Capítulo 5 5

El sol se filtraba a través de las cortinas, creando patrones de luz y sombra en la habitación. A mi alrededor, los recuerdos estaban esparcidos: fotos de momentos felices colgadas en la pared, un armario entreabierto que dejaba entrever la ropa colorida de mis días despreocupados, y algunos juguetes y muñecas olvidados en el suelo, como si hubieran decidido hacer una pausa en su aventura. En la cama, una gorra y unos zapatos desordenados contaban historias de un día activo.

Me tumbé en la cama, disfrutando del suave acolchado mientras mordía un sándwich improvisado que había preparado con lo que encontré en la nevera. La mezcla de sabores era simple pero reconfortante. Justo cuando estaba a punto de perderme en mis pensamientos, un toque suave interrumpió mi momento.

Era mi abuelo, quien se asomaba a la puerta con una sonrisa amplia que iluminaba su rostro. Le hice señas para que pasara y se sentara a mi lado.

-También me he aburrido de escuchar a tu abuela y tu novio hablar -comentó con un guiño travieso.

-Abuelo, él no es mi novio -respondí, tratando de contener una risa.

-¿Entonces por qué lo presentaste como tal? -inquirió él, arqueando una ceja.

-Es una historia que no quiero contar en este momento, abuelo -contesté, sintiendo cómo el calor me subía a las mejillas.

-Vale, pequeña, lo entiendo. La dejaremos para luego -dijo con un tono comprensivo.

-Gracias, luego os la cuento con calma -prometí, aliviada.

-Haberlo sabido antes y le digo a tu abuela para que no lo invitara a la reunión el sábado -bromeó.

-Oh, no te preocupes abuelo, ya lo había hecho yo cuando veníamos. Te he dicho que es una historia que luego te cuento con lujo de detalle -le aseguré.

-Bueno, en ese caso, los esperamos el sábado -dijo él mientras acomodaba su postura en la cama.

-¿Los? ¿A quiénes esperan el sábado? -pregunté con curiosidad.

-A ti y a tu "novio". Tu abuela le ha dado permiso para que te lleve con él; aunque si no quieres, puedes quedarte aquí o en la habitación de tu madre -explicó con seriedad.

-Está bien abuelo, no te preocupes. Iré con él solo por esta noche; mañana me vendré de nuevo -respondí, sintiéndome un poco más tranquila ante la idea de compartir esa velada.

¿Quién en su sano juicio podría quedarse con un hombre que apenas conoce? ¿Estaré demente si decido quedarme con él? ¿Acaso este tipo será un psicópata? Un torrente de preguntas inundaba mi mente sin respuesta alguna en ese momento. Solo tenía la opción de averiguarlo yendo con él a su casa, aunque eso significara alejarme de la casa de mis abuelos. Si lo pienso más, me arrepentiré y no iré... aunque, por otra parte, no me importa mucho lo que piense ese tipo. ¿O sí me importa? ¡AUXILIO! Deseaba respuestas a tantas preguntas que surgían cada segundo, y solo tenía una única opción: ¡GRANDIOSO! Tal vez esta noche muera y nunca obtenga mis respuestas. Sin embargo, si analizo la situación más detenidamente, quizás podría ser una noche divertida... o tal vez no.

¿Cómo puede ser divertida una noche con alguien tan arrogante y serio como David? La idea es para volverse loca y aburrida como él. Pero, por otro lado, muero por conocerlo a fondo o al menos descubrir lo más importante sobre él, a pesar de que lo último que desea es que sepa algo de su vida. Pero soy una persona insistente; encontraré la manera de saber más sobre él, le guste o no. Esa será la condición para que pueda ir con él; si no, que se vaya a donde le plazca, me dije a mí misma.

Un "toc, toc" interrumpió mis pensamientos. Al levantar la mirada, vi los ojos más preciosos e intimidantes posados en mí. David me ofreció una sonrisa amplia y sugestiva que solo me permitió mirarlo fijamente con los ojos muy abiertos, atenta a cualquier ocurrencia que se atreviera a hacer.

-Tus abuelos me han advertido que si no te cuido esta noche se encargarán de que no vuelva a verte -dijo con un tono burlón.

-Qué casualidad -respondí- porque pensaba lo mismo que ellos y también iba a advertírtelo. ¿Por qué pediste permiso para que me quede contigo? -pregunté arqueando una ceja.

-Porque me encantaría conocerte un poco más en privado -dijo en tono coqueto y sugerente.

-No te atrevas a pensar que puede pasar algo íntimo entre nosotros.

-Por ahora solo quiero saber más sobre tu vida, fuera y dentro del pueblo -aseguró, paecía más asegurarse así mismo de ello-. También me encantaría conocer qué tipo de cosas te gustan y qué te desagrada; en fin, quiero saber todo de ti -me miró fijamente-. Por eso quiero que durante tu estancia en el pueblo te quedes conmigo.

-No te equivoques, chaval -dije levantando una mano y lo miré con ojos filosos-. Solo pienso quedarme contigo esta noche y nada más. Y si tanto quieres conocer sobre mi vida, puedes preguntarle a cualquiera que me conozca; ahora que lo pienso, puedes hacerlo el sábado cuando venga mi familia y mis amigos. De mi boca no saldrá absolutamente nada que pueda perjudicarme. ¿Estamos claros? -le aseguré. Ni por todo el oro del mundo le diría algo de mí. Mi vida ha sido una tragedia desde que mis padres murieron y más con el peso que tengo encima por culpa de los malditos de sus eneigos.

-¡Vaya! Yo soy un arrogante posesivo y tú eres una caprichosa desobediente -dijo burlón, cosa que me molestó aun más.

-Por lo menos he tenido la decencia de tratarte bien; no como tú, que solo has sido un mandón como si fueras mi padre... cosa que no eres.

-He sido todo lo amable que puedo ser, Karla; y si no te gusta mi manera de ser, puedes echarme de aquí y respetaré tu decisión de alejarte de mí -dijo mordaz. Me miró por lo que parecía una eternidad y cuando iba a replicar,mi abuela apareció.

-Primer viaje juntos y ya están peleando, ¿eh? -dijo desde el umbral-. Igualito a sus padres -lo dijo con tanta emoción con un poco de nostalgia que no pude ignorar-. Vamos, hice merienda -dice mi abuela mientras da la vuelta.

-He venido sola; pero él no puede vivir sin mi abuela -dije mientras me levantaba para retirarme de la habitación, dejando atrás a mi abuela y mi fulano novio sorprendidos por el tono de mi voz.

-¿Ha sucedido algo? -escuché la voz preocupada de mi abuela.

-No, Marisol; solo está cansada del viaje -al escuchar aquello me giré a mirarlo con odio-. Además creo que no pensaba encontrarse conmigo y está de muy mal humor por ello -dijo David sonriendo.

-Cosas de chicas querido; cuando queremos estar solas, queremos estar solas -le dijo dándole una palmada en el hombro.

                         

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