Al comienzo, Adrián sintió miedo, nervios porque tuvo que usar una patineta voladora de la más alta tecnología para lograr el ingreso a la academia. Para Ally fue muy fácil usarla, ella solamente tuvo que saltar sobre ella, la patineta desprendió humo y siguiendo las órdenes de su cuerpo comenzó a moverse en el aire con agilidad, sin miedo a terminar cayéndose al suelo.
Por su parte, Adrián miraba su patineta, sin saber como rayos debía de usarla, cuando vio a Ally hacerlo, se vio tan fácil, pero justo cuando llegó su turno, el terror se apoderó de él, puesto que en su mundo, alguna vez, él llegó a jugar en estas cosas, pero no en las que pudieran volar, las suyas eran diferentes, se usaban con rueditas pequeñas y tenías que mantener el equilibrio para no caerte.
Estas eran diferentes, mucho más extremas, y la distancia que tendría que volar hasta la puerta de la academia era muy considerable, siendo él un novato en el uso de estas tecnologías tan avanzadas.
- ¡Ally! ¡Ven, Ayúdame! ¡No sé cómo usar esta cosa! - Ally ya llevaba ganada una distancia antes de que Adrián la llamará con urgencia y la hiciera regresar.
- ¿Qué pasa? Oh, ya entiendo, ¿no sabes manejar una de estas? Pero si ya te expliqué, mira que es bien fácil de usar, es hasta divertido, una vez que aprendes, no querrás soltarla - la niña se movía como si nada en el aire, la patineta no se soltaba de sus pies, y ella estaba lo suficientemente cómoda como hasta para aguantar un viaje largo de una hora en ese medio de transporte.
Adrián la miraba con fascinación, era la niña más linda, divertida y diferente que él había conocido en toda su vida.
- De acuerdo, lo intentaré - Adrián se decidió.
Ally sonríe, y se queda en su posición con la patineta elevada en el aire en espera de que Adrián pueda responder a su primer intento.
Adrián tomó aire, y cuando su cuerpo se relajó, dio el primer salto y subió a la patineta, de inmediato, la patineta se encendió, y el humo salió, el motor arrancó y Adrián sintió que su cuerpo se tambaleaba de un lado para el otro, que en cualquier momento se caería, pero decidió no dejarse vencer por el miedo, y avanzó hacia arriba, en dirección a la academia.
Ally siguió andando detrás de él, cuidándolo de que no fuera a ser tan torpe como para dejarse caer varios metros hacia abajo sin saber en dónde sería su golpe final.
- ¡Mira, Ally! ¡Lo estoy haciendo! - gritó Adrián a la niña que venía detrás de él, montando en su propia patineta con mucha felicidad.
- Lo estás haciendo muy bien, pero ten cuidado, si no miras hacia el frente vas a caerte porque puedes perder el equilibrio - el consejo de Ally había llegado muy tarde.
En medio de su inestabilidad, uno de los pies de Adrián se deslizó por el borde de la patineta, y al no encontrar manera de como sostenerse porque no había suelo a su alrededor, Adrián terminó resbalándose y cayendo al abismo. Su patineta se apagó, puesto que ellas únicamente funcionaban cuando sentía el cuerpo de una persona encima. De lo contrario, siempre estarían apagadas.
Adrián fue cayendo con velocidad desde una altura prometedora, sintiéndose muy asustado del impacto que pronto recibiría, pues no sabría si sobreviviría o no.
Ally descendió hacia él lo más rápido que pudo, pero la velocidad de la patineta no fue suficiente para alcanzarlo.
Fue entonces que en ese momento, cuando Adrián lo vio todo perdido, cuando la tierra estuvo a punto de recibirlo, el muchacho sintió una potente y un mágico poder apoderarse de él, un círculo de luz ultravioleta casi invisible se dibujó a su alrededor, y finalmente, el descenso disminuyó lentamente.
Los ojos de Adrián se cerraron en cuanto la caída comenzó, pero al llegar al suelo, se abrieron, y él vio perfectamente que su cuerpo se levitaba sobre el suelo. El césped bajo él se movía de un lado para el otro gracias a la fuerte ventisca de viento que soltaba su cuerpo. Adrián suspiró, sintiéndose más tranquilo de saber que no habría más golpes para él ese día.
Para su sorpresa, Ally lo había seguido desde su patineta hasta ese punto de destino, ella había sido la única testigo de lo que ocurrió.
- ¡Adrián! ¿Estás bien? - preguntó Ally, preocupada, se bajó de la patineta y esta se apagó, antes de que cayera al suelo, con una maniobra rápida, Ally la tomó entre sus manos.
Pronto, la burbuja de luz ultravioleta que cubrió a Adrián desapareció, y sin caerse, Adrián puso los pies sobre la tierra, como si nada hubiera pasado.
- Sí, lo estoy. ¿Viste eso? ¡Estuvo genial! - dijo Adrián, divertido, pero para Ally no lo fue, y terminó dándole un puñetazo en el hombro tan fuerte que ese sí le dolió.
- Auch, ¡Ally! ¿Puedes bajar un poco a tu fuerza? Me lastimas - él se quejó, su mano acariciaba su hombre y se abrazó a sí mismo.
- No, eso lo mereces por inútil. Casi te matas, ¿terminas riéndote como si eso hubiera sido un buen chiste? - ella estaba enojada, y hablaba con seriedad.
- Ya, bueno. Lo siento, en fin, ¿Podemos regresar a la academia? - él sugirió.
- Sí, tenemos que hacerlo. Las clases comienzan en menos de 10 minutos y debo volver a recibir el regaño de mi profesor y la humillación de mis compañeros de la clase de Arte de la Resiliencia ante Titanes. Ya que, gracias a alguien, no pude cortarle la cabeza al gigante que tenía en la mira, y lastimosamente, tendré que volver a cursar esa matera por tercera vez - Ally se escuchaba resignada, ofendida, y al mismo tiempo, enfadada.
- Lo siento, ¿Cuántas veces tengo que decírtelo para que dejes de echármelo en cara? - Adrián se cruzó de brazos, fingiendo sentirse enfadado y haciendo pucheros.
Ally sonrió.
- De acuerdo, date prisa y vámonos. Llegaremos tarde y en la academia son muy estrictos con la impuntualidad. Pero, si tu patineta cayó a otro lado donde no sabemos, ¿Cómo le harás para que podamos subir allá arriba? -Ally preguntó.
- Mm, bueno. Tal vez, pueda regresar haciendo esto.
Adrián tomó posición, y levantando los brazos, cerrando sus ojos y teniendo mucha paciencia, y acumulando su energía, su cuerpo comenzó a ascender en el aire, pero esta vez, lo hizo sin la ayuda de una esfera de luz ultravioleta, entonces, a medida que fue elevándose, su cuerpo se mantuvo estable, su magia respondía a sus intenciones, y Adrián perdió el miedo, sintiéndose en plena confianza de saber qué estaba haciendo.
Ally se subió a su patineta y lo siguió.
Finalmente, ambos llegaron a la academia, se detuvieron cerca a una fila de estudiantes que ingresaban por la puerta.