Capítulo 6 Bienvenida de vuelta

Alexander entró y se dio cuenta de que su secretario acababa de terminar una llamada.

"¿Quién era?".

El secretario respondió con respeto: "Era Daniela. Está pidiendo el divorcio, incluso ha programado una sesión judicial para mañana por la mañana a las ocho".

Joyce no pudo evitar sonreír para sus adentros.

Dado el profundo afecto de Daniela hacia Alexander, ¿de verdad estaba considerando seriamente un divorcio?

A pesar de su escepticismo, mantuvo su actitud inocente.

Aferrándose al brazo de Alexander, se presionó contra él y dijo seductoramente: "Yo tengo la culpa. Daniela está molesta porque fuiste muy atento conmigo mientras estuve hospitalizada. Es obvio que está celosa. Quizás debería pedirle disculpas".

Pero Alexander la reconfortó: "No dejes que esto te afecte, nada es tu culpa. A veces Daniela es bastante mezquina. ¿Quiere el divorcio? ¡Muy bien! Mañana iré al juzgado y veré si de verdad habla en serio".

Con una mirada de sorpresa exagerada, Joyce inclinó la cabeza y respondió: "Alexander, no seas impulsivo. ¿Cómo va a querer ella divorciarse de ti? Solo quiere intimidarte. Si aceptaras divorciarte, ella quedaría en vergüenza. No vayas, ¿sí?".

Alexander apretó los labios en una fina línea y sus ojos se oscurecieron de irritación. "Si no voy, ella seguirá utilizando el divorcio para amenazarme. ¿Quién podría soportar eso? Además, ese incendio fue obra suya. Tú no merecías esto, Joyce, y me aseguraré de que Daniela lo reconozca".

Joyce inclinó la cabeza sumisamente y decidió permanecer en silencio.

Nadie sabía que una sonrisa siniestra se dibujó brevemente en sus labios tras de escuchar esa declaración.

Ese mismo día, el secretario de Alexander dejó sobre su escritorio el acuerdo de divorcio.

Al regresar de su reunión, Alexander le echó un vistazo a la portada del documento y lo tiró a la basura.

Daniela había llevado la situación demasiado lejos; él estaba decidido a darle una lección.

Mientras tanto, después de haber entregado el acuerdo de divorcio, Daniela se dirigió a su hotel sintiéndose aliviada.

Siempre había imaginado que separarse de Alexander la destrozaría y que sentiría su corazón en ruinas.

No obstante, a medida que se desarrollaba ese momento decisivo, no sentía más que un alivio profundo y liberador.

Se había aferrado durante tanto tiempo a la falsa esperanza de amar a Alexander que se había engañado a sí misma pensando que él era todo lo que tenía.

Pero dejarlo resultó sorprendentemente más sencillo de lo que había esperado.

Con un sollozo, estaba a punto de entrar al hotel.

Sin embargo, alzó la mirada y se detuvo en seco.

En la entrada, se encontraban los miembros principales del equipo de diseño de Elite Lux.

Eran las mismas personas que habían depositado su confianza inquebrantable en ella siendo una menor de edad, cuando la empresa estaba apenas floreciendo.

Habían estado a su lado en todo momento, excepto cuando decidió casarse con Alexander.

En ese entonces, le advirtieron rotundamente que él no era el hombre adecuado para ella, pero aún así ignoró sus consejos.

Se había aferrado a la creencia de que el amor verdadero justificaba cualquier sacrificio y atravesaba cualquier distancia sin nada de remordimientos.

Ahora que reflexionaba sobre esos momentos, reconocía su propia ingenuidad.

Frente a su equipo, los labios de Daniela se torcieron en una sutil sonrisa y las lágrimas se apoderaron de sus ojos mientras evocaba un aluvión de recuerdos.

El grupo formaba una fila perfecta con rostros alegres. "¡Bienvenida de vuelta!".

En el hotel, Lillian se acercó a Daniela una vez que los demás se fueron a sus propias habitaciones. "Daniela, ¿cuándo nos vamos?".

Elite Lux tenía su sede en el extranjero.

"Trae a Ryan aquí", ordenó ella enérgicamente.

Lillian se veía confundida.

"Si bien este matrimonio debe terminar, también tengo que limpiar mi nombre", explicó Daniela.

Lillian comprendió al instante, cruzó el pasillo y tocó la puerta de la habitación de Ryan. "Ryan, Daniela te necesita".

La brillantez de Ryan Parker residía en su obsesión por la tecnología informática, por lo que pasaba la mayor parte del tiempo en una sala de servidores. La razón por la que apareció allí fue para darle la bienvenida a Daniela.

Completamente vestido de negro, su sudadera con capucha ensombrecía su rostro, dejando solo sus pálidos labios visibles. Su complexión severa y fantasmal lo hacía parecerse a un vampiro.

"Daniela, ¿qué puedo hacer por ti?", preguntó con curiosidad.