Brihana, siguió fielmente el deseo de sus padres, que también era su propio sueño. Su amor por ese hombre superaba cualquier obstáculo. Se aferró a su sueño, a pesar de las adversidades, a pesar de las críticas. Ese amor la consumía, pero también la fortalecía.
Los rumores y las noticias del exterior no le importaban en lo más mínimo. Ella mantenía su amor en silencio, sin exigir nada a cambio, mientras dirigía su empresa en el extranjero. Se enfocaba en sí misma, alejándose de la atención mediática. Brihana era muy distinta a su hermana, quien disfrutaba de una vida lujosa y ostentosa. Siendo la segunda hija de la familia, a ella no le importaba la fama, ya que toda la responsabilidad recaía sobre Brihana.
Al caer la tarde, Brihana contemplaba el techo y suspiraba. Recogió su bolso y salió al exterior, donde miró el cielo y esbozó una sonrisa. El chofer abrió la puerta para ella y la miró a través del espejo retrovisor. Brihana rara vez hablaba si no era necesario. No decía lo que no hacía falta decir. Sin embargo, esta vez el chofer rompió el silencio.
_ ¿Quieres ir por un café? -preguntó.
_ Está bien -respondió ella con calma.
Ambos compartieron un momento de tranquilidad mientras se dirigían hacia el café más cercano. Aunque Brihana prefería el silencio, a veces era reconfortante tener compañía, incluso si era en silencio.
Él la llevó a la cafetería que sabía que le encantaba. Con delicadeza, la acompañó hasta su mesa y le cedió el asiento con un gesto cortés. Aunque ella le insistió en que se sentara a su lado, él prefirió tomar asiento en la silla opuesta. Todos en el lugar parecían conocerla, admirando su belleza con disimulo. Su presencia irradiaba un brillo único, atrayendo las miradas de innumerables hombres que deseaban acercarse a ella.
Brihana disfrutó de su café con elegancia, irradiando una gracia natural. Al levantarse para marcharse, su sonrisa iluminaba la habitación. Sin embargo, en la puerta aguardaba una escena inesperada que cambiaría el rumbo de su día. A pesar de todo, mantuvo la compostura y continuó su camino con la misma elegancia con la que había llegado. Cada paso resonaba como el andar de un cisne, imprimiendo gracia y determinación en cada movimiento.
Mientras Brihana se alejaba, Brith apareció en la puerta con una de sus amantes, mostrando una felicidad efímera. Dos mundos opuestos coincidieron en ese instante, cada uno con su propia esencia y destino. Así es como la vida nos sorprende con encuentros inesperados, desafiando nuestra tranquilidad con giros inesperados.
La belleza de Brihana no se limitaba a su apariencia, sino que emanaba de su ser interior, llenando de luz y armonía cada espacio que habitaba. Aunque ese día se vio sacudido por un giro inesperado, su gracia y elegancia permanecieron intactas, recordándonos que la verdadera belleza reside en la fortaleza y la serenidad del espíritu.
Ella sostenía su brazo con tanta ternura que resultaba difícil creer. En ese preciso instante, volteó la mirada y contempló la escena con serenidad. No permitió que la amargura nublara su semblante. Observó detenidamente a aquel hombre, de arriba abajo, y luego posó sus ojos en la mujer que lo acompañaba, quien le dedicó una sonrisa cargada de malicia y picardía.
Brihana, a su vez, esbozó una sonrisa para Brith, antes de volver a dirigir su mirada hacia el automóvil. Los paparazzi ya habían capturado el momento en que ella le sonreía a Brith. Una mujer de virtud y pensamientos propios no se mezcla con el caos del mundo.
Brith reconocía esa mirada, pero al verla parada en el extremo opuesto, observándolo mientras él sostenía a otra mujer, sintió cómo la ira ascendía por su mente. Sin embargo, lo que más le sorprendió fue que ella no había venido a reclamarle por no regresar a casa, ni tampoco respondía a sus llamadas o mensajes.
No encontró en ella el reproche al que otras mujeres acostumbraban recurrir en momentos como aquellos. No había pasado un solo día sin que Brith Cartier figurara en alguna noticia escandalosa. Ese era su mundo, y Brihana se había adentrado en él sin saber lo que le esperaba.
El chofer le abrió la puerta y le dijo.
_
_ ¡Descuida mi señora, el señor, talvez solo está con una amiga!
_ No te preocupes Mauricio, no tengo tiempo para hacerle preguntas, a una persona muy ocupada con su vida!
Brihana, una mujer reservada y sufrida, siempre había mantenido sus emociones en silencio. Desde pequeña aprendió a resolver sus problemas en la soledad de su propio mundo interior. Nadie sabía realmente lo que pasaba por su mente, si estaba a favor o en contra de algo. Incluso cuando su esposo, Brith, entró al restaurante con otra mujer, ella guardó silencio. A pesar del dolor que sentía, no dejó que nadie lo notara. Al llegar a su mansión, se encerró en su estudio, dejando que las lágrimas silenciosas recorrieran su rostro. Respiró profundamente y se recordó a sí misma el amor que alguna vez quiso de Brith.
Al abrir su computadora, se encontró con la noticia de que su esposo estaba siendo fotografiado con una famosa actriz. Aunque no quería leer los comentarios, la curiosidad la llevó a ver qué tipo de mujer estaba con él. Para su sorpresa, era Margaret, una actriz en debut. Conocía la reputación de ese tipo de mujeres y sabía que buscaban fama a cualquier costo. Decidió eliminar la página y concentrarse en su trabajo. Realizó los bocetos para la decoración de su nueva tienda y tomó un sorbo de vino para calmar sus pensamientos.
Fue entonces cuando una sirvienta interrumpió su mundo privado para anunciarle que la comida estaba lista. Brihana agradeció y se dispuso a bajar. A pesar del dolor y la traición, ella seguía adelante, mostrando una fortaleza silenciosa que solo ella conocía.
Después de terminar su trabajo, Brihana salió del estudio para cenar y se encontró con la inesperada presencia de Brith en la puerta. Su secretario y el amigo que lo acompañaba, Lian Porch, también estaban allí. Lian, un chico guapo y bien vestido, la miró desde la escalera, y Brihana sintió como si una daga cortara su respiración y separara la carne del hueso. La tristeza se acumulaba en su interior, pero logró ocultar su mirada lastimada al bajar y saludar a todos.
"¡Bienvenidos sean!", dijo Brihana, tratando de mantener la compostura.
Lian respondió a su saludo con cortesía. "Gracias, señora Cartier", dijo él.
Brihana sintió que ese apellido no le gustaba, no quería escucharlo. Por primera vez, sintió que debía oponerse. "Solo Brihana, por favor, ¡no eres una desconocida!", respondió con determinación.
Lian insistió en llamarla señora Cartier. "Gracias, pero ya estás casada con Brith, así que estoy en total acuerdo en llamarte señora Cartier, aunque seguirás siendo mi amiga Brihana la dulce", dijo él con una sonrisa.
Brihana sonrió a medias. Lian sabía que ella solo lo veía como amigo en su corazón, que solo tenía ojos para Brith, pero él no sabía cómo apreciarlo.
Brith le entregó una caja de regalo a Brihana, quien no mostró sorpresa al recibirla. Para demostrar su desprecio hacia lo que él había hecho, ni siquiera se molestó en disculparse o explicar lo que había pasado afuera del restaurante. Entregó la caja a una de sus sirvientas y agradeció con una sonrisa forzada.
"Gracias por el regalo", dijo Brihana con frialdad.
A pesar de la presencia de Brith y Lian, la tristeza seguía acumulándose en su interior. Aunque intentaba mantener la compostura, Brihana no podía evitar sentirse herida por la actitud indiferente de Brith.
No había comido nada y dijo: "¡Coman ustedes, yo tengo algo que atender!"
Dejó la mesa y subió las escaleras. Entró a su dormitorio y vio el regalo que la sirvienta había dejado encima de la mesita de noche. Lo abrió y era un hermoso collar. Pero en sus ojos, él solo se podía disculpar entregándole un regalo. Eso era, ella en su corazón solo valía un regalo para mantenerla feliz.
Ella sonrió para sí misma y puso el regalo con los demás regalos que él había enviado o traído durante esos últimos dos años de matrimonio. Había soportado en silencio todo. Se mantenía alejada de todo, para no lastimarse tanto, pero le resultaba difícil. Casarse con Brith Cartier se había convertido en su pesadilla menos deseada. Todo eso sucede cuando tu amor no es correspondido correctamente. Brith se hacía el que no le importaba el amor, solo divertirse como se le antojaba.
Sus amigos, Lian, Maiko, Alex, ese dúo siempre estaban juntos, pero sus consejos no le llegaban, aunque muchas veces se los decían.