LA VIUDA DE MI AMANTE
img img LA VIUDA DE MI AMANTE img Capítulo 4 Capitulo IV
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Capítulo 4 Capitulo IV

-¡El precio! ¿Eso fue lo que significó para ti?

-Quizás al principio, pero después sucedió algo dentro de mí que cambió el rumbo y me entregué con pasión, desde ese día las cosas han cambiado un poco, me siento muy mal por haber traicionado a mi esposo, él no lo merece.

-Tal vez, pero deja te digo algo, nosotros siempre buscamos en otras mujeres cosas diferentes, amor, pasión, compañía, es difícil estar solo.

-Pero tú tienes tu novia, ¿Qué tiempo tienen con Camila?

-Un montón de tiempo - bromeó.

-¡Vaya! parece bueno ¿la quieres mucho? Lo pregunto por todo esto que está sucediendo.

-Ya sabes, estas cosas suelen suceder, incluso a tu marido ¿no has pensado en eso Pamela? deberías.

Ella no hizo mucho caso al comentario de Ascanio, pero él la tomó nuevamente entre sus brazos y con un movimiento un poco brusco, la besó con una pasión infinita, ella no pudo resistirse y accedió a su desbordado deseo, los latidos del corazón de Pamela se podían oír a lo lejos y en un abrir y cerrar de ojos estaban en la habitación del Sr. Serutti. Ella solo pensaba en lo que estaba sintiendo, sus brazos rodeaban aquel cuerpo enteramente, sus manos no paraban de tocar esos músculos tan fuertes que la enloquecía, a lo lejos se escuchaba el sonido del mar, estaban perdidos en un sentimiento profundo en el cual no querían despertar, en ese momento se escuchó un ruido que alertó a la pareja, pero en realidad no era nada, solo un simple tropiezo de alguien en la otra habitación. Sumergidos en la pasión descontrolada Pamela deseaba con locura los besos, las caricias de aquel hombre que podría llevarla a muchos problemas con su estabilidad matrimonial.

-Mi amor, sabes que siempre he querido estar contigo a tu lado, sentirte mía en su totalidad, pero ahora perteneces a ese hombre.

-Ese hombre fue el que yo elegí para toda la vida.

-Ya no hablemos más de eso, ven abrázame, siente mi piel, no perdamos tiempo.

Se fundieron en un enorme y apasionado beso, donde los pensamientos desaparecieron de sus cabezas, los latidos del corazón se unieron en uno solo, se entregaron con una fuerza desesperada uniendo sus cuerpos, en uno solo, disfrutando de un amor prohibido como si algo los estuviera incitando a pecar.

Mientras tanto en el salón, Edward buscaba desesperadamente a su amada esposa sin dar con ella, de pronto se tropieza con Camila.

-¿Qué sucede, cuéntame que pasa? -preguntó.

-Ando buscando a Pamela ¿la has visto?

-¡No! en realidad no la visto desde hace un rato, -comentó Camila.

Con un poco de astucia lo tomó del brazo, lo miró con ojos de deseo dando a entender que ella estaba allí para complacerlo, se acercó aún más a Edward hasta quedar cara a cara y rosando sus labios con los de él con el deseo de querer pasar bien la noche, muy sutilmente tomó las manos de Ed y las llevó a su cintura, ella posó su brazo abarcando todo su cuello.

-¿Qué haces Camila? Suéltame, necesito encontrar a mi mujer.

-Por favor Edward, ya deja de buscarla y hagamos algo nosotros, ella puede estar en cualquier lugar, quizás quiere estar sola por un rato.

-Es posible, pueda que desee estar sola, tienes razón, tomemos un trago me hace falta.

Los dos fueron hasta el bar del hotel, tomaron unas copas, Edward pidió un whisky a las rocas mientras que Camila opto por el vino tinto, sus miradas se cruzaban mientras hablaban y reían de las ocurrencias que comentaban, olvidándose de todo lo que pasaba su alrededor. Ya pasada la noche, Camila estaba un poco mareada pero consciente, igual Edward, ambos salieron del bar directo a sus habitaciones, pero ella insistió que Ed pasara a tomarse el último traguito de la noche, pero todo lo tenía muy bien calculado.

-Ed, pasa por favor.

-No Camila, esto no está bien.

-Tranquilo, no ha de pasar nada si tú no quieres, te lo prometo.

-¿Segura?

-Seguro que sí Edward, conversemos mientras tomamos un trago.

Ella sabía que esa noche, él se entregaría, caería en sus brazos apasionadamente, quería tener aquella fantasía que nunca tuvo con su novio Ascanio, sino con ese hombre que la enloquece solo con mirarlo, es una mujer muy creativa, apasionada, es dueña de una Agencia de Publicidad y eso la hacía muy vulnerable a la hora de entregarse a un hombre. Casi convencido del momento él, se dejó caer sintiéndose relajado, descansado de todo lo acontecido del día y parte de la noche.

Edward seguía pensando en el paradero de su amada, pero los besos, caricias, susurros de Camila no lo dejaban detenerse ni por un instante y salir a buscarla.

-Ven amor, quiero tenerte, sentirte, estar cerca de ti, quiero sentir lo maravilloso que es estar entre tus brazos.

-Cariño recuerda, solo dijiste que tomaríamos un trago.

-Pero mi amor, te necesito ven vamos a hacer el amor como nunca antes, sabes que me enloqueces, no pienso perder este momento Ed, es nuestro y vamos a disfrutarlo.

Ambos deseaban estar compenetrados en la pasión desbordada de sus instintos lujuriosos, se desnudaron de una manera muy erótica y sensual, Camila le desabrochó lentamente la camisa de seda blanca a Ed y bajó la cremallera de su fino pantalón, Camila se arrodillo para seguir desprendiendo la ropa de Edward, sumergida en sus deseos pasó sus manos por todas las partes íntimas de su amado, haciendo sonidos de placer y gloria.

-¿Te gusta mi amor? -Preguntó Camila.

-Si mi vida, me encanta cuando tienes esos detalles tan suaves y pecaminosos conmigo, me haces el hombre más feliz del mundo, sigue no pares ¡Asssh! ¡Ah! ¡Asssh! ¡Amor! ¡Continúa, así, sigue!

Los sentidos comenzaron a involucrarse a descontrolarse unos con otros, pero la magia de la pasión no dejaba que pararan lo que ambos estaban sintiendo, Edward tomó a Camila en sus grandes brazos y la posó en la cama para seguir amándose con desenfreno y desesperación, sin importarle lo que afuera sucedía, los amantes gozaban del pecado, de sus bajos instintos, los más bajos y perversos, fantaseando sin control.

Llegado el momento, Edward sale de la habitación de Camila y se dirige a su habitación, allí estaba Pamela dormida, satisfecha después de haber estado con Ascanio prácticamente haciendo lo mismo que su marido, el engaño los hacia felices, sin saber quién sale perjudicado de todo esto, tal vez se olvidaron de sus hijas, de esos 20 años unidos con un lazo que nadie puede desunir.

-Pamela ¿estás dormida?

-Casi -le contesta.

Pensé que te encontraría dormida, anduve buscándote por todo el hotel y no pude dar contigo, ¿Dónde has estado?

-Y tú ¿Dónde estabas?

-¿Me estas contestando con otra pregunta? Pamela ¿Qué pasa? dime algo, necesito una explicación. -Está bien te la daré luego, ahora déjame dormir, estoy cansada, buenas noches.

Pamela se sintió como ofendida, pero ella no tenía motivos para estar molesta, si estuvo con Ascanio Serutti, entregada en una pasión desenfrenada que los llevó a disfrutar en la habitación de su amante y luego a orillas de ese amplio y maravilloso mar, donde los sonidos de las olas y del viento eran como música en sus oídos, pasearon tomados de la mano, poniendo a la inmensa luna llena ser cómplice de sus deseos y la arena tibia que deja al caer el sol.

            
            

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