Capítulo 5 El consejo de la abuela

Stella regresó del baño y se encontró con que su esposo aún no había llegado. Volvía a la mesa cuando vio a su jefe.

Lo saludó, pero se dio cuenta de que él tenía la cara larga.

Matthew respondió:

"Vengo a reunirme con un socio".

"Ah, bueno". Intuyendo que no estaba de humor para hablar, ella no dijo nada más.

Él, por su parte, se dio la vuelta y se marchó sin mirar atrás.

Al volver a la mesa, Stella miró la hora. Ya eran las siete y cuarenta. Maverick llevaba treinta minutos de retraso.

Frunciendo el ceño, sacó su celular y leyó el mensaje que le había enviado. No había ningún error en la dirección ni en la hora.

¿Por qué no había llegado? ¿La estaba dejando plantada otra vez? ¿Qué problema tenía este hombre? ¿No tenía interés en conocer a la mujer con la que estaba casado? ¿La odiaba incluso antes de conocerse?

Mientras su mente se llenaba de preguntas, un sentimiento de tristeza la invadió.

El filete que se estaba comiendo le sabía insípido. Después de tragar un bocado con fuerza, dejó el cuchillo y el tenedor y le envió otro mensaje.

"¿Dónde estás? Estás tardando mucho. Si esta noche no te viene bien, dímelo y acordamos otro día y hora".

A Oliver le dolió un poco el corazón cuando vio que el humor de Stella se apagaba. Así que odiaba aún más a Maverick. Golpeando su vaso contra la mesa, maldijo con rabia:

"¡Maverick es un imbécil! ¿Cómo se atreve a darte esquinazo dos veces el mismo día? Te mereces algo mucho mejor, Stella. Divórciate de él".

"¡Shhh! Deja de echar leña al fuego". Juliette intervino y lo hizo callar con la mirada.

El hombre sacudió la cabeza con decepción y cerró la boca, aunque quería seguir maldiciendo.

Mientras tanto, Juliette se volvió hacia Stella y la consoló:

"No te pongas triste, Stella. Tal vez le haya surgido un imprevisto".

Desde que Oliver y ella se habían enamorado a primera vista, creía que el amor verdadero podía sucederles a Stella y su esposo. Pero también reconocía que no sería fácil al principio.

Stella asintió en silencio. Volvió a mirar su celular.

Su esposo aún no había respondido a su último mensaje.

¿No lo había visto o la estaba ignorando?

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La intención de Matthew de enfrentarse con su esposa y al novio de esta se había visto frenada por la repentina aparición de Stella.

Parecía que ella también había ido allí a cenar. Por alguna razón, no quería que supiera que tenía problemas matrimoniales.

Matthew se dirigió al parqueadero; parecía que iba a explotar en cualquier momento. Acababa de entrar en su auto cuando el teléfono le empezó a vibrar.

Lo sacó y vio que su esposa acababa de enviarle un mensaje.

Sus cejas se fruncieron en cuanto lo leyó.

¿Se había vuelto loca? Acababa de verla besando a otro hombre en público y se atrevía a enviarle un mensaje como si estuviera impaciente por verlo.

Qué mujer tan pretenciosa.

Matthew había vivido lo suficiente como para encontrarse con todo tipo de mujeres. Muchas habían hecho cosas escandalosas, pero ninguna se acercaba a lo que acababa de hacer su esposa. Casi pierde los papeles en público.

Estaba muy enojado. Tiró el teléfono a un lado, arrancó el auto y salió de allí a toda prisa.

Hirviendo de rabia, dio un largo paseo por la ciudad. Ya era muy tarde cuando llegó a casa.

La primera persona que vio al entrar en su mansión fue a su abuela, Lucia Clark. Estaba sentada en el sofá con el ceño fruncido.

"¿Dónde has estado? ¡Mira qué hora es! ¿Por qué llegas tan tarde?".

Con la chaqueta del traje colgada del hombro, su nieto miró el reloj que señalaba su abuela y luego suspiró.

"Abuela, ¿qué haces aquí? ¿No deberías estar ya en la cama?".

"¿Te atreves a hacerme esa pregunta?". La anciana dio una palmada en el reposabrazos del sofá de cuero y le lanzó una mirada intensa. "El abuelo de Stella me ha dicho que no la recogiste en el aeropuerto. ¿Dónde demonios has estado? ¿Y por qué me has mentido? Ahora eres un hombre casado. ¿Cómo puedes ser tan irresponsable?".

Una pizca de impotencia brilló en los ojos de Matthew.

"Abuela". Él dejó despreocupadamente su abrigo en el sofá y se sentó junto a ella.

Tras un leve titubeo, le contó todo lo que había visto hoy en el aeropuerto.

Por fin, suspiró y añadió en tono sincero.

"Abuela, mi padre tuvo muchas amantes en vida. Sus aventuras sexuales provocaron mi nacimiento. Aunque todos me vean como el heredero de la familia, sigo siendo un hijo ilegítimo".

"Matthew...". Su abuela lo llamó en un tono suave, sintiéndose apenada.

Sabía por lo que había pasado. Como siempre, sentía lástima por él.

Matthew se apretó las rodillas mientras continuaba:

"Por eso he jurado no parecerme en nada a mi padre. Pienso ser fiel a mi esposa y espero que ella haga lo mismo. No puedo soportarlo si no estamos de acuerdo".

Hubo un momento de silencio cuando terminó de hablar.

Después de pensarlo un rato, Lucia dijo:

"Ya me conoces. No hago las cosas sin investigar debidamente. Lo hice antes de conseguir que te casaras con Stella. No es una mujer promiscua. En todo caso, es educada y correcta. Debe haber algún tipo de malentendido".

Su nieto frunció los labios y no dijo nada.

"Por favor, no te rindas todavía. Tienen que hablarlo cara a cara", sugirió ella. "Como nunca han salido juntos, primero deberían dedicar más tiempo a intentar crear un vínculo. Tómense las cosas con calma, ¿sí?".

Matthew no sabía qué decir a eso, así que cambió de tema.

"Se está haciendo muy tarde. Le pediré al chófer que te lleve a casa. No tienes que preocuparte por mí".

Lucia quiso presionar, pero cuando vio sus ojos hundidos y las líneas de cansancio de su frente, se tragó sus palabras.

Después de mandar a su abuela a casa, Matthew se tumbó en su cama de matrimonio.

Cerró los ojos. Pero la imagen de aquellos dos besándose apasionadamente seguía apareciendo en su mente. No podía quitársela de la cabeza por más que lo intentaba. En ese momento, se sentía vacío y entumecido.

Este matrimonio no parecía que fuera a funcionar. Quizá había llegado el momento de divorciarse.