Contrato de amor: Un juego de seducción
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Capítulo 6 Cap 6

* * * * * * * * * * * * JADED * * * * * * * * * * * * *

-Pasa -le digo a Evan, cuando hemos llegado hasta mi departamento, y abro la puerta para él.

Aquel hace lo que le pido de forma inmediata. Luego, yo hago lo mismo que él y cierro la puerta después. Inmediatamente, al estar dentro de mi departamento, dispongo a dirigirme hasta la pequeña zona de lavandería que había en mi acogedor hogar para poder lavar la ropa con la que había caído a la fuente.

-Jaded, espera -escucho, de pronto, la voz de Evan; así que me detengo para girarme a verlo.

-Dime -le contesto serena; y aquel me sonríe dulcemente.

-¿De qué sabor quieres la pizza? -me pregunta sonriente.

-No sé -responde con total tranquilidad al encogerme de hombros-. La que tú desees está bien -le preciso.

-No... -alarga al tiempo en que (después de dejar su mochila en una de las sillas de mi pequeño juego de comedor) se dirige hacia el sofá (el cual estaba frente al mueble en el que estaba mi televisión y mi equipo de sonido) para poder sentarse o...

«Casi echarse», formulo en silencio cuando lo veo ocupar casi todo el sofá (tal y como era su costumbre). Verlo hacer ello, me causaba gracia; me gustaba que aquel se sintiera cómodo en mi casa, pero, sobre todo, ante mi presencia.

-Elige tú -determina cuando ha terminado de acomodarse en mi sillón para tres personas.

-En serio, Evan -articulo-. La que tú elijas está bien para mí -señalo muy segura.

-Bueno, como quieras -responde sonriente.

-Vale... -contesto en un suave murmuro para después, sonreírle natural.

-Pediré una especial -señala contenta-. Como para la ocasión -añade; y me doy cuenta de a qué se refiere.

-Me parece perfecto -contesto gentil; y luego, me giro nuevamente para poder ir hacia la zona de lavado.

-¡Jaded! -vuelvo a escuchar su voz; así que me detengo y me vuelvo a girar para observarlo.

-Dime -articulo al verlo con atención.

-¿Te encuentras bien? -interroga de pronto y, aquella pregunta, no me gustaba, ya que....

«Se supone, Jaded, que no debes ser evidente ante él», me recuerda mi subconsciente.

«Así que cambia de expresión... ¡ahora!», me demando en silencio.

«Eres su mejor amiga; debes estar feliz por él», concreto muy firme.

-¿Jaded?

-Sí -respondo de inmediato-. Sí -sonrío par él-. Estoy bien -sentencio firme-. Como te mencioné, estoy en otras ahorita -agrego-. Lo que pasa es que mi idea, creo -enfatizo en la última palabra-, es... muy buena -preciso con poca o nula humildad.

-Vaya... -sonríe mi mejor amigo-. Tu idea será el éxito, dices -bromea conmigo.

-Como todas las demás -respondo autosuficiente al encogerme de hombros-. No sé por qué te sorprendes -agrego; y, con ello, logro que aquel se ría un poco de manera ligera-. Bueno... -suspiro- ya regreso -le aviso; y estoy dispuesta a girarme otra vez.

-Jaded -me nombra; y yo lo miro fijamente.

-¿Qué pasa? -le interrogo al verlo fijamente; y veo que aquel también está haciendo lo mismo (lo cual me extrañaba y, de cierta manera, me hacía sentir... nerviosa)-. ¿Qué pasa? -le repito para que pudiera darme una respuesta cuanto antes y, así, dejara de observarme de la manera en la que estaba haciendo.

-Tu turbante... -precisa de manera sorpresiva.

-¿Mi turbante? -articulo en forma de pregunta al tiempo en que, por instinto, llevo ambas manos a mi cabeza para poder tocarlo- ¿Qué tiene mi turbante? -le pregunto al regresar mi mirada hacia él otra vez.

-¿Es nuevo? -pregunta de manera sorpresiva para mí, ya que Evan no solía prestar atención a ese tipo de detalles.

Solo bastaba con recordar la infinidad de ocasiones en las que estrenaba out fits diferentes (y recién adquiridos) para llamar su atención, pero nunca lo había logrado.

-Sí, es nuevo -le respondo de forma natural-. ¿Por qué? -agrego de pronto al ladear un poco mi cabeza y mirarlo con mi ceño, levemente, fruncido.

-Por nada -contesta relajado y sonriente-. Solo preguntaba -señala.

-Bien... -alargo en medio de un susurro-. Bueno... -exhalo con suavidad- pide la pizza y ya regreso en unos minutos para hablar -le digo; y aquel asiente.

Después de aquella corta conversación, me giro hacia la cocina y entro en ella para, después, seguir hasta el fondo y, así, llegar hasta la zona de lavado y secado de mi departamento. En aquel lugar, me dispongo a poner la bolsa (en la cual había guardado mi ropa mojada) sobre el fregadero blanco de porcelana para poder darle una lavada con agua y, después de ello, recién la metía a la lavadora para que la máquina pudiera hacer su magia.

-Bien... -susurro al desatar la bolsa de polietileno- hagamos esto rápido -me demando cuando he terminado de desatarla y, sin perder más tiempo, empiezo a sacar toda mi ropa mojada (incluyendo mi par de zapatillas).

-¡Jaded! -me grita Evan desde la sala de mi departamento.

-¡Qué! -le pregunto mientras coloco toda mi ropa en el fregadero.

-¡¿Qué quieres escuchar?! -me pregunta.

-¡Quiero algo tranquilo! -le indico a la vez en que me dispongo a abrir la llave del grifo de agua para poder comenzar a pre-lavar mi ropa.

-¡Voy a revisar tu cuenta de Spoti...! -me avisa.

-¡Vale! ¡Como quieras! -le contesto al interrumpirlo mientras sigo llenando un poco de agua en el fregadero (el cual estaba destinado, exclusivamente, para el pre lavado de mi ropa).

Luego de unos segundos, cierro la llave y me dispongo a lavar mi ropa y, en ese momento, empieza a sonar "You're beautiful" de James Blunt en todo mi departamento.

-Un clásico -comento en un susurro mientras me apresuro en lavar mi ropa.

-¿Qué haces? -oigo, de manera sorpresiva, la voz de mi amigo.

-Pre lavando mi ropa -le informo.

-Ya hice el pedido de la pizza -me indica al recostarse a un lado del fregadero para poder mirarme.

-¿En cuánto llega? -le pregunto.

-Aquí dice que en menos de diecinueve minutos -pronuncia al enseñarme la pantalla de su celular-. He pedido... -se queda callado de repente; y no entendía por qué.

-¿Evan? -articulo su nombre en forma de pregunta, pero aquel no responde nada; solo está... mirándome de manera curiosa e... inquisitiva al fruncir su entrecejo-. ¿Evan? -repito su nombre.

-Jaded... -susurra el mío al entrecerrar sus ojos para seguir escrutando, mucho más, en mí y... al mirarme de arriba abajo.

-¿Evan? -lo nombro un poco nerviosa cuando aquel recorre mi cuerpo con su mirada.

-Jaded... -repite mi nombre y luego, curiosamente, desvía su mirada hacia el fregadero en el que estaba lavando mi ropa- Un momento... -articula como sorprendido- ¿acaso tú no habías llevado puesta esta ropa cuando nos encontramos en la sala de piano? -cuestiona confundido al señalar la ropa que estaba lavando y al tiempo en que ha regresado su mirada a mí.

Ante lo que acaba de terminar de decir, me quedo callada-. ¿Jaded? -pronuncia como esperando que yo le responda.

«Dios...casi había olvidado que hoy lo vi en la sala de piano», preciso en mi mente, muy sorprendida.

«Vaya, ahora entiendo por qué se quedó observándome en la sala», añado en silencio.

«A aquel le extrañó verme con otra ropa porque, hace un par de horas, vestía otra; sin embargo, como es tan despistado, para él no fue tan evidente... hasta ahora», deduzco.

-Ah... sí -le respondo a la vez que, para no verlo, me giro hacia mi lavadora para abrir su tapa y, así, empezar colocar mi ropa en ella.

-¿Qué pasó? -cuestiona confuso-. ¿Por qué traes otra? -añade.

-Yo... tuve un pequeño accidente -le comento a la vez que empiezo a sacar la ropa del fregadero para acomodarla en la lavadora.

-¿Accidente? ¿Cómo que accidente? -interroga preocupado.

-Tranquilo, Evan -le pido al girarme a observarlo fijamente-. No te desesperes -preciso al escuchar el tono de voz que usaba.

-¿Qué pasó? -interroga muy interesado al verme.

-Yo... -exhalo lentamente y luego..., sonrío al recordar la escena- me caí a una fuente de agua -completo divertida; y, cuando le cuento mi anécdota, aquel empieza a reírse.

-Estás bromeando, Jaded -afirma sonriente.

-No, nada que ver -refuto a la vez que termino de meter mi polo en la lavadora para, inmediatamente, cerrar el electrodoméstico y programarlo-. Te estoy hablando muy en serio -le digo firme a la vez que pongo "play" a la lavadora para que empezara a hacer su trabajo.

-Pero... ¿cómo? -cuestiona un tanto incrédulo.

-Bueno... -suspiro al tiempo en que empiezo a caminar hacia mi cocina para poder salir de aquella zona y dirigirme, finalmente, hasta mi habitación- yo solo caminaba distraída por el parque y, sorpresivamente, alguien chocó conmigo de forma casual y, con ello, logró tirarme a la fuente de agua -le cuento cuando, de forma inesperada, empiezo a sonreír al recordar la cara de "Steven".

Aquel hombre de veintiochos años estaba aterrado al ver lo que había hecho (solo bastaba con ver su expresión para saber que estaba sumamente apenado).

-¿Estás bien? -escucho, nuevamente, la voz del hombre del cual estaba enamorada hasta los huesos.

-Sí, ¿por qué? -interrogo cuando he llegado hasta la puerta de mi habitación y, de forma rápida, me apresuro en abrirla.

-Porque me acabas de contar que alguien te ha tirado a una fuente de agua y, en lugar de molestarte, como la gente normal -enfatiza "gente normal"-, estás sonriendo -precisa con incredulidad.

-Es porque, después de todo, es gracioso que te tiren a una fuente de agua -determino al entrar a mi habitación y Evan entra detrás de mí.

-Bueno, en eso tienes razón -señala a la vez que se dirige a mi cama y se echa en ella.

Mientras tanto, yo solo me limito a caminar hacia mi armario, abrirlo y tomar un conjunto de pijama.

-Ahora entiendo lo de la ropa -precisa Evan al mirarme.

-Sí, tengo ropa nueva -manifiesto al observarme.

-¿Te la compraste tú? -interroga interesado.

-Ah... no -le contesto mientras empiezo a tomar un juego de toallas para bañarme.

-¿Fue el hombre o la mujer que te empujó? -interroga.

-Sí, fue él -le cuento cuando he terminado de sacar todo lo que necesitaba de mi armario-. Fue hombre -agrego al mirarlo.

-Hombre... -susurra él.

-Sí, hombre -reafirmo.

-Vaya, vaya -articula-. Tal vez, y ese hombre sea el futuro amor de tu vida -formula divertido al observarme.

-No digas tonterías, Evan -le digo al rodar mis ojos-. Solo fue un desconocido -le preciso.

-Tranquila, Jaded -contesta divertido-. Solo bromeaba -especifica.

-Bueno... -suspiro- voy a darme un baño -le informo-. ¿Esperas afuera por favor?

-Sí, claro -responde al levantarse de mi cama y caminar hacia la salida-. Te espero para comer pizza -me dice; y luego, se retira por completo.

Cuando ya estoy sola en mi habitación, coloco mi pijama sobre mi cama para después empezar a desvestirme y cubrirme con una toalla. Luego, coloco la ropa, que me acababa de sacar, en el cesto de ropa sucia y, finalmente, tomo la otra toalla que había sacado de mi armario para, inmediatamente, entrar a mi baño y darme una ducha.

No demoro más de 20 minutos en aquel cuarto de baño. Después de haberme aseado, salí con mi toalla, fui hasta mi cama, me empecé a vestir y, finalmente, había tomado la secadora para empezar a quitar de mi cabello todo rastro de humedad.

-¡Jaded! -me grita Evan desde el otro lado de mi puerta.

-¡Ya salgo! ¡Ya salgo! -le digo al tiempo en que apago mi secadora.

-Bien, sal rápido que la pizza se enfría -me pide.

-Vale, vale, ya voy -le digo mientras me veo en el espejo y acomodo un poco mi larga cabellera.

Luego de arreglar un poco mi cabello, salgo de mi habitación y voy hacia donde estaba Evan: hasta el sofá de mi sala.

-¿Qué estás viendo? -le pregunto.

-Superman -contesta-. ¿Está bien? -me pregunta; y yo asiento con mi cabeza.

-Lo que gustes -contesto al sentarme a su lado y, después, tomo una rebanada de pizza.

-Aunque mejor no -contesta a la vez que apaga la televisión.

-¿Qué sucede? -le pregunto curiosa.

-Jaded... -suspira al tiempo en que se gira hacia mí y me mira de forma atenta.

-¿Qué pasa? -vuelvo a interrogar al cubrirme la boca, ya que aún no terminaba de pasar el primer bocado de pizza que había llevado a aquella.

-Jaded -me nombra otra vez-, quería agradecerte por lo de hoy -señala; y no es tan difícil deducir a que se refería.

-No... fue nada -contesto al tratar de dar mi mejor sonrisa.

-Lo fue todo, Jaded -expresa muy sincero al seguir con su mirada fija en la mía-. Sin tus palabras, yo no me habría atrevido a acercarme a Carrie y decirle todo lo que sentía -detalla-. En serio, te lo agradezco -señala.

-En serio, no fue nada, Evan -respondo-. El mérito es tuyo por tener las agallas suficientes para hacerlo -le digo sincera.

-Sí, pero, de todas maneras, yo no lo habría hecho si tú no me hubieses animado a hacerlo -sentencia y, aquellas palabras, me hacían sentir un poco extraña.

-No fue nada -repito nuevamente al no saber qué más añadir.

-¿Sabes qué me dijo Carrie cuando le confesé lo que sentía por ella? -me pregunta y luego, noto que espera expectante mi respuesta.

-Ah... no... sé -contesto algo insegura-. ¿Qué te dijo? -le interrogo; y aquel me sonríe.

-Me dijo que, si bien estaba saliendo con el otro tipo, ella estaba interesada en mí -expresa muy contento-. Y bueno -suspira-, después, dijo que me quería también y, finalmente, le pedí que fuese mi enamorada y ella aceptó -cuenta muy rápido su historia.

-Vaya... -es lo único que articulo al imaginar el momento en el que Evan (por primera vez en su vida) se le declaraba a alguien.

-La quieres mucho... ¿no es así? -le pregunto en medio de un susurro y al mirarlo con... amor (lo cual no podía hacer).

-Sí -responde muy sincero-. Carrie es muy distinta a las otras chicas con las que he estado -señala-. Ella es... especial -la define.

-Wao... especial -repito en un ligero susurro; y luego, sonrío.

-¿Eso se escuchó muy cursi, cierto? -interroga.

-¿Qué? -articulo-. No, claro que no -declaro-. Es solo que...

-¿Es solo que...?

-Es solo que nunca te había visto así, Evan -le preciso; y aquel sonríe-. Se nota que Carrie te interesa mucho y que la quieres -añado.

-Sí -contesta él-. Ella es muy linda -agrega-. ¿A ti que te parece? -me sorprende con su pregunta.

-¿A mí? -cuestiono al tiempo en que aprovecho para pensar en qué decirle.

«Dios... era esto a lo que me temía», me recuerdo en silencio.

Yo temía a que llegara este día, ya que estaba segura de que Evan me haría esa pregunta, así como también recurriría a mí por si tuviese algún problema con Carrie en un futuro.

Yo... quería aconsejarlo bien; sin embargo, temía a que mi objetividad se vea bloqueada.

-¿Jaded? -escucho su voz; y eso me hace salir de mis cavilaciones.

-Sí, perdón -digo apenada-. Me distraje lo siento.

-Tranquila, no te preocupes -me responde-. ¿Te acuerdas de lo que te estaba preguntando? -interroga y yo no sabía qué responderle.

-Ah... sí -contesto finalmente-. Me preguntaste... qué me parecía Carrie, ¿cierto?

-Sí, Jaded -sonríe-. Eso te pregunté -afirma y, ene se momento, no sabía qué hacer.

«Dios... tengo que ser objetiva, tengo que ser objetiva», me demando.

«No puedo dejarme guiar por mis sentimientos. Tengo que ser objetiva», me ordeno en silencio.

«Tengo que ser objetiva, sí», señalo y, luego de ello, tomo la palabra.

-Bueno, Evan -respiro profundamente-. Carrie me parece una chica...

«Dígaselo», pienso de forma repentina y me detengo de hablar.

«Dígaselo. No pierde nada», retumban, en mi mente, las palabras de...

-Steven... -susurro.

                         

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