Capítulo 3 El Encuentro con Levi

El viento gélido de la madrugada cortaba la piel de Isla mientras caminaba por el patio trasero del castillo. El cielo oscuro se despejaba ligeramente, dejando escapar apenas una franja de luna rota entre las nubes. Las hojas secas crujían bajo sus pies, y la calma de la noche parecía burlarse de la tormenta interna que rugía dentro de ella. Cada paso que daba la alejaba un poco más de su madre, de la seguridad que conocía, y la acercaba más a un destino incierto.

Aun con la sensación de los murmullos de la manada retumbando en sus oídos, Isla no podía deshacerse de la constante sensación de estar siendo observada. Sabía que Levi estaba cerca. No lo veía, pero lo sentía, como una sombra al acecho. Y lo que la desconcertaba aún más era la forma en que su presencia se sentía inevitable.

De repente, se detuvo en seco.

Una figura emergió de las sombras como si la misma oscuridad la hubiera gestado. Levi Darnell. Alto, musculoso, pero con una elegancia inquietante en sus movimientos. Sus ojos brillaban con una intensidad que no dejaba lugar a dudas: estaba allí, con una razón clara y con una determinación aún más clara.

-Isla. -La voz de Levi era baja, pero tenía un poder casi hipnótico. Cada palabra parecía cargada con una intención que no podía entender completamente.

Isla lo observó con frialdad, sin mostrar sorpresa, aunque su interior se agitaba. Sabía que este momento llegaría. Sabía que las palabras que Levi dijera podrían ser cruciales para el futuro de su manada.

-¿Qué quieres? -Isla no dio pie a un saludo o cortesía alguna. Sabía que Levi no era alguien con quien podía perder el tiempo. Su reputación lo precedía, y aunque no confiaba en él, tampoco podía permitirse ignorarlo.

Levi no se acercó más, manteniendo la distancia como un cazador que sabe que su presa está más cerca de lo que parece. La luna iluminaba parcialmente su rostro, revelando una sonrisa que no parecía amable, pero sí enigmática.

-Sabes lo que quiero, Isla. -Su tono era casi un susurro, pero la carga de sus palabras era tan pesada como una espada-. Lo que todos quieren. El trono. El poder. El control de la manada. Tú y yo podríamos... colaborar.

Isla frunció el ceño. Si Levi pensaba que ella se dejaría arrastrar por sus manipulaciones, se equivocaba. Los lobos, como ella, podían oler la codicia a kilómetros de distancia.

-¿Y cuál es tu precio, Levi? -El sarcasmo en su voz era claro. No había forma de que Isla fuera tan ingenua. Las palabras de Levi no eran simples propuestas. Había un juego detrás, algo que no estaba dispuesto a mostrarle aún.

Levi se adelantó un paso, pero se detuvo justo antes de cruzar el umbral que Isla había marcado entre ellos. Su sonrisa se ensanchó levemente, como si disfrutara de su desconcierto.

-Solo negocios. -Dijo con firmeza-. No hay espacio para los sentimientos. Ningún romance. Ningún lazo. Solo poder. Tú me ayudas a obtener lo que quiero, y yo te ayudo a mantener lo que te pertenece. Es simple.

Isla lo observó en silencio, procesando sus palabras. El tono de Levi era directo y frío, pero algo en su mirada le decía que había algo más. La tentación de aceptar su oferta era grande, pero la desconfianza la mantenía firme. Sabía que un trato con Levi no era algo sencillo, y cualquier error podría costarle mucho más que la manada.

-No estoy aquí para hacer alianzas con hombres como tú, Levi. -Su voz salió más fuerte de lo que pretendía, llena de determinación-. No necesitas mi ayuda. Y yo no necesito la tuya.

Levi levantó una ceja, pero no pareció sorprendido. Él sabía, como ella, que las palabras no significaban nada en este tipo de juegos. De todas formas, no insistió. En lugar de eso, su mirada se suavizó ligeramente, como si estuviera evaluando algo más profundo en Isla. Algo más humano.

-Entonces, ¿cómo piensas hacer frente a lo que se avecina? -La pregunta no fue una amenaza, pero el modo en que la formuló hizo que el aire se cargara de tensión-. Tus propios enemigos dentro de la manada, las facciones que ya conspiran para derrocarte. No eres tan invencible, Isla.

Isla lo miró, con rostro impasible, pero por dentro sentía que su corazón latía más rápido. Levi no estaba solo en sus afirmaciones. Ella lo sabía, lo sentía. Había traidores entre ellos; los ecos de la deslealtad ya se podían escuchar en cada rincón del castillo. Pero, ¿aceptar la ayuda de Levi?

No podía.

-Lo resolveré yo sola -respondió sin titubear.

Levi la estudió en silencio, como si estuviera analizando cada palabra que salía de sus labios. Finalmente, dio un paso atrás, pero sin apartar la mirada de ella.

-No serás capaz de hacerlo sola. -El tono de su voz, bajo y desafiante, vibraba en la oscuridad de la noche-. Tarde o temprano, tendrás que tomar una decisión.

La distancia entre ellos se alargó. Isla respiró profundamente, intentando mantener la compostura, pero dentro de ella, el caos de la incertidumbre rugía con fuerza.

-Adiós, Levi -dijo, finalmente, con voz firme, aunque sus palabras sonaron vacías incluso para ella. El rechazo estaba en su tono, pero sabía que, aunque lo deseaba, no podía eliminar la idea que comenzaba a instalarse en su mente: tal vez, solo tal vez, necesitaría su ayuda.

Isla dio media vuelta, pero antes de desaparecer entre las sombras, escuchó las últimas palabras de Levi, que se colaron en su mente.

-No olvides, Isla... la manada no se gana solo con sangre.

El viento helado volvió a soplar, como un presagio. Isla no podía evitar sentir que, de alguna manera, Levi acababa de marcar el principio de algo que aún no comprendía por completo.

            
            

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