Hannah,
Lamento haberte causado una mala impresión sobre mi persona.
Por ello, quiero redimirme invitándote a almorzar.
Nos vemos a las 12:15 en el lobby.
No acepto respuestas negativas.
Jack.
Simple, conciso y directo al punto.
Doblo la hoja, la introduzco en un sobre y se la entrego a Daniel. Él sabe lo que tiene que hacer.
-Veo que la dama captó tu atención -dice Alex apartando su vista de la tableta electrónica.
-¿A quién no le llamaría la atención? ¿Acaso no viste lo hermosa que es?
-Si tú lo dices. Solo te aconsejo que tomes precauciones.
-Por favor, Alex. No estás hablando con un adolescente inexperto.
-Se han visto casos- dice divertido.
-Déjate de tonterías y dime ¿por qué razón estás aquí?
-Porque estoy a gusto, además siempre tomas las habitaciones más grandes en los hoteles a los que vamos, no es justo.
-¡Por Dios! Pareces un niño. Solo le falta hacer una pataleta.
Decido entrar al cuarto de baño para tomar una ducha rápida y cambiarme a algo cómodo antes de bajar a encontrarme con Hannah.
-¡Hey! -la voz de Daniel hace que me detenga.
-¿Todavía estás aquí?
-¡Tranquilo, tigre! Ya me marcharé, no estaré aquí cuando decidas traer a tu conquista, ser voyeur no es lo mío.
-Solo vamos a almorzar -replico en tono cansino. Estoy comenzando a perder la paciencia.
-En fin, toma -extiende la mano.
-¿Qué es eso? -al ver que no tomo lo que sea que esconde en su puño, toma mi mano y lo deposita. Son un par de paquetitos plateados.
-Más vale prevenir que lamentar.
-Alex, solo voy a almorzar con la dama en cuestión. Tú sabes, para disculparme.
-Si claro -guiña un ojo exageradamente -Pero siempre hay espacio para el postre. Ahora vete. No es bueno hacer esperar a las presas, digo a las damas.
Dándole un zape en la cabeza, abandono mi habitación.
Reviso mi reloj de pulsera y me percato de que todavía faltan algunos minutos para la hora acordada. Excelente.
Al salir del elevador, me acerco hacia la recepción, un buen lugar para esperar y estoy a plena vista.
Los minutos pasan uno tras otro y ella no aparece, me da la impresión de que tuvo la osadía de dejarme plantado.
Por enésima vez, oigo la campanilla del elevador y esta vez es ella quien sale por las puertas. Definitivamente, esta mujer es un espectáculo para la vista.
-Llegas quince minutos tarde, Hannah -no puedo evitar sentir irritación.
-Mire, señor, agradezca que vine. No soy de las que acostumbra a recibir invitaciones de extraños.
-¡Ah! Pero tú y yo no somos extraños. ¿Me permites escoltarte? -coloco mi brazo para que lo tome; después de unos instantes de vacilación, coloca su mano.
-Está bien, vamos.
Caminamos en silencio hacia uno de los restaurantes del hotel; puedo notar cierto nerviosismo en ella.
-Permíteme -retiro la silla para ella y luego me sitúo enfrente.
-Buenas tardes, señorita, caballero. Mi nombre es Horace y seré su mesero el día de hoy -saluda un empleado del restaurante entregándonos el menú-. ¿Desean tomar algo?
-Un Gin and Tonic.
-¿Para la señorita?
-Un Mai Tai, por favor.
-Enseguida vuelvo con sus pedidos.
-Para ser tan ácida te gustan las bebidas dulces.
-Señor, si va a comenzar a atacarme, me retiraré -declara mientras hace un ademán de levantarse.
-Lo lamento -digo, reteniendo su mano para evitar que se marche. Hace un gesto disconforme mientras vuelve a acomodarse en la silla.
-Aquí tienen sus bebidas -dice el camarero-. ¿Necesitan más tiempo para ordenar? -ambos respondemos con un asentimiento de cabeza-. Perfecto, regresaré en unos minutos.
Hannah da un sorbo a su cóctel, saboreándolo, y una hermosa sonrisa se dibuja en su rostro.
-Dime, ¿qué te trae a Miami?
-Puede estar seguro de que no son las mismas razones que lo traen a usted, señor.
-Hannah, puedes tutearme. Creo que eso quedó claro desde el inicio.
-Está bien... -su rostro se contrae por unos momentos, como si estuviese tratando de recordar algo.
-Jack.
-¿Quién?
-Mi nombre, es Jack -su rostro se enardece.
-¿Y bien? ¿Qué te trae a esta ciudad?
-Solo quise pasar un fin de semana diferente -expresa, encogiéndose de hombros.
-Entonces brindemos, por un fin de semana diferente -declaro levantando mi bebida.
-Salud -responde, y ahí está de nuevo esa hermosa sonrisa.