Capítulo 7 En un aprieto

Charlee lo interrumpió rápidamente: "Quiero tomar el control del Grupo Sullivan".

En ese momento, un pesado silencio se instaló en el interior del vehículo.

Los labios de la chica se curvaron en una sonrisa burlona e inquirió: "¿Eso está más allá de tus posibilidades? Si es así, solo permanece en silencio".

No estaba de humor para coqueteos.

A decir verdad, los remanentes del encuentro íntimo de la noche anterior solo aumentaron su incomodidad actual.

A pesar de que estaba acostumbrada a darse ciertos gustos, se negaba a perder el sentido de sí misma al sentirse bajo presión.

"No tienes nada que yo desee. Además, ejecutar mi propia venganza será mucho más satisfactorio".

Al observar su expresión rígida, el hombre levantó lentamente el dedo de la pantalla de su celular.

Para él, adquirir una empresa cuyo valor era inferior a diez mil millones de dólares no representaba ningún desafío; su equipo ya había realizado una adquisición de ese tipo en tan solo dieciocho horas.

Relajó su ceño fruncido. Luego, miró fijamente los labios de Charlee y tragó saliva con fuerza.

Su energía y pasión le recordaban a una flor en ciernes y vibrante.

Él siempre había tenido muy presente que ella no dependía de nadie.

Ciertamente, reclamar por sí sola lo que le pertenecía por derecho sería algo que verdaderamente la satisfaría.

Con lo anterior en mente, aceptó que no necesitaba revolucionar su situación inmediatamente.

Durante todo el trayecto, que duró una hora, Charlee permaneció tensa y alerta a su entorno.

El hombre, por su parte, permaneció en silencio y no se aventuró a acercársele más.

Una música suave intensificó el cansancio de la joven. Tiempo después, cuando se despertó, descubrió su cabeza apoyada en el regazo del hombre, mientras este hablaba por celular en voz baja.

Sobresaltada y alarmada, se incorporó rápidamente y miró hacia afuera.

La vista del cartel de Biofarmacéuticas Green la tranquilizó, y el sol del atardecer la puso al tanto de lo largo de su siesta.

En ese momento, todo tipo de emociones, incluidas vergüenza, incomodidad y enojo, emergieron de su ser. Cuando se giró hacia el hombre para preguntarle por qué no la había despertado, notó una pequeña pero evidente mancha húmeda en su pantalón cuidadosamente planchado, justo donde había descansado su cabeza...

Se negaba a admitir que era su saliva.

"Babeaste", dijo él sin rodeos, entregándole un pañuelo con sus dedos bien definidos, como si pudiera leerle la mente.

Incapaz de seguir fingiendo, Charlee instó con los dientes apretados: "Quítate el pantalón y te lo lavo".

Al oír eso, el hombre se quedó un poco aturdido. Luego, usó sus delgados dedos para desabrocharse el cinturón.

"De acuerdo".

Al ver lo que el otro estaba haciendo, ella abrió de golpe la puerta del auto y huyó, olvidándose de agarrar sus cosas.

Cuando se dio cuenta, el vehículo de negocios negro ya había desaparecido.

Entonces su celular vibró dentro de su bolsillo.

Cuando miró un número desconocido destellando en la pantalla, tuvo un mal presentimiento...

Tan pronto como respondió, escuchó la voz ligeramente divertida del hombre: "Registra mi número".

"Tráeme mis cosas".

Ambos hablaron casi al mismo tiempo. Después de un breve silencio, la voz complacida del hombre llegó a través del auricular: "Eras muy linda cuando estabas pequeña".

"¡No toques mi álbum!", exigió Charlee con enojo.

Lo único que no podía perder era ese álbum de fotografías, el cual su madre había conservado celosamente desde su infancia, y que incluso incluía algunas embarazosas.

"Tengo algo que hacer ahora. Hablaremos esta noche", dijo él. Antes de que la chica pudiera responder, colgó.

Charlee miró fijamente el celular oscurecido, mientras rechinaba los dientes.

Estaba segura de que ese idiota lo había hecho a propósito...

La sede de Biofarmacéuticas Green no era grande: constaba de dos talleres y un edificio de oficinas de tres pisos.

El equipo directivo estaba conformado por veteranos que habían trabajado muy junto a la madre de Charlee, razón por la cual el Grupo Sullivan no los valoraba.

"Charlee, debiste haberme avisado antes de asumir el cargo", dijo Nathan Guzman, el actual responsable de la empresa y quien había visto crecer a la joven.

A continuación, colocó los informes financieros y de pedidos sobre el escritorio. "Todo el dinero de la cuenta ha sido vaciado. Estamos esperando que se aprueben nuevos fondos para poder pagar los salarios. En estos momentos, todos en Biofarmacéuticas Green estamos en un aprieto".