La miré sorprendida. Ella me conocía tan bien que a veces creo que está en mi mente.
-Hmm...
-Lo estás- confirmó.
Me quedé con la boca ligeramente abierta sin palabras.
-Anna, deja de hacerte esto.
Suspiré.
-No sé de qué me estás hablando.
-Claro que lo sabes. Llevas seis meses haciéndolo.
Claro que sabía de lo que hablaba. Pero no quería admitirlo. Me estaba cerrando al mundo. Sí. Pero sólo porque no puedo soportar por lo que está pasando mi madre.
No soy lo suficientemente fuerte para seguir viendo el mundo de la misma manera después de lo que pasó. Es como si el mundo fuera arrastrado por debajo de mis pies y yo aterrizara en el suelo. Metafóricamente hablando.
No tenía fuerzas para seguir yendo a la universidad con un trabajo a tiempo parcial porque ya no quería enfrentarme al mundo de frente.
Pero desde que pasó lo de Matt, ha sido duro intentar mantener los muros en pie. Cuando estoy cerca de él, todas las razones para levantar los muros ya no existen, ya no importan y ya no tienen sentido porque ya no siento que mi padre se haya ido y que mi madre esté en el hospital luchando por su vida. Me hizo sentir completa de nuevo, como si tuviera algo más por lo que vivir que simplemente estar al lado de mi madre.
-¿Quieres huir de tus sentimientos por Matt? Adelante, esta vez no te lo impediré, pero recuerda que será mejor que intentes resolver las cosas con alguien que se preocupe por ti que hacerlo por tu cuenta-, ya no era tan juguetona como siempre.
-Pero te tengo a ti.
-No soy suficiente.
-Lo eres. Eres como una hermana para mí. Lo sabes todo de mí. Compartes mi dolor y mi felicidad.
-Pero necesitas a alguien que quiera ofrecer su corazón y tomar el tuyo. Y eso no lo puedes tener conmigo... salvo que seas lesbiana.
Le dediqué una pequeña sonrisa triste.
Ella me devolvió una expresión de sorpresa.
-Dios mío, ¿lo eres? Nunca te he visto besar a un chico, nunca. ¿Cómo es que nunca me he dado cuenta? Vaya, y debe parecer que te he estado engañando y...
Me eché a reír.
-Kat, cálmate. No soy lesbiana. Dios, dame algo de crédito.
Ella sonrió.
-¿Besa bien?- Kat preguntó de la nada.
-¿¡Kat!?
-¿Qué? Solo quiero saber.
Suspiré. Típica Kat de todos los días.
-Oh, puedo decir que lo está por la forma en que te sonrojas.
-No lo estoy...
-¡Ja ja!- exclamó sonriendo de oreja a oreja -¿Y...?
La miré aunque estaba a kilómetros de ella. Bueno, técnicamente estaba pensando en el beso. Sabía que iba a ser increíble, pero no pensé que iba a ser -tan- increíble. Era como si estuviera en la nube 9.
-Ya no eres tan inocente, ¿verdad?
-Lo soy. No planeo ir tan lejos con él.
-Igual que no planeabas besarle, ¿verdad?- Ella me dio una sonrisa sarcástica.
-No esperaba que lo hiciera.
-Sí. ¿Y qué hay de la cita de esta noche?- Ella preguntó
-¿Puedo volver al trabajo ahora?- Dije dándome la vuelta para volver al trabajo
-Esta conversación no ha terminado señorita. Vuelve aquí.
¡Mierda!
Ella iba a matarme algún día
Volví a mirarla.
-¿Qué piensas ponerte?- Ella sonrió
-Hmm, solo mi...
-¿No te atrevas a decir lo que creo que vas a decir? Voy a tu casa después del trabajo.
Esa tarde, después de volver del gimnasio y ducharme, Kat me trajo su pequeño vestido negro.
-Ve a ponértelo ahora- me lo dio.
Fui a mi armario y me lo puse.
-¿A qué hora viene el Sr. Caliente a recogerte?- me dijo.
-Hmm, en unos minutos- salí del armario -¿Cómo te queda?- Era como cualquier otro vestido negro pequeño con un escote profundo.
Se levantó de la cama.
-Dios mío, estás increíble. El vestido te queda mejor a ti que a mí.
-No, no es verdad-me puse delante del espejo. -La verdad es que sí-le sonreí a través del espejo.
-Sí, no hace falta que me lo restriegues por la cara... Puedes quedártelo.
-No. Te encanta este vestido.
-Sí, pero no me queda bien.
-Aun así tu...
-Anna. Tómalo.
Me lo pensé.
-Ok.
Kat y yo éramos mejores amigas, pero siempre sentí que éramos hermanas de padres diferentes. Ella era como la hermana que nunca tuve.
-Entonces, ¿qué vas a hacer con tu pelo?
-No lo sé. ¿Arriba o abajo?
-Arriba. El cambio es bueno.
Se hizo un recogido francés y lo sujetó con horquillas.
-¿Maquillaje?- Preguntó.
-Ligero, muy ligero.
Me maquilló.
-Hecho-, dijo cuando terminó e instantáneamente sonó el timbre de la puerta.
-El Señor Caliente está aquí- me sonrió -Termina y voy a dejarlo entrar.
-Okay.
Salió corriendo de mi habitación y bajó las escaleras gritando:
-No te muevas- al tercer timbrazo.
Me levanté para coger mis tacones desnudos, los únicos que tenía. Me senté en la cama y me los puse. Me levanté y me miré de cuerpo entero en el espejo.
No me veía tan diferente de la yo de siempre en la universidad. Pero de la yo reciente, me veía realmente diferente. Suspiré, cogí mi bolso y me dirigí escaleras abajo hacia Matt.
Cuando llegué a las escaleras oí a Kat charlando con Matt. Gracias a Dios que no ha perdido el habla.
-¿Y por qué la llevas a una cita? ¿Y por qué le has pedido que sea tu novia?-. La oí inspirar bruscamente -¿Tienes malas intenciones porque si es así te voy a cazar y pedazo a pedazo te voy a cortar...
-Siento haberte hecho esperar- interrumpí la conversación antes de que pudiera ir más lejos. Matt se levantó y cuando se dio la vuelta para mirarme le lancé a Kat una mirada de qué demonios y ella se limitó a sonreír como si no estuviera a punto de decir lo que creo que iba a decir.
-Es alr...- sus palabras parecían haberse desvanecido cuando me miró
-¿Hay algún problema?
-No, en absoluto- me miró de cuerpo entero -Estás increíble.
Sentí que mis mejillas ardían un poco. Escondí la cara para disimular el rubor.
-¿Estás lista?
-Si.
-Vamos- me abrió la puerta.
Al salir por la puerta me despedí de Kat y vi que Matt le sonreía.
-Que tengáis una noche maravillosa- nos llamó
Llegamos al coche de Matt. Me abrió la puerta para que subiera y dio la vuelta para subir también.
-¿A dónde?
-Ya verás.
-¿Otra sorpresa?- Giré la cabeza para mirarle
Sonrió.
-Tal vez.
Condujo en silencio hasta que llegamos a nuestro destino. Aparcó el coche, paró el motor, me dijo que esperara y salió del coche. Se acercó y me abrió la puerta. Me bajé.
-¿Siempre eres tan caballero?
-Lo soy... excepto en la cama-me miraba con una de sus sonrisas perversas en los labios. Yo lo miraba, y lo que dijo hizo que mi corazón diera un salto y se saltara al menos diez latidos. Mi pulso se aceleró y, de repente, me acaloré sólo de pensar en Matt en la cama haciendo... Dios, me estoy torturando.
-Entremos-, me puso la palma de la mano en la espalda.
Le obedecí y entré en el restaurante a su lado. Me dejó pasar primero por la puerta y luego siguió caminando a mi lado.
-Sr. O'Connell, es un placer tenerle aquí con nosotros, otra vez...- el hombre se volvió hacia mí y continuó -...y con su...
-Novia-, dijo Matt rápidamente.
El hombre parecía en estado de shock, pero continuó de todos modos.
-Una mesa para dos por aquí- nos guió y le seguimos.
Nos cruzamos con no mucha gente que nos miraba. Llegamos a la mesa.
-Gracias, Patrick-, dijo Matt mientras me acercaba una silla y me empujaba ligeramente para que me sentara. Él dio la vuelta y se sentó.
-Su camarero estará con ustedes en breve-dijo Patrick y se fue.
Miré a todos lados sin saber qué hacer o decir. De repente, mis ojos se posaron en un Matt que me miraba fijamente.
-¿Nerviosa?
-Hmm, sólo fuera de lugar.
-¡No lo hagas!- Me ordenó: -Puede que este lugar no se parezca al carnaval, pero te gustará.
-Ok.
-Bien.
-El acomodador parecía sorprendido cuando me mencionaste como tu novia. ¿Por qué?
-Traigo a muchas mujeres aquí.
-Oh.
-Pero ninguna a la que haya presentado como mi novia.
La cabeza me daba vueltas. Una sonrisa se dibujó en mis labios y en los suyos también.
El camarero llegó a nuestra mesa.
-Buenas noches, Sr. O'Connell. ¿Qué le sirvo?
-Tomaré lo de siempre y también mi novia.
-¿Qué vino?
-Tinto por favor.
-No bebo vino-dije.
-Y una botella de agua con gas- le dijo Matt al camarero -Gracias, Troy- el camarero se fue con el pedido.
Matt me miró.
-¿No tomas vino?
-No.
-¿Por qué? ¿Eres menor de edad?
-¿Te parece que con 23 años soy menor de edad?
-¿Entonces por qué?
-La primera vez que intenté tomarlo no fue bonito. Vomité.
Se rió.
-No es gracioso.
-Claro que no lo es.
Le sonreí.
-¿Cuántos años tienes?
-¿Cuántos años aparento?
-Cuarenta.
Ladró riendo todo el mundo se volvió hacia nuestra mesa
-¿Parezco tan viejo?
Asentí.
-Y unos cuantos más o menos, pero yo me decantaría por lo primero.
Se rió.
-Yo tengo Veintiocho.
-Oh. Supongo que trabajar mucho te ha hecho mayor.
-Quizá-, sonrió.
-Pero todavía puedes conseguir una chica con esa cara tan bonita que tienes.
Su sonrisa se amplió.
-Sólo hay una chica que me interese conseguir...
-¿Quién? ¿Shailene Woodley?
-¿Quién?
-Ya sabes, Divergente, Insurgente...
Sacudió la cabeza.
-Estás bromeando.
-No.
-Entonces, ¿quién es la chica?
-¿Eres así de inocente o sólo estás siendo tímido?
-En serio, no sé de qué estás hablando.
Me miró con sus ojos azules.
El camarero volvió con nuestra comida antes de que Matt pudiera decir nada.
Troy puso nuestros platos delante de nosotros le sirvió a Matt un poco de vino tinto y a mí un poco de agua.
-Disfrutad-, dijo y se fue.
-¿Cómo está tu madre?
Me pilló desprevenida.