Capítulo 10 Hora de Volver

Olivia Fernandes

El teléfono sonó, el sonido alto y claro de Chopin resonó en el loft. Me sobresalté, y a Dante le extrañó que su teléfono sonara a una hora tan inoportuna. Ya era de madrugada, y no era costumbre suya recibir llamadas tan tarde.

- Perdón, no tardaré. - Me dio un beso rápido en los labios antes de dirigirse a la encimera, un poco distante del sofá donde estábamos. Cogió el celular y observó la pantalla con curiosidad.

Desde lejos, vi cómo Dante fruncía el ceño. Estaba curiosa, aun tratando de asimilar todo lo que había sucedido, lidiando con el intenso deseo que corría por mi cuerpo.

- ¿Pasó algo? - Pregunté mientras me ponía la ropa interior.

Dante levantó la mano derecha, pidiendo un segundo mientras escuchaba algo en el celular. En ese instante, vi cómo su expresión cambiaba. Parecía asustado.

- Tenemos que irnos, mi hijo está en problemas -dijo brevemente, acercándose a mí una vez más-. Siento mucho tener que interrumpir esto, espero que sepas que no era mi intención.

Acarició mi rostro, dejando un beso lento en mis labios.

- No te preocupes, Dante. Espero que todo esté bien con tu hijo. - Dije, sintiéndome algo inquieta al pensar en algo que no había cruzado por mi mente.

Dante tenía una familia. Y, con esa información, temí que también tuviera una esposa.

Mientras nos arreglábamos para irnos, el incómodo silencio se apoderó del lugar. Ambos en silencio, Dante obviamente apurado, con la preocupación claramente visible en su rostro.

Sentí el impacto de cómo mi noche había dado un giro total. Todo se había vuelto una locura después de salir de la fiesta de Lucas.

- ¡Lucas, mierda! - Pensé.

Me había olvidado completamente de mi amigo después de descubrir a esa misteriosa novia que mantenía en secreto. Y al recordarlo, sentí que mis mejillas se ponían rojas de rabia.

Pero, al mismo tiempo, me sentí hipócrita. Ahora que había conocido a Dante y había tenido intimidad con él, ¿aún tenía derecho a sentir celos de Lucas?

Ese pensamiento alquiló un apartamento en mi mente, y sería algo que no saldría fácilmente de mis pensamientos.

- ¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? - Traté de pensar en una manera de calmar a Dante.

Él estaba visiblemente nervioso, parecía querer salir corriendo de allí. Y, en un pensamiento egoísta, pero comprensible para alguien que acababa de conocerlo, pensé que tal vez se arrepentía de lo que habíamos hecho.

Sin embargo, en el ascensor, camino al estacionamiento, Dante me atrajo hacia él, dándome un abrazo apretado y un beso apasionado en los labios.

- No quería dejarte ir tan pronto -Dante apoyó su frente en la mía, suspirando profundamente, frustrado por tener que separarnos.

Sentí que mi corazón latía tan fuerte que apenas podía creerlo. Ese gesto tan simple e inocente de tocar su rostro, de repente, pareció más íntimo que todo lo que habíamos hecho esa noche.

Sentí miedo al sentirme de esa manera, porque hasta ahora solo me había sentido así con una persona: Lucas.

Cada vez que mi amigo me abrazaba, acariciaba mi cabello o me elogiaba, me sentía de la misma manera.

Me encontraba en una encrucijada, sin saber hacia dónde debía dirigirme.

Pero, antes de crear más expectativas de las que ya tenía, traté de recordar el acuerdo que había hecho con Dante antes de que continuáramos.

Era solo un asunto de una noche.

Necesitaba recordarlo, repetirlo tantas veces como fuera necesario para fijar la idea en mi mente. Pero debía admitir que Dante era tan amable y respetuoso que esa idea se había vuelto un poco más difícil de lo que imaginaba.

Al ponerme el cinturón de seguridad después de subir al coche, pensé, dándome cuenta de que tal vez me había metido en una situación más complicada de lo que parecía.

- ¿Te importa si paso por un lugar antes de dejarte en casa? - Preguntó Dante, arrancando con prisa.

- No, no hay problema. - Dije, sintiendo que me picaba la lengua-. No quiero ser entrometida, pero ¿pasó algo grave?

Pregunté, incapaz de contenerme. Era más fuerte que yo.

- Mi hijo se metió en una pelea, llamaron a la policía, pero creo que es solo burocracia de las autoridades. -dijo, esbozando una pequeña sonrisa mientras me miraba de reojo.

- Hijo, entiendo... - Dejé escapar mi pensamiento a través de mis palabras.

- No te preocupes, no estoy casado. - Dante sonrió ampliamente, divertido por la situación.

- Gracias a Dios -Suspiré, riendo aliviada-. ¿Entonces nuestro encuentro tendrá como destino final una comisaría?

Bromeé con la situación, haciendo que Dante también riera.

- No era lo que yo imaginaba tampoco... -Él negó con la cabeza mientras maniobraba el coche en el estacionamiento de la comisaría-. Puedes esperar aquí si quieres. Solo lo voy a liberar y te llevo a casa, su coche está aquí, así que puede conducir. -me informó Dante, y decidí esperar en el coche.

Sin embargo, cuando vi a Dante llegar a la puerta de la comisaría y, visiblemente, discutir con un hombre de edad similar a la suya, me di cuenta del gran problema en el que me había metido.

Bastó con que el chico se diera la vuelta para que lo entendiera, y el daño estaba hecho.

Dante era el padre de Lucas.

            
            

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