A pesar de la soledad, había un cambio positivo en la salud de su padre. Dominic había cumplido su promesa de cubrir todos los gastos médicos, y eso le daba a Ana una sensación de alivio. Sin embargo, la ausencia de conexión emocional en su vida personal la dejaba sintiéndose vacía.
Una tarde, mientras revisaba algunos documentos en su computadora, recibió un mensaje de texto de Dominic: "Tendremos una reunión en casa esta noche. Necesito que estés lista a las 6:00 PM."
Ana sintió una mezcla de nerviosismo y emoción. Las reuniones en casa significaban que podría conocer mejor a la gente del círculo de Dominic, pero también significaba que tenía que estar a la altura de las expectativas. Se esforzó por prepararse, eligiendo un vestido que le quedaba bien y peinándose con cuidado.
A las 6:00 PM en punto, Dominic llegó a casa, ya vestido para la ocasión. Llevaba una expresión seria, pero Ana notó que su mirada se suavizaba un poco al verla.
-Bien, parece que estás lista -dijo él, con un tono que podría interpretarse como aprobación.
-Gracias, espero no decepcionarte -respondió Ana, intentando sonar segura.
Dominic asintió y, antes de que ella pudiera hacer más preguntas, la condujo a la sala donde los invitados comenzaban a llegar. Ana se sintió un poco abrumada, pero se obligó a mantener la compostura. La atmósfera era elegante y sofisticada, y las conversaciones flotaban en el aire como un suave murmullo.
Los invitados eran personas influyentes en el mundo de los negocios, y a medida que la noche avanzaba, Ana se dio cuenta de que había aprendido a moverse en estas circunstancias. Hablaba cuando era necesario y sonreía con naturalidad, intentando absorber todo lo que podía de los diálogos que la rodeaban.
Sin embargo, Dominic estaba ocupado con sus propios asuntos, y Ana se sintió un poco sola en medio de la multitud. Cuando tuvo un momento de respiro, se acercó a la mesa de aperitivos y comenzó a servirse un poco de vino.
-¿Te estás divirtiendo? -preguntó una mujer de cabello rubio y elegante que se le acercó.
Ana sonrió, intentando parecer despreocupada. -Sí, es interesante conocer a tantas personas diferentes.
-Eres la esposa de Dominic, ¿verdad? -dijo la mujer, sonriendo con picardía. -No es fácil estar en su mundo, pero te acostumbrarás.
-Gracias, estoy intentando adaptarme -respondió Ana, sintiéndose un poco insegura.
La mujer asintió, y Ana pudo ver en su mirada que había un aire de competencia. En ese momento, Dominic apareció a su lado, su mirada fría y calculadora.
-Ana, ven aquí. Necesito que conozcas a algunos de mis socios -dijo, guiándola hacia un grupo de hombres de negocios.
A medida que avanzaban, Ana notó que la mujer rubia la observaba con una mezcla de curiosidad y desdén. Dominic la presentó, y Ana hizo su mejor esfuerzo por recordar los nombres y los rostros.
La velada continuó, y aunque Ana se sentía un poco fuera de lugar, comenzó a ganarse el respeto de algunos de los asistentes. Habló con confianza cuando era necesario, y aunque Dominic seguía siendo distante, notó que lo miraba de reojo, como si evaluara su desempeño.
Al final de la noche, cuando los invitados comenzaron a retirarse, Ana se sintió exhausta pero satisfecha. Había logrado mantener la compostura y, en cierto modo, había encontrado su lugar en el mundo de Dominic.
-Has hecho un buen trabajo esta noche -dijo Dominic cuando se quedaron solos. -No pareces tan fuera de lugar como antes.
-Gracias. Solo traté de seguir tu guía -respondió Ana, sintiendo un leve orgullo.
Dominic se cruzó de brazos, su mirada fija en ella. -Recuerda que siempre debes mantener la imagen adecuada. No puedes permitirte un fallo.
Ana asintió, comprendiendo que la presión nunca desaparecería. -Lo sé. Estoy aquí para ayudar.
Mientras se retiraban a sus respectivas habitaciones, Ana sintió una mezcla de emociones. Había logrado adaptarse un poco a su nueva vida, pero la falta de conexión emocional con Dominic seguía pesando en su corazón. Sin embargo, había comenzado a ver destellos de un futuro en el que podría encontrar su lugar, incluso si eso significaba estar al lado de un hombre que era dominante y frío.
Esa noche, mientras se acomodaba en la cama, Ana se preguntó si algún día podría romper las barreras que Dominic había construido a su alrededor. La vida que había elegido era complicada, pero había una chispa de esperanza en su interior. Tal vez, con el tiempo, podrían encontrar una forma de coexistir más allá del contrato que los unía.