Capítulo 4 Muestra pública de afecto

El rostro de Henry se ensombreció.

"¿Qué acabas de decir?".

"¡Me has oído bien!", dijo Matthew con indiferencia. "Eres irrespetuoso con las empleadas de esta empresa. Y no vamos a seguir colaborando contigo. Solo son piezas de piano. Debería ser fácil conseguir otro pianista".

Mientras Stella miraba la ancha espalda de Matthew, sus ojos brillaban de gratitud.

Era todo un caballero. Su esposa era una mujer afortunada.

Henry se quedó con la boca abierta; parecía totalmente avergonzado.

Al segundo siguiente, perdió la calma. Se levantó de un salto, salió furioso y cerró la puerta de un portazo.

Los demás empleados abandonaron sus mesas y torcieron el cuello para mirar a la puerta de la sala de reuniones.

En cuanto Matthew salió, regañó a Luna delante de los demás.

"¿No sabías que debías investigar los antecedentes de Henry Scott antes de ofrecerte a trabajar con él? Como profesional de las relaciones públicas, deberías saber que cualquier paso en falso puede llevar a un desastre y puede causar problema a la empresa".

Bajando la cabeza, la chica se disculpó repetidamente.

"Lo siento mucho, señor Clark. Le prometo que esto no volverá a suceder. La próxima vez, me aseguraré de llevar a cabo una investigación exhaustiva".

Lo último que ella esperaba era que su asqueroso truco le saliera por la culata. Estaba al borde de las lágrimas mientras se preguntaba cómo Stella era capaz de escabullirse de esto.

Después de mirarla durante un buen rato, Matthew observó todas las caras de la oficina y dijo:

"Que esto les sirva a todos de advertencia. Su trabajo es mejorar la imagen de la marca y resolver las crisis, no causar líos. Si no pueden hacer bien su trabajo, presenten su dimisión y acudan al Departamento Financiero a por su indemnización".

No habló en voz muy alta, pero su tono fue firme e intimidatorio, haciendo que todos se estremecieran.

Nadie se atrevió a levantar la vista ni a hablar.

Luna no pudo evitar sentir que la advertencia de Matthew iba dirigida a ella. Apretó los puños y asesinó a Stella con la mirada.

Su jefe nunca la había llamado la atención, y mucho menos en público. Las cosas solo cambiaron después de que Stella comenzara a trabajar aquí.

Luna creía que Stella debía de haberle hablado mal de ella en la sala de reuniones. Al pensar en esto, el odio hacia ella se cuadruplicó. Su sangre hervía como si alguien hubiera encendido una antorcha en sus venas.

Matthew se marchó después de decirles lo que pensaba.

A su paso, se hizo un gran silencio en la oficina. Todos los empleados estaban conmocionados y seguían su jornada en vilo.

Horas más tarde, faltaban pocos minutos para la hora de cierre. Stella sacó su celular y entró en el chat de Maverick y ella.

Sus dedos se posaron sobre el teclado mientras reflexionaba. Finalmente, decidió invitarlo a cenar.

Aunque su matrimonio no era por amor y ella no había querido casarse con él, pensó que podría conocerlo mejor, ya que no había vuelta atrás.

Estaba a punto de darle a enviar cuando de repente sonó su teléfono.

Era una llamada de Oliver.

Stella contestó.

En cuanto se acercó el teléfono a la oreja, él le contó sus planes.

"Stely, he reservado mesa en el restaurante Joyful. Nos vemos esta noche a las siete y media".

"Pero yo ya...".

El hombre la interrumpió:

"Nada de peros, Stella. Has estado fuera mucho tiempo. Tenemos que celebrar tu regreso. Antes de que se me olvide, Juliette también estará allí. No nos dejes tirados. Si te niegas, conduciré hasta tu empresa y te arrastraré yo mismo".

Oliver no era de los que decían las cosas por decir. Su tono indicaba que iba a cumplir su amenaza.

Stella aceptó.

"De acuerdo, llevaré a Maverick conmigo".

A Oliver no le caía bien su esposo, y nunca lo ocultó.

"Tranquilízate".

Después de colgar, Stella borró el texto escrito y escribió uno nuevo.

Lo leyó un par de veces. Después de asegurarse de que no había cometido ningún error en la ubicación y la hora, le dio a enviar.

Instantes después recibió una respuesta.

"Está bien, nos vemos allí".

Stella miró la hora después de recibir el mensaje. Era hora de salir del trabajo. Entonces se dirigió directamente al restaurante.

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En el restaurante Joyful, Stella vio a alguien saludándola tan pronto como entró. Era Oliver. Estaba sentado con su novia, Juliette Davis, en una mesa grande.

Oliver estaba inclinado muy cerca de ella y la miraba como si se la quisiera comer.

A Stella no le sorprendió. Cuando se sentó frente a ellos, dejó su bolso sobre la mesa y bromeó:

"¿Pueden dejar de poner celosos a los demás con su muestra pública de afecto?".

Juliette jugueteó tímidamente con sus largos rizos, parecidos a los de Stella. Alzó las cejas y bromeó:

"Puedes hacerlo tú también con tu esposo". Después de decir eso, miró detrás de Stella y preguntó: "¿No se suponía que ibas a venir con él? ¿Dónde está? ¿Le da vergüenza porque es la primera vez que nos vemos?".

Stella agarró el menú y respondió:

"Está de camino".

"¡Más le vale!", resopló Oliver. "Parece que le gusta dejar plantada a la gente".

Su descontento con Maverick era evidente y no disimulado.

Stella le dirigió una mirada asesina y se puso el dedo índice sobre los labios.

"¡Cállate!". Dejó el menú y le dirigió una mirada más dura. "Será mejor que te portes bien cuando llegue. No busques pelea, ¿sí?".

El hombre apretó los labios y no dijo nada.

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Eran ya las siete y media cuando Matthew llegó al restaurante.

Antes, su esposa le había mandado un mensaje diciendo que necesitaban hablar cara a cara.

Pensando en que ella estaba con otro hombre en el aeropuerto, tecleó un gran no.

Pero por fin asintió tras pensar que lo mejor era escuchar primero una explicación de ella.

Matthew entró en el restaurante con sentimientos encontrados.

Localizó la mesa que su esposa había mencionado en el mensaje. Para su mayor sorpresa, vio al mismo hombre que había visto en el aeropuerto esta mañana. Este sujetaba el cuello de una mujer mientras la besaba apasionadamente.

La cara de la mujer no era visible desde donde estaba Matthew debido a su larga melena rizada.

El rostro de este se contorsionó y las venas de su frente palpitaron.

¿Lo había planeado su esposa?

Quería exhibir a su amante para enfadarlo, ¿verdad?

El calor recorrió sus venas mientras cerraba las manos en puños y casi aplastaba su teléfono. Justo cuando estaba a punto de enfrentarse con aquellos dos tortolitos, oyó por detrás la voz de su nueva empleada.

"¡Qué coincidencia, señor Clark! ¿Qué hace aquí?".