Capítulo 5 La Traición

La luna llena bañaba el cielo con su resplandor plateado, iluminando la calma después de la tormenta. El campo de batalla estaba desierto, y las sombras de los árboles susurraban con el viento frío. Isla, cubierta en sangre y polvo, se encontraba en el borde de la pequeña colina, observando la manada que ahora luchaba por reorganizarse tras la violenta incursión de los Vashar. La batalla había terminado, pero la paz era frágil, como una tela de araña rota.

A su lado, Levi permanecía en silencio, su figura era oscura como la misma noche, sus ojos brillando con una intensidad que solo él podía ocultar. Sin embargo, algo había cambiado. La tensión entre ambos era palpable, más que nunca. La cercanía de la lucha los había forzado a trabajar juntos, pero la última victoria no había deshecho la desconfianza que había entre ellos.

Isla lo miró de reojo, estudiando cada uno de sus movimientos. Algo no encajaba. Su mirada ya no se centraba solo en su rivalidad, sino en los pequeños gestos que Levi hacía, las respuestas que no acababan de cuajar, la manera en que se ocultaba detrás de su fría fachada. Un golpe de desconfianza le recorrió la espina dorsal. Era como si todo lo que había construido, su fuerza, su independencia, estuviera comenzando a desmoronarse, deshaciéndose lentamente a medida que la sombra de Levi se alargaba sobre ella.

Levi giró hacia ella, notando su mirada. La tensión entre los dos era palpable, pero la sensación de incertidumbre que Isla emanaba no pasó desapercibida para él. Sabía que no podía esconder lo que estaba sucediendo dentro de él. No solo la guerra de poder y control, sino algo mucho más insidioso: el deseo. Algo que no había planeado, que no había buscado. Sin embargo, como una tormenta en su pecho, no podía ignorarlo más.

-¿Qué te pasa? -Isla rompió el silencio, con voz dura pero cargada de una incógnita. Había notado la tensión en sus ojos, un brillo extraño, algo que no correspondía con el Levi calculador y frío que conocía. Algo en él había cambiado, y no era solo el desgaste de la batalla.

Levi no respondió de inmediato. Se pasó una mano por el cabello, con expresión tensa. No podía mentirle. No podía seguir actuando como si todo estuviera bajo control, como si la ambición fuera lo único que importaba. Isla lo había cambiado. Su presencia, su determinación, la forma en que gobernaba, todo lo que representaba lo hacía sentirse... deseoso. Y eso no era parte de su plan.

Isla observó cada uno de sus movimientos con una mirada crítica, pero antes de que pudieran seguir, un grito distante los interrumpió. Alguien corrió hacia ellos. Era uno de los guerreros de la manada, cubierto de sudor y con el rostro pálido.

-¡Alfa Isla! -la voz del guerrero estaba cargada de desesperación-. Tenemos un problema.

Isla se giró hacia él con rapidez, el miedo que había comenzado a acumularse en su pecho comenzaba a tomar forma. Sabía que esto no era una simple advertencia. Algo más grave estaba ocurriendo.

-¿Qué sucede? -preguntó, la dureza de su voz volvió a dominarla.

El guerrero vaciló antes de hablar, y eso solo intensificó la tensión en el aire.

-Hubo una traición -las palabras cayeron pesadas, como una sentencia. Isla sintió que todo su cuerpo se tensaba, con el corazón palpitando en su pecho-. Un miembro de nuestra manada, uno cercano a ti, está trabajando para los Vashar.

Isla no pudo evitar el escalofrío que recorrió su cuerpo. ¿Cómo? ¿Quién? Todo lo que había construido estaba empezando a desmoronarse, y las sombras de la traición no hacían más que alargarse sobre ella.

Levi dio un paso adelante, con postura dominante, pero la mirada que lanzó a Isla no pasó desapercibida. La desconfianza era evidente, y sus ojos, que antes denotaban frialdad, ahora brillaban con algo más. Él también había escuchado el grito de traición.

-¿Cómo sabes que es alguien de tu manada? -Levi preguntó con una frialdad inquebrantable, clavando los ojos el guerrero.

Isla giró hacia él, con sus propios pensamientos girando rápidamente. No podía ni debía confiar en nadie, no podía permitir que su liderazgo fuera cuestionado por Levi ni por los demás. Sin embargo, una semilla de duda comenzaba a crecer en su interior. ¿Y si él estaba involucrado en esto? ¿Y si esta traición formaba parte de su juego para derrocarla?

La atmósfera se volvió densa, como si todo a su alrededor estuviera a punto de colapsar.

-Encuentra al traidor -Isla ordenó con firmeza, aunque el nudo en su estómago no la dejaba pensar con claridad. Ella no podía perder más tiempo. La situación se complicaba. Si no se mantenía firme, su manada perdería la confianza en ella, y si la confianza se perdía, todo se desmoronaría.

El guerrero se retiró rápidamente, pero la duda permaneció en el aire, pesada, inquebrantable.

Horas después, Isla se encontraba sola en su oficina, mientras la tormenta golpeaba las ventanas del castillo con furia. Levi no se había ido, aunque él también sabía que no podía actuar solo, al menos no sin Isla. Ambos tenían un objetivo común, pero ahora se sentía más que claro que sus caminos ya no eran tan paralelos.

Isla lo observó mientras él caminaba por la sala, su presencia siempre tan dominante, siempre tan segura. Pero ella podía ver a través de él. Sabía que algo se había quebrado en su interior, aunque no pudiera identificarlo aún. El deseo que había notado antes seguía presente, pero había algo más. Algo más profundo.

-¿Qué estás buscando, Levi? -preguntó Isla con voz baja. No podía permitirse ser débil, pero algo en ella también ansiaba saber la verdad. ¿Qué realmente quería Levi de ella? ¿Era solo poder? ¿O algo más?

Levi se detuvo al oírla, los ojos fijos en los de ella. Era una mirada de intensidad, de conflicto.

-Lo que siempre he buscado -respondió, cargado de un tono que no era completamente seguro. No era el Levi que había conocido. Había algo nuevo en él, algo que ni él mismo parecía entender.

Isla no lo miró, no podía. El peso de la traición dentro de su propia manada y las mentiras que habían estado tejiendo a su alrededor comenzaban a socavar el suelo bajo sus pies.

¿Cómo podría confiar en alguien como Levi ahora? Cuando todo lo que ella había creído sobre lealtad y poder estaba siendo cuestionado, ¿quién podría estar a su lado de verdad?

Una profunda sensación de soledad la invadió. Isla se dio cuenta de algo: en este juego, ni siquiera ella podía confiar completamente en sí misma.

Y esa fue la verdad más dolorosa de todas.

                         

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