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Mei Ling llegó temprano a la oficina, como de costumbre. El aire fresco de la mañana entraba por las ventanas abiertas, y el bullicio de la ciudad comenzaba a llenar el espacio con sonidos familiares. Mientras se acomodaba en su escritorio, comenzó a organizar los papeles que había dejado el día anterior. Los primeros minutos del día siempre le gustaban por su tranquilidad, antes de que el ritmo frenético del trabajo comenzara a envolverla.
De repente, la puerta de la oficina se abrió con un suave tintineo. Mei Ling levantó la vista y vio a Jian Wei, como siempre, con su habitual confianza. Sonrió al verla y saludó con un leve movimiento de cabeza, como si ya formara parte de su rutina. Sin embargo, ella notó algo diferente en su mirada, algo que no sabía cómo interpretar.
-Buenos días, Mei Ling -dijo con una sonrisa de lado mientras caminaba hacia ella-. ¿Cómo estás hoy?
Mei Ling lo miró rápidamente y luego apartó la vista, sintiendo una ligera incomodidad. A pesar de que aún intentaba mantener su distancia, algo en su pecho latía más rápido de lo que debería.
-Bien, gracias -respondió de manera breve, volviendo su atención a los papeles.
Jian Wei no parecía molesto por su frialdad. Se acercó a la zona de impresión y comenzó a revisar algunos documentos. Mei Ling continuaba trabajando, pero sus pensamientos se desvían hacia él con más frecuencia de lo que le gustaría.
Alrededor de ella, sus compañeros comenzaron a notar la situación. Esther, la compañera que siempre se mostraba muy observadora, levantó una ceja y no pudo evitar sonreír de manera traviesa.
-¿Ves eso? -susurró a Li Wei, el joven encargado de las encomiendas de la mañana-. ¡Creo que algo está pasando entre Mei Ling y Jian Wei!
Li Wei, con su café en mano, asintió con una sonrisa burlona.
-¿En serio? Bueno, eso lo explicaría todo. Siempre llega aquí con una excusa para hablar con ella. ¿No has notado cómo siempre parece buscarla?
Mei Ling levantó la mirada en ese instante y los vio murmurando entre ellos. Sintió un leve calor en su rostro, y se dio cuenta de que sus compañeros habían comenzado a especular sobre su relación con Jian Wei. Instantáneamente, su incomodidad creció. No podía dejar que las cosas tomaran ese giro, no después de todo lo que había sucedido.
-¿Qué pasa? -preguntó Mei Ling, tratando de sonar neutral.
Esther sonrió de manera discreta, pero con la curiosidad reflejada en su mirada.
-Nada, nada -respondió con un tono demasiado inocente-. Solo que has estado sonriendo mucho últimamente. Es raro verte tan relajada en la oficina.
Mei Ling se tensó al escuchar esas palabras. Sabía exactamente a qué se referían. En las últimas semanas, Jian Wei había estado viniendo con más frecuencia a la oficina, y aunque él siempre parecía tener excusas plausibles para su presencia, ella no podía negar que algo había cambiado. Había momentos en los que, cuando lo veía, su corazón latía más rápido de lo normal, y esa sensación no le agradaba.
-No estoy relajada -respondió rápidamente, intentando mantener una expresión seria y sin dar lugar a malentendidos-. Simplemente estoy ocupada, eso es todo.
Esther la miró fijamente durante un par de segundos, evaluando sus palabras. Mei Ling, al ver que su amiga no se convencía, intentó cambiar de tema.
-¡Esther! ¿Puedes ayudarme con este paquete? -dijo, señalando una caja que debía preparar para su siguiente cliente, con la esperanza de distraer la conversación.
Esther no insistió más, pero su mirada cómplice hacia Li Wei dejaba claro que ya había sacado sus propias conclusiones. Mei Ling suspiró por lo bajo, maldiciendo por dentro. No estaba preparada para hablar de eso con nadie, menos con sus compañeros de trabajo. A pesar de lo que sentía por Jian Wei, no quería que su vida personal se mezclara con su vida profesional. La oficina era su santuario, su espacio donde podía concentrarse y hacer su trabajo sin distracciones.
A lo lejos, Jian Wei ya había terminado con sus asuntos y se acercaba a su escritorio para darle un último vistazo. Mei Ling lo miró de reojo, y al instante se sintió invadida por una extraña mezcla de nerviosismo y confusión. Intentó no hacer contacto visual, pero él la alcanzó antes de que pudiera desviar la mirada.
-Te he dejado algunos documentos en tu escritorio -le dijo en tono relajado, como si nada estuviera pasando-. Ah, y por cierto, gracias por tu ayuda con los envíos de ayer. Fue muy rápido y eficiente.
Mei Ling asintió brevemente, sin poder evitar que su rostro se tornara ligeramente rojo. Aunque sus palabras eran amables y profesionales, la calidez en su tono la hizo sentir incómoda. Intentó esconder su nerviosismo detrás de una fachada profesional.
-No fue nada, solo hacía mi trabajo -respondió, intentando restar importancia a la situación.
Jian Wei la observó por un momento, como si estuviera evaluando algo. Luego, asintió, como si hubiera entendido algo que Mei Ling no había dicho en voz alta, y se retiró sin más. Sin embargo, la atmósfera entre ellos había cambiado, al igual que la percepción de los compañeros en la oficina. El silencio que siguió fue aún más pesado.
Mei Ling no podía dejar de pensar en lo que acababa de suceder. La química que había entre ellos era innegable, pero no podía permitir que sus compañeros lo notaran, mucho menos que se hicieran ideas sobre algo que ni siquiera ella había entendido completamente.
En su interior, la confusión y la incomodidad se intensificaron. ¿Qué debía hacer? ¿Debería ignorar lo que sentía y seguir con su vida profesional como si nada hubiera pasado? O, por el contrario, ¿era el momento de dejarse llevar por esos sentimientos que tanto trataba de evitar?
Se sentó en su escritorio con un suspiro, decidida a centrarse en el trabajo, pero sabiendo en el fondo que las cosas entre ella y Jian Wei nunca serían las mismas.