Capítulo 9 Crisis (Primera Parte)

A la mañana siguiente, para sorpresa de Zen, no apareció ningún guardia que lo vistiera y lo acompañara a la Sala de Artes Marciales. Dado que los golpes eran cruciales para su refinamiento como un arma misteriosa, se vistió y caminó hacia dicha sala.

Mientras avanzaba, pensó en el comportamiento perturbador de sus dos tíos y sus hijos. Parecían estar desafiando las reglas del Clan Luo. A Perrin y Andrew en particular, nunca les importaron las reglas de la familia. Quizás esa era la razón por la cual algunos sirvientes del Clan Luo se habían vuelto arrogantes y altaneros, sin embargo, incluso si otros ignoraban esas reglas, eso no significaba que él ignoraría los valores con los que había crecido, ni tampoco significaba que los demás debieran esperar que mirara hacia otro lado si abiertamente violaban las reglas del Clan Luo. No era que fuera pedante, pero él tenía valores morales que respetaba.

Cuando llegó a la Sala, notó que la atmósfera era algo diferente de lo habitual, pues ya se había corrido la voz de que había golpeado a Darren y a Grey el día anterior.

Dos años atrás, Zen había sido condenado después de que le imputaran acusaciones falsas a él y a su familia, y después pasó a ser esclavo del Clan Luo. Al igual que a otros esclavos convictos, se le hizo desempeñar el papel como saco de entrenamiento humano en la Sala de Artes Marciales, y siempre se mantuvo indiferente ante la violencia de que era objeto. Por mucho que los niños Luo lo atacaran y lo golpearan, lo soportaba, se deshacía de su ira y permanecía callado, cual dócil oveja.

Todos habían olvidado que él era un joven patrón del Clan Luo, y también se habían olvidado de su fuerza. Había sido uno de los más jóvenes en alcanzar el nivel de refino de carne.

Después del incidente del día anterior, los niños cayeron en la cuenta de que Zen no siempre toleraría todo lo que le hicieran. Ellos podían agredirlo sin temer que hubiera repercusiones, ya que eran miembros del Clan Luo, pero aquellos que no formaran parte del mismo, no iban a salirse con la suya tratándolo como se les diera la gana.

Debido a esto, los niños Luo ahora lo comenzaban a mirar con respeto. Cuando el entrenador, Corey, les pidió a los niños Luo que eligieran sus sacos de entrenamiento, nadie se atrevió a seleccionar a Zen. Esto representaba una sorpresa para él, pues sabía lo importante que eran esas palizas para el proceso de refinamiento, y había estado esperando que lo golpearan ese día.

Entonces sonrió con amargura.

Necesitaba hacer ejercicio y refinar su cuerpo, pero cuando ninguno de los niños Luo lo seleccionó como saco de entrenamiento, se encontró con un dilema, ya que no podía pedirles que lo golpearan. Dejarse golpear no era un trabajo divertido, e iba a parecer muy extraño que un saco de entrenamiento quisiera que le dieran una paliza, y tampoco podía revelar la razón por la que necesitaba ser golpeado.

Una vez que todos los sacos de entrenamiento hubieron sido seleccionados, Zen descubrió que él era el único que quedaba sin seleccionar en la Sala de Artes Marciales, lo que por cierto no lo hacía nada feliz. ¡Los niños Luo no tenían porqué estar tan asustados!

Caminó hacia Melvin Luo, quien estaba practicando con un hombre de piedra y dijo: "Melvin, ¿de qué te sirve luchar con un hombre de piedra? Te ayudaré a practicar".

"Bueno...", dijo Melvin con el ceño fruncido. Después de su último encuentro con él, y habiendo oído hablar de la paliza que les había dado a Grey y a Darren, no estaba tan seguro de querer pelearse con el ex joven patrón.

"Soy un saco de entrenamiento. ¡Es mi deber ayudarte a practicar! No te preocupes, mi cuero es grueso. Me protegerá". Zen le dio una palmadita en el pecho mientras hablaba.

Después de escuchar lo que le dijo, Melvin se sintió avergonzado. ¿Qué diría la gente sobre él si se negara a golpear un saco de entrenamiento? Se suponía que incluso los niños Luo que practicaban a diario eran más fuertes, más maliciosos y más resistentes que los sacos de boxeo que eran golpeados y magullados a diario. ¿Lo haría parecer débil? ¿Se burlarían de él los otros niños? ¿Podría arriesgarse a hacer enojar a Zen y recibir una paliza similar a la propinada a Darren y Grey?

Independientemente de lo que los otros dijeran, no podía dejar de sentir preocupación, ya que no era tan fuerte como antes. Si pudiera medir su fuerza anterior en una escala de 100 puntos, ahora sólo tendría 50 o 60 puntos.

Melvin se encogió de hombros mientras aceptaba la oferta de Zen. No podía darse el lujo de verse mal delante de los otros niños. Una vez que comenzó la práctica, Zen se dio cuenta de por qué había vacilado, pues la fuerza con la que lo golpeaba no era suficiente para refinar su cuerpo. El efecto que esta paliza estaba causando en su cuerpo no era el mismo que le provocó la última vez que Melvin lo golpeó, y eso lo dejó muy insatisfecho.

"¡Más fuerte! ¡Dale fuerte justo aquí! Tu puño es demasiado lento. ¿Qué es lo que te preocupa? Muy bien, mucho mejor, pero aún no es tan bueno como ayer".

Ver a un saco de entrenamiento darle instrucciones a un niño Luo era algo realmente inusual, y también era raro ver que pidiera ser golpeado con más fuerza. Un grupo de niños en la Sala de Artes Marciales se sorprendió por lo que estaba presenciando. Sus bocas se abrieron desmesuradamente mientras observaban la sesión de práctica entre Zen y Melvin. No podían adivinar lo que Zen estaba pensando, sin embargo, Melvin no les prestó atención. Al principio se molestó con lo que Zen le decía, ya que sentía que se estaba burlando de él. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que estaba mejorando poco a poco, dejó de lado su ira y se concentró. Sus extremidades se sentían más cómodas ahora, y su poder parecía haber vuelto a su nivel normal.

"¡Bum!"

"¡Bum!"

"¡Bum!"

El poder de su puño pasó del pecho de Zen a su tejido interno, lo que lo hizo caer al suelo y sacudirse en agonía hasta que el calor comenzó a fluir a través de su cuerpo. Mientras esa situación continuaba, pudo sentir que las impurezas de sus huesos se refinaban como la seda de los capullos.

Cada golpe purificaba sus huesos. Al aumentar la fuerza de sus huesos, pudo sentir que se estaba volviendo más duro.

Los golpes de Melvin eran como una Píldora Mágica para su cuerpo. La alegría que le provocaba ese cambio cualitativo era imposible de ser descrita con palabras. Después de cada golpe, él no olvidó que tenía que fingir estar en agonía. Su rostro mostraba signos de dolor, pero en secreto se regocijaba con el refinamiento que su cuerpo estaba experimentando, y tuvo que echar mano de toda su fuerza de voluntad para evitar gritar: '¡Deja que tus puños me golpeen con más violencia!'

Zen sonrió cuando los guardias fueron a rellenar la vasija de cobre, la cual se utilizaba para llevar un registro del tiempo, pues tenía una pequeña abertura de la que salía agua. Dicha vasija tardaba una hora en vaciarse. Zen había estado contando con ansiedad cuántas veces los guardias la habían rellenado. Como había sido rellenada tres veces, significaba que habían pasado tres horas.

Ese pensamiento le trajo alegría, ya que significaba que los sirvientes de Luo traerían comida tanto para los niños como para sus sacos de entrenamiento. Por lo general, y al igual que los demás sacos, Zen no estaba contento ya que a los niños Luo les servían deliciosos manjares, mientras que a ellos les daban agua fría y pan duro.

Esta vez, sin embargo, estaba demasiado hambriento para preocuparse por la comida. Después de tres horas de refinar y practicar, se moría de hambre. Dado que el proceso de refinamiento implicaba el uso de demasiada energía física, a él no le importaba que la comida fuera desagradable, así que tomó el pan y estaba a punto de metérselo en la boca cuando lo interrumpieron.

Un cuenco de porcelana lleno de exquisita y fragante carne apareció de repente frente a él.

Cuando levantó la vista, se sorprendió al ver que Melvin estaba parado frente a él. "Comamos juntos", le dijo este mientras le entregaba su tazón de arroz.

En lugar de negarse, Zen sonrió con gratitud y tomó un puñado de carne.

"Golpeaste a Grey. Andrew te meterá en problemas por ello", susurró Melvin.

Zen se zambó la comida. Desde que fungiera como saco de entrenamiento, no había tenido una comida como esa. Hacía tiempo que alguien le ofrecía una deliciosa carne. Mientras masticaba, él asintió, pues Melvin simplemente le estaba recordando lo que ya sabía que iba a suceder.

Después de todo, él era el ex joven patrón del Clan Luo, por lo que conocía las reglas mejor que nadie.