NARRADO POR ALANA----------------
Después de haber pasado el día con mi hermano, decidí retornar hacia mi hogar. Justamente el carro de Nando estaba parqueado. Me dio un poco de nervios pero me armé de valor.
-Nando no va a amargar mi noche.
Me desmonté de mi auto y avancé mis pasos. Llegué hacia la casa y casualmente Sonia me había abierto la puerta, entré a la casa y pude visualizar a Nando sentado en un sofá muy enojado.
-Nando -pronuncié.
Él me miraba intensamente desde su ángulo. De seguro iba a reclamarme.
-¿Se puede saber por qué no me cogiste las llamadas Alana? -inquirió él.
Vacilé por unos segundos. Las cosas iban a ponerse mal.
-¿Para escuchar tus peleas? Mira como te acordaste de mí.
Avancé mis pasos y me senté en un mueble. Observé a todo mi alrededor, y solo quedamos Nando y yo. Decidí no mirar a Nando, ya que si lo miraba me iba a enfurecer aún más.
-Eres mi esposa Alana y andas por ahí haciendo no se que -masculló Nando.
-¿Te molestó que yo fuera a una discoteca con mi hermana? ¿Qué tiene de malo? ¿Acaso no soy una mujer de casa?
-Hablé con tu hermana con respecto a eso.
-Vienes para irte. ¿Para eso viniste? ¿Para reprocharme? De verdad que no te entiendo Nando.
-Alana, no me cambies el tema.
-Tú no me cambies el tema.
Decidí levantarme de donde yo me encontraba y marcharme inmediatamente de allí, entonces vi que Nando venía hacia mí.
-No me persigas Nando.
-Me vas a escuchar -habló en un tono alto mientras se aproximaba hacia mí.
-No quiero verte -entonces le dije yo.
Estábamos uno al frente del otro. Nos mirábamos desafiantes e intensamente.
-¿Será posible de que yo pueda hablar contigo Alana? -inquirió él.
Crucé los brazos inmediatamente.
-Tú lo que quieres es discusión Nando y yo no estoy para eso. Si viniste para eso, te voy a pedir el favor de que te vayas.
-No me voy, esta es mi casa. Eres mi esposa y vine a conversar contigo a pesar de tu mal humor -sentenció él.
No me agradó para nada su expresión. Me había molestado su actitud, solo vino para la casa para molestar.
-¿En serio Nando? ¿Solo viniste para buscar chismes? ¿Me crees estúpida eh?
Las cosas estuvieron bien ardidas, nosotros nos miramos intensamente.
-Eres mi esposa. Comoquiera tengo que saber. ¿Por qué no me quieres decir Alana? ¿Te acostaste con tu amante?
-No tengo amante y lo sabes -le respondí furiosa.
Se atrevió a preguntarme esas cosas. Nando se estaba poniendo cada vez mas sordo, celoso e insoportable.
-Sabes Alana -me miró fríamente-. Puedes hacer lo que te de la gana. No voy a impedir de que te quieras acostar con quien quieras, porque yo haré lo mismo.
Lo que había dicho me había dejado sorprendida. Se atrevió a decir esas cosas, era obvio que cada vez estábamos más lejos uno del otro. Yo no quise interactuar mucho, él era el que estaba empeñado en discutir.
-Vete Nando -le exigí inmediatamente.
-¿De mi propia casa Alana? -inquirió él.
-Y es mía también -le dejé bien en claro.
Él sonrió.
-Por supuesto que es tuyo. Pero no puedes sacarme de mi propia casa Alana. Solo te voy a decir algo... -pausó por unos breves segundos-. Si te logro ver con un hombre en mi propia casa, vamos a tener problemas.
-¿En serio piensas de que si me voy a acostar con un hombre sería en esta casa Nando? ¿Qué clase de enfermedad tienes en tu mente Nando? ¿Me crees capaz de eso?
-Siempre hay que poner las cosas claras Alana. Y me retiro de esta casa sin un tiempo definido -me respondió él muy seriamente.
Obviamente era un distanciamiento entre ambos. Por lo tanto no me sorprendí para nada. Veía a Nando retirarse, sentí que por el momento era lo mejor. Tomé aire tranquila y de inmediato me movilicé para buscar a mi hermana. La vi en su habitación manipulando su móvil.
-Hola Nancy -dije cerrando la puerta.
-Alana llegaste.
-Sí y acabo de tener una discusión con Nando. Ya se fue y no sé cuando vendrá -le respondí llegando hacia ella.
-Que situación tan complicada estás hermana. Recuerda que yo estaré contigo. Tendrás mi compañía aunque nuestra madre esté celosa. Pero eso no es de importar -me dijo Nancy y me alegró escucharla.
-¿Entonces te quedarás?
-Sí, Alana. Te puedo ayudar en tu empresa.
-Bueno. Que bien Nancy. Espero no estar ocupando parte de tu vida.
-Como crees.
Después de ahí nos pusimos a conversar sobre el asunto. Nancy iba a ayudarme en cuestiones de la empresa y en todo lo que yo pudiera necesitar, se lo agradecí de corazón. Solo me faltaba que mi mejor amiga estuviera aquí, ella residía en Francia. Cuando terminamos de conversar, me movilicé hacia mi habitación donde tomé un rico baño y luego me acosté a dormir.
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Días después todo continuaba igual, Nando no me escribía y ni me llamaba. Él se comunicaba con Sonia para saber de la bebé. Ya me había acostumbrado. Nunca pensé que íbamos a estar en esta situación tan complicada.
-Sonia, ¿crees que yo pueda arreglar mi situación con Nando?
Estábamos en la cocina y ella se inclinó a mirarme.
-Todo con amor y a su debido tiempo se puede Alana. Por el momento quédate tranquila. Si ves que pasa mucho tiempo pues muévete lo más que puedas. Pero por ahora silencio -trató ella de aconsejarme.
Eran tantas las cizañas de aquella tipa que de verdad yo estaba desencantada y lo que más me enojaba era de que él le creía a aquella tipa. Las cosas que sucedían yo iba a dejarlas fluir. Quizás era cuestión de tiempo.
-Estoy muy desanimada. En verdad Sonia cualquier cosa puede ocurrir con Mery.
-No permitas que esa mujer destruya tu matrimonio Alana.
-Por el momento me importa más mi bebé y mi empresa. Ya después yo veré como podría resolver mi problema con Nando. Le estoy dando tiempo para ver si podría recapacitar de una buena vez por todas, de lo contrario tendré que tomar de todas mis fuerzas.