- ¿Te molesto demasiado si te pido que no me digas señor, o señor Campbell? Siento que tengo como setenta años.
Lucian suelta una risa y Elyan, oh, pobre Elyan, casi siente la saliva de su boca atragantarse en su garganta así que tiene que recurrir a beber un poco de agua.
¿Cómo es posible que sea tan guapo y encantador?
- Es un poco raro si lo llamo por su nombre.
- A mí no me molesta, cuando estoy con personas de confianza prefiero que no me traten de usted, no es necesario el profesionalismo.
- De acuerdo, lo intentaré al menos... Elyan.
Que bello sonaba su nombre saliendo de aquellos rosados labios.
- Mucho mejor- Dice sonriendo.
- Perfecto, comenzaré a trabajar entonces con la información que tengo.
- Si necesitas algo sabes que puedes buscarme o preguntarle a alguien.
- Lo sé, gracias.
- Con permiso.
- Te veo luego.
Lucian se pone de pie y camina hacia la salida de la oficina, pero antes de salir voltea y lo mira de nuevo, robándole de nuevo la respiración al ojiazul sentado tras el escritorio.
- Y de nuevo, bienvenido.
No te sonrojes, Elyan, no te sonrojes, solo te está dando la bienvenida, no seas hormonal. Se repite antes de responder.
- Gracias.
Lucian sale de la oficina y Elyan deja salir una bocanada de aire que no había notado que estaba reteniendo, siente el calor en sus mejillas del sonrojo que no pudo evitar y siente su garganta seca.
- Necesitas relajarte, Campbell, enserio.
Coge el vaso con agua que se encuentra en una esquina del escritorio y bebe un poco del líquido transparente para luego devolver el vaso a su lugar.
Dos días en aquel lugar y ya hay alguien que le roba la respiración, o quizás ¿Dos personas que le roban la respiración?
Y para su propio temor, de manera muy evidente.
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No tiene noción del tiempo, no ha mirado el reloj y se ha dedicado a trabajar sin descanso durante varias horas. Se encuentra en una llamada, sosteniendo el teléfono con su cabeza y su hombro mientras que realiza diversas anotaciones en el computador frente a él. Su concentración es interrumpida por varios golpes en la puerta del estudio.
- ¡Adelante!
La puerta es abierta y Emma entra al estudio, y permanece en silencio mientras que Elyan termina la llamada.
- Lo siento, señor Campbell, no quería interrumpirlo.
- No te preocupes, ¿Necesitas algo?
- El almuerzo ya está servido por si gusta bajar al comedor, o puedo traérselo hasta aquí si lo desea de esa manera.
Elyan lleva la mirada al reloj en su muñeca y levanta sus cejas al ver la hora.
- Bajaré en un momento, Emma, gracias.
Emma asiente y sale del estudio cerrando la puerta detrás de ella, Elyan guarda los documentos del computador y organiza un poco los papeles que se encuentran sobre el escritorio para posteriormente ponerse de pie y salir del lugar. Baja al comedor en donde todos los trabajadores se encuentran ya reunidos, saluda con una sonrisa amable y su gesto es respondido de la misma manera. Se acerca a su silla, la misma que había ocupado en cada comida compartida con los trabajadores de la finca, al parecer cada uno ya tenía su lugar y no cambiaban de sitio. Y no es que quisiera sentarse junto a Lucian para estar cerca de él, absolutamente no.
Bueno... quizás.
- ¿Qué tal ha ido su día?- Pregunta con amabilidad- ¿Hay demasiado trabajo?
- El problema no es el trabajo, pero el sol es inclemente, no se apiada de los hombres trabajadores- Exclama Dareck de manera dramática.
- ¿Se hidratan correctamente durante el día? ¿Usan bloqueador solar? ¿Sombreros?
Todos responden afirmativamente a su pregunta y Elyan sonríe ante ello.
- Me alegra saberlo, la salud es lo primero.
- ¿Y cómo ha ido su día, señor Campbell?- Pregunta Oliver- El sol no es un problema para usted pero tantos números deben ser agotadores también.
- Lo son, algunas veces, pero todo ha ido muy bien, gracias, Oliver.
- Que encantadores son los hombres intelectuales.
Ya eran usuales los descarados coqueteos de Khaled hacia él, tan usuales como los reproches que recibía por parte de los demás trabajadores apenas las palabras salían de su boca. Elyan no tenía la seguridad de decir si dichos coqueteos eran enserio, si Khaled realmente estaba tratando de gustarle y conseguir una cita o algo más; o si simplemente estaba bromeando.
- Khaled, ya déjalo en paz, va a vender la finca y todos vamos a quedar sin trabajo por tu culpa- Comenta Azariel.
- Oh, no, yo no haría eso- Dice Elyan- No vendería por algo así. La verdad es que me divierte recibir halagos cada cinco minutos.
- Un hombre como usted debe estar acostumbrado a los halagos en realidad- Dice Emma- Pero yo de usted no le daría tanta cuerda a Khaled, puede convertirse en una persona bastante irritante.
- Hieres mis sentimientos- Responde Khaled ante las palabras de Emma.
- ¿Tienes sentimientos?- Contraataca la rubia.
Todo lo que sale de la boca de Khaled es una expresión de exagerada sorpresa y todos en la mesa estallan en carcajadas. El momento es interrumpido por Julia que lleva en sus manos la bandeja con los almuerzos, y Lucian se levanta de su silla para ayudarla.
- Pero enserio, señor Campbell- Dice Khaled- Del uno al diez ¿Cuál es mi oportunidad de conseguir una cita?
- Ya déjalo en paz, Jones- Dice Lucian en un tono tan serio que no permite más palabras en la mesa durante varios segundos.
- Por cierto, luego del almuerzo necesito que cada uno vaya a mi oficina, recibirán su sueldo y una bonificación por el tiempo de espera.
Una algarabía casi descomunal estalla en aquella mesa de comedor, Elyan ríe un poco contagiándose con su emoción, todos hablan de lo que van a comprar, de cuánto aman el dinero y de lo genial que es trabajar para los Campbell, y el ojiazul no puede evitar pensar que está tan acostumbrado a facturar millones de dólares en tan poco tiempo, que ya eso no le causaba emoción.
Un auto deportivo. Una moto de lujo. Un viaje a una isla paradisíaca. Un reloj con incrustaciones de diamante. Una sesión de spa que le cuesta tanto como le costaría una casa. Una botella del whisky más costoso.
Lujos y viajes que no le causaban la emoción que percibía en ese momento en el ambiente.
Y dicho sueldo que tanto los emocionaba Elyan lo ganaba multiplicado por cien en tan solo un día.
Sus pensamientos son cortados casi que de manera abrupta, una sensación de ardor se instala en la boca de su estómago y su garganta se cierra. Lucian se acerca a Emma para susurrarle algo en el oído, una de sus manos yendo a su rostro para posarse en su mejilla casi enredando sus dedos entre las hebras de su rubio cabello y ella sonríe por lo que sea que el joven Smith le está diciendo. Sus dientes se aprietan tensando su mandíbula y se obliga a apartar la mirada y concentrarse en su comida.
- Señor Campbell- Comienza a hablar Oliver.
- ¿Sí?
- Hum...
Elyan levanta su vista del plato para dirigirla a Oliver al notar su titubeo, el joven está sonrojado y juega con una servilleta en sus manos, mira a sus compañeros y a su padre con duda y todos parecen animarlo a hablar.
- ¿Sucede algo?
- N...No, es que...
- Oliver, puedes decirme lo que sea, si hay algo mal puedes hablarlo.
- No pasa nada malo. Ayer le comenté que mi graduación será en unos días.
- Así es. Lo recuerdo perfectamente.
- También es mi cumpleaños, y... me gustaría poder compartir un poco con mis amigos y así- Su mirada es tímida y su expresión corporal está llena de gestos de nervios.
- ¿Estás pidiéndome un permiso para tener el día libre esa vez?
- El señor Gastón lo había hecho, pero bueno... ahora usted es el jefe.
- Entonces ¿Quieres que te dé todo un día sin trabajo por tu graduación y cumpleaños?
Oliver no responde, y su expresión decae, tomando las palabras de Elyan como una negativa ante su petición.
- Por supuesto que sí, Oliver, ¿Crees que soy un ogro? Tienes el día libre.
La expresión de Oliver inmediatamente se ilumina por completo y la sonrisa que aparece en su rostro es contagiosa.
- ¿Tienes alguna fiesta planeada?
- Harán una fiesta en la casa de un compañero, seremos pocos porque el lugar es muy pequeño y con el dinero que reunimos podemos comprar algunas cosas. Pero si quiere puede ir.
- Eres muy dulce, Oliver. Pero ¿Por qué no la hacen acá? El lugar es claramente espacioso.
- No somos muchas personas, señor Campbell, el pastel alcanza para máximo ocho personas, y con pedacitos pequeños. No podemos invitar más personas y no darles pastel.
- Ese no es un problema, invita a quien quieras, yo compró un pastel que alcance si ese es el problema, no tienes que preocuparte por eso.
- Oh, no, no, no, señor Campbell, yo no lo decía para...
- Yo sé que no Oliver, pero es un día muy especial para ti, déjame ayudarte, así puedes invitar a las personas que quieras, seguramente tienes un montón de amigos, y además pueden estar todos- Observa a las demás personas sentadas en la mesa.
- ¿Nosotros?- Pregunta Dareck- ¿Día libre también?
- Dareck- Dice Azariel en un claro tono de reproche.
- Es el cumpleaños de Oliver, creo que podemos hacer las labores más urgentes que necesitan hacerse diariamente y luego compartir un momento agradable con él ¿No lo creen?
- Yo lo amo como jefe.
- Y ahí vas- Dice Dareck- Como molestas, Khaled.
- ¿Por qué no me dejan expresarle mi admiración y amor eterno al señor Campbell?- Pregunta Khaled- Esta es una sociedad libre ¿Sabían?
- Ya cállate, tonto- Dice Oliver lanzándole una servilleta hecha bolita al castaño.
Elyan solo suelta una risa, acostumbrándose el ambiente de aquella finca.
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Luego de finalizado el almuerzo, cada una de las personas del comedor se dirigen de vuelta a sus respectivas zonas de trabajo luego de pasar al baño para cepillar sus dientes y lavar sus manos. Elyan ya se encontraba de igual manera en su estudio, preparando todo el dinero dispuesto para el pago de todos sus trabajadores.
El primero en llegar al estudio es Azariel, quien entra al lugar luego de recibir la autorización de Elyan, cierra la puerta detrás de él y camina hacia el escritorio para sentarse en una de las sillas frente a este.
- ¿Cómo está, señor Davies?- Pregunta Elyan con cordialidad- ¿Ha tenido mucho trabajo?
- Todo muy bien, señor Campbell...
- Oh, por favor no me diga señor, puede decirme Elyan, no hay problema.
- Es usted mi jefe.
- Eso no importa, algunas veces me incomodan tantos formalismos, no quisiera que ustedes me vieran como alguien superior.
- Pero lo es.
- Absolutamente no.
- Usted es el dueño de la finca Campbell, pero agradezco su amabilidad.
- La finca está a mi nombre ahora pero es de todos ¿De acuerdo? Todos trabajamos para el bien del lugar y ustedes llevan mucho más tiempo aquí que yo.
Elyan cuenta una vez más el dinero en sus manos antes de meterlo en un sobre de color blanco marcado con el nombre completo de Azariel, el tiempo de trabajo que está siendo remunerado y la cantidad de dinero del sobre.
- Es usted muy parecido a su padre, ambos tan amables y justos siempre.
Elyan sonríe agradecido por las palabras halagadoras de Azariel y le entrega el sobre.
- Puede contar el dinero si gusta, puede revisar las fechas también para que no haya ningún inconveniente ¿De acuerdo?
- Confío en usted.
- Eso es muy halagador pero soy un ser humano y quizás me equivoqué en mis cuentas.
- Dudo mucho que un economista como usted pueda equivocarse en algo como esto.
- Por supuesto que puedo equivocarme, ni todos los estudios del mundo pueden evitar que un ser humano se equivoque algunas veces.
Elyan extiende una hoja que tenía escritos los nombres completos de todos los trabajadores de la finca y las fechas asignadas del pago que estaban recibiendo.
- Firme frente a su nombre, por favor.
Azariel asiente y coge el lapicero para firmar frente a su nombre en la hoja.