En las intermitencias del amor
img img En las intermitencias del amor img Capítulo 5 Corona de rosas negras
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Capítulo 6 Secretos y promesas intermitentes img
Capítulo 7 Suspiros del pasado img
Capítulo 8 Tu falta de querer img
Capítulo 9 Veneno bañado en manipulación img
Capítulo 10 La familia Rumanof img
Capítulo 11 Intenciones y secretos img
Capítulo 12 Los chicos malos no lloran img
Capítulo 13 Me robaste la vida img
Capítulo 14 La otra versión de la historia img
Capítulo 15 La protección de tus brazos img
Capítulo 16 Por tus malditas consecuencias img
Capítulo 17 Ojos de ángel img
Capítulo 18 Telaraña de mentiras img
Capítulo 19 La mejor actriz img
Capítulo 20 Jaque mate img
Capítulo 21 Desde tu cielo azul img
Capítulo 22 Los límites entre las verdades y las mentiras img
Capítulo 23 Oscuro pasado img
Capítulo 24 Perversa obsesión img
Capítulo 25 Lo secretos que guardas img
Capítulo 26 La venganza se viste elegante img
Capítulo 27 La razón para odiarnos img
Capítulo 28 La protección de tus brazos img
Capítulo 29 Las mentiras que has creído img
Capítulo 30 La muerte en tus manos img
Capítulo 31 Trampa de ratón img
Capítulo 32 Intenciones y secretos img
Capítulo 33 Los chicos malos no lloran img
Capítulo 34 Me robaste la vida img
Capítulo 35 La otra versión de la historia img
Capítulo 36 El lazo que nos une img
Capítulo 37 Las intermitencias del amor img
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Capítulo 5 Corona de rosas negras

Cuando Valentina le soltó la mano a Marko, sintió un asco tremendo. Se le iba a hacer terriblemente difícil el no repudiar al Marko del pasado, pues tenía muy fresco todos los recuerdos de los gritos, las burlas y las humillaciones.

Cuando subió a la camioneta, desgraciadamente tuvo que acomodarse al lado de Marko y su brazo rozaba con el suyo.

Odiaba sentirse intimidada, con los hombros hundidos y la mirada clavada en la ventana, para así no tener que observarlo.

Empezaba a pensar que fue mala idea el aceptar ir a almorzar con ellos. Lo único que deseaba era devolverse a su casa, guardar toda su ropa en una maleta y suplicarles a sus papás que la enviaran a vivir a casa de sus abuelos, convertirse en una campesina y no tener que ver a sus agresores nunca más.

Marko por momentos le echaba miradas y hasta llegó a escucharle a su amiga comentar:

-Es algo tímida.

.

Valentina nunca había estado en un restaurante parecido. Al entrar había dos escaleras que se entrelazaban como dos serpientes y había una enorme lampara colgando del techo que era estilo cúpula. Los meseros usaban trajes oscuros, parecían pingüinos y se escuchaba música clásica de fondo.

Y cuando llegó el momento de ordenar, Valentina revisó el menú y no entendía nada, eso ni siquiera era español y cuando creía que encontraba un idioma que entendía, no sabía qué rayos era lo que estaba leyendo.

Entonces decidió aplicar la confiable: pedir lo mismo que los demás.

Mariana pidió una disque langosta a la mantequilla de perejil y limón; lo que fuera aquella cosa, Valentina pidió lo mismo, pero presintió que le iban a salir con algo raro; y ella que no estaba acostumbrada a comer carne y mucho menos cosas extravagantes...

Y cuando llegó la comida, Valentina no pudo ocultar su sorpresa al ver a un animal abierto y bañado en salsa. Las náuseas la invadieron y un escalofrío recorrió su cuerpo.

¿Cómo rayos se comían eso?

¿Eso era almorzar?

Valentina tragó saliva. Notó que Mariana y Marko conversaban sobre la loca idea de la joven de estudiar modelaje a escondidas y quería que Marko se lo financiara, ya que los padres de ella no podían enterarse.

Ay no, Valentina se sentía sufrida, quería marcharse de ahí.

Marko volteó a verla y pareció notar su incomodidad, porque le sonrió con amabilidad.

-¿No tienes hambre? -preguntó-. ¿O quieres pedir algo diferente?

Valentina notó que Mariana se estaba comiendo la langosta como si fuera lo más casual del mundo.

-Estoy bien -contestó y le dio un sorbo a su limonada, lo único que le apetecía y le era familiar.

-¿Es cierto que te ganaste la beca el año pasado? -preguntó Marko.

Valentina sintió un miedo recorrerle la columna vertebral. Recordó que Marko la humilló en público por ser pobre junto a Merina.

-Sí, gané la beca -contestó ella, preparada para cualquier comentario de su parte.

Pero Marko sonrió con sorpresa.

-Entonces es cierto lo que dice Mariana, no deja de hablar sobre lo inteligente que eres -dijo-. Me comentó que gracias a ti ha logrado mejorar sus notas.

Mariana se ruborizó.

-Basta, deja de contar mis secretos -pidió su prima.

-No me considero inteligente, únicamente me esfuerzo -comentó Valentina-, necesito la beca.

-Tus papás deben estar orgullosos -siguió diciendo Marko-, no es fácil ganarse la beca Rumanof y mucho menos mantenerla, se necesita de un gran promedio.

Claro que Valentina lo sabía, fue por eso que soportó tantos años de burla y acoso, no necesitaba que se lo recordara.

-¿Qué piensas estudiar? -proseguía Marko con lo que ya parecía interrogatorio.

-Finanzas y negocios internacionales -respondió ella.

El joven abrió los ojos con impresión.

-Vaya, yo voy a estudiar la misma carrera -soltó él-. Así que nos vamos a ver seguido en la universidad, es lo más probable.

Claro, Marko iba a graduarse con honores a costa de ella, amenazándola y obligándola a convertirse en su esclava. Y después la arrastraría a su empresa, haciendo que ella se convirtiera en su sombra, porque ahí era perfecta para explotarla. En el banco, Marko se robaba todos sus proyectos, confiaba ciegamente en Valentina y en sus capacidades, llevaría los proyectos a cabo, los cuales iban a prosperar más de lo que él o Valentina imaginaban, lo que lo iba a volver obscenamente rico, ampliando el imperio de los Rumanof y haciendo que su padre lo pusiera en un pedestal. Y la forma en que Marko le iba a agradecer era asesinándola.

-Claro, lo más probable es que nos veamos a diario de ahora en adelante -aseguró Valentina.

-Entonces debemos llevarnos bien -soltó Marko con una amplia sonrisa y estiró su brazo derecho para acariciarle la cabeza-. Serás como la hermanita que siempre quise tener, pero mis padres prefirieron que fuera hijo único. -Bajó su mano hasta acariciar una de las mejillas de la joven-. Eres como una muñequita. Eres muy tierna. -Hizo que lo observara fijamente-. Si alguien en la escuela te llega a molestar, nada más debes decírmelo, que yo me encargaré de solucionarlo, desde ahora quiero que me veas como tu hermano mayor.

Qué curioso, le había caído en gracia a su asesino.

                         

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