Vivo en una pequeña ciudad llamada Valle De Pascua. (O como dicen por aquí: Monte y Culebra). No sé bien el porqué del nombre y la verdad, no me interesa, aunque recuerdo vagamente una historia que mi madre me contó sobre un valle y flores.
Esta zona está ubicada en la región de los llanos por lo que es más parecida a un pueblo. Hay una asombrosa cantidad de terrenos verdes por los alrededores y muchos arboles sobresaliendo de los jardines. Especialmente de Mangos. En mi antigua ciudad esa fruta era casi inexistente.
Lo que quiero decir es, que aquí, hay distintas comunidades y en total he llegado a contar unos 6 institutos universitarios. Así que no entiendo como rayos todos mis Ex están en la misma universidad que yo.
La ironía es una desgraciada a veces.
He allí el porqué de los momentos de novela. Estos cuatro años se han plagado de muchos, gracias a esas atrocidades caminando tan cerca de mí. Bueno, para ser sincero solo he tenido 3 relaciones que puedo llamar noviazgos. Patético, lo sé. Uno de ellos estudia conmigo, el otro... pulula por ahí con su gigantesca anatomía intoxicando la existencia ajena a su cercanía. Ese ser, fue mi único mejor amigo en un tiempo, hasta que comprendí que yo sostenía tanto la amistad como los dos intentos de relación que tuvimos. No digo que sea una mala persona, pero es la más peligrosa que e conocido hasta ahora. Agradable, ciertamente atractivo, de carácter ambiguo, egoísta y algo infantil e interesante cuando de charlas se trata.
Y esas son las peores enfermedades, las psicológicas. Como aquel del que jamás sospechas hasta que te retuerce las emociones y se va, sin explicación alguna cuando más lo necesitabas. Luego de haber hecho el daño. No es fácil superar ese odio, pero sigo en el proceso.
Hace minutos me topé con él, cuyo nombre es: Larsen (Un nombre algo inusual) y dos de sus amigos, Gabriel y Amirl, buenos chicos. Todos G. Hablamos y reímos un buen rato, y eso es lo peor, su molesta sonrisa de "Soy feliz y no me importa lo demás) y el hecho de que cuando nos vemos entro en automático, como si aún fuéramos amigos. Todos tenemos un Nemesis camuflado en nuestra vida. Vamos a llamarlo: Ne+. Porque aunque son "buenas personas" son dañinas, y luego está el Ne-, nuestros enemigos letales de los que estamos más que alertados.
Cuando me alejé de ellos, pude ver a la distancia a un chico pálido que consideré mí amigo en un tiempo, el Ex de Larsen, que ahora deambula por allí como si fuese un niño perdido. Esos son los efectos Pos-Larsen. Si no fuera por la forma en que actuó cuando estaba con él, aún seriamos cercanos. Pero me cansé de forzar otra amistad innecesaria.
Cuando a penas terminan las clases, salgo de la institución como alma que lleva el diablo. Pero con mis amigos, claro. La universidad se a vuelto una jaula de quimeras en la que ya no soportamos habitar. Solo agradezco haberlos conocido a ellos, y a mi última pareja: Carlos. Una persona maravillosa.
Aunque claro, tuvo sus contras, pero yo también cometí mis errores.
Cambiemos de tema ha algo más cálido.
Con el sol tan caliente como cuando Pompeya se encontraba en plena erupción volcánica, caminamos rumbo al centro de la ciudad.
Normalmente cuando me paseo con Juliet, como ahora se pone en Facebook, ocurre que los que nos ven creen que somos novios, lo cual es muy gracioso a mi parecer. Excepto cuando de pronto, se materializa un chico atractivo a lo lejos. De inmediato, y con un empujón de por medio, nos distanciamos en plena acera.
Cuando el chico a pasado nos miramos.
-Creo que te miró a ti-Se queja ella.
-No, te miró fue a ti-Me quejo yo.
Suspiramos y yo añado -Necesitamos unas camisetas que pongan "No somos novios" o "100% solter@".
Ella se río, el sol creaba asombrosos reflejos en su cabello carmín fantasía. Y sus ojos de por si pequeños se redujeron aún más. Que tierna.
-Estamos pasados de putas.
-Como dijo mi amigo Enzo, y Rafa me confirmó: La que no es puta no disfruta, y la que no es perra-Hablamos en unisono-no próspera.
Los latinos tenemos un humor y vocabulario muy curioso, y algo fuerte en ocasiones. Lo digo para que estés precavido.
Pero la cosa es diferente cuando es con su hermano con quien ando.
No solo me tachan de su novio, si no que también, quedo como el cuernudo del pueblo. Ellos dirán: Tiene a su pareja, pero yo lo veo todas las noches saliendo con otros chicos. Pobre niño, debe tener más cachos que cabello.
Genial, simplemente genial. Además, también debo resistir las miradas asesinas de la incesante horda de sus Ex, que son casi media población Valle pascuense.
Pero cuando quieres a tus amigos, ignoras todas esas cosas. Y como estoy más solo que un pepino de mar, me da igual.
Dejamos atrás la universidad y a medio camino, compramos tres helados.
Esto casi un ritual para nosotros.
*****
Los chicos se fueron, pero yo aún continuo dando vueltas por el centro. Estoy pensando seriamente si irme en un moto-taxi hasta mi casa o tomar algún bus. El primero me dejara sin dinero, y el segundo será toda una odisea mientras recorre la ciudad con cuatro veces más personas de las debería tener permitido llevar. Una vez estuve agarrado de la puerta por media hora. Al menos me pegaba un poco de brisa... y pude chocar la palma con un viejo amigo que cruzaba la calle. Fue un Súper Saludo Épico.
Cuando alcanzo la avenida principal, cruzo por la parada pero no me detengo. En ocasiones me topo con conocidos o viejos amigos del club de arte al que pertenecí en algún tiempo. Aunque, he llegado a teorizar que me encuentro con más personas conocidas en el hospital. Pasé mucho tiempo allí, cuando mi...
Me detengo. Observo por un segundo la tienda de películas donde solía comprar todas mis colecciones de anime, y me pregunto si debería entrar. Pero un solo DvD cuesta lo mismo que un taxi...
Maldita pobreza.
Al final entro. No tengo mucha voluntad cuando de películas y helados se trata.
Una vez dentro, me paseo por los estantes, apreciando las portadas y rememorando algunas que ya tuve la oportunidad de disfrutar. Entre mis favoritas están: Enredados, Mi Villano Favorito, Frozzen, Grandes Héroes, Furia De Titanes, Titanes Del Pacifico, Doctor Strange, Thor, Iron Man, Hulk, y con esa última me llega el recuerdo de aquel sujeto.
Sonrío como un tonto.
Me doy la vuelta y estrañado me fijo en la película que esta en una de las mesas repletas de más cartuchos. Pero esta, por alguna razón, se mantiene apartada, como si el orden no fuera su opción. La tomo y compruebo la portada.
Godzilla.
No puedo creer que sea esa cinta, una autentica antigüedad. Y como muchas, una antigüedad que nunca vi. Sonrío y la examino más de cerca vislumbrado las pequeñas imágenes de una ciudad siendo atacada, helicópteros disparando, y una criatura gigantesca destruyendo edificios como si fueran de papel.
Que bonito.
-Oye, tronco-dice una voz sacándome de mi momento.-Creo que eso es mio.
Frunzo el ceño y me giro.
Eh... un momento.
Elevo la vista.
Ah, ahí está.
¡Oh mierda!
-Godzilla...-Murmuro sin saber que más decir. El corazón me dejó de funcionar. No respiro. Dejé de hacerlo en cuando vi esos ojos verde aceituna clavados en mí. Esos que ahora parecen igual de sorprendidos que yo.
-Eres aquel sujeto... -comenta Míster Musculo Cara De Niño. Y yo sigo en blanco. No puedo creer que otra vez lo tengo frente a mí.-¿Cómo me llamaste? hey, despierta.
Parpadeo confundido -¿Qué?
-Godzilla, podría jurar que lo dijiste como si ese fuese mí nombre. ¿Siempre te quedas en blanco cuando te hablan?-Él lo pregunta con curiosidad, no de forma despectiva, lo cual es bueno.
-¿Qué? No, m-me sorprendiste y ya.-Tartamudeo sintiéndome como un estúpido.
-Mmm... ajá.-murmura no totalmente convencido. Hoy viste ropa de salir; una camisa verde oscuro por fuera que le queda algo suelta lo que disimula su musculatura pero no su tamaño, y creo que usa unos pantalones Blue Jeans. No he bajado la mirada.
Una vez despierto me pongo a la defensiva.
-¿A qué te referias con qué esto es tuyo?-Indago levantado la película dándole una mirada con sospecha. Su expresión por otra parte es simple pero hay una profundidad inquietante tras esos ojos. De nuevo tengo que combatir los nervios. Si sigo así voy a entrar al modo "Antipático petulante".
-Porque lo es-Dice sin más-Yo la tomé primero.
-¿Disculpa?-arqueo las cejas. La verdad es que no pensaba llevarme la película, pero si de molestarlo se trata... la compraré, aunque me vaya a pie hasta mi casa. -Está en mis manos, y por lo tanto, yo decido si comprarla o no.
El modo antipático petulante esta siendo activado.
-Salí un momento a buscar efectivo al cajero. La dejé claramente separada de las demás. Algo que, por obviedad deja a la vista que alguien ya iba a llevársela.
Él no parece molesto, y menos arrogante, solo resalta lo que en cierta forma es verdad. Aunque el detalle está en esa mirada competitiva, ella es el problema.
Ahora no estoy tan seguro de poder ganar este caso.
-La hubieras dejado con el dueño.-Mis cartas aún no se terminan.
-Él estaba ocupado hablando con una chica, y aunque le dije que la vendría a buscar, dudo que me haya escuchado. Solo había un poseedor de su atención en ese momento, y era, el pecho de esa muchacha.
Sus cartas son mejores que las mías.
Esto es casi un partido de Yugi-Oh.
Mierda. Es la primera vez que tengo una discusión tan... curiosa, y divertida.
Solo puedo recurrir a una última opción... la actuación.
Mi comodín.
-Está bien-Cedo, entregándole el cartucho.-Es tuya, igual, debo encontrarla en alguna otra parte. Mi hermana pequeña realmente espera verla, no voy a decepcionarla por ti. Adiós.
Doy un par de pasos.
-Oye ¿Acabas de decir que tu hermana pequeña espera ver una película en donde mueren miles de personas, salta sangre hasta en la cámara y hay incluso niños siendo devorados como golosinas?.
Eh... See. Esa era la idea.
Cualquier otra persona por aquí pensaría que eso era normal, pero él no. Con su profunda voz marcada levemente por ese acento acaba de hacerme quedar mal. Definitivamente no es de por aquí. Nadie dice la palabra "golosinas" en todo el estado.
-Ella es muy valiente.-sigo, un poco apenado.-Bueno, me voy. Adiós.
-Toma-espeta antes de que cruce la puerta. De pronto siento un Deja vu. Ya pasamos por esto.-Igual ya la vi.
Está sonriendo. Con amabilidad.
A mí.
Ah si, y me esta ofreciendo la película.
Me río.
-Caíste, otra vez.
Sus labios se aprietan a medida que el color rojo se apodera de sus pequeñas orejas.-Me engañaste... otra vez.
-Y en esta ocasión fue igual de fácil.-me regocijo-Tienes mucho que aprender, extranjero.
-¿Y tú me vas a enseñar?-interroga elevando una ceja con una sonrisa astuta.
¿Me está coqueteando? No, no lo creo. Aunque parece un comentario malicioso... pero su rostro, no muestra rastro alguno de ese tipo de interés. No sé que pensar. La realidad de la situación choca en competencia con lo que yo quiero creer.
-Lo aprenderás por ti mismo-aseguro-Solo te daré tres meses.
-Es suficiente-dice satisfecho-Solo llevo dos y ya he aprendido bastante de su cultura.
-Buena suerte con eso.
-Tengo una duda-agrega el chico antes de salir-¿De verdad tienes una hermana pequeña?.
-No.
-Lo imaginé.
Una vez fuera, luego de que el sujeto comprara la película y yo siguiera su recomendación de llevar "El escuadrón suicida" comenzamos a caminar uno al lado del otro. Me sentía en una especie fantasía. Todo era demasiado bueno para ser verdad. Y, la vida me ha enseñado a no fiarme de las cosas aparentemente buenas, en especial, de aquellas con un atractivo rostro y perfecta sonrisa que haría derretir a cualquiera. Esa que e visto ya dos veces desde que salinos de la tienda y me hace sentir feliz de estar vivo.
Si, debo tener especial cuidado con esa sonrisa.
-Y desde que llegué e oído como mil groserías que jamás había escuchado. En serio, ustedes los venezolanos tienen un diccionario de ofensas que da miedo-Comentaba mi acompañante y me sentía algo bajo a su lado. Yo solo mido 1,73. Y el debe alcanzar el metro noventa o más. Me siento como pulgarcito.- a veces me da miedo discutir, porque sé que perderé y mis sentimientos serán fracturados-añade en broma.
Lo miro riendo-No todos somos así.
-Eso lo dice un sujeto simple que sabe como manipular con la culpa.
-Eso duele... solo me gusta dejar claro quien gana las peleas. Pero no tomo provecho de ellas. Además, ustedes los españoles también tienen una gama de ofensas bastante surtida.
-Si claro, creo que solo he dicho como tres palabrotas desde que ingrese en la universidad, el resultado siempre es el mismo, todos se ríen. Y ese no es el efecto que quieres lograr cuando te molestan y respondes.
Me río sin abrir la boca, soltando el aire por la nariz.
-De eso hablaba...-me mira entornando los ojos, una expresión muy graciosa en él-No tiene sentido.
-Para nosotros sí. Oír a alguien decir: Joder hermano, eso no mola nada. Hay que ver que gilipollas eres.-Me río más fuerte-Es gracioso por donde lo veas.
-No, no lo entiendo-niega con pesar.
-Ya lo entenderás.
Miro mi reloj y me percato de lo tarde que es. Debo ir a casa y preparar el almuerzo. Hoy quede en hacerlo. Maldición... no me quiero ir.
Suspiro resignado.
-Oye, tengo que irme. Debo ir a... cocinar a mi casa.
Me quiero morir...
-¿Te gusta cocinar?-Pregunta él con interés.
-Tengo que hacerlo.-Acepto más cómodo al ver su reacción-Pero si, me gusta. La cocina es un arte y una ciencia, y a mi parecer; involucra la estética y diseño, los sabores, los olores, como cuando mezclas químicos. Y el resultado es algo que disfrutamos y guardamos en nuestros recuerdos. La cocina es más que solo cocinar. Es crear.
Él me observa de una forma que hace que me ponga nervioso. Puedo sentir el calor subiendo a mis orejas. Parece casi... fascinado, como si hubiese dicho algo increíble. Solo dije la verdad. Aunque creo que me extendí un poco con la respuesta...
Él sonríe. Una sonrisa de labios cerrados que le veo hacer por primera vez. Esta abarca toda su cara de lado a lado haciendo subir sus orejas. Es como un niño feliz. Es tan... lindo.
No puedo creer que pensé eso.
-Estoy de acuerdo contigo-afirma solemne-Es la mejor respuesta que alguien me ha dicho alguna vez.
-¿Te gusta mucho el mundo culinario?.
-Me encanta. De hecho, estudié cocina en un instituto gastronómico antes de venir aquí por...-duda y continua-para pasar tiempo con mi tíos que viven aquí. Pero no pude hacer las pasantías y tuve que congelar el último semestre en mi otra carrera de informática.
-Eso es una lástima-Afirmo, hubo algo que no quiso decir así que desvío la conversación un poco-¿En España, cierto?.
-Si, Madrid para ser exacto.
-Genial, siempre he querido ir allí.-añado pensativo.
-Es un buen lugar.
Seguimos caminando y nos detenemos bajo un árbol, disfrutando de la sombra que este nos brinda. Lo veo sacar su móvil y escribir algo. Luego lo vuelve a guardar. Me pregunto si le habrá escrito a su novia... o novio. Estoy especulando mucho.
-Tengo curiosidad-Continuo yo-¿Eres totalmente español? Lo pregunto porque tu acento parece muy leve, es casi imperceptible. Además, eres un poco bronceado. Si no es por las palabras que usas quizás no lo hubiera notado.
Él se lo piensa un momento antes de añadir-No todos allá son blancos tío, pero no, no soy español solamente. Mi padre es español, nació en Málaga, pero mi madre es italiana. Sin embargo, su padre, osea mi abuelo es de tes olivasea, he allí el porqué de mi tono de piel. Supongo que un poco de él me alcanzó, pero sigo siendo claro.
Es decir que es un Español-Italiano.
Ah, solo eso.
Me imagino lo popular que debió y debe ser en la universidad. Después de todo, por aquí es raro la presencia de personas con ojos claros o rasgos cincelados y llamativos, y ni se diga de un rubio o extranjero. No entiendo que hace este chico aquí, pero no creo que sea buena idea preguntarle. No quiero parecer un entrometido.
-¿Y tú?-Me pregunta cruzado de brazos.-¿Cuál es tu historia? Porque si de algo estoy seguro, es que no eres de estos lados.
-¿Me creerías si te digo que soy chino?
Él ríe entre dientes-No.
Ladeo la cabeza con elocuencia y prosigo-Bueno... mis padres son de este país. Mi papá de Mónadas, oriente, y mi madre si era de aquí. Razón por la cual nos vinimos para este "maravilloso" lugar. Vivo aquí desde hace seis años. Solo he cocido a dos de mis abuelos, pero sé que uno de los que nunca conocí era un español nato. Y como genéticamente soy parecido a mi madre, se podía decir que también conservo genes de él. Me hubiera gustado tener ese azul de sus ojos que mi madre tanto alagaba. Pero como dicen, no se puede tener todo en el mundo.
-Cierto.-Él asiente de acuerdo-Entonces, estaba en lo cierto. No eres de aquí. Lo sabía, eres el primero con quién tengo este tipo de charla.
-Gracias, supongo. Oye, ahora si tengo que...
No termino. Una enorme y lujosa camioneta (Tundra) se estaciona frente a nosotros. Es grande y cromada de azul. Los vidrios son muy polarizados lo que imposibilita ver quién conduce. Frunzo el ceño confundido.
-Ya llegó mi tío, vamos.-Dice él mirándome.
-¿Qué?
-Sube. Eres astuto para algunas cosas pero lento para otras ¿cierto?.
-Todos somos así.
-Joder, eso es cierto.
Me río y él entorna los ojos.
-Ves, siempre se ríen.
Abre la puerta para que yo suba. Dudo un momento pero no quiero parecer descortés así que entro al vehículo. Él cierra e ingresa por la puerta de copiloto. Un hombre de mediana edad me saluda y yo le respondo. Tiene el cabello y barba castaños, y la nariz un poco chata, pero claramente se trata de una persona amable; sus ojos son de un suave y cálido verde agua.
No me esperaba esto. Es una de las pocas veces en mi vida que alguien se a atrevido a darme un empujón en auto hasta mi casa. La cordialidad de ambos me sorprende y fascina a la vez, y mientras el viaje transcurre, ambos conversan incluyéndome en la charla como si me conocieran desde siempre.
Esto es realmente... inusual.
El aire simpático de su tío es agradable, y la presencia del Señor Fitness abarca todo el vehículo con una calidez acogedora mientras hacemos bromas y nos reímos. Al parecer mi humor les resulta divertido por alguna misteriosa razón...
-Yo te hubiese asesinado si mi móvil se destrozaba por tu culpa-le aclaró en broma el señor cuyo nombre es Carlos Fernando, a su sobrino. A lo que el chico respondió.
-Hubiera sido mejor eso que ser engañado y quedar como un idiota... no es que este señalando a nadie-Me da una rápida mirada levantando una ceja. Y no puedo negar que me encanta cuando levanta esa ceja.
Tengo que bajarle a la estupidez.
Tuve que darle direcciones constantemente a el señor Carlos o no me llevaría a mi cada jamás, y esa era una opción tentadora. En pocos minutos habíamos logrado llegar a Narnia. Quiero decir, a mi hogar.
Están casi igual de lejos.
Aslan vive a dos casas en la otra esquina.
Le dije al señor en donde detenerse, esperando que no se atascara en el barro. Di las gracias y con un gesto de mano me despedí del ambos.
Bajé y oí la puerta del copiloto abrirse. Él salió y me alcanzó, lo que me pareció extraño.
-Oye-me llamó, y creo que es su costumbre llamarme así-¡Un momento!
-¿Qué pasó?-me volví hacia él.
Me ofreció su mano y una sonrisa amistosa que hizo que algo en mi abdomen, un cosquilleo, se accionará, una sinapsis de sensaciones desenfrenadas solo por un estímulo.
Su sonrisa.
-Soy Brandon, Brandon lee.
Tomé su mano, y era la primera vez que lo hacía. Casi cubría la mía, y estaba tibia y suave. Sonreí, sintiéndome extrañamente seguro.
-Y yo Michael...-sonrío de lado-solo Michael.