El secuestro de Laura, un vuelco al corazón.
img img El secuestro de Laura, un vuelco al corazón. img Capítulo 5 Sentimientos reprimidos
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Capítulo 6 Rosa entre espinas img
Capítulo 7 Recuerdos de libertad img
Capítulo 8 Coincidencias img
Capítulo 9 Ojos simpáticos img
Capítulo 10 Descarga de adrenalina img
Capítulo 11 Dulce compañía img
Capítulo 12 Ilusión de vivir img
Capítulo 13 Un nuevo atardecer img
Capítulo 14 Ola de pensamientos img
Capítulo 15 Por un millón img
Capítulo 16 Lluvia de diamantes img
Capítulo 17 Sentidos img
Capítulo 18 Abrazo de almas img
Capítulo 19 Puesta de sol img
Capítulo 20 Ira sin control img
Capítulo 21 Aleteo de mariposas img
Capítulo 22 No puedo vivir sin ti img
Capítulo 23 Adiós para siempre img
Capítulo 24 Verte otra vez img
Capítulo 25 Deseo cumplido img
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Capítulo 5 Sentimientos reprimidos

Un pequeño rayo de luz se asomaba a través del gran ventanal de cristal, despertándome con su cálido y radiante esplendor, creando en mí una ligera ilusión de que, ese día las cosas marcharían diferentes.

Mi cerebro comenzó a trabajar y poco a poco los recuerdos volvieron.

-¡He sido secuestrada! -dije en voz baja con un tono alarmante y a la vez de preocupación, mirando a la persona que se encontraba durmiendo junto a mí.

Al instante, me bajé las sábanas y me miré a mí misma, no sé qué esperaba, quizás que estaría desnuda y que habría una pequeña mancha de sangre en el colchón blanco como la nieve. Pero no, todo seguía teniendo su color original, y yo llevaba unos pantalones gris que parecían ser de un muchacho muy alto ya que me quedaban bastante anchos y cómodos, junto con una sudadera negra, también de gran tamaño.

Fruncí el ceño en lo que observaba el verde infinito de aquella arboleda. Estábamos en un bosque, de eso no tenía la menor duda. Entrecerré los ojos e intenté distinguir algo a través del color menta de los árboles, pero para mi desgracia eso fue lo único que vi, montañas y un paisaje precioso que reflejaba la esperanza de un nuevo amanecer.

-¿Qué te parece?, ¿todavía está dormida? -Cuando escuché la voz, el recuerdo de su mirada me provocó un gélido escalofrío.

Sorprendida, me quedé mirando al horizonte.

No me quedaba nada de la fuerza de ayer, por tanto un suave chirrido me indicó que alguien estaba abriendo la puerta, fue entonces cuando oí el sonido seco de unos pasos que se acercaban cada vez más. Se puso de cuclillas frente a mí, con sus rizos cobres cayendo ligeramente sobre su cara y me dijo:

-Buenos días. -me sonrió con tono amable y con cautela intentó apartar un mechón de pelo de mi cara, pero me eché hacia atrás. Bajó la mano y en su perfecta frente vi como se formaron pequeñas líneas de expresión.

-¿Estás bien? -en respuesta, cerré los ojos y traté de pensar en otra cosa que no fuera ese tipo que tenía delante. -Bueno, volveré... más tarde. -me dio la espalda y luego salió de la habitación.

Mantuve los ojos cerrados, y vi en mis pensamientos pasar todo lo que había sido mi vida cotidiana hasta ahora, las caras de asombro sobre mí en el asiento en la escuela, porque nunca apoyé las ausencias a ningún turno, ya que a pesar de mi trágica realidad, siempre soñé con entrar a la universidad y convertirme en una gran maestra.

Mi deseo siempre había estado frustrado por las ideas de mi padre de que jamás lo lograría, hasta que mis ojos se cruzaron con los de la pequeña princesita de ojos verdes justo en el centro comercial. Ella me transmitió la fuerza para luchar por lo inalcanzable, a través de su inocencia y su belleza interior.

Mi madre seguía siendo una preocupación para mí, después de todo, me había dado a luz y se esforzaba por ser esa madre cariñosa que yo necesitaba. Recuerdo que algunas noches se escondía de mi padre para entrar a mi cuarto y acariciar mi melena, mientras yo dormía. Es verdad, nunca había sabido desligarse de mi padre y darse el lugar que le correspondía y merecía como mujer y ser humano.

No quería ni pensar en lo estaría ocurriendo en casa en estos momentos, ya que mi padre siempre perdía el control y le pegaba a mi madre sin tener para cuando acabar, yo había tratado de denunciarle muchas veces, pero me amenazaba al decirme que un día amanecería y no tendría a mi madre conmigo.

Sé que mi madre es la que tiene que ponerle fin a esta situación para que ese mal nacido pague por todo lo que ha hecho, de lo contrario, algún día acabará con nuestras vidas. Bueno, aunque no estaba tan lejos de pasar por el túnel oscuro que todos dicen ver ya que el boleto de la muerte estaba justo en la habitación de al lado.

Los dos tipos tenían una pistola y estaba segura de que la usarían si intentaba huir, pero tenía miedo, y pensaba en las frías miradas que me lanzaría el que había dormido a mi lado toda la noche.

Angustiada por los comentarios que podrían hacer sobre mis moretones, me rehusaba a darles una explicación. No sabía lo que pasaba por sus mentes manipuladoras, ni estaba segura de las cosas que me harían y siendo sincera, también tenía miedo a la muerte.

Así que, intenté disimular este miedo recordando mi vida hasta ahora. Mi papá había sido un padre normal, al menos hasta que le ascendieron a gerente, a partir de ahí, nuestras vidas cambiaron para siempre.

La mayoría de las noches llegaba borracho y hasta con mujeres, se había convertido en un hombre completamente desconocido para mí. Los recuerdos de mi infancia solo eran eso, imágenes almacenadas en mi memoria, ya que ese ser humano que tanto amé había muerto para mí.

Milly, mi vecina y también mi compañera de clases, siempre había estado conmigo de forma incondicional, sin pedirme nada a cambio. Ella confiaba en mí, pero yo no podía confiar en ella, de hecho, no confiaba en nadie, ni en la mujer que me había tenido por nueve meses en su vientre, ya que sabía que en cualquier momento no soportaba más al idiota de mi padre y huía dejándome atrás, con ese poco hombre.

Sólo estaba decepcionada y confiar significaba salir herida, ya había soportado y pasado por muchas cosas, por eso mi corazón había creado su propio escudo contra el dolor, y no soportaría salir herida una vez más.

En algún momento mis ojos volvieron a cerrarse, no sé si fue la adrenalina, la cama blanda o la hermosa pintura natural que estaba justo en mi campo visual. No soñé nada, cuando me desperté, vi que el cielo se había tornado rojizo, el sentido del tiempo se había detenido por completo.

Mi mirada se dirigió a la mesita de noche, donde había un plato decorado con frutas. Pero no hice ningún movimiento por miedo a que Yul me hiciera daño si se daba cuenta de que estaba despierta. Por supuesto, sabía que eso era bastante idiota, después de todo, podría haberme hecho algo desde hace tiempo si hubiera querido. Agudicé el oído, todo había quedado en silencio.

Entonces escuché una risa. De alguna manera, la risa era muy contagiosa y me fue inevitable no sonreír, lo que me descolocó por completo. De repente, la puerta se abrió de un tirón y oí cómo cesaban las carcajadas. Me di la vuelta y miré la cara de sorpresa del rubio.

-¿Podría alguien quitarme esto? -señalé mi pie, que había sido atado a la cama con una cuerda. Yul levantó las cejas y me miró de arriba abajo.

-¿Y eso por qué? -me preguntó.

-Porque si no lo haces, me mearé en tu cama y apestaré de todos modos. -Una risotada se extendió por su rostro y yo tuve que empezar a reír también, era simplemente algo contagioso. Se acercó despreocupadamente al extremo de la cama y desató tranquilamente la cuerda, me estiré y luego me senté lentamente. Todo me daba vueltas y tardé un momento en aclararme.

-¡Vamos! -me dijo, se ganó una mirada asesina de mi parte, ya que me costaba trabajo sostenerme sobre mis pies. Me levanté y le seguí afuera del dormitorio hasta el salón, donde el idiota de siempre, hoy, era el más simpático de los dos, se quedó mirándome con una sonrisa pilla, tratando de esconder algo, detrás de sus manos.

-Buenos días, Blanca Nieves. -dejé que mi mirada se perdiera y me acerqué a uno de los grandes ventanales. Se me cortó la respiración cuando vi la gran distancia que había entre el suelo que pisaba y la tierra que tenía por delante. Inmediatamente retrocedí y me aferré al pilar al que me habían atado.

-¡No te preocupes, son sólo quince metros! -miré por la ventana y vi mi medio de escape volando.

-Vamos, el baño está ahí atrás. -muy lentamente fui apartando la mirada de la ventana y seguí al de cabello cobre fuera del salón hasta un baño relativamente grande, tenía una gran ducha y me recordaba a un baño de diseño, todo estaba a juego, incluso las toallas.

Entré, me detuve en el centro y vi que había una gran ventana justo al lado de la puerta. Yul cerró la puerta y me miró expectante. Mi expresión facial reflejaba un «¡Acércate si te atreves!», y lo pensé devolviéndole la mirada. Molesto, puso los ojos en blanco.

-Adelante, haz lo que tengas que hacer, no tengo ganas de esperar aquí eternamente.

-¿Hacer qué?-dije yo desubicada, delante de él no iba a hacer nada.

–Ve a ducharte o a orinar. Me quedaré aquí hasta que termines, ¡Jesús!, no seas tan quisquillosa que ya he visto bastantes mujeres desnudas, así que no tienes nada que no haya visto antes, además, no te voy a dejar sola para darte el chance de que te vayas. -

Cruzó sus musculosos brazos delante de su tonificado pecho y me miró ligeramente enfadado, así que yo también crucé los brazos delante de mi pecho y miré hacia atrás con desagrado.

-¡Olvídalo!, por favor, necesito privacidad, tengo ya los pantalones mojados. -Ahora había tocado un punto sensible, me sentí incómoda, apestaba y realmente necesitaba ir al baño. Apreté los labios y busqué febrilmente una solución. - Date la vuelta. -dije finalmente y refunfuñó con fastidio, pero se dio la vuelta y se quedó mirando la puerta.

Fui rápidamente al baño y luego de orinar mi cuerpo necesitaba una ducha, pero me resistía a crear esa vergonzosa escena. Tiré de la cadena y me lavé las manos, entonces me sentí insegura. «¿Debo quitarme la ropa ahora?», pensé, ya me había visto media desnuda, al menos en la parte superior, pero esto era otra cosa.

Mordí mi labio inferior y finalmente giré mi torso, me coloqué la camiseta sudada por encima de la cabeza y miré hacia atrás para asegurarme de que no estaba mirando. Sin quitarle los ojos de encima, me desabroché los pantalones y me los quité.

-¿Te excita tener a un tío cerca mientras te desnudas o por qué no me quitas los ojos de encima? -Mi expresión de asombro se dibujaba por todo mi rostro, por su voz pude percibir que se estaba sonriendo malvadamente.

«¿Cómo sabía que lo estaba mirando?», mi vista recorrió todo el lugar buscando el espejo, entonces vi el dilema, estaba en la puerta, parcialmente cubierto por toallas, de modo que era imposible verlo a simple vista. Debió darse cuenta de que le había visto, porque levantó la mano y la agitó en la lamina de cristal, con una sonrisa malvada.

Mi mano agarró el jabón que estaba sobre la jabonera y sin pensarlo, lo lancé en su dirección. -¡imbécil! - le grité, pero el jabón solo rebotó contra la puerta cayendo en la cerradura, le oí desplomarse y tener un ataque de risa. «¡Me vengaré!»-juré para mis adentros y me apresuré a meterme en la ducha.

Después de todo decidí bañarme, como él había mencionado antes, estaba cansado de ver cuerpos hermosos a diferencia del

mío, que estaba lleno de heridas y cicatrices. No sabía si el tipo seguía observándome, uno nunca sabe a qué atenerse con los criminales.

                         

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