Capítulo 7 Invitada problemática

El fin de semana pasó volando. A las ocho de la tarde, el Hotel Internacional Prosperity estaba iluminado y bullía de vida.

Allí se celebraba el banquete del trigésimo aniversario del Grupo Prosperity.

Los autos de lujo se alineaban en la entrada del hotel. Varios hombres de negocios y famosos de todo el país acudieron con sus hermosos y caros trajes.

En la sala de banquetes, los peces gordos se reunían de cinco en cinco y de seis en seis para discutir y brindar unos por otros.

Stella recorrió la sala para asegurarse de que todo estaba en orden.

En ese momento, un Porsche blanco se detuvo en la entrada.

Un aparcacoches se adelantó inmediatamente y abrió la puerta del auto. A continuación, ayudó a la despampanante mujer a bajar.

Vivien llevaba un vestido de noche color rosa con la espalda al descubierto. Llevaba el pelo rizado peinado hacia un lado. Así, su espalda estaba a la vista de todos.

El ajustado vestido ceñía su curvilínea figura. También mostraba un generoso escote.

Con aire majestuoso, se sujetó el dobladillo del vestido y subió los escalones. Sonrió a las cámaras, que se volvieron para enfocarla.

En cuanto entró en el salón, lo recorrió con la mirada en busca de Matthew, pero no vio por ningún lado. Se mordió el labio inferior, decepcionada.

En ese momento vio a alguien que parecía miembro del personal junto a una mesa. Se acercó a ella y le preguntó:

"¿Dónde está Matthew?".

Al oír su tono arrogante, Stella dejó inmediatamente de hacer lo que estaba haciendo.

Se dio la vuelta y vio que era Vivien. Sonriendo, le contestó:

"El señor Clark está ocupado, así que aún no ha llegado".

"¿Dónde está mi asiento?", preguntó la otra con impaciencia.

"Por aquí, por favor".

Stella le hizo un gesto hacia la izquierda y la condujo a una mesa.

Al ver dónde iba a sentarse, Vivien enloqueció de inmediato.

"¡Tienes que estar de broma! ¿No sabes quién soy para Matthew? ¿Cómo has podido ponerme en esta mesa tan apartada? ¿Qué pretendes? Lo has hecho a propósito, ¿verdad?".

Stella explicó en un tono cortés pero firme:

"A cada invitado se le ha asignado un asiento después de una cuidadosa consideración. No favorecí a nadie por encima de nadie".

Matthew era un hombre casado. Nunca había admitido que tuviera algo romántico con Vivien. Como tal, Stella asignó a Vivien la mesa que se merecía. Se hizo exactamente como ella hizo el resto.

"¡No me vas a engañar!". Vivien no lo toleraba. Levantó deliberadamente la voz para llamar la atención. "Me asignaste intencionadamente la peor mesa, ¿y se supone que tengo que estar de acuerdo? Como no has reconocido tu error, haré que te despidan".

Stella mantuvo los labios sellados y su educada sonrisa impasible, como si no la estuvieran amenazando.

Su indiferencia molestó aún más a Vivien, que preguntó con desprecio:

"¿Cómo te llamas?".

"¡Se llama Stella Anderson!".

Una voz grave se oyó de repente desde la puerta.

Lo que Stella iba a decir se le quedó en la punta de la lengua.

Al instante, la sala se quedó tan silenciosa que se podía oír caer un alfiler. Todas las cabezas se giraron en la dirección de la que procedía la voz.

La alta figura de Matthew no tardó en aparecer. El traje bien planchado que llevaba le daba un aspecto elegante.

Emanaba un aura fuerte.

La cara de Vivien cambió al verle. Se abalanzó sobre él y le dijo coquetamente:

"¡Menos mal que estás aquí, Matthew! Mira el asiento apartado que me han asignado. Si me siento aquí, no voy a poder verte durante toda la fiesta. Quiero sentarme a tu lado, ¿sí?".

Mientras hablaba, le tendió la mano.

Él la esquivó con facilidad. Su voz seguía siendo grave al hablar:

"No se pueden hacer cambios en la disposición de los asientos. Si no quieres sentarte aquí, puedes irte".

Vivien abrió la boca de par en par. Parpadeó como si algo la hubiera golpeado en la cara.

Los demás invitados la miraron regodeándose.

Al sentir las miradas burlonas procedentes de todas direcciones, el rostro de la mujer se puso rojo. Bajó la cabeza avergonzada.

Mirando fijamente la espalda de Matthew, Stella respiró aliviada.

Él se alejó. Tras tomar asiento, tomó el panfleto que contenía el orden de la fiesta y comenzó a leerlo.

Neville Pierce, que lo había estado siguiendo en silencio, se relajó en su silla.

Apoyó la barbilla en la mano. Después de mirar fijamente a Matthew durante un rato, le dio un codazo.

"Oye, ¿no volvió ayer tu esposa? ¿Recuerdas que dijiste que nos la presentarías? ¿Por qué no lo has hecho? ¿Nos la estás ocultando? ¿Ya no quieres que la conozcamos?".

Neville miró a Vivien cuando terminó de hablar. Como resultado, no se dio cuenta de que la cara de Matthew se ensombreció y su mirada se volvió gélida.

"Veo que Vivien se empeña en ser una pesada. Si hubieras traído aquí a tu esposa, le habrías transmitido un mensaje claro". Neville se lamió los dientes.

Matthew cerró el panfleto y recobró su habitual indiferencia.

"Mi esposa está muy ocupada".

Lo último que quería hacer ahora era hablar de ella.

Además, Neville era un charlatán.

"¡No digas tonterías!", se burló este. Después de frotarse la barbilla un rato, agregó: "¿Estás enamorado de otra?".

Matthew levantó la vista, confundido.

"No me culpes. Tengo que preguntar, pues es la primera vez que defiendes a una mujer como lo acabas de hacer", dijo el otro mientras levantaba la barbilla en dirección a Stella.