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Aisha ¿desde cuando trabajas acá? – preguntó Dominic a su enfermera.
– Hace aproximadamente 3 años – respondió Aisha.
– ¡Wow! Debes haber ayudado a muchas personas – dijo Dominic muy sorprendido.
– Bueno digamos que sí... pensativa. contestó
Luego de guardar silencio un momento debido a su escaso dominio del francés dijo a su paciente:
– Ayudar es algo que siento en mi corazón no – puedo evitarlo.
–¿Como una fuerza incontrolable? Preguntó Dominic
– A si es, Arturo eso lo que más me afecta no puedo entender como hay tantas personas en este mundo que viven indiferentes ante tanta maldad.
– Es porque a muy pocas personas le importa
el dolor que viven muchos.
Luego de decir eso la cara de Dominic se llenó de tristeza, sin embargo aquel lindo paisaje era armonizado por golpeos de las olas, la dulce Aisha hacía imposible que un recuerdo dañará su momento.
– Créeme que la indiferencia es quizás peor que las personas malvadas – agregó Aisha al verlo tan callado por unos minutos.
Aisha para mí, este viaje ha sido como una historia de piratas y sus tesoros.
– ¿Así? ¡A ver cuentame esa historia!
A Aisha le emocionaba mucho constatar que los migrantes de África también eran personas llenas de cultura, principalmente muchos conocimientos que se escapaban del entendimiento común, por lo que el comentario de Dominic le saco una sonrisa y mucho interés en su posible historia:
– Bueno yo me tope con muchas cosas en mi camino y al final casi muero, pero de pronto encontré un tesoro.
– ¿Y cuanto oro posee ese tesoro?
– Ni un gramo, ¡El oro no es un tesoro! Aisha sonrió de alegría, quedó impactada por aquella explicación por lo que pensaba, ¿Será que Arturo está loquito? como lo dijo el psiquiatra al de equipó médicos o ¿El corazón de este hombre es más gran de lo que esperamos?
Entonces pregunto a su paciente:
– ¡En serio señor Arturo!
– Yo he tenido mucho oro entre mis manos tanto que pudiese ser rico.
Mientras Arturo hablaba, Aisha recordaba lo que había dicho el psiquiatra del estado mental de su paciente, sin embargo mientras no se mostrará agresivo a ella no le importaba oír sus historias: – Pero oro no se puede comer, no se puede beber no puede comprar un corazón como el suyo.
La pupilas de Aisha se expandieron dejando ver sus hermosos ojos tan azules como el océano, su boca lentamente se abrió de sorpresa, estas eran las palabras más hermosa que había escuchado, tanto que no pudo evitar sentir el deseo de llorar de la emoción por lo que un par de lágrimas brotaron del rostro y rodaron por sus mejillas hasta caer su pecho.
– ¿Por qué llorar? – preguntó Dominic confundido.
– ¡Eso fue muy hermoso! – dijo Aisha muy conmovida.
Dominic pensaba que extrañas son estás personas, lloran cuando están felices, quizás lo hacen porque son tan felices que no tienen tiempo de llorar.
El celular de Aisha repicó:
– Ring, ring, ring... – Aisha sacó su celular del bolsillo de su bata
y luego dijo:
– ¡Debo irme!
Se levantó rápidamente y se machó.
Dominic alcanzó a despedirse
– ¡Adiós!
Al caer la tarde uno de los enfermeros de turno volvió por mi y me llevó a mi habitación, en dónde me esperaba mi cena, el enfermero me intentó ayudar a levantar me apoye en mis brazos y acosté en mi cama, coloque la mesita plegable entre mis piernas y comencé a cenar.
Luego de terminar mi cena me recoste y me dormí tranquilamente hasta el día siguiente.
– ¡Dominic! – Arturo me sorprendió saludándome.
– ¡Arturo! Me dijeron que habías muerto – Estaba un poco confundido.
– ¡Así es Dominic! – respondió.
– ¿Pero como puedo hablar contigo? – pregunté.
– ¡Estás muerto! – dijo Arturo de forma espontánea.
– ¿Queeeee? ¿Cómo puedo estar muerto? – pregunté sin poder creer lo que estaba escuchando.
– ¡Tu ya estás muerto! El día que decidiste usar mi nombre moriste – advirtió Arturo.
– ¿De que hablas? – Pregunté nuevamente.
– Ahora debemos continuar con mi misión debes ir a Francia – afirmó.
Desperté muy sudado, todo había sido un sueño, tendrá razón Arturo yo estoy muerto ahora debo tomar su lugar.
Todo el mundo en la gran habitación se hallaba durmiendo, las luces se encontraban apagadas, por lo que me quede pensando en mi sueño viendo el techo de mi habitación, pasaron los minutos o quizás horas antes de que pudiese conciliar nuevamente el sueño.
–¡Arturo! Despierta, despierta
Apenas abrí los ojos puede ver a Jack en compañía de un hombre vestido de gris.
Todo el mundo en la gran habitación se hallaba durmiendo, las luces se encontraban apagadas, por lo que me quede pensando en mi sueño viendo el techo de mi habitación, pasaron los minutos o quizás horas antes de que pudiese conciliar nuevamente el sueño.
- ¡Arturo! Despierta, despierta
Apenas abrí los ojos pude ver a Jack en compañía de un hombre vestido de gris.
- Arturo, hoy asistiras a tu primera rehabilitación - dijo Jack sonriendo.
Me sentía un poco fatigado por no haber podido dormir bien la noche anterior sin embargo me emocionó mucho salir de la habitación así quizás veía a Aisha nuevamente hoy.
El doctor y Jack me ayudaron a subir a la silla con ruedas, aquel día atravesaba el pasillo saludando a todo el mundo como si conociera a cada una de esas personas sonreía al saber lo afortunado que era.
Luego de salir del pasillo mi doctor se paro frente a una puerta y presionó unos botones, la puerta se abrió de una forma muy extraña se dividió en dos y fue tragada por la pared, seguidamente ingresamos a un espacio muy reducido apenas pudimos caber los tres en la parte interior de aquel espacio el doctor presionó nuevamente algunos botones y las puerta reaparecieron como magia frente a nosotros saliendo de las paredes yo me asuste un poco y Jack dijo:
- ¡Tranquilo es el elevador no te preocupes!
El piso y las paredes a nuestro alrededor parecían moverse sentí un poco de náuseas de pronto todo se detuvo y las puertas se abrieron nuevamente.
Yo quedé maravillado al ver todo ese espacio con muchos pacientes junto a máquinas.
- Llegamos a la sala de rehabilitación - dijo Jack.
– Todo esto es muy raro Jack – dije
- Aquí podrás poner en marcha todas tus funciones nuevamente - dijo Jack.
Me llevaron al final de la sala todas las paredes eran de cristales y se podía ver el océano desde allí estábamos en una posición elevada quizás en el último piso del edificio:
- Trata de levantarte y camina a través de esa línea - me dijo Jack por órdenes de aquel doctor.