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Valentina
Todo mi cuerpo dolía.
El calor de la habitación era sofocante, y el saco sobre mi cabeza solo lo hacía peor.
Mi respiración era irregular, luchando por mantenerse constante mientras intentaba no perder la calma. Mis manos seguían atadas por detrás de la espalda, el roce áspero de la cuerda había comenzado a lastimarme.
Bianca esta
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