El CEO y la Espia Infiltrada
img img El CEO y la Espia Infiltrada img Capítulo 4 Sombras en la oscuridad
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Capítulo 6 La trampa de las sombras img
Capítulo 7 El borde del abismo img
Capítulo 8 Las Sombras del Pasado img
Capítulo 9 Entre Sombras y Mentiras img
Capítulo 10 El Juego de las Sombras img
Capítulo 11 Verdades Ocultas img
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Capítulo 4 Sombras en la oscuridad

La noche había caído una vez más sobre la ciudad, y la fría brisa que se colaba por las rendijas de la ventana de la oficina de Alejandro Ferrer añadía una sensación de inquietud que parecía haberse instalado en su pecho. Había algo en el aire que lo desconcertaba. La investigación que había comenzado a raíz de la llamada de Lucía Torres había revelado más preguntas que respuestas. Cuanto más intentaba llegar al fondo de la cuestión, más se complicaban las piezas del rompecabezas.

Alejandro se encontraba en su oficina, frente a su escritorio, con una expresión fija en su rostro. Frente a él, había una serie de documentos que Hugo Morales había entregado esa tarde. La investigación sobre Carlos Muñoz había comenzado a tomar forma, y aunque los detalles seguían siendo vagos, había algo en su perfil que no le terminaba de convencer.

Carlos Muñoz era un nombre común, pero no había nada común en la forma en que se presentaba en los registros internos de la empresa. Había conexiones que no encajaban con las personas que Alejandro conocía. El historial de Muñoz no tenía muchas huellas, pero lo que había encontrado hasta ahora indicaba que su presencia en la empresa no era fortuita. Había registros de su nombre en correos electrónicos internos que Alejandro no había autorizado, y había algo en su perfil que despertaba una sensación extraña, como si alguien hubiera intentado borrar su rastro.

Justo cuando Alejandro estaba sumido en sus pensamientos, el sonido de su teléfono interrumpió el silencio de la oficina.

-¿Sí? -respondió, levantando la mirada.

-Señor Ferrer -dijo la voz de Hugo Morales, su asistente personal-. He encontrado algo interesante sobre Carlos Muñoz. Quiero que vea esto.

Alejandro frunció el ceño. Hugo tenía una forma de hablar que denotaba algo serio, algo importante. Sin esperar más, Alejandro colgó el teléfono y se dirigió al área de investigación del departamento, donde Hugo lo esperaba.

-¿Qué has encontrado? -preguntó Alejandro, con voz grave, apenas contenida por la ansiedad.

Hugo le entregó una carpeta que contenía varios informes y documentos que Alejandro ya había comenzado a revisar. Sin embargo, había uno que destacaba entre los demás: un correo electrónico de Carlos Muñoz que había sido enviado desde una dirección externa a la empresa, algo que Alejandro no había visto antes.

-Este correo -dijo Hugo, señalando el documento- fue enviado el mes pasado, a una dirección que no tiene relación con ningún empleado de la empresa. Lo curioso es que se refiere a varios proyectos internos, y menciona específicamente una operación que está fuera de cualquier archivo oficial.

Alejandro tomó el documento y lo leyó en silencio. El contenido era tan críptico como perturbador. Se hablaba de "ajustes estratégicos" y "ajustes en el personal", pero no se especificaba a qué se referían exactamente. Sin embargo, algo en el tono del correo le hizo pensar que se trataba de un asunto mucho más serio.

-Esto no tiene sentido -murmuró Alejandro-. Si Carlos Muñoz está detrás de esto, no lo está haciendo solo. Este tipo de maniobras requieren de alguien con poder. No estoy seguro de qué está pasando, pero ahora sé que las cosas están fuera de control.

Hugo asintió.

-Es lo que me temo. Además, parece que Muñoz no está solo. Hay menciones a otras personas en algunos correos, pero todos los rastros están cubiertos. No es tan fácil rastrear la fuente.

Alejandro apretó los puños. Esto era más grande de lo que había imaginado. La red de corrupción y sabotaje dentro de su propia empresa parecía estar mucho más extendida de lo que pensaba.

-Tenemos que averiguar quién está detrás de esto, Hugo. Cueste lo que cueste. Y también, hay algo más que me preocupa: Lucía Torres. No me malinterpretes, Hugo. Me ha ayudado con la información, pero todavía no sé en quién puedo confiar. Ella está demasiado cerca de todo esto. No quiero caer en sus juegos.

Hugo lo miró con atención, viendo la preocupación en los ojos de su jefe.

-Sé lo que quieres decir, señor. Pero también debemos considerar que Lucía puede ser parte de todo esto o, por el contrario, la pieza clave para resolverlo. Quizás está tratando de protegerte, aunque eso no lo sabemos aún.

Alejandro suspiró. La situación era compleja y no había forma de saber con certeza cuál era el papel de Lucía en todo esto. Pero una cosa era clara: algo estaba pasando dentro de la empresa y tenía que actuar rápido.

-Sigamos investigando, Hugo. No hay tiempo que perder.

Mientras tanto, en un rincón oscuro de la ciudad, Lucía Torres se encontraba en su apartamento, observando con atención la pantalla de su laptop. Había algo que la mantenía despierta por la noche, algo que la llenaba de ansiedad. Aunque su relación con Alejandro Ferrer estaba en una etapa de incertidumbre, ella también sentía que estaba al borde de algo mucho más grande, algo que la podría arrastrar con ella si no tenía cuidado.

Había tomado una decisión esa mañana. Después de la conversación con Alejandro, algo en su interior le había dicho que debía actuar por su cuenta. No podía esperar que él se encargara de todo. Sabía que la situación era peligrosa, que estaba caminando por un filo extremadamente delgado. Sin embargo, no podía echarse atrás.

Con manos temblorosas, Lucía marcó un número en su teléfono móvil. La llamada tardó unos segundos en ser respondida.

-¿Sí? -dijo una voz grave al otro lado de la línea.

-Soy yo -respondió Lucía, con la voz baja y ansiosa-. He hablado con Alejandro Ferrer. La investigación está tomando un rumbo peligroso. Está cerca de descubrir la verdad.

La voz al otro lado de la línea guardó silencio durante un momento antes de responder.

-No te preocupes. Sabemos cómo manejarlo. Tú solo sigue adelante con lo que estás haciendo. Alejandro Ferrer no es un problema. El verdadero problema está en otro lado. Confía en nosotros.

Lucía respiró hondo, tratando de calmar sus nervios. No estaba segura de en quién estaba confiando, pero sabía que ya no podía retroceder. El juego había comenzado, y ella estaba atrapada en él.

Esa misma noche, Alejandro Ferrer no pudo evitar dar un vistazo a la última información que Hugo le había entregado. Había algo en su mente que no lo dejaba descansar: Lucía Torres. ¿Por qué parecía estar tan involucrada en todo esto? ¿Qué la motivaba?

De repente, su teléfono vibró, interrumpiendo sus pensamientos. Era un mensaje de texto, sin remitente. El mensaje solo contenía una frase breve, pero que hizo que su sangre se helara.

"No confíes en Lucía. Ella sabe más de lo que dice."

El mensaje era claro, y el hecho de que fuera anónimo solo aumentaba la incertidumbre en su mente. ¿Quién podía estar enviando ese mensaje? ¿Era una advertencia legítima o un intento de manipulación?

No pudo evitar sentirse atrapado en un torbellino de dudas y desconfianza. La verdad sobre Lucía Torres, sobre Carlos Muñoz y sobre todo lo que estaba sucediendo en Aureum Corp, parecía estar fuera de su alcance. Y mientras tanto, las sombras continuaban moviéndose en la oscuridad.

Se recostó en su silla, mirando al techo con expresión seria. Ya no podía fiarse de nada ni de nadie. La guerra había comenzado, y él no sabía si estaba listo para enfrentarla.

            
            

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