-No me sentí mal ayer, pero cuando me desperté hoy me sentí tan mal.
-Cuando estas cansada simplemente vives la vida como es, pero cuando estás despierta y activa te vuelves muy cautelosa de la vida. Porque ayer te divertiste con Señor Caliente no significa que debas olvidarlo.
La miré.
-¿Señor Caliente?
-Sí. Ya sabes, es guapo y atractivo y...- dijo, culpable
Yo sonreí.
-... Oh olvídalo.
Me reí de ella, ella también se rió.
-¡Oh Dios mío!- Dijo mirando detrás de mí
-¿Qué?
-Date la vuelta despacio.
Me giré despacio y allí estaba él mirándome. Me volví hacia Kat.
-Sr. Caliente- ella sonrió
Yo solté una risita. Se fue a la parte de atrás y me dejó para atender al -Sr. Caliente-.
Me volví hacia un sonriente Matt.
-Hola
-¿Sr. Caliente?- Preguntó
Dios, lo ha oído.
-Oíste-. Hmm, Kat es así. Le pone nombres raros a la gente. Lo siento.
-No, está bien. Me gusta.
-Claro que te gusta.
Sonrió.
-Sobre lo de hacerlo otra vez, me preguntaba si podría robarte ahora mismo.
-No creo que sea una buena idea.
Parecía confuso.
-¿Ahora mismo? Vale, entonces podríamos hacerlo...
-¡No! Quiero decir que no creo que volver a hacerlo sea una buena idea. Fue solo una cita y fue 'realmente' genial, pero no creo que sea bueno hacerlo de nuevo.
Su cara estaba en blanco.
*
MATT
¿Qué rayos?
¿Lo dice en serio?
Anoche fue la mejor cita de mi vida y créeme cuando te digo que he tenido -muchas- citas.
Ella estaba bien cuando la dejé. ¿Qué cambió desde entonces?
-¿Qué pasa, Anna?
-Nada- dijo ella -Solo creo que estaríamos mejor sin estas citas.
La estudié por un momento.
-¿De qué tienes miedo?
-No, Nada.- Tartamudeó
Sonreí mentalmente. Acababa de entenderlo. Ella también se lo había pasado muy bien anoche, pero tenía miedo de lo que sentía.
Me apoyé en la encimera acercándonos un poco más.
-Tienes miedo de habértelo pasado bien, tienes miedo de haber disfrutado y sobre todo, tienes miedo de los sentimientos que tienes cuando estás cerca de mí- la vi tragar saliva con fuerza. Había dado en el clavo.
-Tengo que trabajar- dijo finalmente
Sonreí.
-Gracias, Kat- le dije a Kat y salí de la cafetería.
Iba a encontrar otra manera de conseguirla, otra vez.
Ella era realmente algo.
Sonreí ante eso y me dirigí al trabajo.
*
ANNA
-¿Por qué dijiste que no?- Ella caminó hacia mí inmediatamente Matt salió de la tienda.
Me giré para mirarla.
-No lo sé- suspiré.
Pasaron unos momentos.
-Bueno, simplemente no te asustes cuando otro todoterreno negro te recoja.
¿En serio, Kat?
Llegué a casa ese día después de cerrar el gimnasio. Secretamente esperando que Matt viniera. Pero no vino.
A la mañana siguiente salí a correr, pero no vi ningún todoterreno negro. Qué suerte la mía.
¿Se habrá dado por vencido? Pensé mientras trotaba de vuelta a casa.
Me preparé para ir a trabajar treinta minutos más tarde y me fui al gimnasio y de allí a casa de Kat.
-Kat estoy aquí- llamé mientras entraba en la tienda.
Ella vino de la parte de atrás.
-¿Qué haces aquí?
Yo estaba confundido.
-Hmm, yo trabajo aquí.
-Lo sé. Pero tu novio me dijo que te diera el día libre.
-¿Quién?
-Señor Caliente.
-¿Matt?
-Sí- parecía tan inocente
Eso fue todo. Por mucho que quisiera verle y salir con él, se había pasado de la raya.
-Ya voy- le dije a Kat y tome mi bolso.
Salí de Kat's y fui a O'CE que estaba a unas cuadras.
Cuando llegué a O'CE, vi a la recepcionista y me dirigí a ella.
-Hmm, buenos días.
-Buenos días- me dijo amablemente mientras me miraba
-¿En qué piso está el Sr. O'Connell?
-Treinta.
-Gracias- dije y me dirigí al ascensor
-¿Disculpe señora?- La oí llamar.
Me di la vuelta para mirarla.
-¿Tiene una cita?
-Oh, me está esperando.
Ella sonrió Me di la vuelta y entré en el ascensor.
¡Que Dios me ayude!
Mi miedo a las alturas tendría que esperar hasta que acabara con Matt por tomarse un día libre para mí sin mi consentimiento.
Unos minutos más tarde.
El ascensor sonó.
Salí y me dirigí a la señora que vi primero.
-Hola, estoy buscando a Matt O'Connell.
Ella me miró como si estuviera loca.
-¿Se refiere al Sr. O'Connell?
-Sí-, asentí.
-¿Te está esperando?
-Debería- dije todavía muy enfadada
-¿Tu nombre?
-Annabelle Vincent.
-Un minuto- cogió el teléfono -Sr. O'Connell, siento molestar, pero una tal Srta. Vincent dice... Vale, señor- volvió a colgar el teléfono. -Por esa puerta, señora- señaló la puerta no muy lejos de su mesa.
-Gracias- me acerqué a la puerta y empujé dentro.
Estaba sentado en una silla detrás de una mesa, miraba algo en el portátil. Su traje estaba colgado detrás de su asiento, dos de sus botones estaban desabrochados, su corbata floja. Llevaba el pelo perfecto. Se me hizo la boca agua y tragué saliva.
¿Qué me pasaba? Estaba enfadada con él, no había venido aquí a mirarle.
-¿Te gusta lo que ves?- Le oí decir y atraje mi atención hacia él.
Me estaba mirando. Me acerqué a su mesa y me puse delante de él.
-¡Tú!- Estaba tan enfadada ahora mismo.
-Yo. Me sorprendí cuando mi asistente me dijo que estabas aquí.
-Oh, como yo me sorprendí cuando Kat me dijo que te habías tomado el día libre por mí, sin que yo lo supiera.
-Estás loco- dijo evaluándome
-Oh, estoy muy enfadada. ¿Cómo te atreves?- Estaba tan sorprendido que se levantó. -Es mi vida con la que te estás metiendo- se acercó a su mesa para reunirse conmigo -Tengo una madre a la que cuidar. Tengo facturas que pagar.
Me sobresalté cuando sentí que me abrazaba.
-Lo siento- fue todo lo que dijo.
Intenté zafarme de su abrazo.
-No pensaba con claridad. No pienso con claridad en nada que te implique. Y últimamente, no he estado pensando con claridad.
Sentí que me relajaba en su abrazo y le devolví el abrazo.
*
MATT
Finalmente, se relajó en mi abrazo. Me sorprendí cuando le ofrecí consuelo y me disculpé.
¿Qué me estaba haciendo?
Estaba realmente enfadada. No pensaba en su madre y en las facturas que tenía que pagar. Bueno, no pensaba en ella porque ya había pagado las facturas. Llevé a su madre al mejor centro médico.
Probablemente, me mate cuando se entere. Pero esperemos hasta entonces. Solo espero que no sea pronto.
Me aparté para mirarla.
-Sigo queriendo volver a hacerlo- la miré a los ojos azul grisáceo -Y sé que tú quieres, pero no sé por qué te lo niegas- la metí detrás de la oreja. Era suave y sedosa en mis dedos.
Pasó un momento.
-Tenías razón- dijo ella.
Me sorprendió que lo dijera, aunque sabía que siempre la tenía.
-Tenía miedo de los sentimientos que tenía. Nunca me gustaste, te odié desde el principio- ¡Ay! Mi ego acaba de ser herido por tercera vez.
La primera vez fue cuando no fue a la cita conmigo.
La segunda fue ayer en casa de Kat y la tercera, ahora mismo.
-Gracias por ser sincera- le dije.
-Lo siento- parecía culpable -Pero después de la cita. No se que paso. Es como si el chico que creía que eras no estuviera allí. Eras como un nuevo chico cariñoso, divertido, emocional y agradable.
-¿Agradable?- Puse mi mano en mi corazón -Me lastimaste, Anna.
Ella se rió y eso me hizo sonreír.
No podía apartar mis ojos de ella... y de sus manos. Puse mi mano en su cara y ella estaba sobria. Me miró a los ojos como si se ahogara en ellos. Sus labios se separaron ligeramente. Miró mis labios y se lamió los suyos.
¡Maldita sea! Me estaba volviendo loco.
Me acerqué a ella centímetro a centímetro. Esperaba que se retirara, pero me cogió del brazo y se entregó a la intensa tensión que llenaba la habitación. Nuestros labios se separaron apenas media pulgada cuando la habitación se llenó con la voz de mi asistente.
-Señor, tiene una cita dentro de cinco minutos-, dijo a través del teléfono.
Anna dio un respingo y se apartó.
La despediría inmediatamente si no tuviera que pasar por entrevistar a otra y si fuera la mejor asistente que he tenido.
Miré a Anna que seguía conmocionada por la interrupción. Parecía que la habían pillado haciendo algo ilegal.
Fui a mi mesa y pulsé un botón.
-Cancelar todas mis citas y reuniones de la tarde Claire.
Miré a Anna. Se sorprendió de lo que dije.
-De acuerdo, señor- dijo Claire.
Volví con Anna.
-Tengo que irme- dijo ella mientras daba un paso atrás
-¿A dónde?- Di un paso hacia ella
-Hmm, trabajo- ella dio otro.
-¿Has olvidado que tienes el día libre?- Di otro
-Ah a-ah, yo no...- Ella tragó saliva -No sé nada, ahora mismo- dio otro paso que fue el último que daría porque ahora estaba apoyada en la barandilla que estaba justo delante del cristal desde donde se podía ver toda la ciudad.
Sonreí a lo que ella dijo y di un paso final hacia ella y bloqueé cualquier movimiento que ella podría hacer a la izquierda o a la derecha colocando mis manos en cualquiera de sus lados en el carril.
Temblaba ligeramente. Cerró los ojos.
-Anna, ¿qué pasa?
-Tengo miedo a las alturas-se obligó a decir.
Las alarmas se encendieron en mi cabeza. La sujeté por la cintura y la giré. Ahora estaba entre ella y el cristal. Me puso las manos en el hombro. La hice retroceder lentamente. Me detuve al llegar al centro de la habitación.
Abrió los ojos lentamente y me miró.
-¿Mejor?- le pregunté