El sonido de un teclado se escuchaba por toda la habitación qué se encontraba a oscuras, en las múltiples pantallas que eran la única fuente de luz se veían símbolos y códigos que solo el joven de cabello color miel frente a ellas podía entender, sus ojos de iris dorado se movían conforme el cursor avanzaba con la rapidez en la que sus dedos teclean una y otra vez.
- Ya casi - murmuró eufórico mientras insertaba los últimos códigos.
En cuanto sus dedos se detuvieron un sin fin de archivos se abrieron ante sus ojos, haciendo que el joven brincara de alegría, no podía creer que después de cinco años por fin tenía a ese bastardo en sus manos. Estaba a punto de abrir el primer archivo cuando el sonido de su alarma resonó en toda la habitación avisando la hora con puntualidad.
Hoy era su primer día de universidad y no planeaba llegar tarde. Apagó la alarma y corrió rápido al cuarto de baño para darse una ducha, se vistió lo más abrigado posible; ya que, por ser principios de febrero, el clima aún se encontraba frío y la noche anterior había estado nevando. Tomó su mochila y se vio por última vez al espejo, se colocó el abrigo, la bufanda y el gorro a juego color café claro, que hacia resaltar su cabello, su flequillo estaba bien peinado y sus mejillas tenían un lindo color rosa, se colocó un poco de bálsamo labial e inhaló una enorme cantidad de aire, podía hacerlo, era un nuevo comienzo.
Su apartamento solo quedaba a tres calles de la universidad, lo había elegido por esa razón, además la compañía de su hermano mayor también quedaba relativamente cerca, al igual que su apartamento.
Aún recordaba cuando llegó hace cinco años a la puerta de su casa, con una maleta pequeña de mano y su mochila de la escuela. Nunca creyó que su hermano lo recibiría, hacía años que no hablaba con él y cuando iba de visita a casa no tenían mucho contacto. Se había colado en el cuarto de su hermana para buscar la dirección antes de irse. Puesto que, la relación entre sus dos hermanos mayores era muy buena, el único lastre siempre había sido él. En todo el camino se había devanado los sesos pensando si ir o no, ya que no tenía ningún otro lugar a donde ampararse, podía pagarse un hotel, pero sus ahorros no duraría ni un mes, por ese motivo la mejor opción era pedirle misericordia a su hermano y que lo dejara quedarse al menos seis meses, en lo que encontraba un trabajo de medio tiempo y reunía el suficiente capital para alquilar una habitación y mantenerse por su cuenta. Luego vería la manera de seguir con sus estudios.
Después de varias horas en el tren, llegó a la puerta se había sentido intimidado, no era tan lujoso, pero era más de lo que un estudiante universitario común podía costear, estaba seguro que ese apartamento era pagado por sus padres. Le tomó casi media hora tener el suficiente valor para tocar el timbre. Las manos y las piernas le temblaban, en realidad no le habían dejado de temblar en todo el camino, su corazón latía con rapidez del miedo a que Demian también lo abandonara aunque no le extrañaría que lo hiciera.
Iba a tocar el timbre por segunda vez, cuando escuchó el familiar "clic" del seguro, al abrirse la puerta divisó a un chico alto de cabello dorado un tanto adormilado, se detuvo en el umbral de la puerta, mientras trataba de deshacerse del sueño frotando los ojos, estaba medio desnudo, con solo un pantalón suelto color azul, cuando por fin enfocó la vista en él, su ceño se frunció con extrañeza.
- Devon ¿Qué diablos haces aquí? - Su voz había sonado ronca, pero firme. El corazón de Devon empezó a latir más fuerte y un nudo en la garganta se había instalado sin previo aviso, trago con fuerza dos veces antes de hablar.
- Ho... hola hermano - saludó con nerviosismo - ¿Cómo has estado? - Demian aun lo miraba con el ceño fruncido y ahora hasta se había cruzado de brazos - Yo... bueno yo... no estoy muy bien - empezaba a temblarle la voz - no... no tengo a donde ir - dijo un poco cohibido, su hermano, un alfa dominante de un metro ochenta y siete era imponente, casi tan imponente como su padre, era normal que se sintiera intimidado.
Escuchó el resoplido frustrado de Demian, él tampoco lo quería, le tocaría ir a un hotel, buscar lo más pronto posible un empleo que le pueda dar alojamiento, comería lo más barato que pudiera encontrar para ahorrar dinero y... Las lágrimas amenazaban con salir, tragó saliva de nuevo esta vez con gran dificultad.
- No digas ridiculeces deja ya tu berrinche y vuelve a casa, mamá debe estar preocupada.
- No - dijo con voz temblorosa sin poder soportarlo más - mamá no esta preocupada porque ella me hecho de la casa después de decirle que el tonto Alfa al que me intentaban vender quiso violarme - las lágrimas y el llanto ya no se podían detener - no tengo a donde ir y solo tengo un poco de dinero que solo me duraría un mes, si no encuentro un trabajo que me de alojamiento, me tocara dormir en la calle - las palabras salían entre sollozos agonizantes.
- Espera Devon.
- Sé que no me quieres aquí, solo dame unos días hasta que encuentre trabajo, entonces me iré y no volverás a saber de mí, pero por favor, no me eches - el llanto cada vez se hacía más fuerte.
- Devon cálmate.
- No te estorbaré, lavaré, limpiaré y te haré de comer, no me veras si no quieres hacerlo, te lo prometo, me iré cuando quieras traer a alguien, no haré ruido cuando estudies, solo... yo solo...
- Por el amor de Dios ven aquí.
Unos brazos cálidos lo atrajeron hacía su pecho, un abrazo que nadie, nunca le había dado, aunque quisiera no podía detener su llanto, en cambió se hacía cada vez peor, se aferró a su espalda, buscando más de esa calidez. Ni siquiera recuerda en qué momento su hermano lo tomó en brazos y lo llevó dentro junto con su maleta, lo había acomodado en su regazo sin dejar de abrazarlo y acariciando su cabeza como un bebé, de un momento a otro había empezado a soltar feromonas calmantes con olor a agua de mar. Poco a poco su llanto disminuyó y sus sollozos apenas eran audibles.
- ¿Ya estás mejor?
- Lo siento - susurró una disculpa mientras sorbía su nariz. La voz de su hermano era dulce, casi cariñosa que lo hacía sentirse tímido.
- Devon ¿puedes explicarme qué fue lo que sucedió? desde el principio si te es posible. - pidió seriamente, pero no molesto, así que el Omega le explicó toda la situación, el compromiso apresurado, el intento de abuso y su pelea con su madre después de eso - ¿cómo es posible? - dijo mientras cubría su rostro con las manos.
Devon tenía miedo de preguntarle, pero estaba oscureciendo y si lo iban a echar debía encontrar un hotel barato antes de que fuera más peligroso vagar por las calles. Agachó la cabeza temeroso y empezó a jugar con sus dedos como hacía siempre que estaba nervioso.
- ¿Vas a echarme? - susurró apenas haciéndose escuchar.
El Alfa se congeló al escuchar el susurro angustiado del pequeño.
- Claro que no - le aseguró - ¿Cómo crees que podría echarte?
- Hace un momento dijiste que me fuera - le recordó.
- Hace un momento no estaba al tanto de la situación - una mano se había colocado en su mejilla herida sacandole un respingo y un pequeño gemido de dolor - no puedo creer que madre se hubiera atrevido a tanto.
- En... entonces ¿puedo quedarme?
- Por supuesto, tanto como quieras.
- ¿De verdad? - había salido mejor de lo esperado, pero aún tenía miedo de que se arrepintiera si pensaba que era un inútil o una carga - te... te ayudaré con la limpieza y... y sé cocinar, también...
- No tienes que hacer eso, una ama de llaves viene todos los días en la mañana, ella limpia, lava y prepara la comida, solo hay que calentarla.
- Pero...
- Devon eres mi hermanito ¿por qué demonios trataría a mi hermano como sirviente?
- ¿No me odias?
- ¿Quién te ha dicho que te odio?
- La niñera y mamá - confesó - ellas dijeron que los Alfas odian la debilidad de los Omegas, así que quería ser fuerte para poder ser tan cercano como lo eras tu y Nica, pero entonces ustedes me evitaban y una vez me gritaste y la niñera dijo que me odiaban porque era un Omega, así como no les agradaba a papá y a mamá.
- No lo puedo creer - Demian se veía frustrado y un poco triste - Devon, no te odio - le aseguró - siempre quise estar cerca de ti, pero decían que los Omegas eran frágiles por naturaleza, y Nica y yo por ser Alfas teníamos miedo de lastimarte accidentalmente, pero te enviamos regalos todos los días para que supieras que estábamos ahí.
- ¿Regalos? - preguntó confundido, él jamás había recibido nada.
- Si, juguetes, dulces, libros y peluches.
- Nunca recibí nada.
- ¡Ah! es el colmo - guardó silencio por un momento luego le miró con esos ojos que eran idénticos a los suyos - Devon que te quede claro, yo te quiero, y te quiero muchísimo, ese día te grité porque entré en pánico, me aterraba que pudieras caerte por las escaleras - Sentía como las lágrimas amenazaban por aparecer de nuevo, nadie en su vida le había dicho palabras tan cálidas - De verdad, no te estoy mintiendo, Nica y yo te observamos de lejos con la esperanza de alguna vez poder abrazarte y jugar contigo, Nica tiene un álbum de fotos que te tomó a escondidas mientras ibas creciendo, cuando me mude siguió enviando fotos y reportando lo que habías hecho durante el día.
- ¿Cómo una acosadora? - El plan era soltar el chiste y reírnos, pero el sollozo que se escuchó luego no ayudó mucho al propósito.
- Vamos, no llores - dijo limpiando una lágrima con su pulgar - me parte el corazón verte llorar, prometo no dejarte solo de nuevo.
Ese día se había sentido tan feliz, después de sentir que estaba solo en el mundo se había dado cuenta que no era cierto, sus hermanos lo querían, tenía un lugar donde refugiarse sin tener miedo de dormir en la calle.
Más tarde Nica había llamado para relatarle todo a su hermano y de la fuerte pelea que había tenido con su madre y estaba afligida porque no sabía dónde estaba, si me había ocurrido algo o estaba herido. Me había andado buscando por toda la villa y en los alrededores de esta, cuando Demian le dijo que estaba con él, sin mirar la hora pidió un taxi y salió en dirección al apartamento, cuando me vio se había abalanzado para abrazarme con fuerza, ella era casi tan alta como Demian, por lo que tuvo que agacharse un poco. Dijo que había ido a buscar al bastardo que me atacó, pero el muy cobarde no quiso salir de su casa, solo le advirtió que si se volvía a acercar a mi, le iba a arrancar los testículos.
Sonreí al recordar la cara de mi hermano en ese entonces, estaba bastante alarmado, Nica podía ser un Alfa no dominante, pero cuando la enojaba era como cortar la soga de un sabueso rabioso. Ya hacía tiempo que no la había visto, desde hace casi un año que habían dejado de vivir juntos. Ahora ella se hacía cargo del negocio familiar, ya qué Demian se había rehusado rotundamente al darse cuenta que no solo me habían echado de casa, si no que también me habían borrado del registro familiar. Ahora era copropietario y vicepresidente de una constructora de alta gama, la mejor de todo el país de hecho, un proyecto que habían elaborado con uno de sus mejores amigos, que había conocido en su antiguo internado. Pensando en ello, había escogido la facultad de arquitectura y no la que le sugirió el abuelo.
Por otro lado, Devon se había inscrito en la facultad de marketing y publicidad, podía hacer y estudiar lo que quería sin que nadie se opusiera, si se hubiera quedado en casa, a estas alturas ya estaría casado y quizá hasta embarazado, la sola idea de estar embarazado de ese bastardo le asqueaba, sintió su estómago retorcerse, y decidió que era buena idea pasar a una cafetería para comprarse un café y algo dulce para pasar el mal trago de ese inútil pensamiento.
Una mullida capa de nieve se extendía por toda la acera, al menos no era agua congelada, si no a estas alturas ya estaría con el culo en el suelo. Se compró una dona de azúcar y un moca con bastante crema batida. Cuando llegó al salón ya había algunas personas dentro; por lo que, decidió sentarse en la parte de atrás, se quitó su abrigo y lo colocó en el respaldar de la silla, se sentó en está mientras se soltaba la bufanda, sacó su teléfono móvil para contestar el mensaje de buenos días de su hermana, luego respondió él mensaje de Demian para confirmar su cita para la cena. No había dormido en toda la noche y se sentía un poco cansado; por ello, decidió cerrar los ojos mientras comenzaba la clase.
Escuchó como la silla a su lado era movida, ni siquiera se había dado cuenta que se había quedado dormido, cuando levantó la vista pudo ver a un adorable Omega tratando de hacer el menos ruido posible al sentarse para no despertarlo, vestía bastante ligero para la época de invierno, con un suéter de punto violeta, unos jeans azul cielo y una chaqueta de mezclilla, su cabello negro le llegaba hasta los hombros casi parecía una estrella de rock.
- Lo lamento ¿Te desperté? - preguntó apenado al darse cuenta que lo estaba mirando, tenía unos ojos verdes muy claros lo que le pareció lindo.
- No hay problema - dijo amablemente - me quedé dormido sin querer.
- Bueno, en ese caso - sonrió antes de sentarse - Soy Timothy.
- Devon - saludó estrechando la mano del chico.
- Qué lindo nombre - su voz era dulce al igual que su feromona con olor a piña colada - tan bonito como tu.
Devon sintió como sus orejas se calentaban. Todo el mundo le decía que era un Omega muy bonito, pero él no se gustaba, tenía un color de cabello no tan atractivo y un color de ojos inusual.
- También eres muy lindo - dijo un poco tímido.
- Muchas gracias - Sonrió alegremente, pero Devon notó un suave rubor en sus mejillas, se había avergonzado, tanto o más que él. Timothy es muy agradable, pensó.
La clase comenzó y los dos Omegas no solo se sentaron juntos en esa clase si no también en las siguientes, cuando llegó la hora de almorzar salieron a los alrededores del campus para buscar un lugar agradable.
- ¿Por qué hace tanto frío? - se quejó Timothy, temblando por la ráfaga de viento.
- Es qué aún es invierno - rio Devon al ver como se abrazaba el cuerpo para guardar calor, en cambio, su abrigo era bastante caliente; por lo que, sentía un poco de calor - Toma - dijo quitándose la gruesa bufanda y colocándola al chico que de pie era un par de centímetros más bajo que él, luego se quitó el gorro y se lo colocó acomodando su cabello para que se viera igual de adorable - Mañana viste un poco más abrigado - le aconsejó.
- Aroma a canela - dijo olisqueando la bufanda - me gustan los dulces con canela, son deliciosos.
Por un momento pensó que odiaría el aroma de su feromona.
- ¿Qué te parece si comemos algo caliente? - Se dio cuenta cómo le brillaron los ojos a Timothy.
- ¿Estofado? - preguntó con ilusión. ¿Cómo le iba a decir que no a esos ojos tan grandes y brillantes?
- Estofado será - dijo dando la vuelta, había visto un restaurante de estofado más atrás - vamos antes de que nos convirtamos en estatuas de hielo aquí fuera.
- Seríamos las estatuas más bonitas del país y la gente pagaría mucho dinero por vernos.
- Siempre sacas algo positivo en todo - En las pocas horas que había conocido a Timothy se dio cuenta que daba una falsa primera impresión, al principio creyó que era alguien extrovertido y sociable, luego se dio cuenta que no era así, el verdadero Timothy era tímido e introvertido, le costaba socializar, era tierno por su inusual ingenuidad y se avergonzaba cuando le dabas un cumplido.
- Por supuesto, es lo menos que se puede hacer para no morir de depresión.
- Ya, ya apresúrate y vamos que si no nos dejarán sin estofado.
- Correcto, las prioridades - dijo tomándolo de la mano y arrastrándolo hacia el restaurante.
Las clases de la tarde estuvieron un poco aburridas; ya que, solo compartía la primera y la última clase con su nuevo amigo Omega. Al finalizar la última hora caminaron juntos hasta la entrada del campus, el clima se estaba poniendo cada vez más frío. Se despidió de Timothy cuando un vehículo negro se estacionó en la acera y el subió en esté, pidiéndole que le guardara un puesto a su lado el día siguiente.
Caminó hacía la parada de buses para coger el autobús que lo llevaría al apartamento de su hermano, sabía que aún no estaría en casa hasta un par de horas más tarde, que era la hora de salida de su trabajo. Así que, cuando llegó y metió el código de la puerta, se dirigió directo al sofá de la sala y encendió el televisor que era un enorme plasma de última generación, buscó una buena película de terror para ver. Olisqueo el aire y solo sintió el aroma de agua de mar, su hermano no había traído a nadie, ¿cuándo iba a tener la oportunidad de conocer una cuñada?
Damian se había mudado luego de la pelea con sus padres, pero a Devon no le molestaba, el nuevo apartamento de su hermano era más grande y más elegante, además que era una de las propiedades que les pertenecían a los padres de su mejor amigo; por lo que, le salió bastante barata la compra, por alguna razón los padres de su amigo lo adoraban sin haberlo conocido ni una sola vez.
Estaba a punto de terminar la película cuando escuchó el sonido de mensaje nuevo de su celular, al revisarlo vio un nuevo mensaje de su hermano.
Demian
Voy en camino. ¿Qué se te antoja comer?
Devon
Pollo.
Demian
Bien. No me tardo.
Dejó su móvil en el sofá y se dispuso a buscar otra película que lo distrajera mientras esperaba el delicioso y crujiente pollo. Media hora después escuchó sonar el tablero del código de la puerta, se sentó rápidamente y vió entrar a su hermano, que llevaba un traje ajustado gris con una corbata azul que él le había regalado en su pasado cumpleaños.
- ¿Estás aburrido? - preguntó acercándose para darle un beso cariñoso en la frente.
- Vi un par de películas mientras te esperaba - le comunicó tomando la caja que olía delicioso y corriendo a la mesa para sacar unos platos. - Deberías cambiarte de ropa mientras preparo la mesa.
- De acuerdo - aceptó rápidamente - vuelvo en seguida y me cuentas cómo te fue en tu primer día de clases.
- OK.
Cuando Demian volvió, él ya había preparado todo, listo para comer, y su hermano se había puesto ropa para estar en casa, una camiseta simple negra y unos pantalones sueltos gris.
- Entonces ¿cómo te fue?
- Bastante bien en realidad - dijo mientras le hincaba el diente a un muslo de pollo - pensé que no iba a encajar, pero enseguida hice amistad con un Omega que se sentó a mi lado, estuve todo el día con él y me agrada.
- Es bueno escuchar eso - Demian sonreía emocionado, no era de extrañar que después de lo ocurrido hace cuatro años tuviera miedo de socializar con las personas, sobre todo con Alfas, por ello sus cuatro años de estudio de la escuela media los hizo desde casa y era la primera vez que socializaba con personas después de cinco años - espero sigas haciendo más amigos y si algún Alfa llega a molestarte no dudes en decírmelo.
- Lo haré - prometió, aunque a Devon le daban miedo los Alfas, también había aprendido a defenderse y por alguna razón cuando tuvo su primer celo y lo examinaron se dieron cuenta que era un Omega dominante, capaz de suprimir las feromonas de los Alfas, los cuales son muy raros. - ¿Qué tal te fue en tu trabajo? ¿Estuvo pesado?
- No mucho, un par de reuniones y verificar uno que otro proyecto.
- Eso se escucha pesado para mí - el Alfa rió.
- Cuando trabajes te darás cuenta lo qué es pesado de verdad - Ya lo hacía, pero eso era un secreto que revelaría en su momento.
- Demian - dijo un poco dudoso - ¿puedo ir a tu empresa el viernes?
- ¿Para qué? - Demian había dejado de comer al escuchar la extraña petición de su hermano, en todos estos años nunca se había interesado en visitarla.
- Ya que estoy a unos pocos pasos de ser un esclavo de la sociedad, tengo un poco de curiosidad por el ambiente laboral en las corporativas, así que, me preguntaba si podía visitar y curiosear en la constructora - claramente Devon tenía un motivo por el cual quería ir a la empresa de su hermano, pero no se lo iba a decir - ¿Te molestaría?
- No, no me molesta. Avisaré al guardia de la entrada con antelación para que te deje pasar, sería luego de clases ¿cierto?
- Si.
- Trataré de terminar mi trabajo temprano para tener tiempo de darte un tour y luego podríamos ir a cenar ¿Qué te parece?
- Me gusta el plan.
Terminaron de comer animadamente y luego se sentaron a ver una serie en el sofá mientras comían palomitas de maíz con salsa picante, al menos para Devon porque Demian odiaba lo picante y en cambio amaba lo dulce, así que en su lugar los había embarrado en salsa de chocolate. Un día bastante común entré hermanos.