Capítulo 10 Crisis (Segunda Parte)

Sus tíos no habían establecido un control estricto sobre él durante todos esos años, y no era porque fueran muy misericordiosos, sino simplemente porque no lo veían como una amenaza. El convertirlo en un saco de entrenamiento les proporcionaba la satisfacción extra de asegurarse de que Zen no pudiera practicar. Por el contrario, las palizas lo debilitarían o incluso lo terminarían matando, y esa era la razón por la que se había quedado en el Clan Luo durante todo ese tiempo.

Zen estaba bastante consciente de que, si se defendía, sus tíos no dudarían en matarlo.

"No obstante, nos ayudaste a ponernos a mano con Grey. Nosotros nunca aprobamos a ese viejo, y sus acciones se han vuelto más malvadas con el paso del tiempo", dijo Melvin con una sonrisa sugestiva.

Excepto por las ramas segunda y tercera del Clan Luo, todos los demás niños admiraban a Zen en secreto por haber enfrentado a un fanfarrón como Grey.

Aunque los demás niños en la Sala de Artes Marciales no le habían mostrado su agradecimiento abiertamente, todos estaban de acuerdo con lo que Melvin decía.

Los años posteriores al levantamiento en el Clan Luo no habían sido muy felices. El comportamiento de las dos ramas sólo podía ser descrito como malvado, pues habían hecho una deducción sustancial en los diversos subsidios mensuales para los parientes colaterales. Incluso habían reducido la cantidad de drogas para practicar y refinar. Algunos sirvientes también se habían vuelto arrogantes hacia los miembros del Clan, y casi todas las cosas buenas habían terminado en manos de Perrin y Andrew. Sin duda, los otros niños Luo se sentían menospreciados, y añoraban la época en que el padre de Zen era el jefe del Clan. En aquellos tiempos, el sistema del clan era muy rígido, y, si bien estricto, el padre de Zen era justo. No había mucha intriga dentro del Clan, pues nadie se atrevía a aprovecharse de determinadas situaciones, y los sirvientes no le faltaban al respeto a nadie.

Era una pena que las nuevas ramas de la familia que gobernaban al Clan Luo no fueran tan justas y disciplinadas.

Este tipo de nostalgia era la que embargaba el corazón de los niños del Clan, pero tenían miedo de hablar de ello por temor a provocar una riña entre las familias. Tampoco querían dejar evidencia de su descontento, lo que podría usarse contra ellos, pues temían ser castigados por las reglas establecidas.

¡Durante los últimos dos años, el Clan Luo ciertamente se había debilitado! Zen tenía varios planes en mente. Sabía que si se le presentaba la oportunidad, reuniría su fuerza y aumentaría su poder para poder limpiar el Clan de esos miembros "podridos".

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...

Grey se encontraba frente a la magnífica mansión de la tercera rama del Clan Luo con la cabeza envuelta en una gasa. Tan herido había quedado, que sólo se podían ver su nariz, ojos y boca.

Un sonido sordo se escuchó cuando se dejó caer de rodillas dramáticamente, y, con un gruñido bajo, gritó: "¡Señor Andrew, interceda en mi favor, por favor!"

Un adolescente vestido de cian se recostó en su silla ante su lamentable queja. Andrew era el segundo joven patrón del clan Luo. Era un hombre guapo, pero extremadamente arrogante y engreído.

"Escuché que querías que Zen fuera tu sirviente para que pudiera cuidar tu dieta", Andrew inclinó la cabeza y se rió ante esa idea ridícula.

"Señor Andrew, eso no es cierto...", negó Grey con un sollozo fingido.

Andrew Luo no escuchó su explicación, y en cambio se echó a reír: "Aunque la familia de Zen esté desacreditada y haya sido degradada a la posición de esclavos, sigue siendo miembro del clan Luo. Olvidaste que él una vez fue el joven patrón del Clan Luo. Sería inapropiado si yo mismo, el segundo joven patrón del Clan Luo, le pidiera que fuera mi esclavo. Eres un tonto al pensar que podías hacer una cosa así sin esperar repercusiones. ¿Acaso se te quemó el cerebro debido a una elevada fiebre? Te merecías esa paliza".

Grey se inclinó ante Andrew humildemente antes de continuar defendiendo sus acciones. "Sr. Andrew, admito que quizá sea culpable, pero tiene que ayudarme y juzgar a mi favor..." Mientras fingía más lágrimas, hizo un gesto discreto, y al instante una mujer de mediana edad corrió a su lado. Ella se arrodilló tranquilamente junto a él.

Dicha mujer era su esposa, quien había sido la niñera de Andrew desde la muerte de su madre biológica en su primera infancia. Andrew tenía una muy buena relación con ella. Eran casi tan cercanos como una madre y un hijo naturales.

"Tía, no necesitas arrodillarte. Por favor levántate. Grey, ¡tú también puedes pararte!" Andrew agitó la mano mientras hablaba.

"Sr. Andrew, ¿está de acuerdo?", la voz de Grey mostró un toque de emoción.

Andrew se levantó de su silla y dio unos pasos antes de detenerse y hablar. "El primo Perrin dijo que no mató a Zen porque quería que él viera cuán fuertes serían nuestras familias. Sin embargo, Zen no nos importa en absoluto. ¡Ahora que el primo Perrin se prepara para ir a Secta Nube, lo ayudaré a deshacerse de él!"

Grey entendió lo que Andrew iba a hacer. Las vendas alrededor de su boca se estiraron mientras sonreía con satisfacción, para luego exclamar: "¡Muchas gracias, Sr. Andrew!"

"Pero tenemos que esperar y resolver esto más tarde", dijo Andrew mientras colocaba una mano en su frente. Volviéndose hacia Grey, continuó: "Acabo de tomar la última Píldora Mágica. Es importante que practique después de haberlo hecho. Es la única forma en la que la píldora podrá refinar y limpiar mi cuerpo. ¿Qué tal si nos vengamos en el Día de Práctica de Familia? Elegiré a Zen como mi oponente durante el combate a muerte celebrado ese día, y entonces tendré la oportunidad perfecta para matarlo con mis propias manos".

Una sonrisa malvada creció en la cara de Andrew ante la idea de estar a la altura de Zen.

El Día de Práctica de Familia era una ocasión importante, ya que ese día las habilidades de todos los niños serían inspeccionadas por los ancianos del Clan Luo, y al mismo tiempo presentaba una buena oportunidad para los esclavos, pues a los que lograran sobrevivir a los combates a muerte celebrados en esa fecha, se les otorgaría su libertad.

Hasta el esclavo más humilde deseaba luchar por su libertad, y si el Clan Luo no les ofreciera una oportunidad de recuperarla, los esclavos pronto se derrumbarían ante la desesperanza de su situación, ya que no tendrían ningún incentivo para sobrevivir a las palizas diarias dispensadas en la Sala de Artes Marciales.

Al establecer esta regla, todos los esclavos tenían un rastro de esperanza. Se esforzaban para superar la monotonía diaria con la esperanza de vivir a pesar de las terribles palizas, pues el Día de Práctica de Familia finalmente llegaría y tendrían una oportunidad real de asegurar su libertad.

Sin embargo, la naturaleza del combate a muerte no era justa. Dado que los esclavos eran golpeados todos los días, sufrían diversas lesiones y enfermedades, y no tenían ninguna posibilidad cuando eran atacados por los niños de élite saludables y bien entrenados del Clan Luo.

A lo largo de los años, muchos esclavos habían perecido en el Día de la Práctica Familiar. Entre tanto, las habilidades y las capacidades de los niños Luo se ponían a prueba ese día, y los mejores serían recompensados con diferentes premios, de modo que sin duda cada niño Luo haría todo lo posible por ganar su enfrentamiento.

"Buena idea, Sr. Andrew. Que así sea. ¡Deje que ese muchacho viva un mes más!" Grey hizo una reverencia ante Andrew unas cuantas veces más antes de pararse rápidamente. Debajo de las varias capas de gasa con medicamento, sus ojos brillaron con intensidad y odio.

Cuando Andrew se fue, la mujer de mediana edad se volvió para suplicarle a su marido, "Zen es un pobre adolescente. ¿Por qué tienes que condenarlo a muerte? No debió haberte golpeado, estoy de acuerdo, pero con darle una pequeña lección era suficiente. No tienes que matarlo".

Grey resopló al escucharla y la fulminó con la mirada antes de responder: "¡Tú no eres más que una mujer! No sabes nada aparte de tu ridícula benevolencia".

Al verse regañada por su marido, ella se encogió intimidada, y aunque trató de responder, no tenía nada que decir, así que finalmente cerró la boca y agachó la cabeza.