El deseo de Erick
img img El deseo de Erick img Capítulo 5 Un rubio acosador
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Capítulo 7 Verdades img
Capítulo 8 Propuesta indecente img
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Capítulo 10 Mason Daniels (2) img
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Capítulo 5 Un rubio acosador

Nohelia Cross

3 de febrero, 2018

Soy una persona descarada; si alguna vez quieres conocer al descaro personificado, soy yo; cada poro de mi piel grita descaro no importa que haga; mi lengua, manos y cuerpo son más rápido que mi cerebro por eso cometo muchas estupideces en mi día a día. Pero, aunque sea tan descarada, tengo mi toque de cordura y no soy de las personas de decirle a otro que quiere darle duro y rápido; no a menos que ya llevemos días o meses tratándonos.

Aun así con él es diferente, mis manos y cabeza planean cada cosa que desearía hacerle a su cuerpo y decido ser tan comunicativa para explicarle cada pequeña cosa que le quiero hacer y como se lo quiero hacer. Soy latina, soy candente por genética y me gusta el sexo, miento me encanta el sexo. Así que no tengo ninguna pena o vergüenza al decir lo que me gusta y lo que quiero hacer.

Ya dejé atrás esa edad de sentir pena, muy atrás

Puede que mis hormonas estén aún más enloquecidas por lo que ha pasado hace días en la tarde y por la respuesta a mi mensaje; soy una persona receptiva, demasiado para mi propio bien y que me manden una respuesta caliente y morbosa no ayuda a que mis hormonas estén controladas.

Él quiere verme arder, y yo quiero arder; me gusta arder

-tierra llamando a Nohelia-murmuran cerca de mi cara dándome palmadas en la mejilla, ella se aleja mostrándome una sonrisa y dejando en mis manos el pedido que tengo que realizar.

Han pedido el especial de la casa, mi última obra de arte en la cocina.

Lavo las manos despachando a las personas que me quieren ayudar a prepararlo, pero me niego ordenándole que hagan los demás platos y postres que han pedido. No me gusta que los platos especiales del restaurante lo hagan alguien más, soy desconfiada de cualquier persona y aún más cuando la duda de que me roben en mis propias narices me carcome; por eso cada plato especial lo preparo yo misma.

Además, nadie puede hacer mis recetas mejor que yo

-pedido especial saliendo-exclamo decorando los cuatro platos blancos de porcelana, una aspirante a chef se acerca agarrando dos platos llevándolos hacia las mesas donde pidieron esa orden.

Observo por las ventanas que están en la puerta de la cocina, me asomo ligeramente analizando cada uno de los movimientos de los clientes; como agarran los cubiertos y dan la primera probada a su comida, me alejo de la ventanilla cuando obtengo la respuesta que esperaba ver. Me gustan los gestos que hacen cuando prueban mi comida, como si fuera algo del otro mundo.

-tu ego se sigue inflado-murmura Ian sacándome de mi nube con una burla notable

-mi ego está en perfecto estado

-cuidado haces que te vuelva a lanzar un cucharón lleno de salsa-le avisa Izzi mirándolo con burla, la pequeña italiana coloca los ojos en blancos cuando Ian suelta un comentario más estúpido que el anterior, Izzi mueve la cola de cabello color miel de un lado a otro con la intensión de pegarle a Ian

- ¡eso duele! -se queja Ian tapándose el ojo que termino lastimándose por el movimiento despiadado del cabello italiano-esto no se quedara así-Izzi niega afirmándole que, si se quedara así, la italiana le saca la lengua antes de colocarse a trabajar de nuevo

-a mí no me mires-anuncio cuando veo la intensión de quejarse

Ian gruñe, protestando sobre cómo casi pierde su ojo y sus amigas lo único que hacen es torturarlo; Ian mueve un mechón de cabello rojizo hacia un lado de su frente comenzando a decorar los postres de esta noche.

"Me gusta la idea, me encanta la idea de tener algo sucio contigo, pequeña erótica. Pero, aunque me hayas volado la cabeza con tus palabras explícitas con lo que quieres hacer lo veo difícil. Porque no sé quién eres más allá de unos simples mensajes"

Sonrió mordiendo el interior de la mejilla cuando termino de leer por quinta o séptima vez el mensaje, aún me sigue provocando lo mismo que la primera vez que lo leí; la excitación, el peligro, la tentación y las ganas de mandar todo a la mierda y hacer lo que propone me recorren con fuerza. Pero no haré nada estúpido, puedo controlarme.

¿A quién le miento? No puedo controlarme, por eso ahora mis dedos se mueven con una velocidad espeluznante por la pantalla del celular tecleando el nuevo mensaje, con algo más de información.

"Si lo que falta es información, para qué me debes mi petición entonces permíteme que te regale dos datos sobre mí.

1. Soy mujer, como asumes en el anterior mensaje, estás en lo correcto

2.me gusta la charla sucia sobre el sexo y un poco de algo más sucio que eso"

Puedo seguir enumerando datos sobre mí, pero esa no es la idea; tampoco es la idea terminar cogiéndome al rubio angelical. Aunque ganas no me faltan, nunca me faltan.

5 de febrero, 2018

Tarareo la melodía de una canción de los 80; deslizo los pies contra la cerámica negra pasando de un lado del mesón al otro agarrando y echando vegetales según vaya pasando el tiempo y la cocción de lo que he echado hace un momento esté listo. Siento una molesta mirada sobre mi espalda, mirada que sigue cada uno de mis movimientos; alzo la cabeza mirando alrededor de la sala y cocina buscando al intruso que me está espiando, pero no encuentro nada; vigilo las ventanas, pero no veo a nadie, solo hay el silencio de la noche y el fuego crepitando en la estufa.

Vuelvo a sentir la mirada cuando la música cambia de género e idioma, miro por el rabillo del ojo captando al pequeño acosador que observa desde una ventana.

-deberías dejar de mirarme mientras cocino, no voy a quemar la cocina-gruño cogiendo entretenido al rubio quien mira embobado la llamarada de fuego que está sobre el sartén- ¿sabes que es de mala educación espiar?

Erick ríe quitándole importancia

-dudo que algo contigo se pueda considerar mala educación, ya la etiqueta para ser decente caduco antes de tiempo entre nosotros-aclara clavando sus ojos claros sobre los míos-no se puede ser decente con alguien que te ha mostrado mucho más de lo que debías ver en la primera vez-murmura con una sonrisa petulante haciendo que los pozos azules que posee por ojos brillen

Recuerdo el pequeño accidente que tuvimos el primer día, me sorprende que me esté hablando con tanta tranquilidad sin querer esconder su cara; es un músico famoso, cualquiera se volvería loco si viviera al lado de uno. Yo puedo volverme loca en este momento, pero no por la misma razón, me fastidia que me miren atentamente mientras cocino; me distrae sentir su mirada fijamente porque pienso que van a quererme robar una receta.

Estúpido, lo es completamente teniendo en cuenta que es Erick Davis; pero uno no muestra sus trucos de cocina a cualquiera, no si quiere tener un rival que se sabe cada uno de sus movimientos y formas de sazonar.

-entendí tu punto, rubio. Pero ahora mismo tu mirada es un fastidio-recalco, el frunce el ceño-si quieres venir a comer y dejar de mirarme como un acosador puedes hacerlo-propongo señalando nuestras ventanas-solo salta hacia acá

Erick me mira durante unos segundos dudando sobre mi oferta, hay duda en su mirada y el silencio que mantiene durante un minuto me comprueba si cruzar la fina línea que aún nos divide; agito el sartén echando una pizca de pimienta negra. Erick salta la ventana con facilidad, su mirada recorre la sala para detenerse en el movimiento de mano que estoy haciendo en este momento.

La primera vez que vi este lugar nunca se me paso por la cabeza que tendría a un músico famoso volándose de su ventana a la mía con una agilidad como los gatos. Pero ahora casi cinco meses después de la compra tengo a Erick Davis saltando de una ventana a otra para comer uno de mis nuevos platillos.

-sabes que podría secuestrarte y venderte ¿verdad?, no esperaba que saltaras esa ventana como un gato

-tenía mis dudas, pero pareces inofensiva y aún no enloqueces con mi presencia, suponiendo que sepas quien soy-explica sentándose en una de las sillas que están colocadas cerca del mesón que hace como comedor.

-gracias por pensar que soy inofensiva, sé quién eres rubio ¿Quién no lo sabría? -él sonríe mirándome con curiosidad

-entonces el único que está en desventaja soy yo, ya que no sé quién eres

-no diría que estás en desventaja-le recuerdo el episodio de hace días logrado una sonrisa coqueta de su parte- Nohelia Cross, Chef profesional

-entonces estaré seguro de que no moriré envenenado hoy-rio fuerte y duro sacando la carne de la estufa cuando ya está lista

-disfruta, si algo el baño está arriba-indico colocando un plato lleno de comida frente a él.

El rubio sonríe y toma una profunda respiración captando el más mínimo aroma de la comida; me encanta cuando las personas hacen esos pequeños gestos que me dan a entender que mi comida está por buen camino, pero lo que me gusta aún más son los gemidos de excitación que sueltan cuando prueban el primer bocado. Sé a la perfección lo que pasara a continuación, Erick corta un pedazo de carne llevándola a su boca, la cual sujeta la carne como si fuera algo más que comida; el movimiento que hace con su boca se ve lujurioso y provocativo, estúpido rubio.

Capto el momento exacto cuando traga el pedazo de carne que ha probado; sus mejillas se tornan de un ligero rosa, los ojos me miran con fascinación como si no pudieran creer lo que ha probado, la lengua sale limpiando el leve sabor que quedo sobre sus labios. Estas acciones me fascinan y hace que mi ego como chef suba aún más.

-esto está exquisito-exclama dejando escapar un gemido suave

-lo sé, por algo el Rosett es uno de los mejores restaurantes-me pavoneo

-yo he ido a ese restaurante, la comida es exquisita

-lo sé, te he visto en mi restaurante-suelto recordando el desastre que hice ese día, solo tenía que entregar una ensalada con trozos de pechuga horneada a una de mis ayudantes para que pusiera lo que le faltaba, la salsa, pero lo que hice fue resbalarme tirando todo al piso cuando vi al rubio.

-yo no-murmura mirándome con curiosidad

-soy la chef-termino el tema

                         

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