-Por una vez deja de pensar. Sólo arriésgate- me interrumpió -Cancelé todas mis citas de la tarde para salir contigo. Me arriesgué, aunque no estaba seguro de que fueras a decir que sí.
Pasó un momento.
Suspiré:
-Vale.
Me sonrió y yo le devolví la sonrisa.
Se puso la chaqueta y cogió su teléfono.
-Vamos- me cogió de la mano mientras salíamos de su despacho.
Llegamos a la puerta de su despacho cuando irrumpió un hombre trajeado. Era alto como Matt, su pelo era castaño y alborotado a diferencia del de Matt. Su cara también estaba bien cincelada. Parecía atractivo, pero no tanto como Señor Caliente.
-Nick- dijo Matt
-Claire acaba de llamar a mi asistente. Me ha dicho que has cancelado todas tus citas y reuniones.
-Si.
-Eso no es propio de ti, Matt-dijo el tipo.
-Tengo algo importante que hacer.
-¿Qué se ha vuelto más importante que el trabajo?
-Nick, te presento a Anna, Anna te presento a Nick, mi amigo y socio.
Fue entonces cuando el imbécil ignorante miró hacia mí.
-Hola- dijo y miró de nuevo a Matt -Entonces, ¿qué se ha vuelto más importante que el trabajo?
-Esta chica de aquí- le oí decir
Miré a Matt. Quien me miro como si realmente le importara.
*
MATT
Ella me miró. Y en ese momento supe que nunca la dejaría ir, nunca. Me importaba mucho y nunca me había importado nadie tanto como ella ahora mismo.
Nunca la dejaría ir. No quiero perderla. Es mía y solo mía. De nadie más.
-¿Así que vas a salir con ella?- Oí a Nick decir
Lo miré y si las miradas mataran, estaría muerto.
-Su nombre es Anna.
-Bien, ¿Así que sales con Anna y dejas el trabajo?
-Más o menos. El trabajo puede esperar.
-¿Y Anna no puede?
-No, no puede.
Se burló.
-¿Tienes algún problema que te gustaría que supiera?
-No- dijo
-Entonces si todo está bien, puedes alejarte.
Nick se alejó de la puerta mientras yo sacaba a Anna de mi despacho. Entramos en el ascensor y fuimos al sótano.
Cuando llegamos al sótano. Llegamos a mi coche. Le abrí la puerta y ella entró. Di la vuelta para sentarme en el asiento del conductor. Cuando arranqué el motor ella preguntó
-¿Adónde vamos?
La miré y sonreí:
-Es una sorpresa.
-Ok.
Por fin llegamos. Espero que le encante.
-Hemos llegado-dije.
Me bajé y le abrí la puerta. La cogí de la mano mientras caminábamos hacia la entrada. Al principio todo estaba tranquilo, pero en cuanto llegamos a la puerta se hizo mucho ruido.
La miré para ver su expresión y no era buena. No le gustaba.
Maldita sea.
*
ANNA
Me quedé sin palabras cuando entramos por la puerta.
Me ha traído a una feria.
Cuando dijo que quería llevarme de paseo, nunca se me pasó por la cabeza que este fuera uno de los lugares a los que me llevaría. Nunca dejó de sorprenderme.
-Si no te gusta, podemos ir a otro sitio-dijo.
-Me encanta- le miré sonriendo
-¿En serio?- Me miró sorprendido.
-Claro que me gusta.
Sonrió.
-Venga, vamos a verlo- Le arrastré más adentro.
Fuimos a todas las tiendas, jugamos a todos los juegos. Me ganó un osito de peluche azul y rosa. Nos divertimos mucho.
-¿Quieres ver algo genial?- Me preguntó unas horas después.
-Sabes que sí- Yo sonreía
Él sonrió.
-Ven.
Le seguí Llegamos a algo que parecía un edificio alto y una casa del árbol. Era una casa en un árbol alto informar de un edificio o como quieras decirlo.
-Sé que te dan miedo las alturas, pero tenemos que subir.
Suspiré.
-¿Valdrá la pena?
Él sonrió.
-Lo prometo.
Eso fue todo lo que hizo falta. Subí las escaleras de la casa del árbol. Escaleras de bloque no de madera. Unos segundos después llegamos juntos a la cima y cometí el error de mirar hacia abajo.
Inspiré. Me cogió de la mano.
-No mires hacia abajo, mírame.
Le miré y me olvidé de todo.
-Ven a ver- tiró de mí alrededor de la casa del árbol, más bien del edificio. Llegamos a un punto y se detuvo, sonriéndome.
Luego señaló algo a lo lejos.
-Ves.
Miré lo que señalaba y mi palabra.
Era un concierto en directo que se estaba celebrando al otro lado de la feria. La canción me sonaba, pero no podía ver de quién se trataba. Llegaron al estribillo y conocí la canción y al artista.
Kiss Me Slowly, de Parachute.
Volví a mirar a Matt con una enorme sonrisa en la cara.
-Un concierto.
Asintió con la cabeza:
-No estaba segura de que te fueran a gustar los artistas.
-Me encanta Parachute. Sus canciones son increíbles.
-Lo sé.
-¿A ti también te gustan?
-Sí-sonrió.
Pasó un momento mientras nos mirábamos fijamente.
-Gracias.
Se puso serio. Se inclinó más cerca mientras ponía sus dedos en mi pelo.
Era el momento, iba a intentar besarme por segunda vez en el día. Lo deseaba tanto en su oficina y ahora lo deseaba más.
Le miré a los ojos y tragué saliva. Me miró a los labios y volvió a mirarme a los ojos. Su segunda mano estaba detrás de mi espalda, acercándome un poco más a él. Nuestras caras estaban ahora muy cerca. En un impulso, cerré los ojos y sentí unos labios suaves sobre los míos. Separé un poco los míos y eso fue todo lo que necesité para que él tuviera todo el acceso que ambos necesitábamos.
Su beso fue suave y delicado al principio, pero rápidamente se volvió ardiente y exigente. Gemí cuando nuestras lenguas se tocaron. Él gimió y me apretó más contra él mientras introducía su lengua más profundamente en mi boca. Estábamos tan cerca que parecía que hubiéramos nacido así. Su mano recorrió mi espalda y la otra acercó mi cara a la suya para que tuviera más acceso. No creía que fuera posible, porque nos besábamos tan fuerte que no quedaba espacio. Su beso me estaba poniendo caliente y quería más, pero no sabía qué era más.
Nunca había besado a nadie así. Para decirlo simple y llanamente. Nunca había besado a nadie. Sí, había salido con muchos chicos, pero nunca me habían hecho sentir como quería sentirme con un chico, como me sentía con Matt.
Podía oír a Parachute cantando Kiss Me Slowly de fondo.
Mis piernas se estaban convirtiendo en gelatina, rápidamente puse mis manos en su hombro para apoyarme. Lenta y suavemente detuvo el beso y abrí los ojos tras diez acelerados latidos.
Me miró con ternura. Miré sus labios y me lamí los míos.
-No hagas eso- susurró.
-¿Hacer qué?- Le miré a los ojos
-Mira mis labios y lame los tuyos. Me vuelve loco.
-Oh.
-Me vuelves loca cada vez- me apartó el pelo de la cara -Tengo que preguntarte algo.
-¿Qué?
-Sé que nos acabamos de conocer y todo eso, y que esta es sólo nuestra segunda cita, pero no puedo esperar más, necesito saberlo.
-¿Qué?
-¿Quieres... ser mi novia?- Dijo lentamente
Sonreí.
-Matteo O'Connell me pide que sea su novia y no me ordena que lo sea.
Desvió la mirada. Alcé la mano para tocar su cara y mirarlo de nuevo hacia mí.
-Quién soy yo para decir que no.
Sonrió y aplastó sus labios contra los míos. Calor y Pasión todo envuelto en uno. Una orden de entrega perfecta.
Se separó.
-Vámonos.
Sonreí y le agarré de la mano muy fuerte por las escaleras que tenía que subir.
*
MATT
La dejé en casa de Kat y volví al trabajo. Cuando entre a mi oficina vi a Nick parado ahí.
-¿Nick? ¿Qué haces aquí?- Entré, me quité la chaqueta y la puse en el respaldo de mi asiento.
-Vine a hablarte de la pequeña señorita Anna Vincent.
Lo miré con furia.
-No te atrevas a llamarla así.
-Bien, pero sabes que ella es como todas las otras mujeres con las que has estado. Lo que no entiendo es por qué la tratas diferente al resto.
-Porque ella es diferente al resto-me senté.
-No, no lo es. Ella solo quiere tu dinero y la fama como el resto.
-No te atrevas a decir eso de ella- me levanté dando un golpe en la mesa -O te gusta ella, o me odias.
Estaba enfadado mientras salía de mi despacho.
Anna era diferente al resto. No parecía alguien que estuviera conmigo por dinero o por la fama. Ni siquiera parecía alguien a quien le gustara la idea de la fama y cuando me ofrecí a pagar las facturas de su madre. Ella se negó, pero yo lo hice de todos modos.
Sí, era diferente. Mi novia era diferente de todas las otras chicas.
La idea de llamarla mi novia me hacía feliz por dentro. Iba a empezar a llamarla así.
Hicimos planes para esta noche.
Esta vez no habría defensas, ni barreras, ni mala tensión, ni conversaciones cautelosas.
La última vez que cenamos. Ella era cautelosa con todo lo que salía de sus labios, pero esta vez será libre. Se abrirá más. No más secretos.
Pero iba a matarme si se enteraba de lo de su madre.
Dios me salve.
Pensé en el carnaval y en el beso. Dios, ella podía hacerme enloquecer con sólo mirar mis labios y lamer los suyos. Había cosas que quería hacerle en la cama. Cosas inimaginables.
Sus labios parecían haber sido bien violados. Cuando gimió, tuve que hacer todo lo posible para controlarme. La forma en que me agarraba los hombros me hacía pensar en cómo me los agarraría cuando hiciéramos el amor, -si- hacíamos el amor. Ella tenía talento natural para besar, aunque no hubiera besado a nadie antes.
Pensar en ella besando a otro hombre me ponía enfermo. La idea de que estuviera con otro hombre me volvía loco.