Capítulo 4 LA VERDAD

[BRISA]

Al día siguiente: 10 de julio

¿Cómo se hace para aplazar ese momento que no quieres que llegue? He intentado por todos los medios evitar verlo, escucharlo, e incluso que se acerque a nuestros hijos, pero ha sido imposible. Mi hermano tuvo que ir a hacer unos trámites y el llanto a coro de Atenea y Dylan han hecho que Franco tuviera que ayudarme a calmarlos.

-¿Cómo harás cuando estes sola en Roma? -me pregunta mientras que cierro la puerta del cuarto para que el ruido no los despierte.

-Contratare una niñera de ser necesario, tú no te tienes que preocupar por nada -sentencio firme y continuo mi camino hacia la cocina.

-¿Por qué no permites que te ayude? No tienes que irte al otro lado del mundo para evadirme -comenta y rio sarcástica.

-Créeme que no me quedan muchas ganas de estar cerca de ti -pronuncio y tengo la intención de prepararme un café cuando él me sujeta suavemente del brazo.

-Tenemos una charla pendiente, no lo olvides -dice obligando a que lo mire a los ojos.

-¿Si accedo a que hablemos me dejaras en paz? -pregunto sin rodeos.

Noto las dudas en su rostro, sé que llevo las de perder al escucharlo, pero mi única defensa en anticiparme a lo que pueda pasar.

-Eso dependerá de ti -rebate y su respuesta por supuesto que no es de mi agrado.

Me alejo un poco de él y apoyo mis caderas contra una de las encimeras mientras cruzo mis brazos a la altura de mi torso. Está claro que le estoy dejando saber que no me importa nada de lo que me pueda decir.

Él duda un instante ante mi pose, pero tiene claro que no hay otra salida.

-Debía alejarme de ti. El día del accidente descubrí cosas que tarde o temprano arruinarían nuestro matrimonio. Brisa, no supe como acercarme a ti después de todo eso y la pérdida de memoria temporal solo me ayudo a inventar una excusa para alejarte y que nuestros hijos estuvieran bien -relata y niego con mi cabeza.

-Eso no me basta. Me dejaste sola, fingiste no saber quién era e incluso que esos bebés no eran tuyos... pensé que estábamos juntos sin importar que, pero me fallaste como el más cobarde de todos -declaro firme.

-Había abierto una investigación para descubrir que es lo que había pasado realmente entre nuestras familias -dice ignorando lo que le acabo de explicar a pesar de esto, no puedo negar que sus palabras llaman mi atención.

-¿Una investigación? -murmuro y asiente.

-Quería saber con exactitud todo lo que había sucedido -justifica.

No voy a mentir, sus palabras tienen mi atención ahora.

-¿Y qué has descubierto? -presiono.

Él respira hondo.

-El contrato que tenían la empresa donde trabajaba tu padre y la empresa de mi familia, fue preparado para el fracaso. Mi padre quiso obtener un gran beneficio económico y lo consiguió. Por si todo esto fuera poco, los abogados de mi padre sobornaron a los que defendían a la empresa donde trabajaba tu padre para llegar a un acuerdo y perjudicar a todos en términos económicos. Brisa, tu padre tiene razón en odiar al mío... yo solo quería ahorrarte el mal rato y un posible problema de salud mientras que esperabas a nuestros hijos -explica y en estos momentos comienzo a comprender la gravedad de todo lo que está sucediendo.

Toda la información que me ha dado da vueltas en mi mente tal y como si fueran un eco constante. Quiero pensar con frialdad, rebatir a sus palabras, defenderme, no sé... hacer algo, pero es simplemente imposible. Solo escucho el silencio de mi voz y unas ganas irrefrenables de salir corriendo.

-Vete de aquí -es lo único que consigo decirle.

-Brisa...

-Vete, necesito pensar -reitero y es que no sé ni siquiera que es lo que se supone que debo responderle.

¿Cómo puedo seguir adelante cuando su familia arruino la mía? La sangre une a mis hijos con ellos ahora, pero también ese dolor por el que pasamos tanto tiempo. Ahora entiendo muchas cosas, pero no su abandono.