Aroma a cafe
img img Aroma a cafe img Capítulo 2 Café amargo - Parte 1
2
Capítulo 6 Cap 6 img
Capítulo 7 Cap 7 img
Capítulo 8 Cap 8 img
Capítulo 9 Cap 9 img
Capítulo 10 Cap 10 img
Capítulo 11 Cap 11 img
Capítulo 12 Cap 12 img
Capítulo 13 Cap 13 img
Capítulo 14 Cap 14 img
Capítulo 15 Cap 15 img
Capítulo 16 Cap 16 img
Capítulo 17 Cap 17 img
Capítulo 18 Cap 18 img
Capítulo 19 Cap 19 img
Capítulo 20 Cap 20 img
Capítulo 21 Cap 21 img
Capítulo 22 Cap 22 img
Capítulo 23 Cap 23 img
Capítulo 24 Cap 24 img
Capítulo 25 Cap 25 img
Capítulo 26 Cap 26 img
Capítulo 27 Cap 27 img
Capítulo 28 Cap 28 img
Capítulo 29 Cap 29 img
Capítulo 30 Cap 30 img
Capítulo 31 Cap 31 img
Capítulo 32 Cap 32 img
Capítulo 33 Cap 33 img
Capítulo 34 Cap 34 img
Capítulo 35 Cap 35 img
Capítulo 36 Cap 36 img
Capítulo 37 Cap 37 img
Capítulo 38 Cap 38 img
Capítulo 39 Cap 39 img
Capítulo 40 Cap 40 img
Capítulo 41 Cap 41 img
Capítulo 42 Cap 42 img
Capítulo 43 Cap 43 img
Capítulo 44 Cap 44 img
Capítulo 45 Cap 45 img
Capítulo 46 Cap 46 img
Capítulo 47 Cap 47 img
Capítulo 48 Cap 48 img
Capítulo 49 Cap 49 img
Capítulo 50 Cap 50 img
Capítulo 51 Cap 51 img
Capítulo 52 Cap 52 img
Capítulo 53 Cap 53 img
Capítulo 54 Cap 54 img
Capítulo 55 Cap 55 img
Capítulo 56 Cap 56 img
Capítulo 57 Cap 57 img
Capítulo 58 Cap 58 img
Capítulo 59 Cap 59 img
Capítulo 60 Cap 60 img
Capítulo 61 Cap 61 img
Capítulo 62 Cap 62 img
Capítulo 63 Cap 63 img
Capítulo 64 Cap 64 img
Capítulo 65 Cap 65 img
Capítulo 66 Cap 66 img
Capítulo 67 Cap 67 img
Capítulo 68 Cap 68 img
Capítulo 69 Cap 69 img
Capítulo 70 Cap 70 img
Capítulo 71 Cap 71 img
Capítulo 72 Cap 72 img
Capítulo 73 Cap 73 img
Capítulo 74 Cap 74 img
Capítulo 75 Extra 1 -Amor y perdón img
img
  /  1
img

Capítulo 2 Café amargo - Parte 1

* * * * * * * * * * * * * * * *

Austral

* * * * * * * * * * * * * * * *

-Bien, aquí vamos -menciono a la nada desde el balcón de mi habitación, desde el cual me puedo deleitar con un bello jardín lleno de rosales-. Otro día más -añado y tomo otro trago de café.

-Señorita Austral -escucho una voz muy familiar del otro lado de la puerta de forma repentina.

-Pase, George -le digo a mi amigo y chofer.

-Buenos días, señorita Austral -me sonríe.

-Buenos días, George -contesto al tornar mi mirada hacia él.

-Le quería decir que el auto ya está listo; así que puedo llevarla a la empresa cuando usted ordene.

-Muchas gracias, George. Pero sabes que esta fecha altera mis nervios y suelo renegar por todo; así que hoy no me llevarás. No quiero decir algo de lo que después me arrepienta -expreso sincera-. Tómate el día libre. Ve con tu familia. Dile a Sofía que también tiene el día libre; así que aprovéchenlo y salgan a divertirse hoy -le sugiero.

-Es usted muy amable, señorita Austral.

«Vaya. Así que este año no piensa refutar mi decisión», pienso.

«Eso es bueno y... tranquilizante»

-Y deja el formalismo por favor -le solicito-. Te conozco desde hace 25 años; sabes que eres más que mi chofer -le explico.

-Señorita Austral...

-Al menos por hoy -lo interrumpo; y este sonríe y asiente con la cabeza.

-Solo por hoy -acota y yo asiento-. Entonces ¿puedo retirarme ahora?

-Claro -le sonrío-. Espero verte en la fiesta.

-Ahí estaré con mi familia.

-Saluda a Sofi y a Brenda de mi parte -le pido.

-Así lo haré -indica y después, se retira.

Yo regreso mi mirada una vez más al extenso campo de rosales y doy un suspiro profundo.

-Solo deseo un día tranquilo -pido con toda sinceridad para después terminar mi café y salir de aquella enorme casa con dirección a la empresa.

Al llegar a ella, voy directamente a mi oficina.

-Buenos días...

-Buenos días, Cinthia -contesto al saludo de mi asistente-. Necesito que te tomes el día; no quiero a nadie cerca hoy -le digo firme, ya que no exageraba cuando decía que, un día como hoy (la fecha del accidente de mi abuelo hace 13 años), mis nervios se exacerbaban-. Solo necesito que me traigas el informe mensual del área legal y lo dejes sobre mi escritorio; luego, te tomas el día -señalo y entro a mi oficina sin esperar respuesta alguna.

Coloco mi cartera y mi abrigo en sus lugares y después voy a tomar mi lugar para empezar a trabajar. Sin embargo, la pronta presencia de mi asistente en mi oficina, me sorprende.

-¿Ya tienes el informe? -pregunto al levantar mi mirada hacia ella.

-Sí, el informe estará listo en 15 minutos. Martin los traerá -me explica.

-Bien... ¿entonces? -pregunto para que prosiga hablando; sin embargo, no dice nada-. ¿Qué pasa? -pregunto un poco impaciente.

-Señorita, yo me quedaré -contesta nerviosa y aquello se me hace extraño.

-He dicho que te vayas -respondo tajante al mirarla directamente a los ojos.

-Señorita, es que yo querí...

-¿No he sido clara, Cinthia? -interrogo seria- Tómate el día -preciso con el mismo tono y con cierto ápice de molestia.

-Es que señorita...

-"Es que" qué, Cinthia -contesto un poco impaciente, ya que lo único que deseaba era que se fuera para empezar a trabajar tranquila.

-Es que...

-Habla ya por favor -le pido un poco exaltada y veo cómo esta se sobresalta y, ante aquello, no puedo evitar sentirme apenada, pero, aun así, mi impaciencia no desaparecía. Y, antes de volver a hablar, inhalo y exhalo profundo un par de veces-. Cinthia, por favor, dime lo que tengas que decir y ve a tu casa -le pido con la mayor serenidad posible-. Y discúlpame por haberte gritado; lo lamento mucho.

-No se preocupe, señorita. Sin embargo, no puedo irme... -menciona muy nerviosa.

-¿Qué está pasando? -pregunto intrigada.

-Quiero decirle que tengo mi carta de renuncia ya hecha y que, por fa...

-Espera... ¿Renuncia? -menciono sorprendida- ¿Cómo que "renuncia"? ¿Por qué renuncias? ¿De qué me estás hablando?

-Señorita, lo lamento mucho -empieza a llorar y aquello me estaba preocupando.

«¿Tan mala jefa seré?», pienso mientras me paro de mi asiento y apoyo ambas manos sobre mi escritorio.

-Cinthia, sé que no soy la jefa que alguien quisiera, pero, en serio, te necesito. Llevo trabajando contigo desde que empecé a hacer mis prácticas aquí y te tengo mucha confianza.

-Por favor, señorita, no siga.

-Cinthia, por favor -le pido-. No sé en dónde podría encontrar a alguien tan eficiente como tú -añado; y esta empieza a llorar desconsoladamente.

-No puedo quedarme -llora más fuerte-. Olvidé enviar el contrato de los Canarias en la fecha correspondiente y ahora ellos me están diciendo que quieren reunirse con usted para acordar los nuevos términos para la renovación y están pidiendo duplicar sus beneficios netos -me explica y, con aquella información, lo único que deseaba era despedirla de inmediato.

-No pueden hacer eso -digo más para mí-. Francke Canarias me dio su palabra, hace una semana, de que no se cambiarían los términos del contrato. Sus hijos no pueden hacer esto -me digo muy segura-. ¡No porque haya muerto, sus hijos pueden hacer lo que les plazca! -expreso muy molesta.

-Señorita, lo lamento... -continúa llorando

-¡Y a mí no me sirven tus lamentos!

-Perdón yo...

-¡Deja de llorar! ¡Lávate la cara! ¡Y ve por tus cosas! -le demando-. Antes de que te despida, debemos solucionar un poco de lo que has hecho -añado severa-. ¡¿Qué esperas?! Ve por tus cosas para ir a la empresa esa -le digo alterada y esta sale corriendo del lugar.

-Tranquila, Austral, tranquila -me pido al practicar mis ejercicios de respiración para calmarme, aunque sea un poco-. Ellos te necesitan más que tú a ellos; así que no pueden exigir. No pueden -señalo muy segura y, de inmediato, tomo mi cartera y mi abrigo para ir rumbo a la empresa de los Canarias.

            
            

COPYRIGHT(©) 2022