Capítulo 5 Capitulo cuatro

Capítulo 4

"Good dreams"

Gemidos ansiosos se escuchaban cerca de mí.

-A enseñarte el paraíso.

Escuché. No negué ante aquello, no objeté, no bufé, no hice nada.

Me quedé en silencio. ¿Qué paraíso me iba a enseñar?

-Ven, Audrey, ven.

Caminé más rápido hasta llegar donde estaba él, aun no veía donde estaba, pues no llegaba al final de la pared para después doblar y llegar hasta allá.

-Apresúrate, Audrey.

Soltó.

Aún no lo veía.

Estaba del otro lado.

Cada vez me acercaba más, a pasos rápidos, ansiosos, curiosos.

Mi brazo derecho estaba frotando el hombro de mi lado izquierdo. Completamente opuestos.

La luz amarilla y potente sobresalió del lugar. Aún no llegaba, no doblaba la esquina, pero las ráfagas iluminarias se adentraban con gran ferocidad. Crucé el sitio hasta enterarme que estaba en la tarima. Escaneé todo el lugar con curiosidad y desconcierto mientras buscaba a alguien en específico: El stripper.

Y lo encontré.

Estaba en bóxer y con agua en su cuerpo.

Una música se escuchó. La canción comenzó con su ritmo normal. Sin que las palabras salgan al aire. No sabía qué Deniel iba a hacer con la música puesta mientras que me miraba de esa manera pervertida. Pocos segundos después conocí la música de manera lejana, sentía que la conocía, pero no me acordaba. Lo más probable es que me la haya escuchado en una película o serie.

Deniel caminó en el mismo instante que la música comenzó a sonar. Soltó la copa de cristal en un momento no esperado, esta se impactó en el suelo, quebrándose. El masculino me miraba mientras se acercaba a mí, como un animal. Mi corazón empezó a latir de forma rápida sentía como mi 'pecho se terminarían quebrando en dos.

El sonido. Las letras. El ritmo. Los párrafos. La música se me hacía bastante conocida, pero no tenía tiempo suficiente como para saber quién cantaba esa música la cual Deniel bailaba de manera lenta, erótica y sensual. Cada vez más Deniel se fue moviendo al mismo ritmo de ella, haciendo gestos con sus manos, moviéndola a diferentes partes.

Como si de una tarjeta de memoria se tratase, entendí y supe de la música en el momento que Deniel, en mis oídos, susurró:

-The way you work it, cause, Audrey, you Earned It.

La música la reconocí por una escena en la película erótica 50 Sombras de Grey. Dios, pero en Deniel, sin duda, habían más de 50 ganas de moverse.

-Deniel... -susurré. Sus movimientos pararon. -Deniel, Deniel...

Continué susurrando, cerrando los ojos.

-¿Audrey?

-Sigue, Deniel, sigue.

Prolongué los susurros, pero desperté de golpe ante la mención de mi nombre junto con el revoloteo en mis brazos de manera un poco ruda y a la vez cuidadosa que había provocado alguien, con la clara intención de levantarme.

Pestañeé varias veces, aturdida, con la mirada borrosa. Me llevé mi mano a los ojos y me los froté varias veces, viéndolos con claridad.

-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué?

Me incliné hacia delante, levantándome del colchón, encontrándome con un Deniel vestido y con una evidente expresión de desconcierto en su rostro. Una de sus cejas estaba levantada mientras que la otra abajo. De esa manera se veía sexy. Muy sexy.

-Estabas... ¿soñando? -preguntó, sospechoso. En su rostro continuó ese implante de expresión de confusa, extraña.

Capté y vine a la realidad; tragué saliva, imaginando, rezando mentalmente que todo sea una mentira y que esto que me acaba de pasar no sea un sueño. De manera disimulada, me pellizqué. Sentí el ardor en mi brazo izquierdo. Okey, eso es malo.

¡Joder, era un puto sueño!

¡Hasta en los sueños este tipo se me atraviesa!

Y eso, que no es que era un sueño normal. No es un sueño que se tiene todos los días donde, ejemplo, tu crush te dice que te ama y que quiere tener hijos contigo.

Mis mejillas ardieron. No quería admitirlo, pero creo que estaba mojada. No, no creo, lo afirmo. Sí. Afirmado.

-¿Soñando? -pregunté a mi misma, tragando saliva, luego comprendí que eso tenía que certificar -Sí, soñando. -Asentí de manera rápida, tragando saliva de una manera silenciosa para que no se pueda escuchar lo que hice, para que él no lo pueda presenciar.

-Sííííííí... -murmuró, una sonrisa se plasmó en su perfil de hombre irremediablemente hot. -Y creo que sé qué tipo de sueño fue el que imaginaste. -Hizo una corta de pausa, no más de tres segundos. -Y no es necesario decir que en ese sueño, por lo que escuché, participé yo. -Soltó, de repente.

-No, no, no -repetí, haciendo ademanes con las manos -Bueno, sí, pero no. No creas cosas que no son o eso que sea que está pensando tu... -no encontré la palabra perfecta -perversa mente.

Hablé de manera rápida, pero entendible. No dudo que haya comprendido cada cosa que dije.

-¿Y en qué soñabas? -preguntó, en espera de respuesta. Una risita perversa se acumuló en su cara, la cual ahora estaba divertida, pícara. Mierda, este hombre sí que sabe crear cosas... en tu cuerpo. Sensaciones raras.

No supe qué responder. Hice una escena mental de cómo todas las letras del abecedario tomaron una maleta con otras cosas y se marcharon de forma rápida. Lo último que llegué a imaginar y ver en mi cabeza fue el humillo de los "pies" de las letras, huyendo. Sacudí la cabeza, desechando todas esas ideas.

Quedé en silencio unos segundos, en busca de una mentira perfecta. Deniel se removió en su lugar y alzó las cejas, esperando aún una respuesta, algo que le diga. Ya había creado una mentira. Quizás, tal vez, lo más probable, funcione, así que la ejecuté:

-Tenía una pesadilla -revelé, tartamudeando, entre titubeos.

Deniel quedó en silencio, el cual interrumpió de manera rápida.

-¿Y por qué me mencionabas de una forma tan... rara, exótica? -preguntó, después agregó, burlón y encantador: -Yo no puedo aparecer en pesadillas, pues donde yo aparezco son en puros sueños, y créeme que protagonizo algunos algo... candentes.

Me quedé con los labios entreabiertos, con ganas de decirle:

"Tú fuiste el protagonista de mi sueños, y si los sueños en que tú haces lo que me hacías... tomaría pastillas para dormir a diario".

No obstante, cambié ese guion, diciendo:

-Soñé que uno de los asaltantes te mataba.

Eso fue algo loco, pero fue lo primero que me pasó por la cabeza. Además, tenía una idea de si me atacaba con alguna pregunta, y como así lo pensé, de esa manera ocurrió, pero con un argumento:

-Ah -soltó seguido de un suspiro -. Con que... tenías un sueño donde uno de los asaltantes de anoche me mataba -farfulló, de forma analítica, metódica. Llevó su pulgar a su mentón y lo comenzó a frotar.

Dios, de esa manera se ve tan fascinante.

Creí que ahí quedaba esa conversación, pensé que me la había librado, pero Deniel ladró, con una pregunta:

-¿Y por qué razón estás tan sudada? -indagó, de pronto.

Yo no había notado eso.

Joder.

Mierda.

Estoy.

Completamente.

Jodida.

-Porque... -me quedé sin palabras, muda, en pausa, imaginando, ideando qué decir. -¡Porque estábamos corriendo! -grité, con la excusa perfecta, casi doy un salto de felicidad por lo que tomé de argumento.

Él, sin estar convencido y con una risa perversa en su rostro, asintió.

-Te creeré, pero no te acostumbres -maulló -. ¿Ya estás bien de lo de anoche? -me preguntó. Sus ojos chocolates no dejaban de ver los míos. Me sentía nerviosa por el acto de aquel stripper. Asentí a su pregunta.

-Sí, gracias.

Me dedicó una sonrisa.

-Bueno, ya vamos, es hora de levantarse, está de día y ya me debo ir. -Afirmó -. No es necesario que me pagues, con pasar la noche aquí es suficiente.

La luz dejaba notar todo el alrededor, toda la desorganizada pequeña habitación, diferente al sueño que tuve, pues en éste no había suficiente luz. Deniel se levantó del piso, antes estaba hincado y cerca de mí, y al hacerlo, al levantarse, mi mirada, por ende, quedó clavada en su entrepierna. Ya no era necesario mencionar lo que estaba de una buena forma en aquel lugar, cubierto. Se veía claramente por dentro de sus pantalones, de una forma torcida hacía el lado derecho. Quité la mirada al instante.

-Ah -al parecer Deniel lo notó y se lo intentó acomodar por fuera, tranquilo. ¡Joder, esa tranquilidad que él tiene me hace entrar en shock! ¡Como si nada pasa! Deniel agregó: -No te preocupes, no te sientas avergonzada, es normal en él, pues siempre se levanta así, inquieto, como una fiera.

Su comentario perverso fue dicho en un tono picaron y divertido.

Y ya creo que sabemos a qué fiera él se refirió.