no se preocupen se cuidarme sola-me acerque hacia ellos dejando un beso en sus mejillas-Adiós mamá y papá, cuídense.
Salí del auto y comencé a caminar, hacia esos pasillos, pasillos que eran un tormento para mí, los mismos en dónde más de un alumno de esta escuela, me dijo miles de cosas horribles, cuando pensaba que por fin lo había olvidado cuando camino por ellos es como si me lo recordarán, llegaban como un balonazo en mi cara, esa sensación era la peor de todas.
Mis piernas temblaban, pero me prometí este año ser fuerte y no dejar que me volvieran a humillar, ni que me volvieran a aplastar y mucho menos dejaría que me hicieran ser el hazme reír de todo el instituto, eso se iba a acabar este año. Quiero nuevas experiencias, quiero que mi último año sea bueno, no lleno de recuerdos de personas estúpidas. así que Amy... Sé fuerte, tú puedes.
-Pero miren quién volvió-escuche decir detrás de mí, claro que conocía esa voz, esa voz me había atormentado durante años, era Jacob, el chico popular alias "cabeza hueca"
-Jacobo, al parecer si lograste pasar de curso-le conteste, Jacob camina hacia dónde estaba para ponerse a un lado de mí y comenzar a dar vueltas a mi alrededor.
-Son cosas mías o la enfermedad que tienes, te ha sentado bien últimamente-me dice tocando mi cabello, estaba aterrada pero no sé lo iba a demostrar.
Le di un manotón para que me dejara el cabello. -Son cosas mías o, ¿este año eres más idiota que el anterior? Déjame en paz.
Comencé a caminar lejos de él.
Una cosa que no podía lograr era eso, hacerme fuerte cuando no lo soy, ese chico hizo de mi vida un infierno, me trató muy mal, cada vez que podía me recordaba que padecía de una enfermedad, cada vez me hacía sentir menos persona por el simple hecho de tenerla. La verdad es que todo lo que he pasado desde que me diagnosticaron, no se lo deseo a nadie, vivir día a día el que la gente te mire con asco, como si lo que tuvieras fuera contagioso, con que te traten diferente, con que te juzguen y te pregunten como, ¿que hiciste para que te diera eso? no hice nada, el cáncer llega sin avisar a tu vida a destruir todo a su paso.
Corrí hacia el cuarto de limpieza, dónde siempre me ocultaba de las personas, sabía que no me encontraría con el conserje ya que, siempre llegaba muy tarde así que, solo estaba yo, me recosté en la pared para comenzar a caer al piso.
Si, estaba llorando.
Es que no puedo, trato de hacerlo, eso de ser fuerte pero no puedo. Es tan difícil, hacerle creer a la gente que no te afecta, pero es más difícil vivir engañándote a ti misma, no estoy bien y no lo estaré, estoy muriendo eso es un hecho y nadie va a cambiar las cosas.
Solo respira Amy, solo respira.
Todo estará bien, estas bien, estaras bien.
-Señor, Rogers ¿Está allí? -Escuché una voz de un chico que provenía de afuera del cuarto, seguidos de ellos, se escucharon unos pequeños toques en la puerta.
Limpié mis lágrimas y la puerta del cuarto se abrió rápidamente, dando a ver un chico el cual no conocía o que al menos no lo había visto aquí en la escuela. Lo que era imposible porque conocía a todos lamentablemente, debía ser nuevo pero, ¿un alumno nuevo a casi mitad del año escolar? Era raro.
Mi mirada fue hacia el chico rubio de cabello color ceniza y con unos ojos de color grises, había captado toda mi atención su rostro. No podía ser real.
-Tú no eres Rogers-me dice con una sonrisa de lado.
-Al parecer no-le respondí levantándome rápido del suelo-El conserje siempre llega tarde.
-Y tú, ¿qué haces aquí? ¿Estás bien? -Me pregunta.
-Vengo aquí a reflexionar sobre la vida-le conteste.
El entrecierra los ojos, como si me estuviera detallando. -Tienes la nariz enrojecida, al igual que tus ojos, eso es que estabas llorando.
-Es alergia.
-Bueno, espero que te recuperes de la "Alergia"-me guiña el ojo. -Y tu maquillaje se chorreo, yo que tú iría al baño a retocarme antes de que el timbre suene, no querrás verte espantosa en clases.
-Gracias por el dato-dije saliendo del cuarto de limpieza.
-Mucho gusto soy...-Lo interrumpí antes que pudiera terminar de hablar.
-A nadie le importa cómo te llamas-le respondí y comencé a caminar al baño
Si lo sé, fui grosera, pero quién sabe con qué intenciones venía.
Debía cuidarme.
Además me había dicho que me veía horrible con el maquillaje chorreado, es obvio que buscaría otro defecto en mí y me haría su bufón.
Entré al baño, y comencé a retirar el maquillaje que se había arruinado por andar llorando, es que solo a mi se me ocurría usar maquillaje que no era aprueba de agua, siempre lloraba debería estar prevenida. Esto de maquillarme no se me da nada bien.
-Esto es una mierda-susurré para mí.
- ¿Necesitas ayuda?-Me dice una chica, cuya voz conocía muy bien.
Voltee a verla, lucía diferente, estos años le habían caído de maravilla, una sonrisa melancólica sale de la nada. Era Adri.
Mi antigua mejor amiga, siempre estuvo conmigo, pero yo decidí dejarle de hablar sin ninguna razón, ella nunca me trató indiferente, pero no quería ser una carga para nadie, ni que las personas la trataran diferente solo por el hecho de estar conmigo, merecía algo mejor y a mí lado no lo tendría.
Ella iba seguido a mi casa pero siempre le decía a mi abuela que dijera que no estaba, o que dormía, no respondía sus mensajes, ella a pesar de que la estaba alejando estuvo allí.
-Puedo sola-le respondí.
- ¡Oh, vamos! no puedes maquillarte sola, nunca lo has hecho déjame ayudarte-me mira fijamente. -Solo por esta vez Amy.
Suspiré. -Está bien, pero rápido.
Ella soltó un grito de victoria y comenzó a sacar su maquillaje para dejarlo en el lavamanos del baño. Extraño pasar tiempo con ella, ambas éramos inseparables, extraño hacer comida los viernes en casa, casi siempre terminabamos comiendo cereal porque ninguna de las dos sabía cocinar.
Extraño las veces que hicimos pijamada en mi casa o en la suya, las veces que veíamos películas y ella optaba por una romántica pero me salía con la mía y terminamos viendo una de Marvel, aunque a ella le aburrían siempre cedía porque los superhéroes eran bellos y según ella estaban buenísimos.
Ella esta completamente hermosa, bueno siempre lo ha sido pero ahora lo es más, su cabello ya no era completamente negro azabache como solía ser, ahora tenia algunas partes de vino tinto un color muy hermoso y que le sentaba tan bien con su piel morena, vestía con un mono blanco y una pequeña chaqueta gris que le llegaba hasta su cintura bien formada claro que la tenía, siempre iba al gimnasio y era animadora en la escuela. Sus ojos negros destellaban un gran brillo, ella era una increíble persona.
Cómo te extraño, mejor amiga.
Adri se encontraba maquillándome, estaba tan enfocada en eso, que no se dio cuenta que la miraba.
-Ya estás lista-grito victoriosa. -Estás hermosa como siempre.
-Gracias.
- ¿Has estado bien?- Me preguntó. -tienes unas ojeras, ¿has estado durmiendo bien?
No quería un interrogatorio ahorita.
-Sí, estoy bien-fue lo único que dije.
- ¿Cómo vas con las terapias?
¿Era en serio? Había escuchado tanto esa pregunta que ya me ponía de mal humor el que me lo preguntarán. Siempre que lo hacían luchaba con mis ganas de decirles sin tabú "bueno, van geniales pero igual moriré, gracias por preocuparte ahora déjame en paz"
-Bien, gracias por preguntar, me tengo que ir a clases.
Fue lo único que dije para salir de allí, lo más rápido posible. Al llegar a la cafetería noté que habían muchas personas, nunca había visto tantas aquí dentro, la mayoría prefería comer al aire libre, pero está vez estaban todas reunidas, como si hubiera un súper famoso, si había venido Andrew Garfield que alguien me diga, me gustaría conocerlo antes de dejar la tierra.
No le di importancia, me senté en la mesa de los fracasados como le decían los populares, dónde estaban Aronis, Charlie y Hilary, ellos eran los chicos de informática, no sé si sean mis amigos pero bueno, son los únicos que me tratan bien en esta escuela.
- ¡Oohh!, veo que este año decidiste acompañarnos de nuevo-dice Aronis. - ¡Bienvenida nuevamente a la mesa de los fracasados! Ahora eres una fracasada.
-Hola, Aronis-le respondí sonriendo.
Aronis era un chico sumamente tierno, era blanco, con los ojos de un color marrón claro como la miel, tenía una cara muy hermosa bien perfilada y su cabello era rubio con luces color rosa y que siempre estaba despeinado.
Aronis se acomoda sus lentes y me mira. -Este año nos acompaña una celebridad-señala al montón de personas.
-Sí, dicen que es el hijo de Jerónimo Hart, el director de cine más famoso últimamente-dice Hilary, mientras leía un libro de Alice Kellen llamado "El mapa de los anhelos" uno de mis favoritos y de los de ella.
Hilary, era una chica simple pero hermosa, era una pelinegra más o menos alta de estatura, creo que con ella me he llevado mejor que con los otros dos porque siempre me recomendaba buenos libros, era una lectora compulsiva al igual que yo.
-Y que tiene que su papá sea director, es su papá, no él-respondí mirando hacia el montón de personas.
-El chico es hijo de una gran modelo y de un director de cine-dice Aronis mientras acomodaba sus lentes nuevamente. -Para completar es sumamente hermoso, según escuché decir a algunas chicas y saldrá en la película nueva de su papá, es el típico niño de mami y papi.
-Tú estás celoso-dice Charlie. -Ya quisieras tener a todas esas chicas para ti.
Charlie, es el presidente del club de informática de la escuela, es un chico de uno setenta de estatura, blanco, de ojos color verde, su cabello era de un color tan negro que caía hasta su cuello, podría jurar que pasaba horas en el baño asegurándose que ese cabello se viera bien, era tan brillante que lo envidiaba.
-Aún no entiendo porque tanto alboroto por un chico-digo abriendo mi laptop para terminar un trabajo de literatura que se me había olvidado terminar anoche, por estar viendo una serie.
-Veo que alguien ha vuelto a escribir-dice Aronis viendo hacia mi computador.
-Solo es para un ensayo de literatura, el profesor siempre me pide que haga alguno cuando volvemos de vacaciones.
-Pero igual lo estás haciendo, sea para una tarea o no volviste a lo que te gusta ¡Felicidades! -grita Aronis, saltando hacia mí para abrazarme. -Esto merece celebración, ya vengo.
-Está loco ya lo sabes-me dice Charlie. -Pero me alegro que hayas vuelto a escribir también y tú también te alegras ¿verdad, Hilary?-le dice mientras golpea su hombro para que responda.
-Sí, también me alegra eso, ¿me pueden dejar terminar el libro? Por favor y gracias
Ay que grosera, aunque la entiendo a nadie le gusta que la interrumpan cuando leen, yo estaría igual. Me gusta leer sin ser interrumpida.
Adri pasa cerca de la mesa en dónde estábamos con sus amigas porristas y me saluda con la mano, yo por otro lado dirigí mi vista nuevamente hacia la computadora ignorándola por completo, como hacía todas las veces que me saludaba y había personas alrededor. No quería ignorarla, pero con solo pensar que la podían echar del equipo por mi culpa se me revolvía el estómago.
-Aún sigues con la idea de no hablarle a semejante monumento-me murmura Aronis ya sentando a mi lado, yo me sobresalté porque no me di cuenta a qué hora llegó este chico sí que es silencioso.
- ¡Joder, me has asustado! -le dije.
-Perdón-responde extendiéndome una gaseosa.
-Te perdonó porque me has traído una de mis gaseosas favoritas.
El timbre sonó, ya era hora de irnos a clases, así que los que estaban alrededor del dichoso famoso se habían comenzado a ir, no logre ver a aquel chico, no es que me interesara saber quien es, solo era una pizca de curiosidad, pero nada del otro mundo.
Aunque siento que el chico debe sentirse perturbado con tanta gente a su alrededor. Al menos que sea de los que aman ser el centro de atención.
-Está es la señal de que debo irme a clases. Nos vemos, Amy.
Todos se levantaron y se despidieron, yo seguí allí sentada solo me faltaban unas mil palabras para terminar el ensayo, el profesor me dejaba entrar algo tarde por ser la que siempre lo ayuda con las clases.
Así que iba a terminar esto hoy o al menos eso pensé, alguien había echado una bebida encima de mi laptop ocasionando que la computadora se apagará en un santiamén, ya había quedado arruinada, perdí todo, perdí todo el ensayo. ¡Mierda! ¿Es que dios no se cansa de usarme como su mayor guerrera?
Dios no puede ser... Esto nada más me pasa a mí. Soy la persona con más mala suerte que puede existir en el mundo, de eso no me quedaban dudas, debería llamarme a partir de ahora Milo Murphy, me sentía identificada con él.