El CEO y la Espia Infiltrada
img img El CEO y la Espia Infiltrada img Capítulo 5 La verdad a medias
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Capítulo 6 La trampa de las sombras img
Capítulo 7 El borde del abismo img
Capítulo 8 Las Sombras del Pasado img
Capítulo 9 Entre Sombras y Mentiras img
Capítulo 10 El Juego de las Sombras img
Capítulo 11 Verdades Ocultas img
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Capítulo 5 La verdad a medias

La mañana siguiente llegó con un cielo gris que presagiaba más lluvia. Alejandro Ferrer ya estaba de pie, con su rutina habitual, pero hoy algo se sentía diferente. La tensión en el aire parecía haber aumentado, como si cada paso que daba lo acercara más a una verdad incómoda y oscura que no estaba preparado para enfrentar. Su mente seguía dando vueltas alrededor del mensaje anónimo de la noche anterior. "No confíes en Lucía.

Ella sabe más de lo que dice." Aquellas palabras resonaban una y otra vez en su cabeza, y aunque intentaba no darles demasiada importancia, algo en su interior le decía que no debía ignorarlas.

Estaba en su oficina, frente a la ventana, mirando cómo las gotas de lluvia corrían por los cristales. No tenía ganas de empezar el día. Las sombras que lo habían estado acechando las últimas semanas lo seguían de cerca, y no veía forma de liberarse de ellas. La investigación sobre el sabotaje dentro de Aureum Corp se estaba volviendo cada vez más complicada. Carlos Muñoz seguía siendo una pieza clave en ese rompecabezas, pero las pistas seguían siendo vagas. La red de intrigas dentro de la empresa era más grande de lo que había imaginado, y, por alguna razón, Lucía Torres estaba en el centro de todo esto.

Antes de que pudiera sumirse aún más en sus pensamientos, el sonido de su intercomunicador lo sacó de su letargo.

-Señor Ferrer -dijo la voz de su asistente, Mónica-, la señorita Torres está en la sala de espera. Dice que necesita hablar con usted.

Alejandro se tensó. Aunque había decidido no confiar por completo en Lucía, no podía negar que, en el fondo, había algo en ella que lo atraía. Quizás era su firmeza o esa mirada que tenía, tan intensa, tan decidida. Pero no podía permitirse caer en sus juegos. Sabía que las cosas ya estaban fuera de control, y tenía que mantenerse firme.

-Que pase -dijo, con un tono que trataba de mantener la calma.

Lucía entró en la oficina sin vacilar, su presencia, aunque serena, parecía llenar el espacio. Llevaba un vestido negro sencillo pero elegante, y su cabello castaño caía suavemente sobre sus hombros. Sus ojos se encontraron con los de Alejandro, y por un segundo, ambos se midieron, como si intentaran leer los pensamientos del otro.

-Señor Ferrer, espero no haberlo interrumpido -dijo Lucía, con voz tranquila.

Alejandro levantó una mano en un gesto de cortesía.

-No es una molestia. ¿En qué puedo ayudarte, Lucía?

Ella se sentó sin esperar mucho, como si estuviera acostumbrada a ese tipo de conversaciones. Alejandro no pudo evitar notar que había algo diferente en su postura, algo que lo hacía más difícil de leer que nunca.

-Necesito hablar con usted sobre algo que creo que es importante -comenzó, mirando fijamente a Alejandro-. He estado revisando los documentos relacionados con los proyectos más recientes de la empresa, y he encontrado algunas irregularidades. Creo que alguien dentro de la organización está manipulando los números. Pero no solo eso, también he encontrado una red de comunicaciones que me preocupa. Algo está pasando en Aureum, y no tengo claro quién está detrás.

Alejandro la observó en silencio por unos segundos, evaluando cada palabra que salía de su boca. Algo en su tono de voz lo hacía dudar de la sinceridad de sus intenciones.

-¿Y cómo sabes todo esto? -preguntó Alejandro, levantando una ceja. Su tono era más frío, pero controlado. No podía permitirse ser demasiado confiado.

Lucía no se inmutó ante la pregunta, y su respuesta fue directa.

-Soy observadora. He trabajado en este tipo de proyectos antes, y no puedo ignorar las señales. Y después de lo que pasó con las cuentas ayer, creo que lo que he encontrado no es una simple coincidencia. Es un patrón.

Alejandro no pudo evitar sentirse intrigado. Había algo en su historia que coincidía con lo que él había descubierto en su propia investigación, pero no estaba dispuesto a darle la razón tan fácilmente. No sin tener pruebas más claras.

-Lo que estás diciendo es muy serio, Lucía. Si estás insinuando que hay un sabotaje dentro de la empresa, necesitamos pruebas más concretas -respondió, su voz tomando un tono más grave.

Lucía lo miró directamente a los ojos, y aunque su expresión era calmada, había una chispa de determinación en su mirada.

-Tengo las pruebas, señor Ferrer. Pero no puedo compartirlas con nadie más, aún. Aún no confío lo suficiente en las personas dentro de esta empresa para poner en riesgo lo que he encontrado.

Alejandro sintió una oleada de frustración. Sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que no podía dejar pasar la oportunidad de descubrir la verdad, aunque esa verdad lo pusiera en una posición peligrosa. Después de todo, si algo había aprendido en los últimos meses, era que no podía confiar en nadie, ni siquiera en aquellos más cercanos a él.

-¿Qué es lo que necesitas de mí, Lucía? -preguntó, su tono más suave pero igualmente calculador.

Lucía hizo una pausa antes de responder, como si estuviera considerando sus palabras con cuidado.

-Necesito que me ayude a investigar más a fondo. Si quiero seguir adelante con esto, debo hacerlo con alguien que esté dispuesto a ir tan lejos como yo. Y, sinceramente, no creo que pueda hacerlo sola. Hay demasiados ojos encima de mí.

Alejandro la observó en silencio, sopesando sus opciones. Algo en su tono le decía que Lucía no estaba jugando, pero a la vez, no podía dejar de pensar en las dudas que tenía sobre ella. ¿Era realmente aliada o simplemente una pieza más en el tablero?

-Lo que estás pidiendo es arriesgado -dijo Alejandro finalmente, su mirada fija en la de ella-. Si lo hacemos, no habrá vuelta atrás. Tendremos que ir a fondo. ¿Estás lista para eso?

Lucía asintió sin dudarlo.

-Sí, estoy lista.

Más tarde, cuando Lucía dejó la oficina de Alejandro, se sintió un nudo en el estómago. Sabía que estaba cruzando una línea peligrosa, pero no podía detenerse ahora. La verdad era más importante que cualquier cosa. Alejandro Ferrer podía ser una pieza clave en este juego, pero también podía ser una amenaza si no lo manejaba correctamente. No sabía si podía confiar completamente en él, pero tenía que intentarlo.

Mientras tanto, en la oficina de Alejandro, las dudas seguían acumulándose. Se sentó en su escritorio y miró los documentos sobre la mesa, pero algo no lo dejaba concentrarse. Lucía había hablado con tanta seguridad, pero ¿realmente sabía lo que decía? ¿O estaba manipulando la situación para su propio beneficio?

La sensación de desconfianza se instaló de nuevo. No podía estar seguro de nada, pero lo que sí sabía era que las piezas de este juego se movían sin control, y él estaba atrapado en el medio. No importaba cuántas veces revisara los datos, ni cuántas preguntas más le hiciera a Hugo Morales, no encontraba respuestas claras. Solo más preguntas. Y una en particular: ¿quién estaba detrás de todo esto?

Esa noche, Alejandro no pudo dormir. La lluvia seguía golpeando los cristales, pero no era eso lo que lo mantenía despierto. Era la incertidumbre, el miedo de estar tomando la decisión equivocada, de confiar en alguien que tal vez no merecía su confianza. Lucía Torres había logrado que se planteara todas esas preguntas, y a pesar de que no quería admitirlo, se sentía atrapado en una red de mentiras que él mismo había comenzado a tejer.

La guerra estaba en marcha, y las reglas del juego eran mucho más complicadas de lo que había anticipado.

                         

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