Capítulo 9 Ella ha cambiado

"¿En serio? Entonces, ¿cuándo puedes venir a visitarme?", preguntó Magda expectante, mientras se acercaba el celular a la oreja con una tierna sonrisa.

Lucian empezó a sentirse inquieto y parecía que Giselle se había quedado también en silencio en el otro extremo de la línea.

Segundos después, ella finalmente habló: "Abuela, en este momento estoy muy ocupada con algunas cosas. Pero iré a visitarte cuando pueda".

"De acuerdo...". Había un toque de decepción en la voz de Magda. Luego dejó escapar un suspiro y comentó: "Si no puedes visitarme, no importa. Pero tú y Lucian están casados hace tiempo. ¿No crees que ya es hora de pensar en tener un hijo?".

Una vez más, Lucian enmudeció. Giselle, al otro lado de la línea, también pareció ser silenciada.

Cuando Magda vio a su nieto alcanzar su celular, lo reprendió severamente: "¡Siéntate y no digas nada!".

"Pero abuela...".

Se podía oír claramente la desesperación en la voz de Lucian.

Al escucharlo, la actitud de Giselle cambió. No esperaba que él estuviera presente durante esa conversación telefónica. Mirando a la gente en la sala de reuniones, ella le respondió a Magda con voz seca: "Abuela, eso no está completamente en mis manos. Ahora tengo que atender un asunto. Debo colgar. Adiós".

Sin esperar respuesta de la anciana, colgó.

Ese abrupto final dejó a Magda momentáneamente desconcertada. Esa era la primera vez que Giselle cortaba su llamada. Rápidamente, le dio una mirada inquisitiva a Lucian.

"¿Qué está pasando? ¿Hay alguna pelea entre ustedes dos?", preguntó.

El hombre se quedó sin palabras. Frotándose la frente con impotencia, respondió: "¿Cómo puede ser eso posible, abuela? Sabes que ella suele ser muy tranquila y reservada. Debe estar ocupada con algo importante. Tal vez por eso le resulta complicado conversar contigo ahora".

Magda lo miró con incredulidad, pero no notó nada extraño. Quizás solo había malinterpretado la situación. Sin embargo, al recordar las últimas palabras de Giselle antes de colgar la llamada, su rabia despertó una vez más.

"Ahora entiendo. ¡Todo depende de ti! Dime, ¿cuándo planeas tener un hijo con Giselle?".

Una vez más, el joven no pudo decir ni una sola palabra. Ni siquiera sabía cómo afrontar esa situación. Sintió un leve dolor de cabeza cuando se frotó las sienes y dijo: "Abuela, dame un poco más de tiempo. Una vez que resuelva los asuntos en la empresa, podremos empezar a pensar en un bebé, ¿de acuerdo?".

"No vuelvas a ponerme esa estúpida excusa. Solo responde, ¿cuándo demonios solucionarás esos asuntos? ¡Quiero noticias sobre el embarazo de Giselle dentro de un año o dejarás de ser mi nieto!".

Durante la cena, Lucian fue sometido a una oleada de reproches y reprimendas. Solo después de prometer cumplir su palabra pudo apaciguar a su abuela.

Dos horas más tarde, él finalmente abandonó la mansión de los Clifford.

Mientras conducía, las luces de las farolas de la calle parpadeaban contra el parabrisas de su auto. Incluso a través de las ventanas cerradas se filtraban ocasionalmente fragmentos de música a todo volumen de los establecimientos cercanos.

A lo largo del camino, algunas parejas se abrazaban. Inesperadamente, en la mente del hombre surgieron los afectuosos abrazos de Giselle en el pasado, que por supuesto, él siempre ignoró.

Inesperadamente, esa mujer se convirtió en la CEO del Grupo Murphy. El recuerdo de ella confrontando a Collin en esa sala privada del restaurante pasó por su mente y su expresión se agrió. El engaño era algo que jamás podría soportar. Sin embargo, su mujer, que pronto sería su exesposa, lo engañó durante tres años.

Luego de que se firmaran oficialmente los papeles del divorcio, cada uno tomaría caminos separados.

Tres días pasaron en un abrir y cerrar de ojos.

Al salir de su automóvil, Giselle vio una llamativa figura con un traje negro esperándola en las puertas de la oficina de asuntos civiles. Enseguida, su mirada se volvió fría.

Por lo visto, Lucian ya había conseguido un nuevo donante de sangre para Erin. ¿Qué otra cosa podría explicar su afán por divorciarse de ella?

Cuando él se giró, vio a la joven con unos tacones blancos, una blusa a juego y una falda rosa ceñida, caminando a su encuentro.

Sus lentes de sol solo acentuaban la atracción de su ya hermoso rostro.

Lucian fue tomado por sorpresa. Hacía mucho tiempo que no veía a Giselle vestida así.

En el pasado, siempre la veía usando ropa de casa, algo que le disgustaba mucho. Sin embargo ahora, ella era una mujer hermosa y además vestida a la moda.