Capítulo 2 La Nueva Vida

Boston, Massachusetts.

19/02/2014. 6:45am

Mi cuerpo sufre un pequeño escalofrío, lo que me hace despertar, me doy cuenta que parte de mis piernas están descubiertas al invierno amanecer, me envuelvo una vez más sin abrir mis ojos, intentarlo solo sería un fracaso estos se cerrarían por la fuerte luz, la noche que tuve apenas me dio tiempo para cerrar los ojos, solo pude armar mi cama (sin ayuda de nadie, claro está), colocar el colchón que pesaba una tonelada y el edredón para cubrir mi piel del frío, abrí los ojos poco a poco esta vez dispuesta a ver la hora; la luz que pasaba por la ventana me pegaba en el rostro, debía cambiar eso o tendría jaqueca todos los días, ¿cómo puede haber sol con tanto frio.

Mi padre consiguió una casa más a su gusto, yo hubiera preferido una más pequeña - algo menos costoso de asear y alejado, pienso yo-, las ventanas parecían puertas de hospital enormes dobles que se abren de par en par hacia adentro en vez de ser hacia afuera -punto más a disgusto-, a miles problemas pude colocar una cortina de tela suave color blanca, ese es el motivo por el cual entraba tanta luz -no la coloque adecuada mente, pero estaba cansada-, no quería que las personas tuvieran una mala impresión de sus nuevos vecinos con tal desorden, lo bueno de esta gran ventana es que te deja pasar a un pequeño balcón-no es como que puedas ver algo más que casas desde ahí aun así, el tener aire puro o ver de vez en cuando el cielo no estaría mal- justo a la derecha a unos metros un árbol que daba sombra en el pequeño patio.

Mi habitación es de un color azul rey con dos puertas color madera negra brillante muy falsas, una da al baño que es completamente blanco. La otra es la salida de la habitación, esta queda justo al frente de la habitación de invitados -si es que alguna vez tenemos alguno-, a mi derecha un pasillo que deja ver la habitación de papá, a mi izquierda las escaleras que conectan a la sala.

Mi habitación está completamente llena de cajas, ropa, libros, zapatos, el armario casi no se distingue con tanto desorden, en lo que queda de piso solo hay libros y más ropa, el peligro de todo esto es que si no tengo cuidado podría quedar sin libros, romperlos, perderlos, no me lo perdonaría, debajo de este desorden existe un tapete color vino con figuras de animales extraños que da un toque especial y acogedor; si pudiera explicarlos no lo entenderías. Mi computadora se encontraba en una cómoda junto a la cama, con un diario en el cual siempre anoto fechas con notas importantes que debo llevar acabo, culpa de mi padre con eso de ser olvidadiza -algo que ver con la herencia de llevar y hacer todo al final-, una lámpara blanca un poco grande daba iluminación a casi toda la habitación -de noche claro está- junto a estos está mi celular que como siempre mi excelente cerebro no recordó que debía cargarlo; olvide cargarlo.

«"¡Bravo! Eres una genio ¿cómo voy a sobrevivir hoy?, me gritó mi subconsciente"».

Me senté en mi cama esperando a que mi vista se aclarara un poco más, escuchando algunos ruidos en la cocina. Mi padre decidió comprar una casa en uno de los condominios de la ciudad, las casas alrededor tienen el mismo diseño -eso con lo poco que pude ver al llegar-, al igual que su color "blanco", un patio trasero con unos pocos árboles y una improvisada silla mecedora para pasar la tarde, justo al frente existe un lugar específico para estacionar el auto, un pequeño cuadro de césped con arbustos de flores que daban un toque mágico casi de animación, la casa tiene tres habitaciones medianas en la planta de arriba y en la planta de abajo la cocina, donde se encuentra la refrigeradora con el espacio necesario para mis helados, las comidas del día a día, un horno donde pronto me las arreglaría para preparar pasteles que solo yo comería -nada personal que a mi padre solo le guste lo integral, uh!!- un mueble de madera cubierto por una capa de granito oscura como el carbón, el lava platos incrustado en este mismo mueble, una decoración fascinante, las paredes poseían un color papaya oscuro como toda la casa en el interior a excepción de los cuartos, un extractor de grasa cubría gran parte de las paredes, la grasa que dejaría papá era digno de tener un aparato de estos -un mal chiste para mí, ya que no come nada grasoso-, la cocina y sala se encuentran dividida por un desayunador sujetado a la pared y una pila de cemento con un diseño en rosca con trozos de cerámica de diferentes tonos color café. Como en una barra varios bancos de metal pegados frente a este desayunador, cinco en total, a unos pocos centímetros se encuentran dos sofás grandes de terciopelo gris formando una "L", varios almohadones blancos y negros útiles para una noche de películas, la cerámica del piso es opaca de color café claro cubierta por una alfombra negra -al gusto de mi padre-, frente a estos sofás en media pared está incrustada la pantalla de televisión, además de una pequeña tableta que sostiene el dvd y otras cosas de su pertenencia, -PD: ¿Cómo pudo ordenarlo todo?, ni idea, yo apenas pude colocar las cosas en el baño y armar mi cama sin ayuda. Papá es papá diría yo-, que tengo prohibido tocar; atrás de estos sillones, a un metro, están las escaleras de madera pulida y oscura que da a la planta de arriba, como lo mencioné ocupa las tres habitaciones, justo debajo de las escaleras se encuentra el sótano y una improvisada oficina para leer pero ni de raya me asomo con tanto polvo guardado.

Mi padre, Sedrik Bloom es profesor de biología, uno muy excelente y no lo digo porque sea mi padre, él en serio es un excelente profesor. Mi papá no tenía mucho trabajo en Canadá -donde recién vivíamos cómodamente-, por eso comenzó a buscar trabajos por internet intentando encontrar la mínima posibilidad de tener un trabajo completo, no uno donde solo debía remplazar de vez en cuando dos veces a la semana, así que después de tanta búsqueda, una misteriosa llamada nos hizo empacar nuestras cosas, viajar horas y contratar un camión de mudanza hasta Boston en una nueva vida. Una propuesta de un instituto del cual la paga era muy buena, él por supuesto aceptó aunque el trabajo no era su única preocupación. Es Alguien importante en su vida ya que su tono de voz y mirada lo delataban inmediatamente entraba alguna llamada, con los días esto se volvió en un pasatiempo para su noches, su voz era... bueno ya saben ¿melosa?. Rezaba porque este fuera mi último hogar, a pesar de que su trabajo era poco, cambiar de casa cada dos meses se estaba volviendo un juego, no sabía si en verdad era por mi salud o la fascinación de conocer el mundo con esa excusa.

-¡¡Suryen!!-, grita mi padre desde abajo, su gritó sale algo distorsionado por intentar simular ser una mujer cantando opera. ¡¡qué vergüenza!!, ¿Qué pueden pensar los vecinos con esos gritos?, no es como si estuviera al otro lado del mundo para no oírlo si me llamara de las escaleras-. ¡Apresura ese trasero que se nos hace tarde!.

Aparto mi cabello algo enredado, ya debía cortarlo, estaba largo y algo dañado aunque el color castaño me ayuda a tapar ese horroroso aspecto no estaría nada mal un pequeño arreglo, trato de buscar algo de ropa en este tiradero -que espero con toda mi suerte mi padre no lo vea, encuentro unos pantalones negros y una camisa blanca con la palabra "love", tomo unas bragas, un sostén blanco y corro al baño a tropezones. Tendré mucho trabajo hoy, por ejemplo, adaptarme al instituto nuevo lleno de ojos que no dejarán de espiar por días, crear chismes extraños de lo rara que puedo parecer, lo acepto puedo ser rara en ocasiones no tengo mucho tiempo de socializar a causa de los viajes, lo mucho que duró en un lugar son sesenta días, papá se toma en serio sobre explorar el mundo, exagera con lo de mi migraña y que no encuentro amigos en ningún lugar, a mi parecer son ellos los extraños, yo solo actuó normal, bueno algo tímida. Aparto algunas cosas del suelo y comienzo a llenar mi mochila con varios libros, estaba lista para empezar mi día, saco mis tenis algo gastadas preparada para entrar al baño pero recuerdo que papá dijo algo ofensivo y vergonzoso, debo defenderme, luego salir con mi rostro cubierto para que los vecinos no me reconozcan, me estaba agobiando en mi primer día.

-¿¡En serio?!-, grité-, ¿trasero, ¿Desde cuándo tengo que mover mi...?-, escuche su risa llena de maldad, sabía que moriría de vergüenza por eso lo hizo-, bajaré mi trasero en diez minutos-. O eso espero si logro salir de todo este chiquero. Tomé la ducha más rápida de mi vida, me vestí y cepille mi pelo hasta no tener ningún nudo, me miré en el espejo remarcando que no me faltara nada, sin más salté entre todas las cosas del suelo, apartando con mis pies y tomando los libros para lanzarlos a la cama.

Soy una chica de ojos negros, diría que son iguales por mi padre pero no lo son, una verdadera lástima, así que imagino que mi madre si los tenía así; mi corazón siente algo de alegría al pensar en la posibilidad de ser igual a ella, mi padre se pasa a otro mundo cuando intento mencionarla por eso evito el tema para no verlo mal, quizás su perdida dolió mucho, eso me aterra demasiado. Mis labios y mejillas tenían un tono rosado natural, no tengo ojeras lo que me sorprende ya que mi descanso ha sido cuatro horas lo mucho, me coloco las tenis de color gris ya previamente escogidas de aquel desorden, con mi mochila al hombro bajo a desayunar y justo cuando pongo un pie abajo encuentro a papá caminando de un lado a otro con su taza azul de un estampado mostacho en ella color negro que solo sobre salta cuando está caliente, su favorita, a cada paso que daba llevaba el olor a café. Debió de acostarse tarde por su expresión de cansancio, al menos el sí trabajo, yo solo puse mal una cortina y le hice caso a mi subconsciente con eso de "mañana lo arreglare y todo lo demás".

-Buenos días-, dice con voz suave y burlona- pensé que nunca bajarías-. Vuelco los ojos negando lentamente. Muy dentro de él escondía ese diablillo de bienvenida, todo para soltar los nervios de un nuevo lugar... patrañas, ahora mismo no quería salir y saludar a alguien.

-Buenos días, papá- besé su mejilla rápidamente para que él siguiera en lo que estaba, se notaba más sus nervios que los míos- mmm huele bien-. Respiro profundo el olor a pan tostado y otro delicioso aroma... estaba cocinando crepas, reí un poco.

-No te burles, hoy quise hacer algo diferente, es tu primer día de clases así queeeee- alargó la "e" como si estuviera cantando en opera lo que me hizo silenciarlo con un "ssh" para que dejara de hacer cosas que nos pondrían como locos a los nuevos vecinos , pronto entraría en confianza y bailaría en pijamas en el patio. La escena en mi cabeza me hizo hacer una mueca mientras papá negaba- toma tú desayuno-. Su voz alegre y vibrante inundo mis oídos, sonreí esta vez, por primera vez estaba cocinando lo que significa que algo bueno está sucediendo, cruzo los dedos por una estadía infinita en este lugar o al menos un hogar de verdad.

Sus ojos color verde estaban brillantes, su piel morena los hacia resaltar aún más, podía envidiar su alegría, ya que hace ejercicio aparenta unos veintiséis años algo falso ya que el 01 de febrero cumplió los treinta y tres años, su pelo castaño esta ¿peinado?, ahora que lo veo mejor tiene ¿corbata?, siempre usa traje pero ¿corbata?, ¿a qué clase de manicomio voy?. Me mira extraño parece intentar leer mi mente, atravesando sus relucientes ojos sobre los míos pero era imposible, aunque alguien lo deseara no se podría lograr tal cosa.

-¿Acaso me veo mal? ¿mi cabello tiene algo? ¿crees que mi cara es fea o tengo ojeras? Tienes una cara de muerte- toca su rostro con desesperación, echándose un ojo por última vez en la pantalla de su celular, me hecho a reír como loca hasta no poder más simulando que limpio una lágrima de mis ojos lo miro con determinación, vestía un traje completo, todo un ejecutivo y no un profesor normal como los otros.

-Papá en serio ¿corbata?-, levantó sus cejas sorprendido poco a poco se sonroja haciéndome reír de nuevo -dime la verdad a donde vamos a... ¡¡Oh no, no!!-, reí más fuerte y coloque un pedazo de crepa en mi boca que tenía miel, la cual me había servido mientras obtenía mi venganza-te vez bien papá, le vas a encantar a esa mujer-. Le guiño un ojo sin dejar de comer mi desayuno, él simplemente se puso más rojo rechistando palabras en susurro que no podía llegar a oír.

-Ja, Ja -ríe sarcásticamente-, nos vemos en el auto tengo que arreglar mis cosas ¿tú mochila ya está lista en el auto?-. Niego ya que mi boca se encuentra con restos de crepa, este me dio un beso rápido en la cabeza y siguió a su habitación no sin advertirme dejar las cosas listas para un primer día de instituto.

Terminé mi desayuno que estaba exquisito - a diferencia de siempre comer galletas y cereal, este era un mega desayuno-, subí a mi habitación a cepillar mis dientes, tomé mi celular que había cargado inútilmente treinta por ciento, mi cartera y salí hacía el auto. Papá aun no llegaba de arreglarse por lo que el auto tenía seguro así que comencé a ver el condominio donde vivía, con la capucha de mi abrigo totalmente cubierta para que ninguno de los vecinos me viera el rostro, aunque nadie se veía cerca prefería omitir un reconocimiento de los nuevos vecinos gritones vulgares, coloco la mochila en mi hombro jugando con sus tiras en un acto de pereza mientras admiraba el lugar. Casi todas las casas eran iguales lo único que las diferenciaba un poco eran los jardines verdes con unas que otras flores de colores, muchos tenían fuentes o maseteros de figuras y colores extravagantes, otros arbustos, otros tenían ambos, al frente de mi casa hay una que me pone los pelos de punta es de un color totalmente negro, siento que alguien me vigila por la ventana, pero soy un poco paranoica juzgando una casa por su color, juraría que solo habían casas de color blancas, tres casas más abajo de esta se encuentra una casa que llama mi atención, en su patio hay una patrulla, debe de ser del jefe de policía del lugar, todo aquí es muy tranquilo, al menos eso parece -me equivoqué al decir que todas las casas se parecían, bueno al menos eso observé de noche-, ya que ningún ruido perjudica la paz del lugar. El frío estaba presente al igual que los radiantes rayos del sol que se esforzaban por calentar la brisa fría. Algunos árboles se mueven de un lado a otro y varios pájaros brincan de un lugar a otro cantando entre sí en una hermosa melodía.

-¿Nos vamos?-, me sobresalto del susto que me ha dado-¿pasa algo?-. Dijo preocupado.

-No, solo miraba el lugar-, le doy una mala mirada con los ojos entre cerrados-y un monstruo me asustó-. Soltó una carcajada mientras abría el auto dando la señal para irnos, niego un par de veces antes del subir al auto, ese juego no acabaría.

-Lo siento hija- arranco el auto, dio marcha mirando hacia atrás hasta salir a la carretera y salimos al instituto con prisa -no era mi intención asustarte- se disculpa aún con una sonrisa burlona en su rostro, vuelco los ojos "claro que no lo sentía"-, ¿tomaste tus pastillas contra la migraña?- asentí, seguí mirando por la ventana, admirando el camino al instituto, el viaje fue silencioso, solo fueron unos minutos de recorrido, aun así, explorar el lugar era un requisito de estadía y algo ya me decía que mi padre estuvo aquí... instinto quizá o por su no tan emocionada expresión, solo nerviosismo, mirando todo con sus ojos brillantes recordando cosas de su pasado, suspirando con aire tranquilo, como si hubiera vivido por años en este lugar. Llegamos a un estacionamiento enorme al lado izquierdo del instituto, alrededor de este se veían árboles que daban sombra a miles de autos, papá sonreía mirando en frente donde parqueó el auto, un árbol muy doblado, viejo por su color; varias hojas se desprendían de este pero su cantidad era infinita, parecía que estas caían y volvía a renacer, sus hojas y ramas eran hermosas, un hombre de traje azul con un cinturón lleno de herramientas para hacer su trabajo, recogía las hojas una y otra vez sin parar, su rostro era cubierto por una gorra negra de seguro que el sol le molesta mucho. Mi padre toca la ventana del auto y lo observo con tranquilidad, su ceño estaba fruncido sin percatarme había estado mirando al hombre como una boba, algo extraño en verdad y vergonzoso.

-¿Ocurre algo?, estas muy extraña desde esta mañana- él era el que estaba extraño, más bien asustado puedo afirmar. Me vuelvo al árbol pero ya el hombre no se encontraba allí, abro el auto a toda prisa, mirando alrededor en alguna pista pero había desaparecido, por alguna razón sentía que debía buscarlo-¿Suryen?-. Niego sin expresión alguna.

-No nada papá- muerdo mi labio inferior antes de hablar, observando el árbol de arriba abajo- es solo que no dejabas de sonreír a ese árbol, te iba a preguntar lo mismo a ti-. Este cambia su extraña expresión a una relajada y alegre, nada era normal en este bipolar y loco hombre.

-¡Ah! no solo estoy ansioso ¿tú no?- lo mire extrañada, ansiosa no era la palabra correcta, pensaba en cansada, aburrida de pasar siempre por lo mismo, quizá. Ahora si lo perdí como un adolescente, observo a miles de alumnos pasar con la vista fija en nosotros-como lo predije-, era incomodo de verdad, algunos cuchicheaban sin disimular cosas que no quiero imaginar y otros se quedan estáticos mirando como si fuéramos extraterrestres.

«"Ok soy muy sexy y todo pero no tienen que mirarme así, lo hacen ver obvio"».

Mi padre no pareció darse cuenta de un grupo de chicas alborotadas lo miraban con picardía, por lo que me acerque más a él sin que notará mis intenciones de causar problemas, lo abrazo con fuerza recibiendo miradas, "tomen bit*** él es mi padre" pensé, pero papá ni se dio cuenta de esto solo sonreía al ver un auto llegar justo al lado de nosotros, ignorando por completo mi acto de afecto, conducía una mujer, la cual llevaba tres acompañantes, no podía distinguir su rostro bien pero tampoco ellos notaron mi presencia. Despegue la vista de ellos cuando mi padre me hablo, yo tratando de protegerlo y él que me ignora como si fuera una pared junto a él, ese es mi padre de verdad. Sus manos están inquietas, la alegría que ahora posee lo iba hacer explotar, volvía a sus años de adolescente alborotado.

-Si quieres ve a tus clases- sonríe- este es tu horario- tendió en mi mano un pequeño papel, un carnet con mi nombre y grupo de clase que había sido enviado por correo justo cuando llegábamos de Canadá, lo mire con molestia, pensaba que me acompañaría a no perderme por el lugar como padre preocupado-, no te preocupes este lugar es pequeño y las puertas de las aulas tienen la asignatura en ellas por más que quisieras perderte no podrías.-. Contesto a mis pensamientos.

-Espero que esto no sea un plan para no arruinar tu reencuentro, tenía mis guiones plenamente memorizados-, este niega con seriedad jalando mi cachete como niña mal portada, me aparto sobando mi mejilla, caminando lejos de él- nos vemos papá-. Hable con mi tono de voz "me abandonas". Papá tenía razón este lugar es pequeño pero muy lujoso y limpio, no fue difícil encontrar lo que buscaba. Entro a mi clase dando el carnet al profesor quien asintió con seriedad, eran un hombre regordete, tanto su cara como su cuerpo querían explotar fuera de esa ropa, con algunas canas y cara de pocos amigos ayudando nada a esa apariencia, sus ojos eran azules, tenía una voz que te hacia dormir con solo media palabra y eso era solo el principio, su camisa de cuadros con botones apenas aguantaban que respirara, sus axilas estaban húmedas, algo asqueroso a simple mañana. Señala una mesa tres filas atrás con dos asientos vacíos, de nuevo comienza la soledad, sin alguna persona con quien hacer trabajos u actividades de clase, justo dos minutos más tardes una pelirroja toma asiento a mi lado, apartando su cabellera y resoplando con cansancio como si hubiera corrido una maratón para poder llegar.

-Buenos días alumnos,- su voz salió aún más adormecida, todos estaban charlando sobre mi llegada aun así, apenas hablo hicieron un silencio profundo, se veía lo temido que era, además de mi esperada presentación que sin duda todos deseaban saber, lo digo por tantas experiencias, el asombro de como podían prestar atención a una voz tan lenta sin desesperarse y aun así tener miedo de ella- ella es Suryen Bloom- asiento, mirando a los demás con rapidez-soy el profesor de matemáticas, Stuart Vhaldacse, chicos ella asistirá a esta clase de ahora en adelante, ayuden a su nueva compañera con la materia vista, una cosa más, no quiero ver a nadie chismorrear sobre su llegada en mi clase, ya tendrán tiempo libre para eso-. Su voz una vez más era lenta y perezosa, sus ojeras eran extremadamente negras lo que a la vez lo hacía parecerse a Igor el burro amigo de Winnie Pooh. Su mirada cae en mí, asiente con una reverencia a lo que hago lo mismo con una sonrisa muy fingida, tratando de no convulsionar con todas mis emociones que traigo dentro.

-Hola-. Me saludo la chica tan sonriente como el sol de los teletubbies -¿es mi imaginación o veo a todos como fabulas de televisión?- sus ojos cafés repasan mi rostro, su cabello pelirrojo rizado caía por su espalda como una cascada intacta, me recuerda a alguien, algunos mechones quedaban en su rostro pero parecía no importarle, su sonrisa podía contagiar a cualquiera que la mirara por unos segundos, al menos eso me parecía a mí, vestía unos jeans azules con una camisa negra que hacía juego con sus zapatillas del mismo color, su rostro pintaba algunas pecas, una ternura de chica según aparenta.

-Hola- estábamos lejos del profesor por lo que él no escucharía mi conversación que me entusiasma un poco por mí no tan frecuente interacción con personas de mi edad.

-Dina Morgan, un gusto Suryen-, observa de reojo al profesor y hago lo mismo para no llevarme una reprimenda mi primer día-¿vives cerca o vives en la ciudad?-. Esta vez ella es la que pregunta sobre mí, abro la mochila y comienzo a rebuscar el libro de matemáticas mientras contesto.

-Vivo en el condominio landpark-, sonrío cuando encuentro mi libro y algunos marcadores con tantas cosas que traía-¿y tú?-. Su mirada es divertida.

-También vivo ahí, mi papá es el jefe de policía- sonreí confiada-. No escuche ningún camión de mudanza, o hablar sobre ello, es algo extra ya que los vecinos corren la vos muy rápido.

-Claro- trago con dificultad recordando los gritos insultantes y vergonzosos de papá. Observo sorprendida- vivo frente a la casa tenebrosa de color negro- Escuche como se reía y ponía su mano en la boca para que no se diera cuenta el profesor. Miramos una vez más pero este se encontraba frente a su computadora, moviendo sus manos rápidamente frente a ella.

-Si, lo sé-, me guiño un ojo-a mí también me da un poco de miedo-empezó hacer trazos en su cuaderno sin forma alguna-, bueno, ¿en serio Sedrik es tu padre?-, se sonrojó repintando su pequeñas pecas, aquí venía algún sermón de su físico.

«"Chica aficionada" aquí la razón de su interés, pensé"».

-Es que parece tu hermano o algo así...-. Continua, se sonroja aún más y trato de mantener la calma para no soltar una grosería.

-¿Conoces a mi padre?- La mire confusa, intentando cambiar el tema, imaginar cartas románticas o algún otro trauma de amor entre adolescente y adulto me provocaban nauseas.

-Sí, Kristen la madre de Thiago nos lo presentó en el estacionamiento, ella también es profesora, profesora de historia-, la mire extrañada hasta que captó mi nueva confusión-. ¡Ah! si, lo siento no los conoces-, ríe nerviosa-, ya podrás conocerlos-. Asentí encogiendo mis hombros con suavidad. Después de la clase de matemáticas le enseñé mi horario en busca de orientación a mis clases, para mí alivio compartíamos el mismo horario y mi siguiente clase era el tiquete para conocer a Kristen Smith antes de lo previsto, la cual trae a papá de cabeza a pesar de los años o al menos eso se ve en él., Kristen es más alta que yo por unos centímetros además de los tacones que usa hace que luzca un lindo cuerpo de piel morena y pelo negro a los hombros, sus ojos son de un color gris- azul claro, una sonrisa perfecta que encanta a más de la mitad de estudiantes, su voz es tranquila algo angelical pero cuando llama la atención es de asustarse.

-Suryen, un gusto tenerte en mi clase-, habló esta emocionada, extiende sus brazos hacia arriba- espero te sientas cómoda en esta institución y claro- bajo sus brazos y sonrió como tal niña emocionada- en mi clase también, soy Kristen Smith, como es obvio, profesora de historia- inclina su cabeza como en un tipo de reverencia- ahora continuemos con la clase chicos, no quiero escucharlos murmurar, quedamos en la página 115....-. Así continuo sin perder su clase.

Su clase era muy interesante, la manera en que impartía era muy dinámica, como si contará cuentos para niños de cinco años, nos hace estar en el campo de la materia como si viviésemos cien años atrás, luego de la clase en la cual Kristen no dejaba de observar mis movimientos como si fuera escapar, para mi dicha llego la hora del almuerzo, "ya moría de hambre como siempre", los alumnos no tardaron mucho en salir, Kristen ya había desaparecido de la clase por lo que no me preocupe tanto de una interrupción sobre mi padre y el asunto de ser su hija que hace años no veía o nunca conoció. Dina quería presentarme a Thiago y a su hermano Eitan, acepte con algo de timidez, mi estómago rugía de hambre, además conocer gente me haría bien lo que me preocupaba era mi primera vez en relacionarme con alguien, camine con ella a un enorme comedor dentro del instituto, las paredes beige parecían recién pintadas, el lugar estaba repleto de sillas plásticas con un metal extraño color rojo, las mesas redondas color madera para cinco personas ya estaban casi llenas de estudiantes, comiendo y riendo a toda voz. En una esquina del salón se encontraban las cámaras de comida, dos mujeres vestidas de blanco con sombreros que tapaban sus cabellos, servían platos con la comida que cada uno pedía, mi estómago rugió con fuerza pero nadie más que yo llegó a oírlo para mí dicha. Camino atrás de Dina observando a varios chicos que nos miraban con poco disimulo a ella y a mi muy maliciosamente, "enfermos" pensé, pero Dina ni siquiera los vio.

Llegamos a las cámaras de comida observando los manjares nada apetitosos, hoy decidí romper un poco las reglas, tome un trozo de budín, unas uvas y un refresco de naranja, a pesar del hambre que me estaba matando, el puré de color verde con pedazos de vegetales apagó mi apetito... Dina por otro lado llenó su bandeja de frutas y un refresco de naranja al igual que yo. Encontramos una mesa recién desocupada por algunos desordenados chicos, algo sucia de restos de comida pero con asientos para descansar mientras comíamos, Dina pasa algunas servilletas por está dejándola más limpia y lista para comer el poco delicioso refrigerio.

-Ahí vienen-, anunció Dina sonriente, después de unos segundos los chicos que antes había mencionado venían hacía nosotras con paso tranquilo.

Observo a los dos chicos que se acercan, ambos eran altos de tez morena y blanca, el de tez blanca tenía cabello negro muy intenso desordenado que le sentaba bien, sus ojos color miel brillantes iban de mi a Dina, una sonrisa amable perfecta con un hermoso hoyuelo en su mejilla derecha que hace sonrojar al darse cuenta que estoy mirándolo, desvío la mirada al otro chico tragando saliva con dificultad ante tal vergüenza, este otro chico tiene el pelo castaño algo parecido al mío, ojos color gris azul muy hermosos, él también tenía una hermosa sonrisa-debo admitir que me parece conocido este chico, quizá a alguien que haya visto en mis múltiples viajes- parece nervioso a cada paso que da cerca de nosotras. Ahora que lo pienso, creo que a estos chicos los he visto en alguna parte, pero ¿dónde?.

-Suryen-, llamo Dina sacándome de mis pensamientos, la miro de reojo y enseguida sigo su mano que señala al chico del hoyuelo, este hace un gesto extraño mientras se sienta a su lado, luego dirige su mirada a mi-, él es Eitan mi hermano-, este asiente con la cabeza, le sonrío a lo que él también hizo lo mismo de manera dulce-, él es Thiago el hijo de Kristen-, este ya tenía la mirada sobre mí, su figura y expresión alegre no dejaban de recordarme a alguien, era extraño ya que en mis viajes nunca había socializado con alguien, debo estar embobada por lo hermosos que son, ¿Qué edad tendrán, 18...?-. Chicos ella es Suryen la hija del profesor Bloom.

-Hola-, saludé con timidez, sonriendo con dificultad para no hacer muecas indeseadas-. Mucho gusto de conocerlos.

-Hola el gusto es nuestro-, el chico Thiago fue el primero en hablar-, espero que Dina no te esté torturando en tu primer día de instituto.-. Dina frunció el ceño enseñando su lengua de mala gana.

-Claro que no, ella está mejor que bien conmigo, soy una buena guía ¿No?-. Suelto una risilla nerviosa cuando intenta guiñar su ojo, Eitan la codea haciendo que está se queje y suene su zona afectada.

-Presumida-, suelta este por último-, gusto en conocerte Suryen, espero estés a gusto en este lugar-. Asiento con más tranquilidad fluyendo en mi cuerpo, no era tan malo hablar con chicos después de todo.

-Hasta ahora todo va muy bien, mi padre ha sabido escoger un buen lugar después de todo-, encojo mis hombros-gracias-. Sonrío de manera natural, me estaba sintiendo acompañada, como si fueran mi familia y eso a la vez era muy extraño pero quejarme no serviría de nada, era lo que quería después de todo. La charla con ellos era bastante fluida, hablamos de nuestras vidas, del trabajo de nuestros padres, nuestros gustos y pasatiempos para salir algún día según ellos debo conocer la ciudad tan pronto sea posible, luego llegó la presentación de nuestros padres. El padre de Eitan y Dina, Jacob Morgan es jefe de policía, su mamá Keith Morgan abogada, casi no pasan en casa o al menos eso fue lo que hablaron Eitan y Dina, cosas importantes en el pueblo o casos urgentes en otras ciudades. Kristen Smith es profesora de historia y siempre está ocupada igual a mi padre, algo en común con este chico Thiago, él no tiene a su padre y yo a mi madre.

El timbre sonó tan fuerte que casi grito del susto, ninguno de los chicos se dio cuenta ya que no hacían más que planes a donde debíamos ir este fin de semana para que pudiera sentirme en casa; sentía decepción al no contarles que mi padre era un aficionado a viajar por más trabajos pero quizá en una ligera esperanza este sería el último , ya no tenía más clases por lo que decidí marcharme a casa en un intento de ordenar mi habitación antes de que mi padre la descubra en tal espantoso revoltijo, la puerta de Narnia podía ser encontrada debajo de mi cama como claro ejemplo.

-Suryen, lo chicos y yo siempre vamos a la biblioteca después de salir de clases-, me pare de la silla después de ellos, mire a Dina con algo de curiosidad-, ya no tenemos clases... ¿quieres ir?.-. Muerdo mi labio inferior, ya había planeado una tarde con mi amoroso desorden, los chicos colocaron sus mochilas en la espalda, caminaban a paso lento esperando mi respuesta, ¿Un rato no irá mal, no?.

-Claro, me gustaria-. Fue lo primero que vino a mi mente. ¿A quién voy a engañar?, el solo hecho de salir con ellos me emociona.

-Pues andando, tengo que terminar una tarea de biología-. Thiago hizo una mueca de cansancio que hizo que riera. Algo me dice que papá se está divirtiendo.

-Discúlpalo-, Eitan negó mirándolo con enfado-, no le gusta hacer trabajos solo, además solo es una pregunta que debemos investigar sobre un nuevo tema, es un inútil- reímos cuando Thiago puso cara de ofendido con la mano en su pecho también fingía gran sorpresa por la confesión de su amigo.

Llegamos a la biblioteca, la cual no es muy grande, cuenta con diez estantes pegados a la pared, cada uno cuenta con siete filas de libros, los más viejos arriba y los más nuevos abajo. Cerca de estos se encuentran varios sillones de vinil rojo y tres mesas con sillas de madera para seis personas, justo en la entrada un pequeño escritorio lleno de papeles, en medio de este una lámpara que apenas si daba luz a una mujer con lentes de media luna, está nos sonríe con un gesto amable de asentir su cabeza, su pelo se encerraba en un moño el cual parecía no haberse tocado durante días, vestía un uniforme con las letras Boston IDE, su significado era lejano a mi conocimiento, nos sentamos en una de las mesas mientras Dina y Thiago iban en busca de los libros que necesitan, Dina dijo que se encargaría de ponerme al tanto de la materia para los próximos exámenes aunque eso no es nada comparado con mi habitación, papá va a matarme.

-Bueno...-, habló Eitan-, cuenta que cosas te gustan hacer-. Thiago y Dina seguían con su tarea, yo iba a paso lento con la mía aunque ya estaba casi terminada, bueno algo.

-Mmm me gusta-, espere unos segundos para responder-, leer, escuchar música, tocar guitarra, ver películas nada fuera de lo normal-, encojo mis hombros, no era algo que hacía bien pero me gustaba hacerlo-, ¿Y a ustedes?-. Pregunte, Dina cerro su cuaderno y seguido Eitan, Thiago aun no terminaba.

-A mí me gusta experimentar, salir... no sé, no tengo uno definitivo, lo demás tenemos cosas en común-. Dijo Dina sonriente.

-A mí los autos, motocicletas, leer, cantar, hacer ejercicio y los videojuegos-. Sonrió Eitan.

-¡Uy! No tienes idea de lo horrendo que canta-, dijo Thiago cerrando su libro dando a entender que ya había terminado, Eitan volcó sus ojos en blanco y golpeó la parte de atrás de la cabeza de Thiago-, bueno a mi salir a patinar, la música, los autos... las historietas y no sé cuántas más.

-Fascinante-, sonrió Eitan-, nos llevaremos muy bien, eres interesante Suryen-, sonreí algo atontada, estos chicos eran un verdadero regalo. Los chistes, los chismes y algunos consejos de cómo sobre llevar las bromas de muchos estudiantes se hicieron presentes, el estar con ellos me hacía sentir en casa ¿pero que necesitaba? porque estaba vacía por dentro y no sabía el motivo. El tiempo no nos alcanzó para terminar de charlar, el timbre volvió a sonar con gran fuerza, anunciando el fin del día para nosotros en aquel instituto, con nuestras mochilas lista nos marchamos directo al estacionamiento.

(...)

-Ya la conocí es hermosa igual a su madre y a crecido-, era Kristen, la escuchaba cerca-. Sabía que saldría con ese sermón, aunque admito que me encantaría saber sobre mi madre y ella parece conocerla-, caminamos hacia el estacionamiento al mismo punto donde me había despedido de mi padre y sin duda ahí estaba papá con ella, ambos detrás de nuestro auto, papá no dejaba de sonreír como joven enamorado, no lo podía negar Kristen hasta el momento no me da motivos para odiarla además de ser una bella mujer papá no disimula su interés por ella-, mira aquí vienen.-, esta vez papá me sonrió nervioso, optando una postura rígida como niño mal portado ¿Qué pasa con él?.

-¿Cómo estuvo tu primer día de clases?-, lo abrase y bese su mejilla como respuesta, luego sonreí con suavidad-, veo que bien, conociste a los Morgan y a Thiago-. Asentí.

-Me fue bien gracias a ellos-, estos sonríen algo orgullosos-. Espero que a ti también-, lo mire con diversión para fijar la mirada en Kristen, asintió mirándolo de reojo sin captar mi indirecta y sonreí aún más.-, ¿los conocías?-. Esta vez me refería a todos en general.

-Sus padres, Kristen y yo somos viejos amigos, veníamos a la misma escuela, perdimos comunicación cuando tú y Dina tenían dos años-, Dina imita mi reacción se alzar los hombros, sin palabra alguna, debíamos charlar más. Chica a chica-, creo que ya conoces a Kristen.-, señalo a ella, nos miraba detenidamente nunca dejaba de sonreír. Asentí colocando un mechón de cabello detrás de mí oreja, aun sin saber cómo reaccionar le tiro una media sonrisa.

-Ya nos presentamos en mi clase, es una chica adorable-. Kristen sonrió yo solo sonreí con timidez nuevamente. Curioso ¿no?, conocer de nuevo a chicos que ya conocías, éramos muy pequeños pero era un nuevo encuentro del destino, un recuerdo atrapado en la memoria, quizás por eso se me hacen conocidos; ahora Kristen era mi pase a la verdad... ¿Quién y cómo era mi madre?. A veces trato de hablar de mamá con papá pero él solo me dice que no quiere hablar de ese tema, su cara expresa todo lo que su corazón quiere dejar salir pero este es orgulloso... justo antes de salir de la biblioteca me atreví a preguntarle a Thiago sobre su padre, este me confeso que Kristen siempre omite el tema, lo único que ha dicho de él es que los abandono... ¿raro verdad?. Lo único que puedo hacer es tratar de averiguar la verdad por medio de Kristen, será sencillo.

            
            

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