Entraron a la casa, bajo los chillidos la su madre y tía que mostraban su terror y preocupación, Savannah se guardó el arma en la funda y respiró hiperventilando, buscando tranquilizarse, sintió lava hirviendo correr por sus venas... nunca, nunca nadie la había golpeado jamás.
¡¿Cómo se atrevía Tomás, como?!
- ¡INFELIZ DESGRACIADO! -rugió furiosa y sus ojos se llenaron de lágrimas ante la impotencia.
-Ven aquí, tesoro- una de las empleadas llegó corriendo con lo que parecía ser un botiquín de primeros auxilios.
-Venga, señor Neumann- la tía Ann, lo ayudó amablemente a sentarse, él no sentía mayor dolor, pero si miraba la profunda cortada en el labio de ella, y se sentía enojado, ninguna mujer merecía ser tratada así, por muy enojado que estuviese ese tal Tomás... ¡Ni siquiera Savannah Bronw, se merecía ser golpeada de aquella manera por un hombre! , Luego, alejó sus pensamientos sintiéndose avergonzado, ¿No planeaba él mismo hacerle daño?, ¡Era un hipócrita!
-Señorita Brown...- ella lo miró ceñuda.
-Gracias por defenderme, Neumann- dijo controlando su furia.
-¿Cree que se quedará tranquilo después de haber recibido un balazo?- preguntó ceñudo.
-No, en lo absoluto, los problemas no harán más que empeorar, si antes era solo presión por mi y por el rancho, ahora será una guerra segura,Tomás o tomará esto nada bien. Pero que ni crea que voy a amedrentarme, si quiere conocer lo peor de mi, adelante, no le venderé mi rancho y si quiere guerra, guerra tendrá- dijo convencida.
-¡Siempre supe que Tomás es un salvaje!- gimió Leslie con preocupación.
-Y ese que juraba amarte, mi niña, si alguna vez te hubiera amado, jamás se atrevería a hacerte esto- intervino la tía Ann y Savannah gruñó enojada, al recordar sus meses de relación con aquel hombre, ¡Qué idiota, qué tonta había sido!, presionando los labios y haciendo un gesto de dolor.
-Es un corte bastante profundo- aseguró Leslie con preocupación, y procedieron a comenzar a limpiar las heridas.
No estuvo para nada sorprendida cuando poco más de unas tres horas más tarde, llamaron a su puerta y una de las chicas del servivio, volvió a ella para mirarla con preocupación.
- ¿Qué sucede, Jessy?
-Señora... fuera está el comisario y está pidiéndo verle- presionó la mandíbula con fuerza, importándole poco el dolor que sentía.
-No te preocupes, Jessy- le dijo cortésmente- yo me encargo- llenándose de paciencia salió a recibir al hombre-Comisario Holland, me gustaría decir que me sorprende su presencia, pero estaría mintiéndo.
-¿Está usted bien?- le preguntó observando su rostro inflamado y la cortada en su labio.
-Él estado mucho mejor. Si- admitió- yo le disparé a Tomás, entró a mis tierras, me insultó, me golpeó y además agredió a uno de mis empleados, le disparé en defensa propia - dijo elevando el mentón con orgullo- y eso fue una advertencia, no puede metere a mi rancho cuando le plazca, estás son mis tierras y todos deben respetarlas.
-¡Pudo matarle, señorita!- le reprendió el hombre
-Pude, pero no quise - dijo enojada- mi puntería es de las mejores que verá jamás, si lo hubiera querido muerto, no estaría respirando.
-Le pediré que me acompañe, y su empleado también.
-Esto es ilógico, Holland, ¿es ese imbécil quién comenzó y yo soy la que debe ir a la comisaría?
-Ha presentado la queja, tiene una herida de bala, entró a quirófano para que puedan extraerla.- ella lo miró como si poco le importara.
-Bien, en ese caso, iremos, pero también presentaré la queja por escrito, y le exijo una orden de alejamiento, que restrinja su cercanía a mi ya mis tierras, entiéndalo Holland, ese hombre me atacó, a mi ya mi empleado.
-Lo entiendo, señorita Brown. Cumplamos con el papeleo y las formalidades para que puedan regresar a casa.
Muy en contra de sus deseos, tanto Maximiliano como ella tuvieron que ir a la comisaría, dar sus declaraciones y firmarlas, Savannah presentó la queja solicitando que se le informará a Tomás que debía lejos mantenerse de sus tierras porque no las vendería, además de una Queja a causa de la agresión, luego, caída la tarde, pudieron volver al rancho.
Bastante enojada, Savannah se negoció a hablar con nadie y pasó el resto del día de muy mal humor.
Quince días más tarde, la cerca estaba en su lugar, Maximiliano había colaborado con distintas actividades dentro del rancho, había cortado leña, alimentado a los animales, ayudado con el tractor, debía reconocer cuán agotador resultaba la vida campestre, pues estaba completamente cansado, pero su cuerpo se adaptaba y acostumbraba con facilidad. En aquellos quince días no había perdido la oportunidad de coquetear con Savannah, quién se mostraba bastante receptiva, devolvía el coqueteo y cuando él quería avanzar, ella... se alejaba. Si, aquello sin duda era una estrategia de seducción que agregaba tensión en ellos e incrementaba el interés.
-Es hora de que le muestre mi proyecto personal, Neumann.
-Llevo casi un mes aquí, podría llamarme por mi nombre- ella solo sonriendo.
-Vamos a las cuadras, tomemos un par de caballos y sígame- Abandonaron el rancho, ella sobre los lomos de Tormenta, la hermosa yegua marrón y negra, era preciosa con un hermoso pelaje brillante, y él sobre Dorado, tal y como ella había predicho, se habían convertido en una buena dupla...
El camino fue largo, atravesando los inmensos prados, verdes, una extensión tan preciosa... Maximiliano no se cansaba de apreciar toda la belleza que guardaba el rancho marrón. Se giró hacia la izquierda, observando a la orgullosa amazonas, que montaba tranquila y confiadamente.
-¿Le gusta lo que ve?- preguntó muy segura de si misma.
-Me gusta-admitió él y ella aparentemente sin siquiera girarse para verlo. -me gusta mucho.
-Bueno... a mi también me gusta lo que he visto hasta ahora- volvió a sonreír, y al girarse hacia él, Max no pudo evitar mirarla a los ojos, con una extraña mezcla de deseo, odio y desprecio. -¿Por qué demonios me miras así?- preguntó frunciendo el ceño- es una mirada muy extraña.
-Lo siento- miró al frente y suspir- me confundes, me intrigas... admiro encontrar tanta belleza y fortaleza en un solo ser.
-No me venga con eso, ¿Me dirá que tampoco creyó en mi sólo por ser mujer?- le dijo con voz cargada de exasperación.
-Todo lo contrario, sé perfectamente de lo que son capaces las mujeres... - aquella fue una declaración amarga
-Eso no suena del todo bien... en ocasiones pienso que buscas algo más en estas tierras - Max sonriendo- sigo sin descubrir qué es.
-Quizás, ni siquiera yo mismo lo separa...- cabalgaron por largo rato sumergiéndose en el espeso bosque por otro largo rato, hasta llegar a un amplio claro.
-Bien, aquí es donde quiero construir mi cabaña.
-Creo recordar que había dicho que era cerca de una cascada.
-Asi es - ascendiendo - está a pocos minutos en esa dirección - le señaló - la quiero cerca, pero no tanto como para que se convierta en una amenaza cuando las lluvias intensifiquen su caudal.
-Bien, eso es muy inteligente.- respondió Max, desmontaron, mientras los caballos sueltos comenzaron a pastar sin alejarse mucho de ellos.-¿Qué ha pensado, señorita Brown?
-Quiero que sea pequeña y muy acogedora, compraré buena madera, porque quiero que sea estable y duradera, mi padre amaba ir a la cascada, así que estar cerca me hace sentirme cerca de él. No, pensé en algo muy amplio, pero me gustaría que tuviese una habitación para cuando venga, quizás una pequeña sala, un lugar donde preparar algunos alimentos, un par de muebles y una chimenea para mantenerla caliente.
-Será bastante trabajo, realmente no tengo ni idea de cómo se hace-admitió- pero si alguien que sepa trabaja a mi lado y me dirige, todo será tal y como lo desea.
-No te preocupes, Neumann- le sonó - tendrás todo lo necesario, evidentemente no trabajarás solo.
-Eso es un gran alivio. - Estuvo mucho tiempo conversando de, de espacio y diseños, Savannah estaba siendo muy específica con lo que quería, de pronto notaron como todo se había oscurecido, y un trueno resonó...
-¡Rayos, una tormenta, debemos volver!- pero otro trueno más fuerte, despertó nervios en los caballos quienes relincharon asustados-¡No, no, tranquilo, tranquilos!- les habló ella intentando acercarse, pero las primeras gotas de lluvia que resultaron ser enormes, comenzaron a caer, nuevamente Tormenta y Dorado, relincharon, la yegua se elevó en dos patas y ambos animales se alejaron a galope -¡NO, TORMENTA, VUELVE, VEN AQUÍ!-gimió frustrada- Rayos, debimos atarlos, que idiota fuí. Error de principio.
-Empieza a llover fuerte- exclamó Max, quién estaba ya, medianamente empapado al igual que su jefa.
-Debemos resguardarnos... vamos, hay una cuevas cerca, con suerte llegaremos.
-¿Y los caballos?-preguntó preocupado.
-Esperamos que vuelvan cuando pase la tormenta, o... caminaremos mucho...
-Y si se pierden?- preguntó realmente preocupado.
-Son animales inteligentes, pueden volver a casa sin problema... somos nosotros los que estamos en problema - gimió frustrada mientras las enormes gotas de lluvia, terminaban de mojarla- vamos, corre...