- Ally se asomó por detrás de la puerta de su habitación, miraba a Adrián con vergüenza, y de a poco, comenzó a entrar en la habitación. -No te preocupes. Aunque no recuerdo mucho lo que pasó, creo que me diste un buen golpe porque me duele mucho la espalda - Adrián confesó, poniendo una mano en su espalda, en muestra de ese dolor.
- Es que te aventé contra el tronco de un árbol, y por eso fue que quedaste inconsciente. Pero no te preocupes, he traído algo para ti que te calmará el dolor - ella sonrió y aun con timidez, se acercó a la cama de Adrián, aunque sin pedirle permiso, se sentó a un lado de él.
Adrián notó que ella traía escondido algo en las manos porque las traía escondidas detrás de su espalda, y le dio curiosidad saber de qué se trataba.
- ¿Qué traes ahí escondido? ¿No piensas volver a noquearme como lo hiciste ahora, verdad? -Adrián preguntó sin apartar la mirada de las manos de la niña.
- No, no lo haré. Prometo no volver a hacerlo, pero ahora, cómete esto, y verás que en cuanto sientas su sabor derretirse en tu boca, de inmediato, te sentirás mejor. El dolor desaparecerá y quedarás como nuevo - ella comentó, sacando las manos de su escondite, y entregándole a Adrián un dulce que parecía un malvavisco de color rosa, pero este era de tamaño un poco más pequeño de lo que era un malvavisco común en su mundo.
Adrián tomó el dulce, no podía creer que con comer aquello que se veía tan delicioso y tan inocente iba a ser el antídoto que él necesitaba para recuperarse de su golpe en la espalda.
- ¿Qué? ¿Acaso no me crees que esto te quitará tu dolor de espalda? Adelante, tómalo y pruébalo - Ally insistió.
Sin más, Adrián tomó el dulce, y lo comió. Mientras masticaba, comenzó a sentir un sabor ácido, luego cambió a dulce, y luego se volvió un sabor tan amargo que era imposible de aguantarlo, sin embargo, Ally le exigió que si quería mejorarse, debía terminar de dejar que los sabores se desaparecieran en su boca, de lo contrario, no serviría de nada.
Pronto, los sabores desaparecieron de su boca, y Adrián, rápidamente, tragó todo lo que quedó del malvavisco.
Era cierto, lo que dijo Ally acerca del antídoto de dulce era verdad, en un abrir y cerrar de ojos, cuando todo el sabor del malvavisco desapareció, Ally le pidió a Adrián que se pusiera de pie, y que hiciera ejercicios de estiramientos, efectivamente, el dolor se esfumó, pues de lo contrario, si no hubiera sido así, mientras que él hacía los estiramientos, no los hubiera podido realizar con total normalidad por culpa del dolor.
- Es fantástico, nunca me imaginé que un malvavisco pudiera curar dolores tan fuertes y de forma tan deliciosa como lo es un dolor de espalda - comentó Adrián con emoción, haber despertado en este nuevo mundo no aparentaba ser tan horrible como se vio en un principio.
- ¿Cómo? ¿No sabías que en nuestro mundo hay personas que estudias para crear medicinas geniales e inigualables, así como son estas? - Ally se extrañó por el comentario de Adrián, y entonces, sus sospechan comenzaron a intensificarse; desde su primer encuentro en el bosque, Ally supo que Adrián no era de este mundo por la forma en que había reaccionado ante el ataque del gigante, pues en su mundo, todos sabían cómo defenderse ante ellos, de alguna forma, y con cualquiera que fuera sus habilidades extraordinarias, cualquier persona del mundo de Ally sería capaz de defenderse, al menos no asesinando a los gigantes, pero sí noqueándolos y logrando escapar de ellos.
Pero Adrián no fue capaz de hacerlo, se quedó congelado en su lugar, y si no hubiera sido porque Ally apareció justo a tiempo para salvarlo, otro habría sido su final.
- Esto... Yo..., -Adrián tartamudeó. Estaba inseguro de saber si realmente podría confiar en una niña que apenas acaba de conocer.
- Tranquilo, ya me he dado cuenta de que tú no eres de este mundo. Eres de otro, no te preocupes por ello, si no quieres contármelo ahora porque no me tienes confianza, está bien. Pero déjame aconsejarte que vayas mañana conmigo a la Academia de especialistas Darkside, necesitarás un fuerte entrenamiento si quieres aprender a sobrevivir en este mundo - Ally aconsejó y se puso de pie de la cama de Adrián, dispuesta a marcharse.
- Supongo que si tendré que hacerlo, tus sospechas son ciertas, yo no pertenezco a este mundo, soy un humano insignificante que no posee ninguna habilidad extraordinaria de esas que tú mencionas. No creo que en tu academia me puedan llegar a aceptar - Adrián se puso triste, si no era aceptado en esa tan mencionada academia, quién sabe que sería de él de ahora en adelante, pues Adrián no estaba seguro de saber si habría manera de regresar a su mundo real.
De todas maneras, ¿Para qué quería regresar a su mundo real si había la posibilidad de comenzar una nueva vida en otro mundo diferente y sin tanto sufrimiento? Porque ahora que lo recordaba, en este nuevo mundo, él ya no estaba enfermo, hacía cosas de personas que no estaban para nada enfermas, su cáncer terminal se había esfumado de su cuerpo y Dios le estaba dando una nueva oportunidad para seguir viviendo.
- Ya, mañana veremos eso con el director de la academia, hay muchas habilidades extraordinarias en este mundo de las cuales puedas aprender y vivir de ellas, no solo existen el combate y la magia, existen más, así que quédate tranquilo, y descansa, mañana a las 5:00 de la mañana vendré a despertarte para que desayunemos y nos vayamos. Que descanses, si necesitas algo, no dudes en pedirlo - dijo Ally y se marchó de la habitación de Adrián.
El niño se quedó solo de nuevo, mirando a su alrededor, tratando de comprender la situación que se interpuso en su camino de manera tan inesperada. En un principio, él había estado moribundo en la habitación de un hospital, y ahora, ha despertado rejuvenecido en un nuevo mundo diferente al que conocía.