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-Ya estamos solos, ahora solo bésame...
-¿Becker? -lo llamé con suavidad.
Ambos nos encontrábamos acostados y él tenía su cara enterrada en mis pechos y se aferraba a mi cintura como si me fuese a ir.
-¿Sí? -cuestionó mientras levantaba su rostro para observarme.
-Son las cinco de la mañana -le recordé y él asintió comprendiendo.
-Gracias -susurró antes de abrazarme una vez más.
-Sé lo que se siente no poder dormir -susurré recordando las tantas noches en las que me emborrachaba para poder dormir -me alegra haberte ayudado a dormir un par de horas por lo menos.
Él se alejó de mi para levantarse mientras peinaba su cabello, ese que acaricié durante toda la noche mientras velaba su sueño.
-Lamento molestarte -yo me incorporé negando.
-Me alegra haberte ayudado a encontrar esa paz que necesitabas.
Él sin que me lo esperara se acercó por completo a mi y me sostuvo del cuello para estrellar sus labios con los míos en un beso que no fue para nada suave.
-Como no tienes idea -aseguró alejándose de mi para acercarse a la puerta.
En ese momento mis piernas se sentían de gelatina y mi corazón latía desbocado por el reciente contacto de sus labios contra los míos.
-Te veré pronto -dijo con una sonrisa antes de salir de la habitación cerrando la puerta detrás de él silenciosamente.
-¿Qué cojones está pasando? -cuestioné a la nada.
Becker Hofmann acababa de salir de mi habitación luego de dormir entre mis brazos por más de cuatro horas y eso estaba jodidamente mal y se sentía bien al mismo tiempo.
*:・゚✧ ゚:・*
-¡Calliope! -gritó Galicia afuera de mi habitación y yo me levanté sobresaltada antes de correr a abrir la puerta.
Él me sostuvo el rostro y lo volteó de ambos lados para ver si la marca que me había dejado había desaparecido.
-Te quiero lista en treinta minutos, vamos a salir.
Dicho esto, se dio la vuelta y salió de la habitación dejándome parada frente a la puerta.
Soltando un suspiro me encaminé hacia el baño para ducharme y peinar mi cabello, luego fui hacia el closet para tomar un vestido blanco que era levemente ajustado y llegaba hasta mi rodilla, el único problema eran las mangas que eran de campanas, pero era el único ajustado que tenía y no desaprovecharía la oportunidad de ponérmelo.
Luego tomé unos zapatos negros de tacón ancho no muy altos y maquillé mi rostro eliminando las ojeras., luego coloqué un collar de perlas y salí de la habitación sintiendo el palpitar de mi corazón a toda velocidad.
Si Galicia me pedía salir con él era porque íbamos a ver a los hermanos Hofmann y aunque había hecho algo que no debía al permitir que uno de ellos me besara el que fuese a ver a Klein me emocionaba, pero debía admitir que en lo más profundo también quería volver a ver a Becker, porque, así como él sentía algo que no podía explicar yo también lo sentía.
Era como si algo me empujase a pensar en ellos a partes iguales sin poder detenerlo.
Al bajar las escaleras Evolet me observó de arriba abajo como si estuviese incorrectamente vestida, pero por primera vez la ignoré y caminé hacia la salida en donde Galicia se encontraba hablando por teléfono. Al verme colgó y luego de repasar mi cuerpo de arriba abajo subió al auto y yo subí detrás de él sintiendo las emociones a flor de piel.
Jodidamente quería sonreír, pero no quería que Galicia sospechara nada por lo que intenté mantenerme serena.
-Ellos quieren que tu seas la vocera mientras estoy en China, es probable que el contrato se firme en una semana mas o menos, por lo que tendré que irme en unos siete días. Harás todo lo que yo te diga y solo dirás las cosas tal y como te las digas y que no se te vaya a olvidar a quien perteneces -su mano tomó mi mandíbula con fuerza para que lo mirara -y que no te vuelvan a brillar los ojos como la ultima vez, no creas que no me di cuenta -me soltó con una fuerza desmedida y yo solté un gemido de dolor por la fuerza con la que me sostuvo.
Durante todo el camino me mantuve observando por la ventana absorbiendo la alegría de las personas que caminaban por las calles, las sonrisas de los niños que se encontraban jugando en el parque por el que pasamos hasta que salimos un poco de la ciudad hasta un edificio enorme con una arquitectura compleja y moderna.
Galicia se bajó del auto y yo como siempre hice malabares para bajar sola y con tacones del alto vehículo. Sin perder el tiempo me acerqué a él para enganchar mi brazo en el suyo.
Con pasos lentos nos acercamos a la puerta y el guardia sin siquiera cuestionarnos nada nos indicó la recepción en donde una despampanante morena se encontraba esperándonos.
-Buenas tardes, señores Galicia -saludó amable indicándonos con su brazo que siguiéramos hacia el ascensor -los señores Hofmann los esperan en el último piso.
Cuando entramos en el ascensor ella presionó el número del piso y cerró las puertas.
En la cabina solo se escuchaba nuestras respiraciones y la amenaza de Galicia latente.
La verdad es que yo no sabía como reaccionaría al tener a Becker de frente, ni siquiera sabía cómo podría mirar a Klein a la cara después de lo que había pasado con su hermano y menos siendo una mujer casada.
Cuando el ascensor se abrió ambos salimos con pasos rápidos y una recepción de piso de mármol impoluto y paredes blancas nos recibió. Más adelante se encontraba una mujer de cabello castaño y vestido sumamente ajustado sumándole a eso sus tacones de diez centímetros.
-Buenas tardes, por aquí por favor -nos indicó una puerta de cristal empañado y ambos pasamos encontrándonos con los hermanos Hofmann de pie frente a un escritorio.
-Un placer tenerlos aquí -comenzó diciendo Meyer con rostro serio.
Muy diferente a sus hermanos que se encontraban con sonrisas resplandecientes. Si, Becker estaba sonriendo y eso me pareció lo más hermoso que alguna vez vi.
-Buenas tardes -saludó Galicia sosteniéndome de la cintura mientras yo solo permanecía en silencio e intentando tener la mirada en el suelo.
-Ya su abogado revisó el contrato -aseguró Becker llevando sus manos a los bolsillos de su pantalón azul marino.
Los tres vestían de traje azul con relojes en sus muñecas izquierdas luciendo jodidamente poderosos y dominantes.
-Sí, así es y todo esta correcto ¿firmaremos hoy? -Meyer negó y dio un paso adelante.
Observó de soslayo a Becker y suspiró antes de hablar.
-Me gustaría darle un tour por nuestra empresa, así conoce un poco más de nosotros, ya sabe -hizo un ademan como si fuese algo de todos los días y mi esposo se removió algo incómodo.
-Oh, me parecería perfecto.
-Mañana firmaremos el contrato, mi abogado tuvo algunos inconvenientes hoy, así que puede avisarle a su abogado si es que quiere que esté presente -cuando Meyer dijo esas palabras a mi esposo le cambió la postura completamente.
-Oh, no, no es necesario, ya todo está verificado -Meyer sonrió y le indicó a mi esposo que saliera.
-Su esposa estará bien aquí -dijo tranquilo.
Galicia me soltó como si no le importara en lo absoluto y siguió a Meyer fuera de la habitación desapareciendo en la recepción.
-Hermosa -me llamó Klein y yo lo observé casi de inmediato y por primera vez lo aprecié.
Lucía tan intimidante con ese traje y la sonrisa de depredador que me daba en ese momento.
-Lo piensas mucho -le dijo Becker tranquilo antes de caminar en mi dirección.
Sin que lo viera venir sostuvo mi rostro con algo de fuerza y dirigió su boca hacia la mía y me besó sin que pudiese refutar absolutamente nada.
Yo me separé de él sin corresponder el beso sintiéndome nerviosa.
-Espera, no ¿qué haces? -cuestioné alejándome por completo.
-Besarte -dijo simple.
Yo miré a Klein para ver su reacción y él se encontraba recostado del escritorio mirándome con la sonrisa aun plasmada.
-No me molesta ni incomoda en lo absoluto -dijo tranquilo.
Yo cerré mis ojos y negué una y otra vez antes de acercarme a un pequeño bar y tomar un vaso para verter whiskey en él. Sin meditarlo me lo llevé a los labios y dejé que el líquido descendiera por mi garganta quemando todo a su paso.
-Primero quieres que le sea infiel a mi esposo contigo y luego invitas a tu hermano a unirse, fantástico -Becker sonrió de medio lado.
-No lo invité, solo vi su desesperación al no poder siquiera tocarte y le dije como ir a tu casa, según me contó no te obligó a nada -él se movió de donde estaba y caminó con pasos felinos hacia mí.
Yo intenté alejarme, pero en menos de dos segundos lo tenía frente a mi aprisionándome contra la madera clara de la pequeña barra.
-Lo que me molesta es que él ya probó tus dulces labios y yo sigo aquí esperando a tener tu consentimiento antes de hacerlo -un suspiro salió de mis labios ante su cercanía.
Sus manos se encontraban a cada lado de mi cuerpo, su cuerpo rozaba el mío y mi cabeza se encontraba inclinada hacia atrás por la cercanía de su rostro con el mío.
-Yo... -mi voz tembló.
-Solo tienes que decir si, hermosa.
Yo tragué saliva algo nerviosa y asentí un par de veces antes de sentir sus labios colisionando con los míos.
Su labio superior se entrelazó con mi inferior y comenzó con un movimiento lento que me hizo suspirar. Una de sus manos descendió hasta mi cintura para acercarme a su cuerpo por completo y luego la otra subió a su cuello para acercarnos completamente.
Mi cuerpo temblaba entre sus brazos y mis ojos se cerraron por inercia y simplemente no supe que hacer con mis manos por lo que seguí sosteniéndome de la barra.
Mis piernas temblaban y mi corazón latía con una velocidad atemorizante mientras Klein se apoderaba de mis labios con un beso que me robó el aliento. Con una suave sonrisa él se separó de mi y dejó varios besos sobre mis maltratados labios antes de llevar mi rostro a su pecho para abrazarme por completo.
Varios besos fueron dejados sobre mi cabeza y las lágrimas sin poder evitarlo hicieron su camino por mis mejillas mojando su traje.
A mi nunca me habían besado así.