Una tarde, mientras Ana reorganizaba algunas cosas en el apartamento, decidió que era hora de hacer algo diferente. Se puso a investigar sobre los intereses de Dominic y, al descubrir que le apasionaban las obras de arte, pensó que podría sorprenderlo.
Con esa idea en mente, buscó en internet y encontró una galería que tenía una exposición de arte contemporáneo. Sintiéndose emocionada, decidió comprar dos entradas. Quería que Dominic se uniera a ella, no solo para disfrutar de la experiencia, sino también para intentar acercarse a él de alguna manera.
Cuando Dominic llegó a casa esa noche, Ana se armó de valor y le propuso la idea.
-Dominic, he encontrado una exposición de arte que creo que te gustaría. Me preguntaba si podrías acompañarme -dijo, con un tono entusiasta.
Dominic frunció el ceño, como si la petición fuera inesperada. -No tengo tiempo para esas cosas, Ana. Hay asuntos más importantes en los que concentrarse.
Ana sintió que su corazón se hundía, pero no estaba dispuesta a rendirse tan fácilmente. -Entiendo que estés ocupado, pero creo que sería bueno para nosotros pasar un momento juntos. No siempre tenemos que hablar de negocios.
Él la miró, su expresión dura, pero había algo en su mirada que parecía dudar. -Está bien, iré. Pero no espero que esto sea un entretenimiento.
-De acuerdo, solo quiero que lo disfrutemos -respondió Ana, sintiendo una chispa de esperanza.
La noche de la exposición, Ana se vistió con cuidado, eligiendo un vestido que resaltara su figura. Quería que Dominic viera que, a pesar de su frialdad, ella también podía ser alguien interesante y digno de atención. Cuando él llegó, su expresión era tan seria como siempre, pero Ana notó que sus ojos se detenían un momento más en ella.
El camino a la galería fue silencioso, pero Ana no se desanimó. Al llegar, los colores vibrantes y las obras de arte contemporáneo la rodearon, y su entusiasmo comenzó a brillar.
-Mira, esta obra es fascinante -dijo Ana, señalando un cuadro abstracto que parecía cobrar vida con cada trazo de color.
Dominic la observó por un momento, y aunque su rostro permanecía impasible, Ana pudo ver un atisbo de interés en sus ojos. -Es... interesante -dijo finalmente, aunque su tono seguía siendo neutro.
A medida que recorrían la galería, Ana se sintió más cómoda, explicando las piezas y las historias detrás de ellas. Dominic la escuchaba, y por primera vez, parecía dispuesto a involucrarse en la conversación.
Sin embargo, a medida que avanzaban, Ana se dio cuenta de que había algo en el aire que cambiaba. Dominic estaba más cerca de ella, su presencia era poderosa y, a la vez, intimidante. En un momento, sus manos se rozaron al admirar una escultura, y Ana sintió una chispa de electricidad.
-Esto es... diferente a lo que esperaba -murmuró Dominic, su voz más suave de lo habitual.
Ana se giró para mirarlo, notando que había un cambio en su expresión. -¿Te gusta? -preguntó, sintiendo que la tensión entre ellos comenzaba a crecer.
-Creo que podría acostumbrarme a esto -dijo Dominic, su mirada fija en sus ojos.
En ese momento, Ana sintió que su corazón latía con fuerza. Hubo una conexión fugaz, un momento en que el mundo exterior desapareció y solo existían ellos dos. Pero, como si se tratara de un espejismo, Dominic retrocedió, recuperando su expresión habitual.
-Es hora de irnos -dijo, rompiendo la atmósfera que se había creado.
Ana se sintió decepcionada, pero no estaba dispuesta a rendirse. Mientras caminaban hacia el auto, decidió arriesgarse un poco más. -Dominic, creo que podríamos hacer esto más a menudo. Hay cosas que podríamos disfrutar juntos.
Él la miró, su expresión aún seria. -No olvides que esto no es un romance, Ana. Solo estamos cumpliendo un contrato.
Ana asintió, sintiendo que la realidad la golpeaba de nuevo. -Lo sé, pero eso no significa que no podamos disfrutar de la compañía del otro.
Dominic se detuvo, mirándola con intensidad. -No te confundas, Ana. No estoy aquí para jugar a ser pareja.
Esa noche, mientras se acomodaba en la cama, Ana reflexionó sobre lo que había sucedido en la galería. Había habido un destello de algo más entre ellos, pero también había una profunda barrera que Dominic parecía decidido a mantener. Sin embargo, no podía dejar de pensar que había una chispa de humanidad en él, algo que podía ser explorado si se daba la oportunidad.
A pesar de la dureza de su trato, Ana se encontraba en un dilema. ¿Podría realmente abrirse camino en el corazón de un hombre que se mostraba tan frío y distante? La vida que había elegido era complicada y llena de desafíos, pero mientras pensaba en su padre y en todo lo que había sacrificado, se prometió a sí misma que no se rendiría.